viernes, noviembre 22, 2024
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Grecia: A las Puertas de un Cambio de Envergadura Histórica

Grecia se encuentra a las puertas de un cambio de envergadura histórica. Syriza ya no es sólo una esperanza para Grecia y los griegos. Representa también la expectativa de un cambio de rumbo para toda Europa. Porque a menos que cambie su política, Europa no saldrá de la crisis, y la victoria de Syriza en las elecciones del 25 de enero no hará más que robustecer a las fuerzas del cambio. Porque el callejón sin salida de Grecia es el callejón sin salida de la Europa de hoy.     

 

El 25 de enero el pueblo griego será convocado a cambiar la historia con su voto, a delinear un espacio de cambio y de esperanza para todos los pueblos de Europa, condenando los desastrosos memorándums de la austeridad, y demostrando que cuando la gente quiere, cuando se atreve y cuando vence su miedo, las cosas pueden cambiar.    

En Grecia la expectativa de una transformación política ya ha empezado, por si sola, a cambiar las cosas en Europa.

2015 no es 2012.

Syriza no es el coco ni la gran amenaza para Europa sino más bien la voz de la razón. Es el despertar que sacará a Europa del letargo y del sonambulismo. Por esto es por lo que ya no se considera a Syriza un grave peligro, como en 2012, sino un estímulo para el cambio.

¿Por parte de todos?  

Por parte de todos, no. Una pequeña minoría, que tiene su centro en la dirección conservadora del gobierno alemán, y en una parte de la prensa populista, insiste en reciclar viejas historietas y leyendas sobre el Grexit [abandono del euro por parte de Grecia].

Pero, como el señor Samarás, no consiguen convencer a nadie. Ahora que los griegos han probado lo que es su gobierno, saben distinguir las mentiras de la verdad.

El señor Samarás no ofrece ningún cambio que no sea proseguir con el desastroso memorándum de aplicación de la austeridad. Se ha comprometido él mismo y los demás a efectuar posteriores recortes de sueldos y pensiones y posteriores aumentos de impuestos en el marco de reducciones salariales y superimposiciones fiscales acumuladas durante seis años enteros.

Pide a los ciudadanos que voten por él con el fin de poder aplicar el nuevo memorándum. Y puesto que se ha consagrado a la austeridad, él mismo no consigue interpretar el rechazo de esta política desastrosa y destructiva salvo como un presunto gesto unilateral.

En substancia, está ocultando el hecho de que Grecia, en tanto que miembro de la eurozona, se ha comprometido a lograr algunos objetivos y no, más bien, a evaluar los instrumentos políticos necesarios para su consecución.

Por esta razón es por la que, a diferencia del partido en el gobierno, Nea Dimokratía, Syriza ha asumido ante el pueblo griego el compromiso de aplicar, ya desde los primeros días de lo que será su administración,  un programa concreto eficiente en términos de costes y fiscalmente equilibrado, el «Programa de Salónica», y esto independientemente de la negociación con nuestros financieros.

Mediante una serie de acciones encaminadas a atajar la crisis humanitaria. Por medio de la justicia fiscal, de modo que a esa oligarquía financiera a la que ni se ha rozado desde hace cuatro años, le toque finalmente pagar. Por medio de un plan de relanzamiento de la economía, la lucha contra una tasa de desempleo sin precedentes y una vuelta al crecimiento.  

Mediante reformas radicales en el modus operandi del Estado y del sector público, porque nuestro objetivo no se cifra en volver al 2009 sino en cambiar todo lo que ha puesto al país al borde de una bancarrota económica pero también moral.  

El clientelismo, un Estado hostil a sus propios ciudadanos, la evasión fiscal, la elusión fiscal, los fondos «negros», el contrabando de carburante y tabaco, estos son sólo algunos de los aspectos de un sistema de poder que ha gobernado el país durante muchos años. Este es el sistema que ha llevado el país a la desesperación y hoy continúa gobernando en nombre de la emergencia nacional y en el del miedo a la crisis.

En realidad, sin embargo, esto no es temor a la crisis sino miedo al cambio . Ese miedo y ese sentido de culpa del establishment que han llevado al pueblo griego a una tragedia sin precedentes.

En cuanto a aquellos a los que se considera responsables, si tienen un mínimo conocimiento de las antiguas tragedias griegas, tendrán motivos de temor, ¡porque después de la hybris viene la némesis y la catarsis!

Pero el pueblo griego, como los europeos, no tendrá nada que temer. Porque Syriza no desea que se derrumbe el euro sino que se salve. Y para sus estados miembros salvar el euro será imposible mientras la deuda pública esté fuera de control.

El problema de la deuda no es sólo griego sino europeo. Y Europa en su conjunto tiene una deuda con el debate y con la investigación de una solución europea sostenible.  

Syriza y la Izquierda Europa sostienen que, en el marco de un acuerdo europeo, debe cancelarse la inmensa mayoría del valor nominal de la deuda, será necesario imponer una moratoria a la devolución y se hará preciso introducir una cláusula para el crecimiento que se refiera a la parte restante de la deuda, de modo que puedan dedicarse los recursos restantes al crecimiento.   

Reivindicamos condiciones de devolución [de la deuda] que no lleven al país a ahogarse en la recesión y que no empujen a la gente hacia la desesperación y la pobreza.

Adhiriéndose a una posición según la cual la deuda griega sería sostenible, el señor Samaras perjudica a Grecia. No se limita a rebajar el listón de la negociación sino que rechaza por completo la negociación. Por lo demás, si se admite que la deuda es sostenible y que el memorándum es «una historia de éxito», ¿qué es lo que queda negociar?

Frente al futuro europeo estamos hoy en condiciones de distinguir dos estrategias diametralmente opuestas. Está por una parte el punto de vista del señor Schäuble, según el cual, independientemente del hecho de que funcionen o no leyes y principios acordados, tendremos que seguir aplicándolos . Está, por otro lado, la estrategia del «cueste lo que cueste» — expresión empleada por vez primera por quien encabeza el BCE – para salvar el euro. En realidad, las inminentes elecciones griegas representan un choque entre estas dos estrategias diferentes.

Estamos convencidos de que será esta última la que ha de prevalecer, por una razón ulterior. Porque Grecia es el país de Sófocles, que con Antígona nos ha enseñado que hay momentos en los que la justicia es la ley suprema.   

(*) Presidente del partido unificado de la izquierda radical griega Syriza, lcandidato a la presidencia del Gobierno heleno en las elecciones del próximo 25 de enero.

Fuente: Sin Permiso

 

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