sábado, noviembre 23, 2024
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Según la CIA: Oficiales en Servicio Activo Proporcionaron Información al FPMR para Atentado a Pinochet

Según un documento secreto de la CIA, revelado en el contexto de un nuevo aniversario del atentado a Pinochet, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez «utilizó información de oficiales militares chilenos en servicio activo, cercanos a Pinochet, para planear y coordinar el atentado”.

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Si bien el documento no entrega agrega mayores detalles ni proporciona la identidad de los presuntos oficiales informantes, no carece de interés puesto que sugiere disenciones internas sobre el plan de Pinochet, de permanecer en el poder.

Los nueva serie de archivos desclasificados fue publicada por el diario La Tercera con motivo de un nuevo aniversario del atentado a Pinochet, el 7 de septiembre de 1986; perpetrado por un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que causó la muerte de cinco escoltas del general.

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En la situación política de entonces, Pinochet se resistía a abandonar el poder, mientras que una ofensiva política encabezada por el embajador de Estados Unidos, Harry Barnes, estaba empeñada en diseñar condiciones para una transición política post Pinochet, en el marco de la institucionalidad de la Constitución de 1980, tal como en definitiva sucedería, Plebiscito de 1988 mediante.

En ese contexto, no sería para nada extraño que la propia CIA aparezca involucrada de algún modo en el atentado, sea en forma directa o inducida, con el fin de asegurar ese desenlace.

Por su interés histórico, reproducimos los documentos desclasificados, según los medios que los publicaron. Como bonus track, reproducimos una entrevista de la extinta agencia La Voz de Rusia, al periodista Carlos Basso, sobre las complejas relaciones entre la CIA y Pinochet.

En ese cuadro, sucesivas desclasificaciones de archivos demuestran que los servicios secretos de Estados Unidos, y por tanto el Gobierno, estaban perfectamente al corriente, tanto de las atrocidades de Pinochet en materia de derechos humanos, como de sus turbias operaciones de enriquecimiento mediante el narcotráfico y el tráfico de armas.

Si no intervino de otra manera que no fuera detonar la información cuando fuera necesario, como lo demuestran los casos Letelier, uvas envenenadas y Riggs, entre otros, es por la caracteristica doctrina de la intervención encubierta  para mantener el control de su patio trasero: «será un dictadir hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta».  

Archivos de EEUU: FPMR usó información de oficiales activos en atentado contra Pinochet

Hoy se cumplen exactamente 30 años desde que se produjo el conocido atentado al tirano Augusto Pinochet, en la cuesta Las Achupallas, camino al Cajón del Maipo, a 40 kilómetros de Santiago. El hecho dejó 5 escoltas fallecidos.

Bajo este contexto, La Tercera publicó una serie de cables y archivos desclasificados de Estados Unidos, que fueron enviados esa misma jornada y los días posteriores desde la embajada de ese país y la CIA en Santiago con destino obviamente a Gringolandia.

El embajador Harry Barnes no se encontraba esa mañana en el recinto, por lo que George F.Jones se encontraba a cargo de la embajada en calidad de encargado de negocios.

Con su firma, un sinfín de documentos fueron enviados al gobierno de Roland Reagan para contar el escenario que se estaba generando en Chile tras el fallido intento por liquidar a Pinochet, cómo quedó el panorama político tras el hecho y qué hubiera sucedido en el país si se hubiese concretado con éxito el plan.

Uno de los escritos calificados como “urgentes” y que salieron de la CIA en Santiago a los pocos días del atentado, apunta a que “el ataque reforzó políticamente a Pinochet contra sus críticos entre los militares, que se oponen a su reelección”.

El documento de tres carillas añadió que “sus críticos al interior de la Junta, que han bloqueado varios intentos de reimponer el estado de sitio, esta vez tendrán que ceder”. Pese a ello, afirma que “la mayoría de los oficiales militares sigue comprometido con la restauración de un gobierno democrático en 1989. Algunos altos oficiales probablemente volverán a insistirle que sea más flexible políticamente y que se comprometa con dar un paso al lado al final de su período, si mantiene el estado de sitio por muchos meses”.

En otros pasajes, el informe bajo el título de “top secret” asegura que “el ataque y otros actos de violencia del Frente probablemente son parte de un plan para demostrar que aún sigue siendo poderoso pese a la incautación de armas (en Carrizal Bajo)”.

