miércoles, diciembre 25, 2024
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El Incendio del Museo Violeta Parra

por Miguel Lawner (*).

Violeta Parra ha estado presente en la Plaza de la Dignidad desde que se inició el alzamiento popular en octubre pasado. Toda su obra artística está dedicada a quienes luchan hoy por acabar con las injusticias.

Violeta le cantó al trabajador despojado de sus derechos; al minero del oro, salitre y carbón, que viven sus noches oscuras; a los pobladores donde cada familia tiene chiquillos y que con su miseria viven en conventillos y también dejó en claro que, al medio de la Alameda de las Delicias, Chile limita al centro de la injusticia.

Esa es nuestra Violeta inmortal. Los muros de su Museo están llenos de rayados: Violeta vive; Violeta con nosotros; Violeta en primera línea.

Es demencial atribuirle el incendio a aquellos con quienes Violeta se identificó toda su vida.

¡Basta!.

Nos incendiaron la Iglesia de la Veracruz sin que hubiera manifestación alguna frente a ella. Nos quemaron el Palacio Schneider supuestamente a raíz del lanzamiento de una bomba lacrimógena, según versión de los vecinos del barrio. Lo mismo ocurrió con el Cine Alameda.

La historia en Chile y en el resto del mundo, demuestra que cuando el poder económico ve amagado de verdad sus privilegios, recurren a cualquier procedimiento para conservar su poder.

La fórmula ha sido siempre igual: criminalizar las manifestaciones sociales a fin de erosionar su fortaleza. Las encuestas son hoy lapidarias para quienes sustentan el modelo neoliberal.

Una mayoría aplastante apoya el cambio de la Constitución pinochetista y manifiesta su voluntad de apoyar una Asamblea Constituyente con plenos poderes para decidir sobre nuestro futuro.

Angustiados por el hecho que se avecina un resultado que superará los dos tercios, único recurso para bloquear los cambios de verdad, la derecha y los grandes poderes económicos hacen lo imposible por evitar el colapso del modelo: el fin de las AFP y las Isapres, el fin del negocio con la educación superior, la recuperación del dominio de las aguas, de nuestro mar, del litio, etc.

Y entonces descargan su artillería.

El Mercurio destaca en la portada de su cuerpo principal la situación que afecta a los templos de diferentes credos, obligados a blindarse en defensa de la barbarie. Dos páginas completas del Cuerpo C, se consagran al incendio del Museo Violeta Parra, ocurrido según el diario de Agustín, en medio de desmanes incontrolables.

Además del lamentable desempeño de Carabineros, que han dejado un saldo increíble de personas mutiladas, asesinadas, torturadas, vejadas sexualmente, se añade la técnica milenaria de los infiltrados, como denunció hoy mismo, una funcionaria de la Municipalidad de Providencia, obligada a proporcionar información sobre las acciones de la primera línea de los manifestantes.

A medida que se aproxime Abril, no tengo dudas que arreciarán las acciones encaminadas a criminalizar el gigantesco movimiento popular iniciado a parte de Octubre pasado.

Si, echo de menos una denuncia pública categórica de las fuerzas de Izquierda, poniendo las cosas en su lugar. Dejando en claro que los saqueos no han sido jamás un procedimiento empleado por nosotros. Subrayando que ni un solo supermercado ha sido saqueado en el barrio alto, en cambio proliferan en los sectores populares, generando un cuadro adverso en quienes apoyan las manifestaciones.

En fin. Estamos en presencia de un alzamiento popular que cubre todo el país y que apoya la inmensa mayoría de la población. Es una situación inédita por su magnitud, por la profundidad de las demandas y porque carece de conducción política.

Todos debemos hacer un esfuerzo colectivo por cuidarlo, Estar atento a cualquier acción aventurera que objetivamente favorezca a quienes ven como se aproxima el fin de sus privilegios.

Gracias a la Violeta que nos ha dado tanto.

Arauco tiene una pena
que no la puedo callar:
son injusticias de siglos
que todos ven aplicar.
Nadie le pone remedio
pudiéndolo remediar.
¡Levántate, Huenchullán!

Desde ese tiempo han pasado
las lunas en cantidad.
Ya no son los españoles
los que les hacen llorar:
hoy son los propios chilenos
los que les quitan su pan.
¡Levántate, Pailahuán!

(*) Arquitecto; Premio Nacional de Arquitectura en 2019.

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