por Francisco Herreros.
En el contexto de la pasividad e inacción del Gobierno ante una secuencia de quiebras y/o cierres de empresas, que provocarán la cesantía de unos ocho mil trabajadores, sorprende la liviandad y doblez de Piñera, luego del anuncio del cierre de la planta Linares de IANSA, fuente laboral directa e indirecta de cerca de cuatro mil trabajadores y agricultores.
Con esa desfachatez e infinita capacidad para hablar insustancialidades que nada significan, le espetó a los trabajadores que van a quedar sin trabajo:
«Para que nazca un árbol nuevo, muchas veces tiene que morir un árbol viejo, esa es la naturaleza humana».
Presidente Sebastián Piñera sobre cierre de planta IANSA en Linares:
"Para que nazca un árbol mucha veces tiene que morir un árbol viejo, esa es la naturaleza humana".-🌳= NA-TU-RA-LE-ZA HU-MA-NA ?pic.twitter.com/dmsWAiAvDx
— Vagabundo ilustrado (@vagoilustrado) July 27, 2018
Dos observaciones resaltan de inmediato. Primero, se trata de una nueva piñericosa, salvo que se acepte que el ciclo de los árboles esté dentro de la naturaleza humana; sin perjuicio de que se trata del cierre de una industria que no anuncia la apertura de otra que la reemplace.
Segundo, es una frase de típico cuño neoliberal, como el famoso «cómanse las vacas», de Martín Costabal, ante las protestas de agricultores por el bajo precio de la leche, en tiempos de la dictadura, o la sugerencia de la organización de bingos para mejorar la infraestructura de colegios, perpetrada por el actual ministro de Educación de Piñera, Gerardo Varela.
Como dato adicional, el video con la frase de marras ya no se encuentra en youtube, y es muy difícil de localizar en otras redes sociales.
¿Quién se encarga de ese trabajo sucio?, ¿qué poderes se mueven por detrás para lograr ese resultado?.
Piñera añadió con su lógica de colegial:
«Es verdad que se han cerrado algunas empresas, pero también se han abierto muchas otras».
Finalmente, remató con sus habituales vagas promesas que se diluyen en el tiempo, y que jamás el sistema mediático se encarga de recordarle:
«Por supuesto nos produce una gran preocupación, solidarizamos con los trabajadores de la planta IANSA, con los remolacheros y con los transportistas… He estado siguiendo este caso permanentemente, Indap va a ayudar para poder superar esta difícil situación».
Naturalmente no dice qué puede hacer INDAP en concreto, y que no tiene ni presupuesto ni herramientas de gestión para abordar las crisis cíclicas que genera el mercado en la actividad agropecuaria, sin perjuicio de que se trata de una institución pública, habitualmente vilipendiada y menoscabada por los neoliberales.
Menos aún, que dos días antes de la reunión del directorio de ED&F Man, controladora de IANSA, en la que definiría el destino de la planta de Linares, el jueves 26 de julio pasado, el Ministerio de Hacienda expidió el Decreto Exento 181, que rebajó los impuestos de importación de azúcar, medida que sin duda influyó en la decisión de cierre, que finalmente la empresa adoptó:
La justificación invocada por el Gobierno apunta a que su política en materia de productos agrícolas básicos, tiene por objeto establecer un margen razonable de fluctuación de los precios internos en relación a los precios internacionales de tales productos; y que para cumplir con dicho objetivo, es indispensable aplicar rebajas a las sumas que corresponda pagar por derechos ad valórem del Arancel General a la importación de azúcar.
La medida significa una rebaja de US$88,21 por tonelada de azúcar refinada grados 1 y 2, y US$33,97 por tonelada de azúcar refinada grados 3 y 4.
El ministro de Economía, José Ramón Valente, explicó que esta rebaja responde a tratados internacionales.
Sin embargo, el presidente de la Federación Nacional de Remolacheros, Jorge Guzmán, criticó el decreto con el argumento de que en la actual situación, genera un fuerte impacto en la producción nacional de azúcar.
Como se dijo, la rebaja arancelaria se aplicó dos días antes de que el directorio de ED&F Man, se reuniera para definir el futuro de la planta en Linares.
Piñera y sus ministros del área económica podrá decir lo que quieran, pero decisiones como esa van en dirección exactamente opuesta a proteger a los productores nacionales y defender los puestos de trabajo.
Pero no era la única medida administrativa que disponía el Gobierno para contribuir a evitar
Eximir a la compañía del denominado impuesto verde, que le significa un costo de US$·1,3 millones anuales, unos $850 millones, podría haber sido una de las alternativas que hubieran contribuido a evitar el cierre de la planta en la región del Maule.
“Si hay cosas que dependen del Gobierno para que esa empresa no se cierre, vamos a estar encima. En el caso de IANSA, la aplicación de los impuestos verdes puede haber tenido un impacto”, dijo el Ministro de Economía, Juan Ramón Valente, el mismo que aconsejó a los inversionistas chilenos hacerlo en el extranjero, porque «no es sano que pongamos los huevos en una misma canasta».