La CIA enfatizó además en que quizás el Partido Comunista pudo no haber aprobado el ataque, dicha colectividad que “está teniendo dificultades para controlar a los activistas del Frente Manuel Rodríguez. Ellos (el PC) ciertamente se oponen a cualquier plan del Frente para repetir el ataque contra Pinochet pronto”.

Entre todos los documentos, el primer cable que fue enviado a EE.UU se originó desde la embajada de EE.UU. en Santiago con destino a la Secretaría de Estado de Washington. En la misiva Jones sostiene que “tras el fallido intento de asesinato del Presidente Pinochet el 7 de septiembre, el GOC (gobierno de Chile, N. de la R.) anunció inmediatamente el estado de sitio en todo el país. El estado de sitio suspende los derechos de hábeas corpus y de revisión judicial de muchas de las acciones del GOC y permite al gobierno imponer censura y arrestar y relegar a personas indefinidamente”.

Este documento que se extrae de una serie de miles de escritos pertenecientes a un proyecto de desclasificación de información entre 1968 y 1991, presenta la preocupación por el tenso momento que vivían las relaciones entre Estados Unidos y Chile tras la muerte del fotógrafo chileno asesinado en julio de 1986, Rodrigo Rojas Denegri.

“Es probable que el GOC utilice el estado de sitio para restringir la libertad de reunión y de prensa y vuelva a recurrir al uso del exilio interno (destierro)”, dijo Jones, al mismo tiempo que resalta que “estamos conscientes de que el Presidente ha querido desde hace mucho silenciar a las revistas opositoras más virulentas y nos sorprendería si (la revista) Análisis y probablemente otras no son suspendidas… habrá que ver si el GOC también intenta imponer censura a los principales diarios, como sucedió durante el último estado de sitio”.

En medio de sus escritos, Jones describe en el instante que “mientras esto es tipiado hemos sido informados que el GOC emitió su primer decreto… se amplía el toque de queda a todas las personas entre las 2 y las 5 de la madrugada; el toque de queda anterior cubría sólo al tráfico vehicular. Una vez más la reacción de línea dura de Pinochet ayudará preferentemente a sus más duros enemigos, los comunistas, frustrando los esfuerzos de los partidos centristas para conducir a las FF.AA. hacia un diálogo constructivo”.

LA CARTA DE GEORGE SCHULTZ

Ese 8 de septiembre de 1986, el secretario de Estado de Gringolandia, George Schultz, le pidió a Jones asistir a la ceremonia en memoria de los escoltas de Pinochet asesinados en el hecho. “A menos que haya factores de los cuales no estamos conscientes, el Departamento cree que es del interés de nuestra política general hacia Chile que el encargado de negocios atienda en persona cualquier ceremonia en memoria de los miembros de las fuerzas de seguridad asesinados en el ataque de ayer contra la comitiva del presidente Pinochet. Por favor, informen si su presencia plantea cualquier tipo de problemas desde la perspectiva de la embajada”.

Schultz envía otro escrito a todas las embajadas gringas de la región y Europa, en la que aclara el panorama existente entre dicha nación y Chile. “Seguimos teniendo relaciones formales con el gobierno chileno y llevando adelante nuestra política para apoyar los progresos en Derechos Humanos y la implementación de una transición pacífica hacia la democracia”, juró.

Otro elemento que fue digno de análisis en estos informes desclasificados fue qué hubiese ocurrido se efectivamente mataban a Pinochet en el atentado.

En enero de 1987, la embajada de Estados Unidos en Santiago escribió que “el sucesor inmediato de Pinochet sería el almirante Merino, según la Constitución de 1980, pero pensamos que muy probablemente poco después un general de Ejército, posiblemente uno traído de un retiro relativamente reciente, completará el período de Pinochet en el poder”.

El escrito de 9 páginas asegura además que “el Frente Manuel Rodríguez planea intentar nuevamente matar a Pinochet. Si bien él es menos vulnerable que antes debido al aumento de las medidas de seguridad, su asesinato está lejos de ser una posibilidad remota”. Pese a los comentarios, detalla que si llegase a morir Pinochet, “habrá, sin duda, una atmósfera más liberal en el país a largo plazo, a menos que un ‘clon’ de Pinochet tome el poder”.

La embajada reflexionó también que en ese escenario la Junta “intentará mostrar unidad y decisión en ese momento crítico y que el futuro presidente sea una persona estrechamente identificada con el régimen militar, que entienda la mente militar y las instituciones, lo que significa que estarán de acuerdo en que sea un militar activo o recientemente retirado”. Aunque, afirma, no se pueden desconocer “las ambiciones personales, los equilibrios de poder institucionales y otros temas que harán más difícil alcanzar un consenso”.

