Perú: De la Tensión al Paroxismo. El agitado mes de junio ha terminado en Perú, la mitad exacta de un año duro. El país en el que las campañas electorales viajan del realismo mágico a la ciencia ficción con extraña facilidad, aún no tiene un presidente declarado electo.

A falta de la declaración oficial, Pedro Castillo supera a Keiko Fujimori en el conteo de votos, pero las impugnaciones ante el jurado electoral de la candidata de Fuerza Popular postergan su proclamación.

En el escenario más polarizado de los últimos años, un maestro rural está a punto de convertirse en presidente, como simbólica e inédita imagen de Perú en el bicentenario de su independencia.

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¿Cuándo se proclamará a Pedro Castillo presidente de Perú?

Especial Perú: De la Tensión al Paroxismo

Ha pasado casi un mes desde la segunda vuelta electoral y un silencioso temor se siente en las calles, hogares y mercados, convirtiendo las más sencillas rutinas cotidianas en actos de suspenso. Casi todas las conversaciones tratan sobre lo mismo en Lima. Paraderos, colas del pan, quioscos, hospitales o centros de vacunación son improvisados foros sociales y políticos para la nerviosa vox pópuli vox dei que habla tras mascarillas sobre cómo y por qué votó de determinada manera semanas atrás.

En WhatsApp y redes sociales, la batalla entre la realidad y las fake news parece perdida. Sin embargo, los acontecimientos han cambiado las interrogantes. Si hace un mes la pregunta era «¿quién será presidente?», la de ahora es «¿cuándo proclaman a Pedro Castillo?».

Aunque las estimaciones y los expertos dan como ganador al profesor rural de izquierda, las impugnaciones presentadas por Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, siguen siendo un escollo. Los fujimoristas han denunciado fraude e irregularidades para cuestionar los resultados que les han sido desfavorables en las urnas. Autoridades y observadores internacionales lo niegan con contundencia.

«Hemos notado que ha habido una estrategia de Perú Libre (partido de Pedro Castillo) para distorsionar o dilatar los resultados», denunció Keiko Fujimori ante medios nacionales e internacionales horas después de concluir los comicios del 6 de junio, cuando aún se contaban los votos que vaticinaban su derrota.

De inmediato, Iván Lanegra, secretario general de la Asociación Civil Transparencia –organización independiente que trabaja para el fortalecimiento de la democracia y que se desempeña como observadora de las elecciones peruanas- rechazó sus palabras en unas declaraciones contundentes en RPP, la principal emisora de radio del país:

«Un fraude implica un conjunto de acciones sistemáticas y generalizadas que afectan de manera significativa el resultado electoral. Hay que recordar que tenemos más de 86.000 mesas de votación en el país y en el extranjero. Cinco casos, que tienen que ser debidamente investigados, no implican bajo ninguna circunstancia un indicio que nos permita usar la palabra fraude».

Siguió la Misión de Observadores de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE), que calificó el proceso electoral peruano de «correcto y exitoso, de acuerdo con los estándares nacionales e internacionales». Y, luego, la Misión de Observación Electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA), encabezada por el excanciller paraguayo Rubén Ramírez Lezcano, destacó en su informe que, si bien la campaña había transcurrido en «un contexto de alta polarización entre los dos partidos contendientes» y bajo un discurso con mensajes difamatorios de ambas fuerzas políticas, «la jornada de votación transcurrió con normalidad». Por ello felicitó a la Organización Nacional de Procesos Electorales (ONPE) y reconoció su papel «en un contexto altamente complejo».

A la derecha de Fujimori

A pesar de la rápida respuesta de entidades como la ONPE para desmentir en tiempo real denuncias y repetitivas fake news, partidarios de Fuerza Popular y otrora impensables aliados, como el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, su hijo Álvaro, el ex-ministro Pedro Cateriano o la ex-candidata presidencial conservadora Lourdes Flores Nano (hoy reconvertidos al fujimorismo), defendieron las sospechas de Keiko con argumentos endebles. De hecho, una de las frases que usó Flores Nano, «penetración en mesa», fue motivo de burlas, memes y hashtags que se hicieron tendencia en las redes sociales.

