Lo que más indigna a la población es ser sorprendida por cobros escondidos: la tristemente célebre “letra chica”. Acaba de ser legalizada la obligación de que las tasas de interés afichadas incluyan todos los cobros que hasta hace poco se escondían. No obstante, atrásese en un pago y verá que la tasa de interés del cobro puede llegar hasta 50% lo cual a todas luces es un ataque al corazón de los hogares. Cuáles hogares? Por cierto, los de la clase media porque los ricos no se atrasan y, los más pobres, no tienen acceso al sistema. El malestar que expresa Chile surge de la clase media!!!.
El caso La Polar solo dejó claro que esta no era una política casual, ni menos desconocida por los accionistas principales. Asimismo, los más altos operadores del sistema son favorecidos con jugosas comisiones y dividendos por gestión que les permite disponer de ingresos, por ejemplo de alrededor de 30 millones de dólares como los que reconoció el gerente Golborne de Cencosud en paraísos fiscales externos.
Así, en los negocios se creó una alianza entre propietarios y gestores cuya víctima era, simplemente el consumidor.
La “letra chica” de los contratos es un ardid que se ha ido trasladando a la política y se hizo patente en el gobierno del Presidente Piñera. Así como hay empresas que “arreglan” sus balances (actualmente el grupo Saieh SMU pasa por esto así como el escándalo de Soquimich con el ex yerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou) se pensó que también podían arreglarse las cuentas públicas.
Primero, fue la CASEN para manipular la tasa de pobreza; luego el Censo que permite, entre otras cosas, reducir o aumentar el ingreso per cápita según el tamaño de la población.
Las Facultades de Economía y Negocios de Chile dan en sus cursos una enorme importancia al marketing que tiene por finalidad, fidelizar a un consumidor a un producto. Esto atrae a toda una gama de ingenieros comerciales neoliberales que copan puestos clave del gobierno pensando que lo importante es hacer creer a cualquier precio que el producto es bueno.
Al parecer, los resultados electorales de noviembre mostrarán que el producto era muy malo; pero habrá muchos en la alianza oficialista que culparán a los comunicadores, quien sabe si incluso el propio presidente.
La “letra chica” es la diferencia entre lo que uno CREE que compra y lo que la empresa le vende. Por ejemplo, Bono para los adultos mayores según número de hijos (la verdad es sólo para los pobres); eliminación del pago de Fonasa para los adultos mayores (sólo para algunos y solo un porcentaje), etc.
La Concertación fue aprendiendo el ardid. Toda promesa u oferta agrega la frase -propia de la letra chica- “en la medida de lo posible”. Además, contando con la indiscutible oposición de la derecha a cualquier cambio, lo cual le permitía una coartada impecable.
Así, hoy escuchamos en los spots de Matthei “luchemos contra los bajos salarios” pero nadie le plantea que sus parlamentarios jamás han aceptado un ingreso mínimo de 250.000 pesos porque allí aparece “la letra chica”. En este caso es “sí pero eso puede aumentar el desempleo” así que posterguémoslo.
Allamand puede decir, como lo hace en su propaganda, que le indigna que las empresas engañen a los consumidores porque él es parte del mundo de los empresarios y no irá muy lejos.
El ardid en la Concertación hoy es más arriesgado, porque la candidata Bachelet verificando que la sociedad ha cambiado, de una parte, dejó fuera algunos emblemáticos políticos de las cúpulas partidarias y, por otro lado, colocó como ejes centrales de su programa: Reforma constitucional, reforma educacional y reforma tributaria.
Hasta aquí podría parecer “mala leche” seguir desconfiando de ella (como lo hacen lo estudiantes, entre otros) pero cuando aparecen los jefes de su programa se repiten los de siempre, es decir, los que tuvieron el poder para tomar decisiones diferentes y jamás se les ocurrió hacer lo que ahora se supone harán.}
Las cosas son menos –o más- claras al momento de evaluar la realidad. Sergio Fernández en su artículo en El Mostrador dice que hay al menos tres incoherencias en los planteamientos de Michelle:
Primero, ella plantea como uno de sus objetivos “avanzar en equidad tributaria”. Sin embargo, en su propuesta mantiene la principal fuente de inequidad del actual sistema de impuesto a la renta: el no pago de tributos de beneficio fiscal por parte de las empresas. En segundo lugar, Michelle señala que eliminará el FUT, pero en su propuesta lo mantiene, quién sabe por cuánto tiempo. En tercer lugar, postula que pretende incrementar la recaudación tributaria, y deja caer una verdadera bomba, la depreciación instantánea, que va justamente en sentido contrario.
Pero la “letra chica” también se expande a otros ámbitos. La comisión del comando de Bachelet que trabajó el tema laboral al parecer concluyó que “las prioridades serán aquellas propuestas que apuntan a fortalecer la negociación colectiva de los trabajadores: fin del reemplazo de trabajadores en huelga, fin al multirut (que permite a las empresas negociar por separado con sus trabajadores dependiendo del RUT bajo el que estén contratados) y el establecimiento de los sindicatos como únicos titulares de la negociación colectiva, para así evitar que quienes no estén sindicalizados se beneficien por éstos procesos”.
Pero, se supo que hubo opiniones muy diversas como las de Cristóbal Huneeus, próximo a representantes del mundo liberal en el comando de la ex presidenta como, Eduardo Engel y José de Gregorio. En la reunión con la CUT de esta semana, la organización sindical dio por perdida la pelea en cuanto a reformas profundas al sistema de pensiones, pero sí apuestan a intentar consensuar cambios al Código del Trabajo. Todo puede pasar.
El analista de la VII Región, Edison Ortiz, sospecha, incluso, que toda definición programática es inútil porque “el programa es el poder”, sentencia. El PRI mexicano basó sus 60 años de gobierno en que los nuevos gobernantes ofrecían todo para luego ordenar las decisiones de acuerdo al sistema. Su fuerza radicaba en un aparato público plagado de activistas de menor importancia porque, independientemente, de las rencillas cupulares ellos mantenían su poder y sus puestos. Claro, toda analogía puede ser exagerada pero, sin duda, hay un amplio espectro de nostálgicos entre los partidarios de la ex presidenta.
Lamentablemente, los debates y los medios de comunicación no enfatizan el debate sobre las profundidades de las propuestas e impiden que las cosas sean dichas de manera seria. Como sea, la ciudadanía ya se dio cuenta que la derecha mentía con mucha “letra chica”.
Esperemos que no se equivoquen con “nuevas letras chicas”.