por Diego Ortiz (*).
El gas CS (clorobenzilideno malononitrilo) es el compuesto de las lacrimógenas que provoca irritación y malestar, dejando a manifestantes y transeúntes con ardor en los ojos, tos, mareos y dolores de cabeza.
Es, también, responsable de generar cianuro dentro del organismo humano, un compuesto químico altamente tóxico y potencialmente mortal.
Esto último lo comprobó el estudio , publicado en junio de este año en Francia. La investigación fue liderada por el doctor en biología molecular, Alexander Samuel, y por el presidente de la Asociación de Toxicología-Química francesa y director honorario de investigación del Centro Nacional para la Investigación Científica, André Picot.
Largas exposiciones al gas, como las vividas durante las protestas de los ‘Chalecos amarillos’ en Francia o durante el estallido social en Chile, podrían tener efectos irreversibles para casi todos los órganos del cuerpo. Sus resultados no tardaron en impactar a la opinión pública. Revise el estudio en francés publicado por los científicos Samuel y Picot, titulado L’Utilisation du gaz lacrymogene CS: ses effets toxiques a plus ou moins long terme.
L’Obs, la revista semanal de mayor tiraje en Francia, publicó el 27 de junio un artículo titulado Informe destaca los graves peligros para la salud del gas lacrimógeno, describiendo los peligros del gas y entrevistando a Picot, quien aseguró que “la mayoría de los estudios [sobre nocividad de gases] no son accesibles porque están reservados para los militares”, por lo que la investigación adquiere mayor relevancia aún, catalogándola de “utilidad pública”.
La policía, en tanto, no demoró en reaccionar. Vigi, un sindicato de policías y funcionarios del Ministerio del Interior francés, publicó una serie de artículos y comunicados alertando sobre el riesgo del gas CS tanto para manifestantes como para los propios policías, quienes se ven igualmente expuestos al químico tóxico durante entrenamientos y operativos en protestas.
El sindicato incluso envió una carta abierta al entonces ministro del Interior, Christophe Castaner, alertando sobre el uso del CS.
En Chile también hubo reacciones. Carabineros de Chile, cuyos funcionarios utilizan el compuesto químico CS en carros lanza aguas, lanza gases y en cartuchos de carabinas y granadas; sostuvo una reunión el 1 de junio de este año con el propio Alexander Samuel, el biólogo molecular coautor del estudio, con el objetivo de interiorizarse en los hallazgos del equipo francés.
INTERFERENCIA también tomó contacto con Samuel, quien indicó que el primer objetivo de la reunión fue “explicarles que como policía deben conocer sus armas, ya que les enseñan a ser proporcionales, pero ¿cómo van a serlo si no conocen su armamento y lo que éste hace?”.
El científico, quien también acude a protestas en Francia como manifestante, agregó que “si entienden lo peligrosas que son sus armas, entonces no las usarán si no lo necesitan realmente”, calificando la reunión como “positiva”.
Cianuro en el organismo de manifestantes y Carabineros: ¿Y ahora qué?
Esta redacción tomó contacto con el departamento de comunicaciones de Carabineros de Chile para saber más acerca de la reunión sostenida con el autor del estudio, consultando específicamente si ésta gatilló cambios en el uso del gas lacrimógeno como armamento disuasivo durante manifestaciones y durante entrenamientos.
La institución aseguró que utiliza su armamento bajo protocolos de control de orden público desde el 2013, los cuales fueron actualizados a principios del 2019 –fecha en que todavía no eran públicos los hallazgos de Alexander Samuel–, agregando que “el uso de disuasivos es el mismo de uso mundial que está bajo normas internacionales”.
A pesar de no dar luces de una reacción a partir de la nueva información disponible acerca del impacto a la salud de este armamento, comunicaciones indicó que “la institución está constantemente innovando material para reestablecer el orden público, a objeto estén acorde al respeto por los DD. HH. y la salud pública tanto de la ciudadanía como la de los propios Carabineros”.
Respecto a esto último, con fecha 12 de agosto, INTERFERENCIA presentó una solicitud de información vía transparencia donde se requirió a Carabineros informar sobre la metodología de entrenamiento para el manejo de granadas y carabinas lacrimógenas en Carabineros, con el fin de saber cuál es el nivel de exposición al gas CS de los funcionarios durante su entrenamiento. Se consultó específicamente “si los funcionarios tienen contacto directo con el gas y qué tan recurrente es éste, en especial para funcionarios de Fuerzas Especiales”.
El departamento de Información Pública y Lobby rechazó la solicitud por tratarse de “documentos secretos”, argumentando que lo solicitado correspondería a “detalles específicos de planes operativos, tales como utilización, formas de accionar, formas de desplazamiento, entre otros, lo cual representa un grave desmedro a la seguridad pública”.
