Una duda permanente entre quienes visitan la región de Aysén por estas fechas es si los proyectos de HidroAysén y río Cuervo, siguen en pie o ya fueron desechados.
Reflexión que emerge con más fuerza al visitar nuestro sur, casi como reflejo automático tras recorrer la cuenca del Baker y apreciar la magnificencia natural y cultural que este curso ha forjado en el pasado. Y qué decir de quienes cruzan el fiordo aysenino y tropiezan con la desembocadura del río que Energía Austral pretende aún intervenir
Por ello, porque los procesos esenciales son de largo plazo, es necesario cada cierto tiempo recordar dónde estamos.
HidroAysén
Pasada la efervescencia de 2011 producto de las manifestaciones tras la aprobación regional del estudio de impacto ambiental (EIA) de HidroAysén, que impulsan la trasnacional Endesa/Enel y la chilena Colbún, el proyecto se tomó una vez más las portadas en enero de 2014.
En las postrimerías de la administración piñerista fue convocado el Comité de Ministros para dar el visto bueno definitivo a las cinco represas en los ríos Baker y Pascua, estableciendo algunas condiciones, pero en definitiva permitir su avance.
Fue en marzo de ese mismo año que el recién asumido gobierno de la Nueva Mayoría, también a través del Comité de Ministros, tomó una crucial decisión: invalidar la resolución de, en última instancia, Sebastián Piñera. Y el 10 de junio, la segunda fundamental: rechazar el EIA.
Bajo este panorama, a las pocas semanas HidroAysén recurrió al Tribunal Ambiental de Santiago para revertir la invalidación de enero. Y al de Valdivia para hacer lo propio con el rechazo de junio.
En lo que se conoce como contienda de competencia, la Corte Suprema radicó ambos litigios en el juzgado de la capital. Luego de los alegatos de mayo de 2015, aún se está a la espera de la resolución definitiva.
En paralelo, la Corte de Apelaciones de Santiago debe resolver un recurso interpuesto por la empresa en contra de Ministerio de Obras Públicas, que en enero de 2015 denegó parcialmente los derechos de agua no consuntivos necesarios para desarrollar el proyecto.
Para entender este procedimiento se precisa una explicación.
Los derechos que actualmente posee HidroAysén sobre los ríos Baker y Pascua fueron entregados a la privatizada Endesa en el ocaso de la dictadura, entre enero y marzo de 1990. El inconveniente es que estos no se ajustan a sus requerimientos para construir las cinco represas (en un área de 5.900 hectáreas de inundación), viéndose en la obligación de realizar nuevas solicitudes, las que fueron denegadas en parte por la autoridad en 2015.
Al día de hoy el tribunal de alzada se encuentra ya en condiciones de tomar una decisión al respecto.
Río Cuervo
El 8 de mayo de 2013 la Comisión de Evaluación Ambiental de la región de Aysén aprobó el proyecto río Cuervo, impulsado por la sociedad Energía Austral que controlan las trasnacionales Glencore y Origin Energy. A los tres días la Corte Suprema revirtió la decisión por carencia de estudios geológicos fundamentales.
Pasado más de un año y luego de presentados los informes faltantes, el organismo político regional ratificó la resolución adoptada previamente.
En enero de 2016, y al contrario de lo ocurrido con HidroAysén, el Comité de Ministros de Michelle Bachelet sí dio el visto bueno a la iniciativa.
Esto, en circunstancias de que el área de inundación sería monumentalmente mayor: 13 mil hectáreas que harían desaparecer los lagos Yulton y Meullín, múltiples lagunas y humedales, y proyectada sobre la falla activa Liquiñe-Ofqui.
En este caso fueron las organizaciones regionales las que recurrieron en septiembre de 2016 al Tribunal Ambiental de Valdivia para revertir la medida.
Los alegatos se realizaron en diciembre pasado, estando hoy a la espera de la decisión que adopten los jueces.
Tal es el estado del arte judicial. Un dato relevante, pero no el único.
Si hay algo claro sobre lo ocurrido en Aysén en estos años es que la discusión sobre nuestra relación con la naturaleza no termina con HidroAysén y Energía Austral.
Se podrán ganar todos los recursos administrativos y legales, pero mientras los ríos de la Patagonia mantengan sus caudales el interés por convertirlos en máquinas hidráulicas se mantendrá.
Y lo propio permanecerá mientras existan millones de hectáreas de bosques, miles de metros cúbicos de hielo, toneladas de mineral bajo su suelo. Así lo demuestran las diversas declaraciones de las empresas que impulsan estas gigantescas centrales.
Porque el problema de fondo no es de filas y columnas en una planilla de cálculo. Es sobre una visión de sociedad que ve como un objetivo deseable –y en muchos casos, quizás, inconscientemente- transformar los ecosistemas en una despensa o, luego del proceso productivo, en un vertedero.
Resiliencia y capacidad de carga no entran en los ábacos de la economía. Por lo menos hasta ahora.
Tal es la tarea principal.
Una que, querámoslo o no, nunca terminará.
Como todos los buenos clásicos, que se alimentan de las llagas siempre abiertas de la humanidad.