En el camino, el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) encontró impugnaciones realizadas fuera del plazo legal, peritajes sin firmas de peritos o comprobantes de tasas judiciales usados de forma inadecuada para varios documentos. Esos hechos se han ido sumando al pedido inconstitucional de Fuerza Popular para tener acceso a las huellas digitales, los datos completos y las firmas de todos los electores del país, así como a la sospechosa renuncia del miembro del JNE Luis Arce Córdova -vinculado a la red Cuellos Blancos del Puerto, un emblemático caso de corrupción del sistema de Justicia-, cuyas decisiones ante las impugnaciones eran siempre favorables al fujimorismo.

Es así como, bajo el lema «Con mi voto no te metas» y el hashtag #Fraudeenmesa, la derecha peruana emprendió una «cruzada» que incluyó a prestigiosos bufetes de abogados plegados al fujimorismo, encargados de tramitar las impugnaciones de las actas que se habían denunciado como sospechosas. Pero el nombre de la campaña fue engañoso desde el inicio. Aunque la derecha –sobre todo desde Lima- reclamaba «que no se metieran con sus votos», eran ellos quienes cuestionaban los votos que terminaron favoreciendo mayoritariamente a Castillo.

Es importante subrayar aquí el factor de discriminación social y racial que se había acentuado ya desde el inicio de la campaña para la segunda vuelta y que siguió movilizando a gran parte de la derecha peruana, dividiendo familias y rompiendo amistades.

«Esa gente no sabe por lo que está marchando. Dice Con mi voto no te metas, pero esos ya no están en juego. Lo que se está viendo es la anulación del voto en zonas pobres del Perú. Son ellos los que se están metiendo con los votos. No debería ser difícil de entender», advirtió el periodista Marco Sifuentes, conductor del programa independiente La Encerrona. Está claro que hay una Lima que no tiene ningún interés por entender al resto del país y que sigue mirando a los provincianos por encima del hombro.

De la misma manera se expresó César Hildebrandt, referente del periodismo independiente peruano: «Se trata de robarle la elección a Pedro Castillo, el profe chotano y malhablado que pudo derrotar a la señora que encarnaba todas las codicias de los que cortan el jamón», escribió en su semanario Hildebrandt en sus 13.

Crónica de una derrota anunciada

La avalancha de impugnaciones presentadas al JNE no fue la única «lucha» emprendida por los aliados de Fujimori. Tanto el presidente del jurado, Jorge Luis Salas Arenas, como el jefe de la ONPE, Piero Corvetto, sufrieron distintos tipos de acoso o agresión, incluso en la puerta de sus hogares o en actos privados y familiares. Mientras tanto, en las redes sociales se producían ataques a su prestigio o calidad profesional.

Como parte de una serie de tristes revanchas, artistas como el reconocido Ramiro Llona fueron atacados en redes y se llamó a un boicot de obras y exposiciones no sólo contra quienes votaron por Castillo, sino contra aquellos que no votaron por Keiko Fujimori, marcando nulo en la papeleta.

Lo mismo sucedió con una campaña burda contra Cuzco, principal destino turístico del país y que alberga la ciudad inca de Machu Picchu, pues en esta región se votó mayoritariamente por Castillo.

Falta mencionar el uso trasnochado que hizo la derecha del término «terrorista» o «terruco» contra quien tuviera un pensamiento crítico hacia la candidata Fujimori o cómo sacaron a las calles banderas con la Cruz de Borgoña con el objetivo de atraer al presente el pasado virreinal, aquel dominado por blancos y criollos, en el que indios o negros eran minimizados o esclavizados.

Todo esto ha ocurrido durante el mes pasado en Perú, a las puertas del bicentenario de la independencia, del nacimiento de la república y del fin de la Colonia española en el país sudamericano, un aniversario que se celebrará el próximo 28 de julio, cuando se espera que Pedro Castillo sea investido presidente.

En las últimas semanas también miles de ronderos (las rondas fueron organizaciones comunales de defensa contra el terrorismo durante los años 80 y 90 y en algunas zonas rurales se mantienen hasta hoy como importantes actores sociales), campesinos y asociaciones indígenas de diversas partes del país han llegado a Lima para hacer sentir su voz y defender sus votos, lo que ha ocasionado concurridas movilizaciones en el centro de la capital y algunos incidentes con sus rivales.

