Miguel Lawner (*)
“Que muera la inteligencia. Viva La muerte”. Estas fueron las palabras con que el legionario franquista Millán Astray, ordenó el fusilamiento del ruiseñor de España, Federico García Lorca, el 18 de agosto de 1936 en Granada. Así, sin otra causa que el odio a la cultura, acabó con la vida del más alto exponente de la poesía en lengua castellana de la época.
El incendio del Café Literario en el Parque Bustamante, es un nuevo atentado a la cultura y a nuestro patrimonio, perpetrado, al igual que otros similares ocurridos en los últimos meses, por personas que la policía o los Tribunales de Justicia no logran identificar.
Nos referimos a los incendios en la Iglesia de la Veracruz, el Palacio Schneider, el Cine Alameda y el Museo Violeta Parra.
La cultura en el amplio sentido de la palabra y el cambio social, han sido siempre castigados por las fuerzas conservadoras que han detentado el poder político a lo largo de la historia y que rechazan con violencia, cualquier opción de cambio.
Juana de Arco
La joven campesina francesa Juana de Arco, fue condenada por hereje y quemada viva el 30 de mayo de 1431, por colaborar con el ejército francés en la guerra de los cien años entre Inglaterra y Francia. Fue capturada por una fracción de nobles franceses traidores, aliados con los ingleses, quienes la entregaron a sus enemigos para ser ajusticiada.
Transcurrieron varios siglos para ser reivindicada como lo que efectivamente fue: una heroína.
Galileo Galilei
Otro caso análogo es el acontecido con el más alto científico de su época, Galileo Galilei, quién fue obligado por el Tribunal de la Santa Inquisición en 1616, a abjurar de su teoría heliocéntrica del mundo y condenado por el Papa Paulo V. A este eminente científico, más tarde reivindicado, se le atribuye la famosa frase pronunciada tras escuchar la sentencia: E pur si muove (y, sin embargo, se mueve, en castellano).
Es otro caso dramático de la respuesta que las fuerzas conservadoras han dado a lo largo de la historia, a cualquier posibilidad de cambiar el orden establecido.
Giordano Bruno
Galileo fue antecedido, algunos años antes, por Giordano Bruno, astrónomo, filósofo, teólogo, matemático y poeta italiano, cuyas teorías cosmológicas fueron rechazadas por la Iglesia, acusándolo de hereje y simplemente quemado en la hoguera, por la Inquisición romana.
El caso Dreyfus
Otro caso relevante en la historia es el conocido como caso Dreyfus, un militar francés de origen judío, culpado falsamente por espía. El escritor Emile Zola, se involucró en el caso, emitiendo un documento que tituló Yo Acuso, texto fundamental presentado ante la Justicia, que permitió finalmente la libertad de Dreyfus.
Pablo Neruda
Nuestro Pablo Neruda, se basó justamente en el ejemplo de Emile Zolá, para también titular como Yo Acuso, un documento que hizo circular fuera de Chile el año 1948, denunciando la feroz persecución desencadenada contra el Partido Comunista y el movimiento sindical chileno, por el presidente González Videla, cuya elección un año antes, fue apoyada por los mismos comunistas a quienes ahora, el Presidente ponía fuera de la Ley.
González Videla reaccionó ante este documento, solicitando al Senado el desafuero del poeta. En su defensa, Neruda dio lectura a un extenso documento, en uno de cuyos párrafos recuerda justamente, el caso de Giordano Bruno.
Comenzó diciendo:
“Vuelvo a ocupar la atención del Senado, en los dramáticos momentos que vive nuestro país, para ocuparme del documento enviado por mí a diversas personalidades americanas en defensa del prestigio de Chile y que hace una rápida historia de nuestro sombrío panorama político.
El Presidente de la República ha dado un paso más en la desenfrenada persecución política que lo hará notable en la triste historia de este tiempo, iniciando una acción en los Tribunales de Justicia, pidiendo mi desafuero para que, desde este recinto, se deje de escuchar mi crítica a las medidas de represión que formarán el único recuerdo de su paso por la historia de Chile”.
Siempre, tarde o temprano, triunfa la buena causa. Este hecho indiscutido, esta sensación que hace que el perseguido sienta aun en los momentos del tormento la infinita superioridad que lo distingue de su perseguidor; esa sensación de estar luchando por la buena causa que hizo exclamar a Giordano Bruno al ser condenado a la hoguera:
«El miedo que sentís al imponerme esta sentencia, tal vez sea mayor que el que siento yo al aceptarla»
Cito estos casos, y podría añadir muchos más, representativos de la resistencia que históricamente han opuesto a cualquier cambio cultural, político o social, las fuerzas detentoras del poder.
El incendio del Café Literario es un nuevo episodio lamentable en esta lucha por cambiar el sistema económico y social vigente en Chile hace más de 40 años.
El edificio fue proyectado por uno de nuestros arquitectos más ilustres: Germán Bannen, quién ejerció durante muchos años como asesor urbanista y arquitecto de la Municipalidad de Providencia.
Yo he vivido en esta comuna desde que nos casamos con Anita en 1951 hasta ahora y soy testigo de como Bannen, junto con el colega Jaime Márquez, lograron librar la comuna de los excesos cometidos por las grandes Inmobiliarias en gran parte de las áreas urbanas del país.
La calidad de vida en nuestra comuna es incomparable, entre otras cosas por el respeto irrestricto a las disposiciones del Plano Regulador, y la preocupación permanente por preservar la armonía del entorno urbano.
Además del Café Literario en el Parque Bustamante, Germán Bannen es autor de un edificio similar en el Parque Balmaceda, así como del bellísimo Parque de las Esculturas adyacente al río Mapocho y el Club Providencia, edificio que presta múltiples servicios a las personas residentes en la Comuna.
Los propios vecinos del Parque Bustamante, habían advertido a la alcaldesa los riesgos que significaba levantar prematuramente las planchas protectoras del inmueble y reabrir el Café en el mes de marzo. Sin embargo, la alcaldesa hizo oídos sordos a dicha advertencia.
Hay algunos testimonios que le atribuyen el atentado a un grupo de jóvenes vagos que suelen instalarse en las proximidades. Es posible, pero lo que resulta intolerable, es que se pretenda asociarlo mañosamente, con las movilizaciones populares multitudinarias, que forzaron la convocatoria de un plebiscito destinado a elaborar el texto de una nueva Constitución.
Creo que, nosotros arquitectos, debiéramos constituirnos en el Café Literario, como una forma de desagravio ante el atentado cometido contra la obra de uno de nuestros colegas más prestigiosos, fallecido hace poco más de un año.
(*) Premio Nacional de Arquitectura 2019