Níkolas Stolpkin (*)
Si hay algo que debemos tomar muy en cuenta respecto al triunfo de Donald Trump (nuevo presidente de Estados Unidos) es que las ideas conservadoras no han muerto, siguen muy vivas. Si no supimos ver la fuerza de tales ideas, eso se podría deber a que se encuentran hoy opacadas por la supremacía de ideas elevadas por minorías, hecho que podría cambiar drásticamente con el arribo del nuevo presidente de Estados Unidos.
No hay que embriagarse con el triunfo de Donald Trump. Algunos se pondrán optimistas y hasta quizá intenten emular su campaña pensando en que han encontrado una “X” fórmula. No. Deténganse y razonen. Donald Trump no ganó desde cualquier plataforma, ganó porque se subió a la plataforma que le brindaba el Partido Republicano. ¿Acaso creen que Donald Trump hubiese tenido el mismo éxito si se hubiera subido a la plataforma del Partido Verde o a cualquier otro?
El triunfo de Donald Trump hay que verlo desde otro punto de vista; es un verdadero llamado de atención para la retórica irresponsable de nuestros gobernantes que han permitido que las ideas de ciertas minorías estén hoy por encima de las ideas conservadoras de las mayorías, anteponiendo las ideas particulares por encima de las ideas generales.
Se podría asegurar que los gobiernos de un buen tiempo a esta parte han estado únicamente gobernando para las minorías, comenzando históricamente por una minoría gran burgués-afortunada y terminando con una minoría pequeño burgués que abraza ideas de minorías “desafortunadas”. Haciendo imperceptible su relación con los primeros y perceptible su relación con los segundos.
No es para nada agradable ver que las ideas de las minorías influyan más en las decisiones de los gobiernos que las propias ideas de las mayorías. Lo único que han logrado los gobiernos al inclinarse por las ideas de éstas minorías, por sobre las mayorías, es crear resentimiento, rabia y divisiones dentro de las sociedades. No ha habido otro objetivo. La premisa “divide y vencerás” la han venido cumpliendo a cabalidad.
Las ideas conservadoras de las mayorías quedan en un segundo plano y sólo son llamadas para pedir su “opinión” cada cierto tiempo, para cuando hay que ir a votar por sus gobernantes. ¿Por qué las voces de las minorías logran tener mayor atención frente a nuestros gobernantes ó frente a los Medios de influencia?
¿La ideas de las minorías tienen más relevancia que las ideas de las mayorías? ¿Por qué las minorías tienen derecho a decidir qué ideas son buenas o malas para las mayorías? ¿Las mayorías conservadoras no tenemos el derecho a disentir de las minorías y sus ideas? Frente a las ideas de las minorías ¿sólo nos queda decir “amén”?
Lo increíble es que las ideas de las mayorías conservadoras se auto-silencian para no ser “políticamente incorrectos” y ser tildados de “intolerantes”, “discriminadores”, “cavernarios” ó “deplorables”, por parte de la dictadura de las minorías. Las mayorías conservadoras, abiertamente, no podrían opinar contrariamente a las ideas de las minorías, ya que estarían en “contra” y automáticamente serían “crucificados” por “intolerantes”.
Y es que ciertas minorías tienen algo que las mayorías no tienen, tienen el respaldo de la clase gobernante y de los Medios de influencia pero, por sobre todo, tienen la “mesada” sistemática de grupos económicos ó “filantrópicos” para tratar de influir en nuestras sociedades.
Pero lo más increíble aún, es que organizaciones que supuestamente estaban para representar las voces de las mayorías terminan seducidos por las ideas de las minorías, utilizando sus conceptos, para quizá buscar tener “empatía” ó cierta “aceptación” dentro de la “popular” minoría ó para que pueda cuadrar con lo que se denomina la “opinión pública”. No saben que han sido absorbidos por una ideología pequeño burgués, pero buscan creer que la están haciendo “de oro” tomando las banderas de las minorías.
La izquierda, salvo excepciones, ha perdido esa conexión que tenían con las mayorías por querer estar bien con las minorías. Y ahora observad en Estados Unidos y Europa: la derecha está tomando la delantera en cuanto a la conexión con esas mayorías porque han sabido interpretar ese descontento y han decidido ser las voces de esas mayorías opacadas por las ideas de las minorías. ¿Cuándo diablos se van a meter eso en sus cabezas?
Pero quizás nos digan que somos “deplorables” también. Sí, somos “deplorables”. Orgullosamente “deplorables”.
(Nota: Espero que hayan captado el MENSAJE. No he querido ser explícito esta vez para no ser “políticamente incorrecto”. Pero esto lo vengo diciendo explícitamente desde hace ya un par de años atrás. Ver artículo de 2013: Carta abierta a un pequeño burgués.
(*) Analista político nacional e internacional, Crítico de política y Cultura Contemporánea.
Fuente: El Comunista