Por un lado, estaban los defensores de Keiko Fujimori: poderosos empresarios que aportaron dinero a su campaña, políticos de derecha y ultraderecha -a los que hoy cuesta no considerar en una sola tendencia extrema-, exmilitares o congresistas con ánimo golpista, personajes de la farándula o el deporte.

Por otro lado, los de Pedro Castillo, en su mayoría provincianos, campesinos, agricultores, maestros, ronderos y desfavorecidos, a los que se unió el antifujimorismo, fuerza que ha sido capaz de frenar a Keiko por tercera vez consecutiva en su intento por volver al Palacio de Gobierno, el lugar en el que fue primera dama durante la dictadura de su padre, Alberto Fujimori (1990-2000), al que prometió indultar si llegaba a la presidencia. El patriarca está encarcelado y condenado por corrupción y violación de los derechos humanos.

Este proceso electoral se ha celebrado en medio de una pandemia que se ha cobrado la vida de casi 200.000 peruanos, según el Ministerio de Salud. Uno de los hechos más vergonzosos de la jornada electoral del 6 de junio fue cómo el fujimorismo y la derecha llamaron a votar a los ancianos de más de 80 y 90 años contra lo que consideraban el «comunismo».

Las imágenes de esos ancianos, muchos seniles, dormidos, con balones de oxígeno e incluso sin movilidad para entregar su papeleta, indignaron a miles de usuarios de las redes sociales. Nadie, ni en los mítines de campaña ni después de la elección, respetó la distancia social o el uso correcto de mascarillas. El 6 de junio, el virus tampoco fue freno para que acudieran a votar más de 18,8 millones de peruanos en territorio nacional y extranjero. En un país con una geografía tan diversa, se acudió a las urnas a pie, en bicicleta, en auto, en camión, en canoa o en burro.

¿Por qué votaron los peruanos?

Mientras una parte importante de los votantes de Pedro Castillo lo hizo con la esperanza de un cambio que reivindique a las clases sociales eternamente postergadas, el apoyo a Keiko Fujimori se consiguió a partir de una campaña de miedo que contó con la complicidad de un presupuesto millonario y un amplio sistema de difusión: redes sociales, complacientes entrevistas en televisión, diarios amarillistas o «prensa chicha» repartidos gratuitamente en las estaciones de tren e imponentes pancartas en Lima y otras ciudades.

Castillo tampoco ayudó: son numerosas las historias de periodistas a los que les prometía entrevistas que luego cancelaba, mientras su plan de gobierno, que se ha ido transformando en el camino, ha lucido lleno de inconsistencias y hasta hoy genera serias dudas.

El cuco del proceso electoral, como si se hubiera resucitado la Guerra Fría o el macartismo, ha sido el comunismo. Los nombres de Hugo Chávez y Nicolás Maduro fueron más pronunciados que el del propio candidato de la agrupación Perú Libre.

Esta amenaza se concentra sobre todo en la influencia que podría tener el fundador del partido, el ex-gobernador regional de Junín Vladimir Cerrón, sobre el futuro presidente del Perú, al considerar que el candidato original y gestor del plan, calificado como «anticuado y estatista», era él.

Los problemas con la Justicia de Cerrón, un neurocirujano de 50 años que denomina al partido como «de izquierda socialista, marxista, leninista y mariateguista», le impidieron presentarse a las elecciones. Presionado por ello,

Castillo se ha apartado del polémico político con estas palabras:

«No lo van a ver ni de portero en alguna entidad del Estado. Esta lucha no es de Cerrón, ni de Castillo, es del pueblo».

La izquierda moderada del Frente Amplio y que perdió en la primera vuelta, liderada por Verónika Mendoza, ha ratificado su apoyo a Castillo y le ha ayudado a aterrizar algunas de sus propuestas, ha moderado otras y ha intentado calmar a los mercados ante la subida del dólar.

Su baza ha sido acercar a Pedro Francke, un economista que trabajó en el Banco Mundial y que se perfila como ministro de Economía.

