Tan pronto como anunciaron el fin de los combates contra los talibanes de Afganistán, las tropas norteamericanas se preparan para “colaborar” en la lucha contra el Estado Islámico en territorio sirio. Irak, Afganistán, Siria son escenarios que llevan a los observadores a acuñar el concepto de “guerra permanente”. Los efectivos norteamericanos están siempre interviniendo en algún lugar del planeta y la ciudadanía estadounidense se está acostumbrando a vivir esta situación como si fueran tiempos de paz y a mirar con indiferencia los retiros sin victorias del que se dice el ejército mas poderoso del mundo.
La derrota de los talibanes no fue posible. Después de 13 años de combates, las tropas norteamericanas y sus aliados de la OTAN anuncian el fin de las acciones y ceden esta responsabilidad al ejército afgano. Los yankees se quedarán para entrenarlo y participar en operaciones contraterroristas..
“La guerra en Afganistán ha terminado en el mismo sentido en que terminó la guerra de Irak en 2011. Es decir, en realidad no ha terminado”, dice el historiador militar Andrew Bacevich, veterano de Vietnam y padre de un soldado muerto en Irak. “Los americanos se marchan pero la guerra continuará. El resultado está por decidir”.
¿Quuién gana? ¿Quién pierde? Los talibanés celebraron el anuncio de EE.UU. El ejército afgano sigue en la lucha. Los norteamericanos perdieron 2 mil 224 efectivos y uno 20 mil resultaron heridos. Obama intenta aminorar el costo político con un “retiro programado” que se extenderá hasta 2016. Así la falta de éxito en los objetivos que llevaron a la guerra, pueden disimularse y se evita el riesgo de que los talibanes recuperen Kabul, la capital afgana.
El diario español El País comenta en un artículo reciente “El Afganistán que EE UU empieza a abandonar no es un país estable. En 2014, murieron más de tres mil civiles afganos, la cifra más elevada desde 2008, cuando la ONU contó por primera vez las bajas civiles. Este mismo año, murieron unos 5.400 soldados y policías afganos”. Y el periodista David Finkel afirma, en su libro ‘Gracias por sus servicios’, que las guerras en Irak y Afganistán “han creado unos quinientos mil veteranos americanos heridos mentales”
El balance que nadie ha hecho es sobre la reacción ciudadana: ni la muerte de sus soldados en territorios lejanos, ni las reacciones y respuestas que el país sufre por sus intervenciones en el extranjero; ni el elevado costo que deben asumir por la mantención de un creciente número de veteranos de guerra, ha logrado que la ciudadanía se movilice para impedir que los gobiernos se involucren en conflictos bélicos imposibles de ganar.