El hecho es que las palabras de Valente demuestran que el Gobierno estaba consciente del problema, y no hizo nada para evitarlo. Lejos de ello, tras el encuentro del primer Comité de Ministros de Desarrollo Económico con Piñera, Valente se asimiló a la elemental lógica pìñerista:
“Se crea cerca de un millón y medio de empleos al año y a su vez se destruyen o se cambian un millón trescientos mil empleos”.
Neoliberalismo al desnudo
¿Significa esto que sean malos economistas y peores patriotas?
No, la explicación es mucho más sencilla. Piñera y sus ministros son empresarios, piensan como empresarios y gobiernan para empresarios. Además, todos ellos profesan la ideología neoliberal, y fueron formados profesionalmente bajo ese sistema de dogmas.
En consecuencia, Piñera y los empresarios creen la intangibilidad del mercado, y que cualquier intervención externa, distorsiona la asignación de recursos. Sólo está permitida aquella intervención pública que favorezca la acumulación; es decir, que beneficie al empresariado, en nombre del crecimiento y….el trabajo.
Sería conveniente que los chilenos vayan comprendiendo:
a) que Piñera y sus ministros no se van a mover de esa lógica, no van a modificar sus convicciones ni, menos, alterar el actual status quo, por la sencilla razón de que es el sistema que los enriquece, y el que mejor funciona para sus intereses.
y b) que los rimbombantes anuncios en materia económica o son medidas que favorecen la acumulación, ejemplo de lo cual es el Estatuto Laboral Jóven; o fraseología vacía, producto del marketingo político enriquecido con el «big data», destinada a desviar la atención de lo principal; que es, precisamente, un sistema excluyentemente focalizado en la tasa de ganancia empresarial.
Una demostración de ello se encuentra en el propio programa de Piñera, que en materia de trabajo, se comprometió a:
«Volver a crecer, crear empleos y mejorar los sueldos, porque no hay mejor política de desarrollo que el crecimiento, ni mejor política social que el pleno empleo. Para lograrlo corregiremos los errores de la reforma tributaria, introduciendo certezas e incentivos para el ahorro y la inversión; impulsaremos el Plan Chile Invierte 2025 para modernizar nuestra infraestructura; implementaremos una nueva agenda laboral, que permita crear mejores empleos y compatibilizar la vida familiar y el trabajo; y promoveremos un reimpulso roductivo, con especial énfasis en las pymes, introduciendo más competencia, innovación, emprendimiento y modernizando el Estado».
Es decir, vagas generalidades, afirmaciones de perogrullo, contra las que nadie puede estar en desacuerdo, y anuncios apenas disimulados, de más neoliberalismo.
Por supuesto, Piñera no podía sustraerse a su debilidad por las clichés, lugares comunes y frases hechas, ni nosotros a la nuestra por esclarecerlo:
«Impulsaremos políticas para compatibilizar mejor el mundo del trabajo, con el de la familia y el tiempo libre, porque queremos más trabajo para las familias y no más familias para el trabajo».
El caso es que a pretexto de «compatibilizar el mundo del trabajo con el de la familia y el tiempo libre», Piñera despachó el ya mencionado Estatuto Laboral Jóven, el mayor atentado a los derechos colectivos del trabajo, desde el Código Laboral de su hermano José, entre 1979 y 1981.
Dos modelos en perspectiva
El caso particular de IANSA también es útil para el análisis comparado de dos tipos de modelos de desarrollo.
La compañía Industria Azucarera Nacional S.A., IANSA, fue creada por la Corporación de Fomento de la Producción, CORFO, en 1953, en el contexto del modelo de sustitución de importaciones, o desarrollista, que propendía a crear, proteger y expandir la actividad económica nacional.
Aparte de abastecer de azúcar el mercado interno, la visión estratégica incorporaba el fomento del cultivo de remolacha, con el fin de incorporar un nuevo cultivo, para lo cual creó la primeras planta azucarera nacional en Los Ángeles.
En 1959 entró en operaciones la planta de Linares, cuyo cierre se acordó en la reunión de directorio de ED&F Man, una transnacional inglesa, que adquirió el control accionario en 2015, luego del doble proceso de privatización en tiempos de la dictadura; primero entre 1980 y 1981, y luego entre 1996 y 1998.
El consorcio ED&F Man tiene por misión oprtimizar la rentabilidad de la inversión, y no ocuparse de la mano de obra de la región, ni, menos, del fomento a los agricultores, de modo que al año siguiente, en 2016, anunció que esta estaba en crisis, pues generó «apenas US$ 51 millones, frente a una utilidad de más de US$4.000 millones del año anterior».
De ahí que en 2017 anunciara un plan quinquenal para reordenar y reestructurar sus negocios, producto de lo cual es el cierre de la planta de Linares.
El lector juzgará cuál modelo es más amistoso para el trabajo y el fomento de la agricultura.
Como fuere, y aval de lo dicho hasta acá, en posterior intervención Piñera apeló a toda su perspecacia para concluir:
«El cierre de IANSA responde a una decisión de una empresa privada, que no tiene que ver con las decisiones del Gobierno».