Según una encuesta del diario El Comercio y la consultora Ipsos, que intentaba explicar por qué los peruanos eligieron en las urnas a uno u otro candidato, el 43% de los votantes de Castillo lo hizo «porque representaba el cambio que el país necesita»; un 27%, «para evitar que el fujimorismo llegue al poder», y un 24%, «porque entiende mejor a la mayoría de la población».

En el caso de los votantes de Keiko Fujimori, el 33% de ellos la eligió «para evitar que el comunismo llegue al poder»; el 31% consideró que «tenía mejores propuestas» y un similar porcentaje creyó que era «la persona más preparada para el cargo».

Ante la amenaza que significa para una parte de las clases altas y medias, muchos parecieron olvidar que la Fiscalía ha pedido más de 30 años de cárcel para Keiko Fujimori por considerarla «jefa de una presunta organización criminal» creada al interior de su partido. Está, además, seriamente vinculada al caso Odebrecht, uno de los grandes escándalos de corrupción que ha salpicado a muchos personajes de la política y las empresas en América Latina.

Recordemos que ni la encuesta de Ipsos previa a las elecciones ni el conteo rápido tras el cierre de la jornada electoral dieron a Keiko como ganadora y en ambos casos le otorgaban la victoria a Castillo por escaso margen. El resultado final, según la ONPE, ha sido de 8.836.380 votos (50.126%) para Castillo y 8.792.117 (49.874%) para la candidata de Fuerza Popular. Solo 44.263 votos separan al ganador. Hace cinco años, Pedro Pablo Kuczynski la venció por 41.057 votos, y Fujimori nunca reconoció aquella derrota.

Muchos parecen ya arrepentidos de haber votado por Keiko tras ver su reacción antidemocrática. Esa actitud llevó a su bancada en el Congreso, donde sí tuvo mayoría absoluta en las elecciones de 2016, a crear una gran inestabilidad política durante los últimos cinco años, forzando la salida de un presidente e incluso intentó tomar el poder.
Aquellos hechos se tradujeron en una gran revuelta ciudadana a finales de 2020 y fueron quizás los que han puesto a Castillo a un paso de ser proclamado presidente.

La periodista Rosa María Palacios ha resumido así el resultado: «Pedro Castillo ganó las elecciones porque tuvo más votos. No es un asunto de fe, es un asunto de matemáticas».

por Ricardo Hinojosa L.

Fuente: Público.es
https://www.publico.es/internacional/elecciones-peru-proclamara-pedro-castillo-presidente-peru-tension-paroxismo.html

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Crisis electoral en el Perú

Especial Perú: De la Tensión al Paroxismo

En el Perú crece la incertidumbre electoral tras la declinación “de forma irrevocable” del fiscal Luis Arce al pleno del Jurado Nacional de Elecciones con ello dejaba sin quórum al máximo organismo electoral en pleno proceso de deliberación de los votos para la presidencia.

El último capítulo de tensión en el marco de las elecciones presidenciales estalló el miércoles 23 de junio cuando el magistrado del organismo electoral Arce anunció su declinación al cargo.

El funcionario justificó su decisión ante una presunta parcialidad de sus colegas por rehusarse a aceptar las primeras 10 solicitudes de anulación de votos que fueron presentadas por Keiko Fujimori.

La misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) para observar el proceso electoral peruano calificó de “insólita” la salida de Arce y recomendó que deben tomarse medidas urgentes.

En un intento de destrabar el impase, el Jurado Nacional de Elecciones pidió a la Fiscalía de la Nación designar un nuevo miembro de ese órgano para evitar que “se afecte la culminación del proceso electoral”, tras la “declinación irrevocable” que presentara el magistrado Arce.

El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) optó por “suspender en el ejercicio del cargo” al magistrado quien había afirmado en su carta de alejamiento que “todo parece estar consumado desde hace mucho tiempo atrás” en favor del candidato Pedro Castillo.

El sábado veintiséis de junio el fiscal Víctor Rodríguez Monteza juró como miembro del pleno del Jurado Nacional de Elecciones. El presidente del JNE, Jorge Salas Arenas, tomó el juramento de Rodríguez al “cargo temporal de sustituir al señor Luis Arce Córdova como miembro del pleno del JNE (…)”.

