viernes, noviembre 22, 2024
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Inteligencia Artificial y Big Data

por Mario Ramón Duarte (*).

Se puede afirmar con total énfasis, en base a múltiples investigaciones y años de estudios, llevados adelante con total veracidad, seguridad y responsabilidad, que la inteligencia artificial es un hecho y una realidad incontrastable.


Por eso, resulta más que necesario abordar a fondo estas cuestiones inherentes a la humanidad y a su entorno inmediato, del mismo modo se puede decir que el big data también es un elemento que va de la mano con la inteligencia artificial, por su derivada noción que emana de su concepción como el almacenamiento y gestión de una cantidad elevada de datos.

Siguiendo con una lógica compacta, este tema como es la inteligencia artificial, sumado al internet de las cosas, la robotización, ciberseguridad, los algoritmos (ordenador de operaciones que permiten hacer cálculos), la cloud computing (nube adonde se trasladan y almacenan, archivos y programas), la realidad aumentada (proceso informático donde se combina lo real con lo virtual) y otros definidos conceptualmente en publicaciones anteriores, confluyen de manera directa en lo que denominamos la cuarta revolución industrial o industria 4.0, que se halla intrínsecamente vinculada con el big data, que no es más que la gestión y el desglose de ingentes cantidades de datos, imposibles de procesar con herramientas convencionales.

Volviendo al tema en cuestión en el ámbito tecnológico, la inteligencia artificial o también llamada inteligencia computacional, es la inteligencia exhibida por máquinas. Por ello, este término es aplicado cuando una maquina imita funciones cognitivas, que los humanos asocian con otras mentes humanas, un ejemplo de ello sería aprender y resolver problemas cotidianos o de envergadura.

Esta se define también como un área multidisciplinar, que a través de ciencias como la computación, la lógica y la filosofía, estudia la creación y diseño de entidades capaces de resolver problemas cotidianos por sí mismas, utilizando como paradigma a la inteligencia humana.

En otras palabras estaríamos hablando de una entidad no viva que utiliza los algoritmos y las estadísticas para llegar a resolver problemas, emulando a la inteligencia humana, de allí su relación directa con el big data.

En lo que respecta a las grandes empresas están muy obsesionadas con la inteligencia artificial, debido a que esta tecnología está cada vez más embebida en el día a día de todos, en lo que hacemos, en lo que elegimos.

En las decisiones de grandes empresas, de entes de salud pública, de seguridad y de la órbita de las finanzas cobran importancia estos temas tecnológicos porque la inteligencia artificial y el big data, constituyen los ejes centrales para el futuro de una empresa, como también para el ser humano principalmente.

Si bien, por un lado, la tecnología ha tocado a la puerta de las empresas, aún persiste y con total tino, la incertidumbre o el temor de que ello produzca un descontrol en la forma de trabajar, desde que el punto de vista tradicional se ha convertido en uno de los principales frenos, en la carrera hacia el futuro, y ello constituye una verdad con todas las letras, al no contar aún con un marco regulatorio acorde a los tiempos actuales, dejando al ser humano, al menos en el corto plazo, en un espacio de indefensión respecto a lo que se avecina.

Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes, sin dudas que ello será y está comenzando a ser así.

Pero las repercusiones impactarán en cómo somos y nos relacionamos hasta en los rincones más lejanos del planeta: la nueva revolución tecnológica afectará «el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso» y sus coletazos impactarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos.

Lo importante, destacan los teóricos de la idea, es que no se trata de desarrollos, sino del encuentro de esos desarrollos. Y en ese sentido, representa un cambio de paradigma, en lugar de un paso más en la carrera tecnológica frenética.

Según la mayoría de expertos, está considerada la tecnología del año. Por eso, la inteligencia artificial, que viene dispuesta a cambiar incluso a la sociedad en su conjunto, ha sido el objeto del último estudio de PwC, porque, según anuncia la consultora británica, nos permitirá, en este año (2018) que ya lo transitamos, ser más productivos y empezar a explotar el potencial de otras ciencias parejas como el big data.

Asimismo, otra de las predicciones de la compañía afirma que afectará antes que a los empleados a los empleos donde nuevos puestos de trabajo irán sustituyendo a los que desaparezcan pero “siempre contando con las personas y ayudándolas a ser más eficientes”.  En 2020, el porcentaje de puestos de trabajo con alto riesgo de desaparición como consecuencia de la automatización solo será del 20%.

