El miembro de la comisión política del PC y ex Presidente del Directorio de la Universidad ARCIS, dice que la decisión de dejar la universidad se comenzó a tomar desde comienzos del 2011 y es netamente política para abordar la reforma a la educación en el gobierno de Bachelet sin dobles lecturas. Además, garantiza que ahí no existe lucro y defiende la participación de Max Marambio. “El no lucró, sería un maricón si dijera lo contrario”, dice.
Una relación de más de 30 años fue lo que dejó atrás el Partido Comunista al salir definitivamente de la Corporación de la Universidad de Arte y Ciencias Sociales, Arcis. Una decisión que los liberó de un “conflicto de interés” frente al debate educacional que sostendrán desde marzo próximo, al alero del nuevo gobierno de Michelle Bachelet.
El ex presidente del directorio y miembro de la comisión política del PC, Juan Andrés Lagos, dice que esto los pone en mejor pie para enfrentar la reforma que impulsará la Presidenta en su segundo período y descarta las dudas sobre lucro en el plantel por parte del partido o incluso por uno de sus ex dueños: Max Marambio. “Él nunca, nunca hizo lucro en la universidad. Yo sería un maricón si dijera lo contrario”, señala.
– ¿Cuándo se toma la decisión del PC de salir de la universidad?
Esto viene de mucho antes. A comienzos del 2011, cuando todavía no empezaban las movilizaciones, como directorio -del que era presidente- propusimos que la universidad empezara a caminar en forma clara y sostenida a transformarse en una universidad pública. Hay una cuenta pública de principios de 2011, antes que comenzaran las movilizaciones, que el directorio (donde estaba además Claudio Lara, Manuel Riesco, Jorge Insunza, el maestro Fernando García, Brugnoli) tomamos la decisión de decir “ya, vamos a lo público”.
– ¿Cómo se ejecuta la salida?
Renunciamos a la corporación, que es un proceso que no ha terminado. Se constituye una nueva corporación, y ahora se quedan la mayoría académicos más gente como el juez Juan Guzmán, por ejemplo. Y nosotros nos desvinculamos. La corporación dirige los destinos de ese proyecto y nosotros ya no estamos, aunque todavía no hay proceso de elección de autoridades.
– ¿Volver a la idea original de la Arcis?
Este proceso de hacer la universidad pública, que tiene que ver con su ethos desde el 80 y hoy día nosotros pensamos que hay condiciones políticas en Chile para que vaya en esa dirección. Y por lo tanto, nosotros como comunistas nos parece que tenemos que hacer todo para que esto así ocurra.
– Es una decisión política…
Claro, por eso nos salimos, porque creemos que están las condiciones para que se madure un proyecto y para que el Estado chileno vea que este tipo de universidades como la Academia de Humanismo Cristiano, la Raúl Silva Henríquez y otras más puedan transformarse en instituciones públicas. Nosotros queremos aportar a ese proceso, no queremos cerrarlo ni obviarlo.
– ¿No fue una decisión económica?
No sólo por una crisis económica, sino que porque sabíamos que había una falla en el sistema. Tomás Moulian lo dijo esa vez: El Arcis está obligado a caminar con su vocación de universidad pública en medio de un mar extremadamente mercantilizado. O sea, no fue nuestra opción política porque estuviéramos de acuerdo, el tener que acreditarnos, por ejemplo. No estábamos de acuerdo con el sistema ni la institucionalidad, pero lo hicimos. Se discutió mucho sobre eso, incluso en un consejo triestamental, cuando en este país ninguna universidad lo tenía.
– Actualmente está acreditada…
Sí, la universidad se acreditó, de ahí se volvió a acreditar. Y es una universidad que le ha costado mucho, que no tiene los estándares de una empresa que genera rentabilidad y por eso nos cuestionaron siempre, bueno pero ustedes tienen un problema de rentabilidad, como negocio hacia el futuro. Y nosotros decíamos que nunca queríamos hacer negocio. O sea, esta universidad es precaria porque no tiene capital en verdad. Pero tampoco quiere hacer negocios. O sea, valórenle que con todo eso sobrevive y además va subiendo en calidad académica. Esos son los estándares por los que debería evaluarse cualquier universidad.
– ¿Max Marambio se fue antes de todo esto?
Sí, claro. Max se fue antes de todo este proceso. Por razones muy legítimas y quiero ser súper claro: Max es un empresario, él tiene sus propios negocios pero él nunca, nunca hizo lucro en la universidad. Yo sería un maricón si dijera lo contrario y no lo voy a hacer. Además mentiría. Él puso esfuerzo, recursos, gente para que trabajara y que nos ayudaron a crear expertiz que nosotros no teníamos.