El jueves 1° de julio el vocero del Jurado Nacional de Elecciones, Luis Alberto Sánchez, estimó que el resultado del ganador de las Elecciones Generales 2021 no excederá el 15 de julio próximo. Indicó que los Jurados Electorales Especiales (JEE) están trabajando “incansablemente” al igual que el pleno de este organismo electoral.

“Definitivamente no creo que puedan exceder del 15 de julio espero. Los JEE siguen trabajando incansablemente, el pleno también sigue sesionando de forma ininterrumpida, pese al leve plazo de paralización que han tenido”, señaló Sánchez.

Cabe mencionar que los Jurados Electorales Especiales de Lima Centro 1 fueron quienes admitieron la inscripción de la funcionaria Dina Boluarte en la plancha presidencial del partido Perú Libre, que encabeza Pedro Castillo, en atención al artículo 107 de la Ley Orgánica de Elecciones (LOE).

Como se recuerda, según dicha norma sólo se exige seis meses de renuncia a altos funcionarios mencionados en la norma, precisó el Jurado Nacional de Elecciones.

Debemos señalar que un grupo de políticos solicitó al presidente Francisco Sagasti que pida a la Organización de Estados Americanos (OEA) una auditoría sobre la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la que Pedro Castillo superó por 44, 058 votos a Keiko Fujimori.

El día miércoles 30 de junio el congresista electo del partido Renovación Popular, Jorge Montoya, estimó que una auditoría a las elecciones presidenciales de la segunda vuelta por parte de la OEA tomaría sólo una semana, ya que la misión de observación en el Perú no ha encontrado indicios de fraude, sino irregularidades.

El embajador del Perú ante la OEA, Hugo de Zela, remitió el viernes veinticinco de junio una carta al presidente del Consejo Permanente de dicha institución, Ronald Sanders, con algunas aclaraciones sobre la segunda vuelta de las Elecciones Generales 2021.

Como se recuerda, el diplomático estadounidense Sanders afirmó que la OEA debería pronunciarse en contra de los “intentos de sofocar la voluntad del electorado”.

Al respecto, De Zela le precisó al presidente Sanders que la segunda vuelta del proceso electoral peruano concluye con la proclamación de los resultados por parte del Jurado Nacional de Elecciones (JNE).

La reciente votación ha dividido fuertemente al país. En nuestra capital se han registrado marchas y protestas casi a diario en los últimos días.

Los votos democráticos deben ser respetados.

por Raúl Allain.
Escritor, poeta, editor y sociólogo. Presidente del Instituto Peruano de la Juventud (IPJ) y director de Editorial Río Negro.

Fuente: Alainet

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Los Términos de la Política: Liberales, Neoliberales y Constituyentes

Especial Perú: De la Tensión al Paroxismo

Los términos en los que se hace la política son fundamentales para saber cuál es el futuro de un país, de allí el agudo conflicto que desatan los intentos de cambiarlos. En la actualidad en el Perú tenemos tres perspectivas en competencia. La más notoria es la del continuismo neoliberal, pero también asoma la liberal que ha vivido los últimos treinta años subordinada a la primera y la constituyente, que es la visión del cambio democratizador.

El continuismo neoliberal entre nosotros entiende la política como represión y clientelismo. Agrega el prefijo neo a liberal para resaltar su preferencia por las libertades de mercado a la democracia y reafirma la dependencia de nuestro país de los centros del capitalismo financiero mundial. No, por casualidad, empezó con golpe de estado y dictadura, pero supo darse continuidad con la constitución írrita de 1993, que consagró en su capítulo económico el derecho absoluto a la propiedad privada, y luego extender un vasto aparato clientelista que sobreviviría su gobierno autoritario.

El continuismo neoliberal tomó formas democráticas de la transición del 2000 en adelante, pero manteniendo el modelo económico primario exportador, criminalizando la protesta y haciendo cada vez más difícil el registro de nuevos partidos.

Su trayectoria nos hace ver que no trepidó en cambiar de ropaje cada vez que le convino a sus intereses. De la democracia a la dictadura, de allí a la corrupción, la tortura y el asesinato y nuevamente a la democracia. Ya en esta ha procedido, en sus diferentes versiones, a la compra de electores y de elegidos, a la pataleta cuando las cosas no le salen como querían y a la oferta de mano dura como programa de futuro para el Perú.