En esta línea, el embajador Harry Barnes, firmó el informe que expone que “el almirante Merino tiene la ambición de ser elegido presidente, pero no está claro si la Armada va a querer ser vinculada tan estrechamente con las decisiones políticas del régimen”.

Otro punto que advierte es que aunque “algunos en la oposición piensan que si Pinochet muere, el régimen militar podría colapsar, (…). En nuestra opinión esa mirada es peligrosamente equivocada”, puesto que la derecha y los milicos estan decididos a “no permitir que cambie el régimen sin garantías satisfactorias de una serie de temas como la impunidad por violaciones a los derechos humanos, propiedad privada, el rol del Partido Comunista y el rol en el período de transición política de los militares”.

Los informes desclasificados dan cuenta de un encuentro que sostuvo el dictador con la delegación de los Amigos del Centro Democrático de América Latina (Pordemca) el 28 de abril de 1987. En dicha cita el tirano arremetió con que la CIA “debe haber estado involucrada” en el ataque que sufrió.

De acuerdo a Barnes, la acusación de Pinochet fue “aparentemente sin ninguna razón”. Pinochet “dijo que después del golpe de 1973 comenzó a recibir informes de que la CIA quería matarlo. Estos informes persistieron de tiempo en tiempo y en cierto punto dijo que había hablado con Vernon Walters (subdirector de la CIA entre 1972 y 1976, N. de la R.) y recibió de él la certeza de que no había nada de eso. Sin embargo, siguió recibiendo esos reportes”.

Ante la consulta de uno de los presentes en dicho evento en cuanto a que posiblemente fue el Servicio secreto soviético el cerebro tras el atentado, “Pinochet respondió que algunas veces la CIA y el KGB ‘convergen en lo alto’, una expresión chilena que significa que dos oponentes pueden terminar colaborando involuntariamente”.

“Su detallado recuento de los informes sobre supuestos planes de la CIA contra él indica que él se inclina a creerlos y puede estar dándole cierta credibilidad a la absurda historia de la participación de la CIA en la emboscada”, cerró Barnes.

El último archivo desclasificado habla de las alternativas de ataque que tenía en mente el FPMR para asesinar a Pinochet.

El 18 de noviembre de 1986 la CIA en Chile le escribió a la Comandancia en Jefe del Comando Sur de Estados Unidos que en el Frente “se propusieron varios escenarios para asesinar a Pinochet, incluyendo un ataque al “estilo” Sadat, durante la tradicional Parada Militar del 18 de septiembre (sic)”.

Finalmente esa idea fue mandada a la basura ya que muchos integrantes de la agrupación podrían resultar muertas durante el ataque. Por lo mismo, tras un intenso debate optaron por el atentado mientras Pinochet regresaba de su residencia en El Melocotón, luego de un reponedor fin de semana.

“El FPMR usó información de oficiales militares chilenos en servicio activo, cercanos a Pinochet, para planear y coordinar el atentado”, aseguró uno de los informes secretos, aunque no otorga nombres y apellidos de los sujetos.

Fuente: La Tercera/The Clinic/Nuevo Poder

La CIA y Pinochet: una historia de relaciones «complejas»

Francisco J. Ramírez

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En conversación con La Voz de Rusia, el periodista Carlos Basso, autor de “La CIA en Chile. 1970-1973”, presenta nuevos antecedentes sobre el rol de la inteligencia estadounidense durante la dictadura de Augusto Pinochet, a días de cumplirse 40 años del derrocamiento de Salvador Allende. Entre ellos, un detalle casi desconocido: el plan para realizar un segundo atentado contra la vida del dictador en los años 80.

El actual debate en Chile respecto a los 40 años transcurridos desde el golpe militar que derrocó a Salvador Allende e instauró una dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet está al rojo vivo.

No es para menos: la conmemoración oficial de esta fecha proviene de un gobierno, encabezado por Sebastián Piñera, integrado por una coalición centroderecha, la primera en administrar el país desde el retorno de la democracia, e integrada por varios personeros políticos que apoyaron la administración de Pinochet.

Mientras, una serie de políticos de gobierno y oposición han salido a la palestra pública pidiendo “perdón” por las acciones u omisiones que hubiesen hecho posible el golpe militar y la implantación de la dictadura.

