En los primeros días del 2015, el director del diario La Tercera, Guillermo Turner, impartió una clase a futuros líderes de la derecha, en un taller de la ultraconservadora Fundación Jaime Guzmán. El tema tratado por el periodista fue “Nuestras ideas en los medios”. La intervención del director del periódico apuntó a enseñar a jóvenes ligados a la Fundación y a la Unión Demócrata Independiente (UDI) cómo instalar sus mensajes, programa y doctrina en los diarios, canales de televisión, radios y otras publicaciones.
“Las ideas tienen que ser puestas de manera atractiva, llamativa, inspiradora, entretenida y fiel con su discurso. Tienen que convocar a un sueño común y tener un sustento real, sólo así se podrán instalar”, instruyó Turner en la Escuela de Líderes de la FJG.
La charla fue un aporte del director de La Tercera a la construcción y diseño de las campañas y operaciones comunicacionales de la derecha, particularmente de la UDI.
Se trató de impartir técnicas y modalidades que los liderazgos promovidos desde la Fundación Jaime Guzmán deberán usar a la hora de penetrar con sus mensajes e ideas en la prensa nativa.
No es gratuito, por lo demás, que en los últimos meses el matutino haya dedicado editoriales a criticar los contenidos de las reformas educacional, electoral, laboral y de financiamiento de la política, en el camino argumental de la derecha.
El taller impartido por el director de La Tercera a jóvenes de la FJG parece ir en la línea de la preocupación y dedicación de las entidades conservadoras del país, para buscar la mejor manera de instalar idearios y percepciones, contrarrestar situaciones políticas negativas, re/encantar a sectores de la opinión pública y tener profesionales capacitados en comunicaciones.
Otra situación análoga a la escuela de la FJG, son los talleres de formación política impartidos en el Instituto Libertad y Desarrollo, donde una de las materias fundamentales es “comunicación estratégica”.
La revisión de documentos, artículos, escuelas y talleres realizados por distintas instancias de la derecha, sobre todo vinculadas a la UDI y a Renovación Nacional (RN), indican que en el diseño e implementación de las comunicaciones, laboran periodistas, comunicólogos, sociólogos y cientistas políticos; cuentan con equipos de técnicos y con financiamiento.
En el último tiempo, equipos comunicacionales de la derecha entraron con relativa fuerza a la elaboración y difusión de videos, con el propósito de masificar mensajes, “subiéndolos” a las redes sociales, y potenciando la aparición vía YouTube. Fue el caso de YoMeRebelo realizado por la UDI y “La reforma educacional hace agua”, presentado por el senador de RN, Andrés Allamand, en contra de la reforma educacional promovida por el gobierno de la Nueva Mayoría.
En las producciones audiovisuales se recurre a agencias publicitarias o de comunicaciones o se realizan con técnicos y medios propios.
Tanto la UDI como RN, más la FJG y los institutos Libertad y Libertad y Desarrollo, hace tiempo que intensificaron el uso de Twitter y Facebook.
También se detectó que incorporaron la labor de community manager o Social Media Manager para intervenir, instalar y “moderar” redes con mensajes precisos para reforzar ideas o atacar propuestas del adversario político.
Además, esas herramientas se usan y se usaron para la construcción de caracterizaciones y percepciones tanto de dirigentes políticos y sindicales de la Nueva mayoría (desacreditarlos, insultarlos, desprestigiarlos) como de situaciones políticas determinadas (reformas, movilizaciones, actividades sociales o sindicales).
Para ello, por cierto, se requiere de técnicos especializados y personas que estén a diario manejando estas herramientas y así lograr impacto en las redes sociales y en ámbitos de la opinión pública.
Precisamente, en la Escuela de Líderes de la FJG, la ex funcionaria del gobierno de Sebastián Piñera, la periodista Macarena Saavedra, dio un taller sobre “Media Training” y la importancia del desarrollo y construcción de esos instrumentos. También esta línea es trabajada por personas ligadas a la UDI y RN.
Para la derecha, el aprovechamiento de las herramientas informáticas y de nuevas tecnologías es una prioridad, lo que se constata en el uso que hace de ellas como los talleres que imparte.