La política liberal, por su parte, sueña el supuesto bien perdido de conjugar todas las libertades y predica cuando ha podido, el acuerdo imposible entre democracia y neoliberalismo que a la postre ha terminado siendo la reedición de diversas versiones del uso privado de los recursos públicos. Esta política liberal en el Perú no se ha distinguido, por ello, de su pariente neoliberal.

Permaneció a su sombra durante buena parte de estos treinta años, no pudo o no se atrevió a cambiar la constitución de 1993 durante el gobierno de transición (2000-2001), ni tampoco contó con los arrestos necesarios para aprobar las reformas que promovió Henry Pease el 2003.

El 2011, en la versión vargasllosiana de este liberalismo, le dio su primer certificado de buena conducta a Ollanta Humala, iniciando un camino que terminaría llevándolo a brazos neoliberales. Sólo resucita el 2018, con la iniciativa de reforma política de Martín Vizcarra, ya sumidos en la actual crisis de régimen. Esta iniciativa de reforma, que hubiera podido convertirse en una antesala de cambios mayores, tampoco logra vencer la resistencia neoliberal, naufragando al poco tiempo de plantearse.

En los últimos años, quizás si su mayor logro hegemónico, ha sido incursionar ideológicamente en predios progresistas, persuadiendo a algunos políticos e intelectuales de las bondades de un acuerdo bajo premisas liberales, es decir, de una reforma del modelo y de un régimen político basado en la competencia y el acuerdo entre notables como salida a la crisis.

Curiosamente los liberales, que les encanta degustar tolerancia y apertura, no han tenido problemas para convivir bajo hegemonía neoliberal con sus parientes autoritarios o subordinando ellos a otros sectores progresistas, pero parece que no soportan el camino de una mayor democratización social y política.

Hoy, este sector liberal busca extender su hegemonía sobre Pedro Castillo, aceptando su victoria en la segunda vuelta y embarcándose en un proyecto de “captura” del candidato, casi presidente electo. Cuán exitoso será en su propósito es muy temprano para decirlo.

Frente a liberales y neoliberales está la política constituyente, es decir, la voluntad de iniciar un proceso hegemónico alternativo de democratización social y política, que establezca una nueva institucionalidad por la vía de una Asamblea Constituyente que apruebe una Nueva Constitución.

Esta aparece como la forma de desbloquear los límites de la institucionalidad neoliberal en funciones, cuyos candados están puestos, precisamente, para mantener el orden dictado por el golpe de estado del cinco de abril de 1992. Los acontecimientos de la segunda vuelta señalan que el conflicto a resolver es entre la continuidad del orden neoliberal, representado por Keiko Fujimori y el cambio constituyente que expresa Pedro Castillo.

La opción intermedia en la que insisten los liberales luego de haber perdido en las urnas, solo nos llevará al ahondamiento de la crisis de régimen sin solución a la vista. Esta solución intermedia plantea afrontar los problemas inmediatos, centrados en las necesidades urgentes de la pandemia y el hambre, antes que en el proceso constituyente. Este último sería la negación de lo primero.

Grave error, el camino constituyente es precisamente la convergencia de lo inmediato con los histórico, pensarlo disociado es no haber entendido o no querer entender ni lo uno ni lo otro, porque oponerlos es negarlos. La tarea hoy no es el consenso, que nos deja en el pasado, sino la hegemonía que nos permite avanzar al futuro.

La política constituyente, sin embargo, no significa ceguera constituyente. Por una parte, está la promesa de Pedro Castillo de una Nueva Constitución. Si Castillo no cumple se convertirá en un Humala más de este mundo. Por ello, debe buscar la manera de convocar a un referéndum constituyente, el primer paso concreto hacia la Asamblea, en el tiempo más corto posible.

Ahora bien, se trata de ampliar la para incluir en ella a la mayor cantidad de sectores democráticos, trascendiendo a los que hayan votado por alguna alternativa de izquierda o centro en las recientes elecciones y demostrando que es una convocatoria para refundar el Perú cuyos límites son la corrupción, la sobreexplotación y el entreguismo.

