Un reciente informe de la Superintendencia de Salud revela que las isapres abiertas han reajustad los precios de sus planes en un 40 por ciento promedio, en los últimos diez años. Al medir el costo base de los planes entre julio de 2006 y el alza anunciada esta semana para el periodo 2015-2016 se observa que la institución con mayor variación fue Cruz Blanca, promediando un 58, 8 por ciento; más atrás se ubica Colmena, con un 54, 8 por ciento, y en el extremo contrario Masvida, con un 11,8 por ciento.
El superintendente de Salud, Sebastián Pavlovic, no se manifestó sorprendido por las cifras:
«Lo que vemos va en la línea de la percepción de los usuarios, quienes, a través de las encuestas, sostienen que el sistema es muy caro y que ha subido los precios en forma importante. Esto le significa a una persona un 40 por ciento más, en promedio».
Agregó:
«Hay razones posibles con el aumento del costo real y, por otro lado, fallas de competencia: asimetría de información, barreras de entrada, pocos actores en el mercado, integración vertical, las que posiblemente impactan en que los precios no sean más accesibles o no haya mayor contención de costos. A las personas se les hace difícil hacer comparación de precios, saber por qué se les está cobrando».
El economista y consultor en el área de salud Rony Lenz estima que esto tiene origen en una falta de regulación de la Superintendencia de Salud sobre la industria de isapres:
«Mi opinión es que deberíamos pasar a un esquema de fijación de los incrementos, del precio promedio de los planes, parecido a las empresas sanitarias (…) El alza de precio de los planes tiene que ser fijado por la autoridad»
Gonzalo de la Carrera, presidente de Colmena, justificó estas cifras con el manido argumento de que el costo de la salud ha subido en todo el mundo, y que Chile no es una excepción:
«Los reajustes de las isapres son reflejo del alza de costos en todo el sistema, lo que incluye a clínicas, hospitales, centros médicos y laboratorios. De no subir éstos sus costos, de no aumentar la frecuencia de uso por la vía de requerir más número de exámenes y de no continuar aumentando las licencias médicas y otros factores, no tendríamos que subir los precios en la misma magnitud que en el pasado».
En torno a la medida que tomó la isapre Colmena de poner un límite en las utilidades en un 4%, de la Carrera indicó:
«Hoy existen otras industrias, como la del gas y la energía, donde las utilidades tienen topes y son perfectamente monitoreadas. No vemos impedimento para sumarnos a esos mecanismos, como tampoco vemos problema en fijarnos un estándar contra el cual comparar eficiencia, máxime si ese estándar es Fonasa o el promedio de la industria. Si es necesaria una ley que regule esta materia, estamos dispuestos a trabajar en ella».