Transcurridos los dos primeros meses de este 2016 todo indica que nos encontramos ya inmersos en un año particularmente convulso y plagado de incertidumbres. Estos rasgos aparecen ya con claridad en el plano político interno de varios estados americanos y europeos: Argentina, Brasil, Venezuela, Reino Unido, Grecia, España, sin olvidar los procesos electorales de EE.UU. y Rusia, entre otros.
El signo de estos acontecimientos políticos se encuentra a su vez inscrito y se verá influido de modo quizás determinante, por la evolución de un par de asuntos de ámbito mundial: la guerra financiera y la batalla geopolítica. No se trata sólo de tener en cuenta ambas cuestiones como elementos de contexto de los anteriores sino, a mi modo de ver, como factores explicativos y condicionantes de las posiciones de las distintas fuerzas políticas y de los poderes económicos y mediáticos en las contiendas domésticas.
Pues se está librando una gran contienda a escala planetaria, que aparece muy distorsionada por la manipulación teledirigida por los emporios mediáticos vinculados a los grandes intereses en juego.
Tomemos un ejemplo de ello, el de la feroz pugna entre las dos facciones principales del capital financiero internacional. Una, la que se agrupa en torno a Wall Street y a la City londinense, en la que se incluyen grandes bancos como Citigroup, Barclays, HSBC, Lloyd’s, ING Baring, Santander CH, apoyados por el imperio mediático de la CNN-Time Warner-Ted Turner.
La otra, la vinculada al viejo complejo militar-industrial norteamericano, las grandes empresas privadas petroleras y la industria farmacéutica, el grupo Rockefeller, apoyadas por la 21st Century Fox, surgida de la fusión de la Fox con la News Corporation bajo el mando de Rupert Murdoch. Esta batalla se está librando sin focos, aunque explica muchas cosas que sí aparecen. Quizás también por ello se le intenta poner sordina.
La actual crisis financiera no tiene que ver solo con el fracaso de las políticas monetarias de los Bancos Centrales denominadas de Quantitative Easing –valga decir, de impresión de miles de millones sin respaldo– que no han conseguido su objetivo de cambiar la dinámica deflacionista.
Todo parece anunciar que se acerca una nueva gran crisis de la deuda a escala mundial, que puede contribuir al colapso financiero internacional. Pero, ¿quién se va a beneficiar de este colapso?
En la guerra entre tiburones financieros, ¿qué papel están jugando, por ejemplo, grupos como los Rothschild y su red de negocios en Europa, que siempre actúan fuera de los focos?
Si por el hilo se saca el ovillo, quizás es el momento de reflexionar sobre la posición y las conexiones entre los grupos hasta aquí descritos y algunas herramientas que sí van apareciendo en primer plano, pese al tenaz secretismo que las rodea. Se trata de la trilogía TPP (Acuerdo Trans pa – cífico de Cooperación Económica), firmado este 4 de febrero; TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión entre la U.E. y los EE.UU.); y TISA (Acuerdo Internacional para el Comercio de Servicios).
Estos dos últimos aún en fase de discusión y merecedores de un amplio rechazo por constituir una grave amenaza de las transnacionales a la soberanía y a la democracia. Aunque no sea este el lugar para detallar a quiénes sirven y a quiénes perjudican estos tratados, sí cabe preguntarse: ¿por qué un sector de mucho peso en la Comisión Europea los defiende? ¿Qué vínculos tiene dicho sector con la élite financiera hegemónica?
Me refiero a un sector, pues también ahí se libra una sórdida guerra de posiciones con quienes preferirían fortalecer un eje de capital germano- francés más orientado a conectarse con el proyecto económico-industrial de una nueva ruta de la seda, en el que se hallan hoy embarcadas China y Rusia, que tienden a fortalecer una alianza económico-militar de gran calado.
Siguiendo este hilo quizás sea más fácil comprender las dimensiones de la actual guerra financiera inter-imperialista y sus impactos geopolíticos y militares. La batalla entre el viejo y declinante orden financiero internacional apoyado en el petrodólar y un nuevo sistema financiero en el que China, Rusia, India, Brasil y Sudáfrica, entre otros, jugarán un papel muy relevante, está hoy en pleno apogeo.
¿Cuál es el papel en ella de una Unión Europea desgarrada y presa de sus múltiples contradicciones? Más allá de las confrontaciones entre facciones de los poderosos, lo que está en juego son los intereses y los derechos de las mayorías. ¿Cómo pueden los pueblos europeos entrar en liza, defenderse y contraatacar? ¿Cuál es el papel de los movimientos sociales y de las fuerzas políticas que se presentan como alternativas?
De momento, en el Parlamento Europeo, tenemos una reciente y esclarecedora muestra de cómo votan las distintas fuerzas políticas frente a los grandes envites en curso. A principios de febrero se presentó a dicho parlamento el informe que da vía libre a la Comisión Europea para seguir negociando el TISA bajo total secretismo. De las fuerzas políticas que actúan en el teatro de operaciones español, el PP, el PSOE y Ciudadanos votaron a favor.
La Izquierda Unitaria Europea, grupo del que forman parte I.U. y Podemos, votaron en contra. ¿Quién está del lado de la dictadura de las multinacionales y quién está enfrente?
Hace tres siglos Luc de Clapiers decía algo así como “para saber lo que hay que hacer, se necesita genio. Para saber cómo hacerlo, talento. Para hacerlo, virtud”.
Una cosa es la mundialización de la incertidumbre en la que nos movemos hoy y otra distinta la confusión interesada que los poderosos proyectan sobre el escenario para borrar las huellas de las razones y los intereses que mueven a los actores que manejan. Que no nos confundan y el genio, el talento y la virtud nos acompañen para avanzar así hacia el otro mundo que sabemos posible.
Fuente: El Viejo Topo