De triunfar, como se espera, el referéndum le dará el respaldo para convocar a la Asamblea Constituyente que se ocupe de redactar la nueva carta. Los neoliberales dicen que el mecanismo no está en la Constitución de 1993, pero esta carta tampoco estaba en ninguna parte, sino que la impusieron Fujimori y Montesinos a punta de golpe y fraude o sea que es tiempo ¡treinta años después! de poner las cosas en su sitio.

La política constituyente se plasmará así en acción constituyente, es decir en dar pasos concretos en el proceso que nos lleve a la instalación de una Asamblea Constituyente. Con esa orientación es que se deben dar los demás pasos del gobierno de Castillo, lo que lo acerque o lo aleje de ese propósito será lo que contribuya al éxito o derrota del mismo.

La gramática política, es decir la forma de lucha por el poder en el próximo período, será entonces una gramática constituyente. Las gramáticas del pasado, la neoliberal que está condenada por sus antecedentes y la liberal por sus miedos, no tienen futuro como gramáticas democráticas. Solo cabría que los liberales asuman que no es su tiempo y se integren a una política constituyente.

por Nicolás Lynch.
Sociólogo

Fuente: Otra Mirada

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Papelón internacional de Keiko Fujimori en la OEA

Especial Perú: De la Tensión al Paroxismo
Parte de la fallida misión en la OEA, conformada por el el economista Daniel Córdova, la ex-candidata aprista Nidia Vílchez y los congresistas electos Hernando Guerra García (Fuerza Popular) y Jorge Montoya (Renovación Popular).

Mandó una delegación a Estados Unidos pero no logró que la reciba Luis Almagro. La misión fujimorista, formada por dos congresistas electos y dos exministros, convocó a una conferencia de prensa pero se encontró con un salón desierto

Un papelón internacional hizo la delegación que Keiko Fujimori mandó a Washington para reunirse con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, para pedirle una auditoría internacional a las elecciones que perdió. Almagro no los recibió. Los enviados a la OEA por la hija del encarcelado exdictador Alberto Fujimori solamente pudieron tener una reunión con el director del Departamento para la Cooperación y Observación Electoral de la OEA, Gerardo De Icaza.

Convocaron una conferencia de prensa y se encontraron con un salón desierto. La misión fujimorista, formada por dos congresistas electos y dos exministros, fue un fracaso rotundo.

Vencida en las elecciones del 6 de junio por poco más de 44 mil votos por el profesor rural y sindicalista de izquierda Pedro Castillo, Keiko no asimila su tercera derrota electoral consecutiva y denuncia sin pruebas un supuesto fraude. Pretende anular votos de Castillo para voltear el resultado. Y para eso quiere la ayuda de la OEA. El Jurado Nacional de Elecciones (JNE) viene rechazando todos sus pedidos para quitarle votos a su rival, proceso de revisión que debe culminar en los próximos días. Por eso la derecha peruana ha recurrido como su última carta a una posible ayuda de la secretaría general de la OEA. No le ha funcionado.

Los emisarios de Fujimori viajaron a Washington convencidos que Almagro los recibiría, que en él tendrían el apoyo que buscaban para una salida al estilo del golpe en Bolivia para cambiar su derrota en triunfo, pero se encontraron con las puertas cerradas.

Todos sus intentos de hablar con Almagro fueron inútiles. Solamente consiguieron una cita con un funcionario de nivel menor. Si el secretario general de la OEA dispusiera una auditoría al proceso electoral peruano, significaría desautorizar a su propia misión de observadores que ha avalado la limpieza de las elecciones. Todas las otras misiones de observación internacional y nacional también han calificado como legítimo el proceso electoral.

Este lunes, Fujimori le había dejado una carta al presidente Francisco Sagasti pidiéndole solicite una auditoría a la OEA. Con los organismos electorales peruanos y las misiones de observación confirmando la limpieza de las elecciones, se considera altamente improbable que el gobierno ceda a las presiones y acceda a ese pedido. Almagro, al no recibir a la delegación de Fujimori, ha enviado el mensaje que no piensa hacer ningún gesto público a favor de una auditoría de la OEA a las elecciones peruanas.