En otras palabras, informó que el Gobierno no se va a meter, pues es un asunto de privados, para luego plantear lo que, en su crierio, constituye la «solución» a largo plazo:
«Queremos proponer a los agricultores poder hacer una conversación hacia otro tipo de cultivos, como es el caso del trigo, como es el caso de otro tipo de productos que son importantes para poder avanzar en esta materia”.
Claro, para el día de San Blando. Si eso no es lo que se conoce como venta de aire, difícil decir qué puede serlo.
Consecuencias directas
En el caso de la actividad azucarera, el país produce unas 250 mil toneladas de azúcar al año concentrados en el cultivo de 15 mil hectáreas de remolacha. Con este cierre, sólo seguirán funcionando dos de cinco plantas que operaban a nivel nacional.
Mediante un comunicado, la empresa informó que sólo operará azúcar en las plantas de Los Ángeles y San Carlos, «con el objetivo de mejorar la eficiencia operacional del negocio y la competitividad frente a las importaciones».
Agregó:
“Desde hace varios años, la industria azucarera nacional ha debido enfrentar una serie de factores que explican la situación actual, como la baja sostenida en el precio internacional del azúcar, la reducción de la superficie de remolacha sembrada en el país, además de la disminución en el consumo de azúcar, el aumento de los costos de operación y la caída en el tipo de cambio”.
El cierre de estas dependencia ya fue informado a 200 operarios y otros 300 trabajadores. No obstante, considerando remolacheros, agricultores y prestadores de servicios a IANSA, serán 4.000 los trabajadores afectados, conforme a cifras de autoridades locales y del sindicato relacionadas a la colaboración con la producción azucarera.
“Linares morirá con esto”, dijo el alcalde de la ciudad, Mario Meza. Añadió que su zona vive de la agricultura y que la presencia de esta fábrica es clave en la economía.
A su turno, Ciro Tapia, presidente del sindicato de trabajadores de la planta IANSA de Linares, manifestó:
“Más de 500 trabajadores perderían sus empleos en forma directa y más de 1.500 en forma indirecta. Las autoridades deben tomar cartas en el asunto, no es un tema menor”.
Afirmó que con esto se condena a la pobreza a parte importante del Maule sur, que vive de la remolacha. Expresó que hubo malos manejos:
“La empresa no se esforzó en evitar el cierre…Los trabajadores hicimos todo lo posible. Luchamos, movimos a los gremios y a las autoridades, pero no hubo voluntad de la empresa”.
Tapia explicó además que el precio del azúcar se mueve cíclicamente y por lo mismo era perfectamente factible que la empresa esperara un mejor escenario para la venta, antes de tomar la medida de cerrar la planta.
Las declaraciones del Presidente fueron calificadas como “una muestra de indolencia” por Álvaro Elizalde, senador por la zona:
«Me parece que esa frase denota una falta de empatía respecto del drama que están viviendo familias que van a perder sus fuentes de trabajo. Nos gustaría ver una actitud distinta por parte del Gobierno, que anunciara un plan específico para que el impacto negativo del cierre de esta planta se origine generando alternativas para todos aquellos que vayan a perder sus puestos de trabajo».
El Partido Comunista emplazó al Gobierno a fijar una reparación para todos los trabajadores afectados y asegurarles empleo, llamando a los ministerios de Trabajo y Previsión Social, así como a la cartera de Economía, a hacerse cargo de esta situación. El PC también exigió que IANSA compre la producción de los agricultores de Linares y cubra los costos extra de transporte.
En el mismo contexto de crisis económica, negada por el Gobierno, el empresariado, la academia neoliberal y el sistema mediático, en el último mes han cerrado o han efectuado despidos masivos seis grandes empresas, que traerán cesantía a lo menos a unos ocho mil trabajadores.
Son los casos de Maersk Containes Industry, en San Antonio, que dejará 1.300 trabajadores sin empleo; Constructora CIAL de Temuco, con 1.200 trabajadores en la calle; Pastas Suazo, de Curicó, con 200 trabajadores; y Central Frenos, con 14 locales de venta en todo el país, con 140 trabajadores.
A eso, se suman cerca de dos mil despidos en SMU, el brazo del retail del grupo Saieh, y unos 50 despidos por el cierre de las revistas Paula y Qué Pasa, de COPESA, del mimso grupo económico.
En todos casos el comportamiento del Gobierno ha sido idéntico: no ha hecho nada, porque es un tema de privados.
Ello no impide que Piñera siga machacando con la «creación de empleo y planes de inversión», como hizo hoy mismo en la región del Bío Bío, o haciéndose el payaso con la Intendenta de Santiago, Karla Rubilar, a quien le cortó un mechón de cabellos en la ceremonia inaugural de las nuevas oficinas del Departamento de Extranjería y Migración, o robándole el gorro a un feriante.
Son los «tiempos mejores» en clave piñerista.
El optimista cree que no hay mal que dure cien años, y recuerda que solo le quedan algo más de tres años y medio en el cargo.
El pesimista afirma que. precisamente, en eso consiste el problema.