La apropiación de las tecnologías avanzadas como la computación en la nube, la robótica, la inteligencia artificial o el big data es poca y lenta, pero constante. Esta es una de las conclusiones más recientes del Observatorio de Economía Digital realizado por el MinTIC. Por ello innovar debe ser una meta primordial en las empresas para llegar a una óptima transformación digital, pasando por encima de la desconfianza en la adopción de nuevas tecnologías, sobre todo en el sector de las tecnologías de la información (TI).

Pero de manera constante surgen varias preguntas que se repiten hasta el hartazgo de manera inevitable y con razón cuando hablamos de tecnología y empresas ¿De qué manera afectará eso al empleo? ¿Perjudicará la inmersión tecnológica a las capacidades humanas en el ámbito laboral? ¿Quién gana y quién pierde en todo este progreso?

En realidad, más allá de los pertinentes debates sobre la robotización y el empleo, lo cierto es que hace tiempo que la tecnología viene ayudando a un sin fin de empresas en sus tareas y herramientas diarias.

Ahora bien, en un párrafo aparte y analizando como siempre nuestra región y nuestro país, respecto de estos temas de agenda mundial, en los gobiernos como política de Estado muchos se han expresado su preocupación no solo en el ámbito laboral sino también en otros, donde el poder de estas tecnologías crece porque se manejan informaciones sensibles y las inversiones impactan de lleno en la economía y el empleo. En este nuevo contexto, los países deben desarrollar una tecno-diplomacia: la estrategia que les permite construir su agenda digital.

En 2017, Dinamarca fue el primer país en crear la figura de Embajador Digital, que tiene su sede en Silicon Valley. En diálogo con Robot-lución, del Intal-BID, el canciller danés, Anders Samuelsen, dijo que la tecnología debe ser una prioridad de la política exterior por su enorme influencia en todos los aspectos de la sociedad.

Según la publicación del Intal-BID, los países latinoamericanos firmaron 146 convenios con cláusulas tecnológicas que les permitieron aumentar hasta en 29% las exportaciones con alto contenido de tecnología. Para integrarse en el mundo de la ‘cuarta revolución industrial’, América Latina necesita una tecno-diplomacia. Es decir, incorporar la agenda científica y tecnológica en la mesa de los grandes tratados y acuerdos de comercio internacional.

En esa línea, Beliz destaca la importancia de que los diplomáticos y negociadores comerciales internacionales «sepan de Inteligencia Artificial, big data, regulación y gobernanza digital». «Que sepan el nuevo lenguaje que hoy se habla en las mesas de negociación donde se definen el comercio y la integración del siglo XXI».

Los interrogantes como las formulaciones, de una manera u otra expresadas en formas de respuestas a las múltiples inquietudes, se suscitan de forma inevitable por parte de la sociedad toda, pues necesitan, de manera cotidiana, inminente y constante, actualizaciones respecto a estos temas.

Es por ello que trabajamos incesantemente para subirnos al tren del futuro, pero con reglas y condiciones claras que no perjudiquen al ser humano, y por ello es preciso y menester entender que la solución y la clave mediata a todas estas verdades que ya están entre nosotros, se halla en la innovación y la capacidad de creatividad permanente.

Por último debemos entender que en este tema de la tecnología y en este caso de la inteligencia artificial y el big data, es casi una obligatoriedad dar el debate, pues estos temas ya se han convertido en algo habitual en nuestra sociedad, quizás muchos aun no comprenda con precisión y profundidad la magnitud de las mismas, pero tienen una idea cabal de lo que ello puede llegar a significar en una amplia dimensión.

La ética y la reglas claras, repetimos , son el puntapié inicial para que la mayoría de nuestra sociedad, crea en las bondades de las mismas, así como también en la capacidad de innovar y crear, como virtudes o dones inalienables del ser humano otorgados por Dios, imposible de ser sustituidos por ningún otro tipo de inteligencia.

(*) Abogado; Juez Administrativo de Faltas Sauce (Ctes.); Especialista Derecho Faltas y Contravencional; Investigador y consultor seguridad; Miembro Dossier Geopolítico/CEES.

Fuente: Alainet

Notas

https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2017-11-16/big-data-inteligencia-artificial-tecnologia-apd-nacho-cardero_1478829/

http://www.computerworld.es/tendencias/inteligencia-artificial-y-big-data-un-binomio-de-exito-para-2018

http://www.abc.es/tecnologia/informatica/soluciones/abci-inteligencia-artificial-y-data-ejes-centrales-para-futuro-empresa-201702021324_noticia.html

https://www.lanacion.com.ar/2110744-por-que-los-paises-deberian-parecerse-un-poco-mas-a-apple-y-facebook

https://www.clavei.es/blog/industria-4-0-la-cuarta-revolucion-industrial-big-data/

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