Los émulos de Donald Trump en la estrategia de repetir y repetir fraude sin pruebas, de mentir y mentir, de buscar anular sin razón votos del triunfador para así ganar, intentaron hacer bulla en Washington, pero eso terminó en otro papelón. Convocaron a una conferencia de prensa y cuando los cuatro enviados de Keiko -entre ellos el almirante en retiro y congresista electo Jorge Montoya, que en las últimas semanas ha sido uno de los más activos promotores de un golpe para impedir que Castillo asuma la presidencia- llegaron a la conferencia de prensa que habían convocado, el salón estaba prácticamente vacío. Y los pocos que estaban ahí no eran periodistas. Comenzaron a hablar frente a sillas vacías.

Pero la negra jornada para el fujimorismo no quedó ahí. En el salón casi vacío se paró la investigadora y politóloga peruana Francesca Emanuele, para increparlos. “Ustedes están aquí como golpistas. Por eso es que la prensa no está aquí, porque internacionalmente ustedes son vistos como golpistas”, les dijo. Los enviados de Keiko se miraron desconcertados. Fue la cereza en el pastel de un viaje convertido en un ridículo internacional.

Llamado golpista

Luego del fracaso de las gestiones ante la OEA, el excandidato presidencial en 2016 y ahora aliado de Keiko en el frente de derecha, Alfredo Barnechea, ha pedido abiertamente una intervención militar y la formación de un régimen cívico-militar que impida asuma un gobierno de Castillo, al que llama “comunista” y “terrorista”.

Considerado hasta ahora como de centro derecha, Barnechea se suma a las voces de la extrema derecha y de militares en retiro que vienen pidiendo un golpe contra el triunfo electoral de Castillo, y ha ido más allá al demandar un régimen cívico-militar. Signo de la desesperación de las élites por la victoria de un candidato que promete un gobierno popular.

“El fracaso en la OEA ha determinado que Barnechea haga ese llamado golpista a un frente cívico-militar, que es un adelanto de lo que promovería Keiko, aunque en este momento no lo dice, cuando se confirme el fracaso de su pedido a la OEA”, le señaló a Página 12 el sociólogo Alberto Adrianzén.

En esa línea golpista, Keiko y sus aliados anuncian que sin una auditoría de la OEA no reconocerán el resultado electoral ni la legitimidad del próximo gobierno, insistiendo en el falso argumento del fraude. Si no logran evitar que el profesor rural que levanta el cambio del modelo neoliberal asuma la presidencia, la estrategia de la derecha es deslegitimarlo cuestionando su victoria y así debilitarlo y desestabilizar su gobierno para derrocarlo, lo que podría canalizarse a través del próximo Congreso, donde la derecha tendrá mayoría.

Expresiones racistas

Los discursos golpistas tensan más un ambiente ya muy crispado, en el que afloran expresiones racistas contra Castillo, profesor rural de origen andino, y sus votantes, y manifestaciones que llaman a la violencia. “Terruquitos, no se escondan, quiero verlos en la fosa, de sus tripas voy a hacer cebo”, son los amenazantes cánticos, en tono militar, de manifestantes de ultraderecha que marcharon por las calles de Lima contra Castillo.

En Perú, el término “terruco” es sinónimo de terrorista y la derecha lo usa para descalificar a la izquierda. Y también tiene un fuerte contenido racista, porque esa derecha que marcha amenazante identifica a los sectores populares, a los pobladores andinos y rurales, los votantes de Castillo, como “terrucos”.

“Hay una abierta campaña racista contra Castillo y sus seguidores. El triunfo de Castillo es plebeyo, popular, provinciano y andino. La derecha quiere un enfrentamiento con Castillo y sus electores. Creo que el fujimorismo está buscando el desborde violento de la gente, una reacción violenta”, advierte Adrianzén.

Mientras la derecha complota en su contra, Castillo hace llamados a la unidad y tiene reuniones con diversos sectores, propias de un presidente electo. Ha anunciado la formación de un Frente Nacional por la Gobernabilidad y la Democracia, con sindicatos, gremios, movimientos sociales y partidos políticos. 02 de julio de 2021

por Carlos Noriega

Fuente: Página 12

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