Ante ello, el ex presidente Ricardo Lagos hizo una enérgica diferenciación del gobierno de Allende y Pinochet, destacando que el gobierno de la Unidad Popular pudo haber realizado políticas equivocadas, pero no incurrió en una política sistemática de violaciones a los Derechos Humanos, como sí ocurrió en tiempos de Pinochet. “El gobierno de Allende cometió errores, pero no horrores», sostuvo.

La intervención estadounidense durante el mandato de Allende y el apoyo brindado a Pinochet no son un misterio para nadie. Sin embargo, no fue sino hasta que Estados Unidos comenzó a desclasificar los documentos sobre su participación durante este período que se produjo una ratificación absoluta de estos sucesos.

Sobre esta materia, La Voz de Rusia publicó recientemente una entrevista al periodista chileno Carlos Basso, autor del volumen “La CIA en Chile. 1970-1973”. Para ahondar en este tema entregamos nuevas conclusiones de este profesional, centradas en la infiltración de la agencia estadounidense en la década de los años 80.

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En este diálogo surgen algunos detalles inéditos o muy poco divulgados como la planificación de un segundo atentado contra la vida de Pinochet, luego del fracaso de un operativo del “brazo armado” del Partido Comunista chileno, registrado en las cercanías de Santiago en 1986 y que por poco acaba con la vida del dictador. Además, Basso se refiere a la infiltración de la agencia en los movimientos de ultraizquierda chilena y revelan un hecho bastante sorprendente: el análisis que se hizo en tiempos de la URSS para un eventual reclutamiento del poeta y Premio Nóbel, Pablo Neruda… como agente de la KGB.

¿Es efectivo que la CIA obtuvo antecedentes de un eventual “segundo atentado” contra Pinochet, luego del intento infructuoso del 7 de septiembre de 1986? ¿Pinochet estaba al tanto de esa información?

–Sí, la CIA sabía de aquel segundo intento de magnicidio. En el Partido Comunista, cuyo brazo armado era el FPMR, se discutió la posibilidad de un nuevo atentado luego de que fracasara la primera tentativa, denominada “Operación Siglo XX” y que tuvo lugar en la cuesta Las Achupallas, a unos 40 kilómetros de Santiago.

Efectivamente, existe un documento de la CIA del 28 de noviembre de 1986 (es decir, casi cuatro meses después del primer atentado) en que se señala que un alto dirigente del Partido Comunista (PC) reveló a la agencia que el Comité Central había autorizado al FPMR a emprender un segundo intento de homicidio. En dicho cable se dejaba, sin embargo, constancia, que el “vamos” final a los intentos de ejecución no se daría sino sólo al momento en que el PC estimara que estuvieren dadas las condiciones políticas para ello.

Sabemos, por un segundo documento de la CIA, fechado en febrero de 1987, que hasta dicha fecha el PC mantenía la idea de matar a Pinochet, pero en aquel entonces la duda sobre si intentarlo o no ya no tenía que ver con las condiciones políticas, sino con el hecho de si el Partido Comunista sería capaz de resistir la represión que se desataría en su contra.

No tenemos constancia de si dicha información llegó o no a Pinochet, pero, a mi juicio, no fue así. Las relaciones entre ambos países eran críticas. Es más, existe un antecedente muy significativo y que también está en la documentación desclasificada: luego del atentado de septiembre de 1986, Pinochet pensó que detrás de éste sólo podían estar los comunistas… o la CIA.

Otro aspecto que revela la desclasificación de documentos de la inteligencia estadounidense es que en los años 80 también se evaluaba un atentado contra Manuel Contreras, ex director de la Dirección de Inteligencia Naciona (DINA), cabeza operativa del aparato represivo chileno en los 70 y líder de la Operación Cóndor. ¿Qué posibilidades reales hubo de concretar ese atentado?

–Paralelamente a la evaluación del PC de volver a atentar contra Pinochet, éste demandó al FPMR “un plan operacional” destinado a asesinar a Manuel Contreras, ex jefe de la DINA y quien al presente está condenado en una infinidad de causas por violaciones a los derechos humanos.

Parece ser que el atentado, planificado cupularmente a fines de 1986 y 1987, nunca se llevó a cabo. Cabe destacar que muchos dirigentes comunistas –según la CIA- cuestionaron aquel intento de homicidio en contra de Contreras, debido a la dificultad que implicaba dado su enorme aparataje de seguridad.