El instructivo ejemplificador
La diputada Camila Vallejo publicó, precisamente en redes, un instructivo comunicacional de la Fundación Jaime Guzmán, de su apéndice “Jóvenes”.
Bajo la denominación de Taller de Servicio Público, el documento se titula “Los 11 principios de la comunicación política” y está destinado a instruir a los actuales y futuros personeros de la FJG y de la UDI, respecto a cómo abordar situaciones comunicacionales.
Se sostienen categorías como “individualizar al adversario en un único enemigo”, aplicar el “método de contagio” para agrupar “a los adversarios en suma individualizada”; aplicar “el principio de la transposición”, responder “el ataque con el ataque” y se echa mano a la tesis de que “si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que la distraigan”; considerar el “convertir cualquier anécdota, en amenaza grave”.
Hay, en el texto de la FJG, un “principio de la vulgarización” que consiste en que “toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además tienen gran capacidad para olvidar”.
El “principio de orquestación” tiene que ver con limitar la propaganda “a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas” y se recuerda el concepto de Joseph Goebbels, el estratega comunicacional de los nazis, parafraseando que “si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
Los contenidos del instructivo tienen, en efecto, una línea conceptual e ideológica sustentada en las ideas de Goebbels y otros teóricos de las comunicaciones autoritarias, construidas en parte bajo la premisa de la existencia de “un enemigo”, la “manipulación de las masas”, lo que se concibe como popular y los rasgos de inteligencia y “capacidad receptivas” que se puede encontrar en “las masas”.
Estas concepciones se suman a otras instaladas en los últimos años y que son coherentes con las políticas de la derecha y el conservadurismo, apuntando por ejemplo, a realizar campañas comunicacionales en contra de las reformas o procesos de cambios.
La Presidenta Michelle Bachelet habló de “campaña del terror”, el periodista Fernando Paulsen de “terror mediático” y el diputado Guillermo Teillier de “campaña del miedo”. Se referían a actuaciones de la derecha, de sectores y medios conservadores, frente a procesos de reformas y episodios de la contingencia nacional.
Hace poco tiempo, el periodista y académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Carlos Fazio, habló de que las sociedades o las opiniones públicas están frente al desarrollo del “terrorismo mediático” cuyo objetivo principal es generar “el miedo social” en la población.
La aplicación de esos conceptos se constata en la persistente campaña comunicacional de la derecha que se grafica en un vocabulario del miedo: “hay una creciente incertidumbre”; “es notorio el desorden del gobierno”; “se está afectando a la clase media”; “se limitarán las inversiones”; “aumentará el desempleo”; “se está afectando gravemente a la libertad de enseñanza”; “se le está dando un poder peligroso a los sindicatos”; “el programa del gobierno se ha izquierdizado”; “hay peligros para las libertades ciudadanas”.
Hay ejemplos interminables en la prensa conservadora, como el editorial del diario La Tercera, refiriéndose a las reformas del gobierno de centro/izquierda, cuyo título fue “Amenaza a la libertad de los ciudadanos”, o “El retorno del miedo” al país, del vespertino La Segunda, después de la explosión de una bomba en un área del Metro de Santiago.
La operatividad dentro de los medios
Para la derecha son vitales los medios de comunicación, sin que la prioridad real sea informar (es alto el nivel de omisión de informaciones, sobre todo las relacionadas con los grupos financiero/monopólicos) sino que hacerlos funcionales a sus campañas e idearios ideológico/políticos.
En el caso de Chile, juegan un papel determinante los que se podrían denominar diarios políticos que, por lo demás, constituyen un oligopolio empresarial porque en el país no hay matutinos o vespertinos de línea editorial progresista o de izquierda, ni que sigan lineamientos en el marco de lo público o del Estado.
Ése es un primer objetivo ya cumplido. Si en Argentina están Clarín y Página12, si en Venezuela conviven El Nacional y Últimas Noticias, en México se puede acceder a Reforma o La Jornada, en el equilibrio más central de las líneas editoriales, en Chile en los quioscos, cada mañana, se encuentran El Mercurio y La Tercera, los dos de corte editorial conservador. No hay más.
