La política chica, las tormentas en un vaso de agua, las cortinas de humo, todos los recursos han salido a la palestra para desviar la atención de los problemas de fondo y las grandes cuestiones que están en juego estas semanas.
Días atrás vimos cómo a partir de un par de frases de Giorgio Jackson, ministros de la Segpres, la derecha tradicional y la vieja política armaron un tinglado comunicacional que oscureció completamente la verdadera discusión.
El Mercurio llegó hasta dedicar una editorial para tratar de convertir los dichos de Jackson en una suerte de verdades involuntarias: “pensamiento hablado” dijeron.
Tres son las críticas principales. Lo primero: El ministro dijo que la compra de tierras por el estado para entregar a los mapuche ha sido beneficiosa para todos, win-win, como dicen en inglés; pues eso no tiene nada de escandaloso, es una política de larga data y bien evaluada hasta ahora.
Segundo: la mención del “precio justo” como compensación para las expropiaciones, establecido en el proyecto de nueva constitución, tampoco debe llamar al escándalo, el precio justo sí es distinto al “precio de mercado”; no es ningún misterio que los precios de mercado no son justos, ni pretenden serlo, no son más que los precios impuestos por los que tienen más dinero.
Tercero: el ministro afirmó que la “escala de valores y principios” de su generación les permite abordar “los temas con menos eufemismos y con más franqueza”, que tienen “infinitamente menos conflictos de intereses” que ellos son distintos a la generación que “trenzaba la política y el dinero”.
¿Cuál es el escándalo? ¿Se olvidaron El Mercurio, el senador Insulza y otros amarillos de los escándalos de corrupción en la política chilena de los años 90?
Nadie parece recodar los sobres con dinero efectivo de sobresueldo a los ministros. Se olvidaron del escándalo MOP-Gate para pagar honorarios.
No hace mucho tiempo que un par de grandes empresarios, Délano y Lavín, fueron condenados a seguir cursos de ética por su participación en el financiamiento irregular de la política en los casos Corpesca y SQM, entre otros.
La verdad es que si de superioridad moral se trata mejor sería que se callaran.
El escándalo es que llegó una nueva generación de políticos al gobierno y la vieja política no se resigna a perder las riendas del poder. El escándalo de la “ingenuidad” o la “candidez” de Giorgio Jackson no es más que una forma de hacer política más transparente, menos mentirosa y capaz de romper los tabúes de lo llamado “políticamente correcto” aunque sea pisándole los callos a algunos políticos y empresarios que se creen intocables.