No obstante, un par de años más tarde, luego que el FPMR se separara en dos facciones, una de ellas, la llamada “Autónoma”, intentó, de hecho, matar a Contreras por medio de dos motociclistas que se acercaron a su BMW blindado en una esquina del sector oriente de Santiago, lanzando una bomba del tipo “lapa” sobre el techo del auto, de la que sólo alcanzó a estallar el detonador, más no el explosivo, por lo que los daños fueron muy menores.

Por aquellos días, la agencia también dejaba constancia de que otro blanco era el general Sergio Arellano Stark, quien comandó en 1973 la llamada “Caravana de la muerte”, comisión militar que viajó por distintas ciudades del país ejecutando detenidos luego del golpe de 1973.

¿Qué grado de conocimiento tenía la CIA respecto a la experimentación con agentes toxicológicos llevada a cabo por científicos de la inteligencia chilena, como, por ejemplo, Eugenio Berríos? ¿Se pronunció el organismo sobre el posible envenenamiento del ex presidente Eduardo Frei Montalva, quien murió en 1982 en circunstancias aún hoy investigadas judicialmente?

–No sabemos si la CIA estaba al tanto de aquello, y justamente ese es un antecedente que la familia del ex presidente Frei Montalva está tratando de obtener. En la documentación desclasificada a la fecha no existe ni una sola referencia al gas sarín ni a la bacteria botulínica o al talio, que son los agentes químicos y bacteriológicos que utilizó la DINA. Existen antecedentes de sobra respecto a este punto, no sólo por las declaraciones del ex agente de este organismo, Michael Townley, a la justicia norteamericana, sino también por diversos fallos de violaciones a los Derechos Humanos que se han ido acumulando, como es el caso de la muerte con gas sarín de los agentes de la DINA, Miguel Angel Becerra (asesinado al interior de Colonia Dignidad), y Manuel Leyton Robles.

Igualmente, en el auto de procesamiento dictado por el homicidio del ex presidente Eduardo Frei Montalva también está acreditada la existencia de agentes de esta naturaleza, y también se cuenta con antecedentes en este mismo sentido en el caso de presos intoxicados en la Cárcel Pública de Santiago, en lo que fue una suerte de “prueba” de la bacteria botulínica, realizada en 1981.

Reiteramos que en su documentación desclasificada la CIA no cuenta con menciones a Berríos ni al caso Frei. De hecho, llamativamente, Washington no desclasificó ni siquiera los documentos relativos a la muerte del ex mandatario chileno. Las únicas menciones a los agentes toxicológicos disponibles a la fecha se encuentran en un documento del inspector general de la CIA, quien investigó internamente los intentos de la agencia por asesinar a Fidel Castro, determinando que entre varios planes para matarlo hubo algunos que consideraron el uso de talio y bacteria botulínica. Además, varios de los agentes que estaban en esa fecha implicados en las operaciones anticastristas en Miami llegaron años después a Chile, pero ello no es motivo suficiente como para establecer una relación causal entre ambos fenómenos, entre otros motivos porque no conocemos las identidades de los agentes involucrados en los intentos de matar a Castro.

¿De qué modo se modificó la infiltración de la CIA en Chile en los años 80 luego de la desaparición de la DINA y el surgimiento de la Central Nacional de Informaciones (CNI), sumado ello al desarrollo del movimiento político opositor y las protestas populares?

–Es difícil ligar los sucesos vinculados al fin de DINA y la creación de la CNI, y las protestas a la infiltración de la CIA en los 80`s, la que, en todo caso, se dio fundamentalmente en el Partido Comunista y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Es preciso recordar que luego del crimen de Orlando Letelier en Washington (1976), las relaciones entre Chile y Estados Unidos comenzaron a caer en un lento despeñadero de deterioro. Este descenso llegó a su peor nivel con el denominado “caso Quemados”, ocurrido en 1986, cuando el joven Rodrigo Rojas Denegri, un residente legal en Estados Unidos, murió luego de recibir graves quemaduras causadas por personal militar durante una jornada de protesta nacional en Santiago.

Así, a partir de 1976 el trabajo de inteligencia que la CIA desarrolla en Chile deja de ser “cooperativo”. Hay varios ejemplos que lo demuestran. Uno de ellos es que en 1978 la agencia obtiene información sobre diversas maniobras de compra de armamento que está intentando efectuar el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) al régimen libio, con el fin de infiltrar una columna de guerrilleros chilenos, preparados en Cuba, con la misión de instalar una guerrilla en la zona de Neltume, al sur de Chile. Aquello, efectivamente sucedió, dos años después, pero sólo quedó al descubierto por casualidad, culminando con la ejecución de casi todos los guerrilleros por parte de comandos militares.