– ¿Cuál es el rol de Marambio en la Arcis?
Nosotros estábamos buscando un inversionista y nadie quería invertir en la universidad y la única persona que tuvo disposición de poner recursos en la universidad fue Max Marambio. Yo puedo tener muchas diferencias con él en distintos planos, pero eso se lo voy a reconocer hasta el final. Porque es verdad, fue el único empresario chileno que estuvo dispuesto a invertir en el Arcis en las condiciones que se dieron, que era sin lucro. Eso está probado y también me da rabia cuando hablan de eso, porque saben que no hay lucro ahí. O sea, cuando Ical y Max Marambio entran sabían que no iban a recuperar y que la inversión se las iba a comer entera la deuda de la universidad. Y así fue.
LUCRO
– La derecha apuntó a la Arcis cuestionando que también había lucro ahí…
El 2011 el movimiento por la educación, con los estudiantes jugando un papel gravitante, ponen en el centro del tema el fin al lucro, la derecha lo trató de empatar con el lucro en las universidades privadas donde estábamos nosotros y otros grupos más. Y nosotros hicimos lo que nos correspondía, que era mostrar por qué no había lucro. Vino una comisión de diputados en paralelo a la investigación que hizo el Mineduc y ambos concluyen que acá no había lucro e incluso dijeron que la Arcis estaba pa’ la cagá económicamente.
– Pero no dejaron de enrrostrarlo, incluso en el Congreso…
Claro, cuando los estudiantes iban al parlamento los diputados UDI levantaban carteles que decían “El PC también lucra”, “El Arcis también lucra”. Nos querían cobrar y no encontraron nada. Esos dos informes son muy contundentes. Incluso hay uno nuevo, el de la acreditación, que tiene evaluación de empresa, que el mineduc puso ahora para evaluar la universidad como un negocio. Pero también confirmaron que si hay algo que no sabe hacer el Arcis es hacer negocios.
– ¿El debate interno cómo fue? ¿Había una visión crítica al interior del partido de la participación en una universidad de los dirigentes estudiantiles y del movimiento por la educación?
Aquí yo hago una diferencia a lo que ha opinado Karol, Camila o Camilo, los chiquillos del movimiento. Nosotros el 2011, dentro del Arcis se fue instalando esto. ¿En qué universidad el directorio plantea eso? Eso generó un debate que hasta hoy sigue, de triestamentalidad, pero ojo que no todos opinan. Hay un sector más radical, más autonomista o no sé que serán, que ellos no creen en la constitución de centros de alumnos, delegados y creen que esto es una triquiñuela y no, el proceso va a seguir con una nueva dirección. El directorio ya tomó una decisión.
– ¿Pero efectivamente era un tema delicado para los comunistas el estar al mando de una universidad privada?
Es que esto que el PC hizo involucrándose en la U no lo conocía todo el partido porque no podía conocerlo. Fue una de las tantas cosas que los comunistas hicimos para ganarnos un espacio. O sea, no todo era lucha armada. Mucho era eso, pero este era un espacio para enfrentar al mundo dictatorial. Yo diría que muchos comunistas no sabían que existía. Luego, nos expulsan pero cuando volvemos a ingresar muchos rechazaban la idea de ingresar a la educación superior privada y tenían una visión muy esquemática y sectaria del mapa del sistema de educación privada chilena. Fueron minoría eso sí y se tomó la decisión; Gladys que era la secretaria general, lo hizo. Entonces, los medios se agarran mucho de la crítica de Karol, pero no es con el proyecto Arcis, es con la idea de que proyectos como ese deberían ser parte de un sistema de educación pública. No hay puntos de contradicción en la opinión comunista.
– ¿Esto es un ejemplo, lección para otros partidos involucrados en instituciones de Educación Superior?
Bueno, podría ser. Y es lógico, porque es un poco incompatible. O sea, para el proyecto que nosotros vemos, no parece muy lógico que nosotros estemos en un proyecto como este otro. Esto facilita el proceso y además, porque nosotros somos parte de un gobierno que va a impulsar ese proceso. Es un poco para evitar que la derecha ponga obstáculos a cosas que nos parecen muy necesarias que sean. Hay consenso sobre eso y todos pensamos que era lo más sano, lo mejor para todos.
– Porque el tema del lucro también salpicó a universidades controladas por la DC, por ejemplo…
Yo diría que en lo grueso el sistema de educación superior, su concepción, es muy perverso. Eso tiene que terminar. Porque al final, en esencia, trata a la universidades como negocios. No todos los negocios son demonios, pero varios son para generar usura, lucro y eso es lo que hay que cortar. Eso produce una distorsión en la calidad académica de los planteles. Cuando usted está en una universidad con estas características, empiezan a pesar estos temas.