Cualquiera que haya tenidos vínculos con los diarios hegemónicos o haya leído las investigaciones sobre su rol, puede llegar a la conclusión de que los diarios conservadores, ligados empresarial y editorialmente a la derecha, buscan fijar pautas políticas e instalar agendas.
Ese es un objetivo preciso y que irradia muchas veces desde los diarios hacia los noticiarios de televisión y de radio.
Se hizo conocido dentro del ámbito periodístico el formato establecido en cuanto a trabajar en base a “una tesis”. Cada mañana, el director o editor del diario les indica a las o los reporteros “la tesis” que se baraja, y que casi siempre tiene que ver con, precisamente, fijar pautas e instalar agendas. Entonces, el periodista es obligado a salir a reportear en función de darle sustento a esa tesis, de darle cuerpo, de hacerla creíble. La información pasa a segundo plano; lo primero es “la tesis”.
Cualquier lectura cuidadosa de El Mercurio, La Tercera y La Segunda, o revisión analítica de sus contenidos, puede demostrar que la inmensa mayoría de las veces, “la tesis” favoreció a la derecha, sobre todo golpeando “al adversario”, dinamizando “el miedo social”, dando espacio a la “transposición” y la “orquestación”.
Otro formato utilizado en la prensa conservadora, es la construcción de notas o lo que llaman reportajes, en base a fuentes no precisadas, ambiguas, no identificadas. Una investigación de la Universidad Católica, de hace varios años, determinó que una mayoría de notas se construyen bajo esa premisa: no tener o no precisar “las fuentes”.
Carlos Fazio la inscribe dentro de las campañas o “propaganda negra” y afirma que con ese método se “aduce otra fuente y no la verdadera; (se) esconde su origen detrás de nombres ficticios, o bien, material falso (que) se atribuye a fuentes reales”. Una combinación compleja destinada más que a informar, a desarrollar campañas e instalar situaciones o agendas.
Mucho de lo anterior tiene que ver con una sentencia que establece Fazio como norma de los sectores conservadores en el ejercicio de las comunicaciones: “Si todos los medios dicen que algo es verdad, es verdad, incluso si es falso”.
Hace ya varios años, altos personeros de Renovación Nacional, particularmente Sebastián Piñera, Andrés Allamand y Alberto Espina, visitaron Colombia y conocieron de cerca los contenidos técnicos e ideológicos de la Política de Seguridad Democrática, desarrollada por su aliado, el ex presidente Álvaro Uribe, con el cual se reunieron e intercambiaron inclusive información de Inteligencia policial y militar.
En el documento argumental de la PSD, se indica que las fuerzas de derecha deben conseguir “la colaboración” de los medios de prensa en las operaciones y campañas antisubversivas y en contra de la izquierda, así como ayudar a la identificación de “terroristas” e instalar esas personificaciones en las informaciones de los medios. Además, se plantea la necesidad de que la prensa contribuya a la “validación de fuentes” provenientes de los partidos de derecha y de organismos policiales y militares.
El texto doctrinario, conocido y analizado por los directivos de RN y algunos directores y editores de medios de prensa conservadores, también señala que “el Estado promoverá y respaldará la reflexión por parte de los periodistas y de los medios acerca de cuál debe ser su papel en una democracia en peligro; si sus prácticas periodísticas respaldan los valores democráticos, qué fuentes de información legitiman y cuáles son los efectos del lenguaje que utilizan”.
En el caso de Chile, esas ideas junto con aplicarse en toda la campaña comunicacional contra/reformas, son implementadas específicamente en el tratamiento de la situación en La Araucanía (“extremismo”, “violentistas”, “conflicto mapuche”) y en cuanto al movimiento estudiantil (“encapuchados”, “anarquistas”, “violentistas”).
En definitiva, toda una gama de ideas, instructivos, formatos, herramientas, en que la derecha, en materia comunicacional, parece no descuidar ningún elemento para obtener logros políticos e ideológicos.
Fuente: Reporte