Posteriormente, en 1987, el FPMR secuestró al coronel de Ejército Carlos Carreño, un caso que mantuvo a todo Chile en vilo durante semanas. Todos los días aparecía en televisión el fiscal militar a cargo del caso, aseverando que estaban a punto de resolverlo… y nada. Sólo tres meses después, Carreño fue liberado en Sao Paulo, Brasil, causando asombro mundial. Pues bien, más de un mes antes de que eso sucediera existe un documento de la CIA en que se señala que Carreño sería liberado en el exterior, dato que obviamente no compartieron con los militares chilenos.

¿Qué información tenía la CIA respecto al accionar de los grupos de ultraizquierda cuando se recuperara la democracia? ¿Qué opinión tenían de la futura relación entre el primer presidente electo democráticamente, Patricio Aylwin, y su futura relación con Pinochet?

–Respecto de los grupos de ultraizquierda, tenían mucha información. No conocemos –ya que los documentos no lo revelan- cómo la conseguían, pero lo más probable es que haya sido por medio de informantes pagados, aunque por cierto no se puede descartar la posibilidad de que -de algún modo- hayan infiltrado personal de la misma agencia.

La CIA sabía con detalle todo lo que pasaba en las cúpulas del FPMR, y estaba al tanto de sus planes, su división y pugnas internas. Incluso, hay un documento donde se menciona el «ajusticiamiento » de un alto oficial del grupo en Santiago, en 1987. Personalmente, busqué más antecedentes para tratar de confirmar si aquello fue efectivo o no, pero hasta la fecha no he obtenido resultados. De todas formas, hay que tener en cuenta que, con el paso del tiempo, se han ido conociendo diversos antecedentes que demuestran que, efectivamente, el FPMR cometió varios homicidios internos. Uno de ellos fue el de Agdalín Valenzuela, en 1995, pero también se han conocido otros casos semejantes.

En el caso del MAPU-Lautaro pasaba algo semejante en términos de información. LA CIA tenía datos muy precisos respecto de sus movimientos y planes.

Respecto al expresidente Patricio Aylwin, desconocemos la opinión de la CIA. Lo que sí existe es un documento del organismo sobre el FPMR en que se deja constancia que dicho grupo subversivo continuaría actuando luego del regreso de la democracia, debido a que estimaba que nada cambiaría con el gobierno de Aylwin.

LA KGB llegó primero…

Otro de los hechos que revela la desclasificación de la inteligencia estadounidense respecto a Chile es que había agentes soviéticos en el país con anterioridad a la llegada de la CIA. Así lo confirma a La Voz de Rusia el periodista Carlos Basso:

–Hay documentos que muestran que la agencia soviética operó una fuerte red de espionaje en América Latina durante la Segunda Guerra Mundial, en la cual varios chilenos tuvieron un papel muy destacado. Incluso hay un cable del 11 de mayo de 1944 interceptado por la inteligencia militar de EEUU a la KGB, en que se hablaba de un intento por captar como agente soviético al entonces cónsul chileno en México, el gran poeta Pablo Neruda. Es más: la KGB, de acuerdo a los datos que he podido recopilar, instaló una oficina propia en Santiago en 1969; es decir, ad portas de la elección de Allende.

También hubo una importante presencia en Chile del HVA o “Primera Administración de Reconocimiento” (cómo se le conoce en español), el aparato exterior de la inteligencia de la Alemania Oriental -la Stasi-, que incluso siguió operando después del golpe de Estado. Así, por ejemplo, fueron agentes del HVA quienes, dirigidos por el espía Paul Ruschin, sacaron al secretario general del Partido Socialista, Carlos Altamirano, de Chile, oculto en un automóvil.

No obstante, la mayor presencia de inteligencia en Chile fue la de los servicios secretos cubanos, los que llegaron a tener a 54 agentes operando en el país en la época de Allende, incluyendo a su yerno, el cubano Luis Fernández de Oña, casado con Beatriz Allende Bussi, una de las tres hijas del presidente y Hortensia Bussi.

Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

Fuente: La Voz de Rusia
https://mundo.sputniknews.com/spanish_ruvr_ru/2013_09_07/La-CIA-y-Pinochet-una-historia-de-relaciones-complejas-3491/

Fuente: La Voz de Rusia

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