– Le insisto: ¿Los partidos de la Nueva Mayoría tendrían que tomar esto como un ejemplo?
Nosotros lo que queremos es ayudar en todo lo que podamos y lo hacemos para que cuando se discuta no haya ningún argumento en contra del aporte que queremos hacer. Por ejemplo, el caso de la Academia de Humanismo Cristiano, donde no hay un partido pero sí una corriente de humanismo cristiano progresista que resistió a la dictadura fascista. Y, si no me equivoco, quien empujó para que se creara, fue el Cardenal Silva Henríquez.
– La idea es sentirse más cómodo para el debate que viene…
Nosotros tenemos muchas fortalezas. Desde el movimiento estudiantil venimos desde los 90. En la U de Chile abogamos por participación, creación de Centros de alumnos. En la Usach, incluso en la Arcis. En este momento incluso tenemos en la UBO. Todo lo que hemos hecho en este ámbito nos hizo aterrizar mucho las políticas. Los chiquillos nos hicieron avanzar mucho porque, yo creo, venían con un diagnóstico súper realista. Se cruzan con el tema del lucro, plantean educación gratuita, plantean reforma tributaria y los dirigentes de esa camada van a discutirlo ahora. Ese movimiento, junto al Colegio de Profesores y otros sectores, saben qué es lo que hay que hacer en desmunicipalización. No digo que sean los únicos, es gente que está muy preparada, pueden aportar mucho. Si la cuestión no es menor, el problema es que la calidad es muy mala, incluido los colegios privados. Tenemos que dar un salto fuerte. El programa de la Presidenta Bachelet lo tiene, realmente lo tiene, y yo creo que si algo va a pasar a la historia en estos cuatro años será la reforma a la educación.
– ¿Es algo a lo que se comprometió y que la gente va a estar pendiente que haga?
El gran mérito que tiene Bachelet y la Nueva Mayoría es darse cuenta que Chile cambió y buscar sintonizar con ese mundo. El 2011 hubo indignados y hartas cosas en el mundo. En Israel hubo una movilización donde salieron a la calle más de 60 mil personas a protestar. Al otro día el presidente israelita los llamó para conversar. No se demoró 24 horas. Acá en Chile, Piñera se pasó por cierta parte a todo el movimiento y proporcionalmente aquí se movilizó más gente que en otros países del mundo. Entonces, claro, esta derecha es bien dura.
– Ahora existen mayorías en el Congreso y el Senado, pero la derecha no va a dejar que las reformas pasen tan fácilmente.
Es lo que siempre digo: cuidado, no nos pasemos películas. Primero terminemos con esta nefasta política de los consensos donde empatábamos todo y al final la derecha ganó y llegó al gobierno. Segundo, que esta derecha es astuta, tiene capacidad, se va a rearticular, va a buscar reformitas para impedir grandes cambios. Al menos en la Nueva Mayoría yo veo una consciencia de no buscarle la letra chica porque sería terrible.
– Eso, aunque hubo acercamientos y en algún minuto incluso pudo haber un acuerdo durante este gobierno.
Yo creo que la tozudez de la derecha es muy alta en Chile. Más todavía, puedo decir responsablemente: con Lavín y Melero hay un momento de los movimientos en que están dispuestos a negociar. Incluso hay documentos en el que se acercaban posiciones y no era menor porque existía la posibilidad de un acuerdo, un gran acuerdo. ¿Quién echó abajo eso? Piñera y Hinzpeter. ¿Por qué lo hicieron? Yo creo que por pánico a que apareciera Lavín y la UDI junto a los dirigentes diciendo ‘hay un principio de acuerdo’. Ese demuestra el nivel de egoísmo de la derecha.
– El PC podría aportar desde el mismo Mineduc con un ministro, subsecretario…
Nosotros tenemos mucho que aportar. Humildemente, tenemos que aportar porque nos ha tocado por el lado de los estudiantes, profes y municipios interactuar con el Estado desde la contraparte. También hemos conocido cómo operan los organismos del Estado frente a esto. Ahora es desafiante hacerlo para que ocurra y no para contener. Es muy interesante y hay pocos espacios donde equivocarse. La derecha va a estar como caníbal. Nosotros tenemos dirigentes visibles, pero también hay muchos profesionales en los grupos de apoyo y propuestas que tienen mucha experiencia, que han interlocutado mucho a anteriores ministros de educación y el parlamento. Ahora estamos en otra situación.
Fuente: The Clinic