La negativa de la institución motivó la presentación de un recurso de reclamación ante el Consejo para la Transparencia, estando pendiente de resolución.
Con quien sí se logró dialogar fue con el abogado Daniel Soto, quien ha sido asesor en materia de Derechos Humanos de Carabineros y actualmente realiza clases en la institución sobre la materia. En su opinión, “la investigación de Alexander Samuel es importante para determinar cuáles son los efectos adversos que genera ese gas [CS] en la población y en los propios Carabineros que lo emplean”.
Sin embargo, el abogado acusa que la solución a la creciente disconformidad ciudadana con Carabineros no pasa necesariamente ni exclusivamente por el uso de un elemento disuasivo u otro. “Cuando la sociedad está de acuerdo en cuales son las normas que la regulan, la policía puede mantener el orden público”, explica, “pero cuando la discusión, como se plantea a partir del 18 de octubre, es la legitimidad de la ley, la legitimidad de la autoridad; falla la policía, porque es un tema de naturaleza política que requiere de soluciones políticas, y la fuerza del Estado no va a solucionar eso”.
Soto agrega que el gas “funciona y se acepta socialmente bajo la condición de que genera irritación o dolor en las personas por un periodo muy limitado de tiempo y mientras las personas están expuestas al gas”, por lo que “si sus resultados son distintos, como sugiere el estudio, es un tema que hay que revisar”.
El abogado y profesor de DD. HH. en Carabineros puntualiza, además, que «lo que no se había generado nunca en Chile era una exposición intensa, en términos de cantidad, y prolongada, permanente del gas», algo que vuelve aún más relevante la discusión propuesta por los científicos franceses.
Develando los peligros del armamento de control público
Para manifestantes, policías y vecinos de sectores donde se congregan usualmente protestas, los resultados son alarmantes. “Luego de la absorción del gas en el cuerpo, durante la metabolización, es liberado cianuro, causando síntomas descritos por algunos toxicólogos y doctores como vértigo o pérdida de consciencia”, explica la investigación sobre los efectos inmediatos del CS.
En cuanto al mediano y largo plazo, los científicos detallan que una larga exposición al CS –y, por tanto, a una extensa metabolización de cianuro en el cuerpo– corresponde a un “alto factor de riesgo para el cerebro, hígado, riñones, ojos, tiroides, el sistema gastrointestinal y el cardiovascular”, además de los efectos psicológicos que acarrea el uso de un armamento que provoca sensaciones de ahogamiento e irritación extrema.
Los descubrimientos del equipo se sostienen también en una serie de estudios militares previos, como el conducido en soldados de un campo de entrenamiento norteamericano titulado O-Chlorobenzylidene Malonontrile (CS Riot Control Agent) Associated Acute Respiratorty Illnesses in a U.S. Army Basic Combat Training Cohort, publicado en 2014, el que asegura que una de las principales causas de visitas al hospital por parte de soldados en campos de entrenamientos son las Enfermedades Respiratorias Severas, presentadas luego de la exposición de los militares al gas CS.
Mi punto finalmente en el estudio es dar a conocer que hay problemas a la salud asociados”, explica Alexander Samuel, “pero también deberíamos pensar qué tan eficientes son”. De acuerdo al científico, que desarrolló el estudio con la colaboración de un sociólogo, un historiador y un psicólogo, el uso de lacrimógenas puede ser hasta contraproducente. “Si tienes cinco cuadras de manifestantes lanzando piedras, si ocupas una granada lacrimógena, ya lo sabes; terminarás ocupando cincuenta”, apunta.
A pesar de la relevancia de sus descubrimientos, Samuel confiesa que no fue fácil llevar a cabo la investigación, encontrándose constantemente con presiones e, incluso, relata haber sido arrestado. “Fui enviado a prisión tres veces el año pasado, me interrogaron, destruyeron mis libros de biología y química luego de allanar mi casa. Me tuvieron dos días en custodia bajo una razón falsa y luego me dijeron ‘fue un error, eres libre’”.
La persecución de la que fue víctima lo llevó a contratar un abogado, quien se encuentra trabajando en conjunto con la Inspección General de la Policía Nacional, una institución policial creada con la finalidad de fiscalizar a las fuerzas del orden y sus procedimientos.
A pesar de todo, Samuel y el equipo detrás de los hallazgos sobre la producción de cianuro a raíz de la inhalación y absorción de CS siguen trabajando, estando ad portas de publicar un nuevo estudio acerca de los impactos psicológicos del uso de este gas en manifestantes y su eficacia a la hora de controlar desordenes públicos.
(*) Este artículo contó con la colaboración de Pablo Ugalde, doctor en Microbiología y Biotecnología de la Universidad de Montpellier.
Fuente: Interferencia