viernes, noviembre 22, 2024
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Después de 33 Años: EE.UU Sacó a Cuba de la Lista de Países Patrocinadores del Terrorismo

Estados Unidos retiró a Cuba de su lista de países patrocinadores del terrorismo, eliminando así una de las trabas más grandes para la normalización de relaciones tras más de cinco décadas de enemistad. El vocero del Departamento de Estado norteamericano, Jeff Rathke, en una nota oficial señaló que «el plazo de 45 días de notificación al Congreso expiró y el Secretario de Estado tomó la decisión final de rescindir la designación de Cuba como Estado Promotor del Terrorismo, que se torna efectiva este 29 de mayo».

 

La nota precisa que Estados Unidos mantiene preocupaciones y divergencias con La Habana, pero no existen criterios relevantes para mantener esa política, y la acción refleja la convicción estadounidense de que Cuba reúne los criterios para ser excluida.

Para ser efectiva, la decisión requiere de su publicación en el Federal Register, el diario oficial estadounidense, aunque la oficina diplomática aseguró que la decisión se torna efectiva de inmediato.

Cuba estaba incluida en la «lista negra» –elaborada anualmente el Departamento de Estado– desde 1982.

Washington argumentaba que la isla había servido de refugio a miembros del grupo separatista vasco ETA y a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), además de albergar a reconocidos fugitivos estadounidenses.

Pero en medio de las negociaciones que anunciaron los dos países en diciembre, la inclusión de Cuba –rechazada abiertamente por La Habana– representaba tanto un problema como una paradoja, pues Washington estaba acercándose a un país con supuestos vínculos con el terrorismo internacional.

El embargo y la lista de terrorismo son los asuntos más difíciles de abordar.

Así las cosas, en abril pasado el presidente Barack Obama ya había anunciado su intención de remover a Cuba de la lista y enviado al Congreso un informe en el que certificaba que el gobierno de Cuba no había apoyado el terrorismo internacional en los últimos seis meses y que no lo haría en el futuro.

Y este viernes se completó el proceso con la eliminación de Cuba de la lista, en la que ahora sólo figuran Irán, Siria y Sudán.

El corresponsal de BBC Mundo en Washington, Thomas Sparrow, calificó la decisión como la más importante y concreta del ejecutivo estadounidense, dentro de sus potestades, de cara al desmontamiento de las estructuras que durante tanto tiempo impidieron un vínculo entre las dos naciones.

Y es que si bien todavía queda el problema del embargo económico, al estar el mismo vinculado a una ley su retiro no está en manos del ejecutivo sino del Congreso, donde hay una serie de opositores de peso como los senadores Marco Rubio y Robert Menéndez.

A los países que considera patrocinadores del terrorismo, Washington les prohibibe exportar o vender armamento, controla ciertas exportaciones que también mejorarían sus capacidades militares y restringe tambiéen su asistencia económica.

Y en el caso particular de Cuba, estas sanciones ahondaban las que ya habían sido impuestas de manera más extensa por el embargo económico, que sigue vigente y por el momento continúa definiendo la relación entre los dos países.

Así, Cuba seguirá afectado por restricciones históricas, aunque la medida servirá para que baje «la prioridad en la implementación de sanciones», le dijo a BBC Mundo Arturo López Levy, investigador de temas cubanos en la facultad de Estudios Internacionales en la universidad de Denver, Colorado.

Pero quizás el efecto más importante de la decisión es la oficialización de la «nueva mirada» con la que el gobierno de Estados Unidos ahora ve a la isla.

«De un país que ha sido por rutina gubernamental considerado una amenaza, va a ganar espacio el diagnóstico de Cuba como un país en transición», explicó López Levy.

«Esto representa un diagnóstico que requiere un tipo de política distinto y, en ese sentido, gana en tracción la idea de una política de intercambio y comercio con Cuba como la manera más apropiada de lidiar con la nueva situación», agrega.

Además, «facilita los negocios de otros países con Cuba, porque elimina el dramatismo asociado a una relación con un estado clasificado como terrorista por Estados Unidos».

Ambos países ya han abordado asuntos como migración y expansión de transacciones comerciales y financieras.

Por otro lado, la decisión de Washington también responde a las demandas de Cuba, presentadas una y otra vez en los últimos meses.

El gobierno de La Habana consideraba su inclusión en la lista como «injusta» e «infundada» y la Casa Blanca ahora parece estar de acuerdo, pues al sacarlo de la lista Washington confirma que, a su juicio, el gobierno de Raúl Castro no ha apoyado el terrorismo internacional en el pasado inmediato y ofrece garantías de que no lo hará de nuevo.

Sobre el primer punto, el mismo Departamento de Estado ya había reconocido que Cuba se ha distanciado de ETA, está albergando las conversaciones de paz entre el gobierno de Colombia y las FARC y no tiene indicaciones de que haya ofrecido «armamento o entrenamiento paramilitar a grupos terroristas».

Pero La Habana muy probablemente había permanecido en la lista por cuestiones políticas y por trabas como la detención, hasta diciembre pasado, del excontratista estadounidense Alan Gross.

Era el segundo punto –las garantías de no repetición– el que quizás resultaba más difícil de comprobar, por lo que el anuncio de Washington también puede entenderse como un gesto de credibilidad hacia el nuevo proceso entre los dos países.

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