Así como van las cosas, Piñera va a tener que enviar una ley interpretativa de la ley antiencapuchados. Una ley que especifique que hay encapuchados buenos y encapuchados malos.
Si bien los pacos saben por instinto a cuáles proteger y a cuáles agredir, un precedente los dejaría más tranquilos.
Los buenos serían los que salen a marchar los sábados por los barrios acomodados de las ciudades, donde vive el uno por ciento, los privilegiados del sistema neoliberal.
Esa ley interpretativa debe establecer que a ese tipo de encapuchados, no sólo no se les debe reprimir, sino que la policía debe escoltarlos y protegerlos de los encapuchados malos.
Después de todo, son los hijos de los millonarios a los que hay que cuidar, porque dan trabajo, como alguna vez dijera Pinochet.
En efecto, los defensores de la Constitución de Pinochet marcharon, en su mayoría, encapuchados, portando chalecos antibalas y escudos profesionales. Además estuvieron armados con palos, lumas retráctiles y gas pimienta.
Por tal motivo, muchos se preguntan con qué argumentos el Gobierno de Sebastián Piñera busca aprobar la «ley anti encapuchados«, para crear penas de cárcel para aquellas personas que cubran su rostro al participar en una protesta.
Como revelaron las redes sociales, tras comenzar a dirigirse hacia Pedro de Valdivia, a los manifestantes se les unió un grupo de personas con palos y escudos, algunos con insignias de la agrupación de ultra-derecha, Capitalismo Revolucionario.
Algo que llamó la atención es que esta concentración fue escoltada y resguardada por funcionarios de Carabineros, quienes acompañaron a los partidarios por el rechazo e, incluso, se sacaron fotos con varios de estos grupos de extrema derecha.
El derecho constitucional de reunión exige ejercerlo pacíficamente y sin armas. El decreto que lo regula establece que estos palos, lumas, tonteras varias se consideran armas.
La hipocresía tiene nombre y se llama 1ᵃ línea del Rechazo. ¿Lo condena la centroderecha democrática? pic.twitter.com/Wc7HXgGI6T
— Patricio Sainz (@patriciosainzr) February 29, 2020
A los otros encapuchados, los encapuchados malos, esos que lo único que hacen es atentar contra el orden público y perjudicar la economía, con sus maximalistas consignas de democracia, igualdad y participación; a esos encapuchados, hay que darles con todo.
No vaya a ser cosa que la dignidad termine por hacerse costumbre.
Esta situación también se evidenció en Valparaíso, donde los partidarios del rechazo pudieron marchar tranquilamente, mientras que los cientos de personas que decidieron juntarse en la Plaza Vergara, para mostrar su descontento por las políticas de Sebastián Piñera, fueron reprimidas por carros lanza-aguas y rociadas con gas pimienta.
El balance de Carabineros y la PDI arrojó un total de 212 detenidos en las inmediaciones de la Quinta Vergara, durante las 6 noches del Festival de Viña del Mar.
Represión en la Plaza de la Dignidad
A través de las redes sociales, los ciudadanos denunciaron que, mientras la marcha por el rechazo estaba siendo escoltada pacíficamente por Carabineros, en la Plaza de la Dignidad se estaba reprimiendo fuertemente a quienes se agruparon para manifestarse por el Apruebo.
Como parte de la represión un joven de 16 años recibió un impacto de una bomba lacrimógena de Carabineros y sufrió una fractura en el cráneo.
El Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) señaló que el menor sufrió «un traumatismo encefalocraneano (TEC) moderado, fractura con hundimiento (craneal) frontal izquierdo, contusión hemorrágica del frontal izquierdo y fractura frontal de la tabla externa y seno frontal izquierdo».
El joven permaneció internado en la ex Posta Central hasta su traslado a la Clínica Indisa, por decisión de la familia.
Sólo en la ex Posta Central los funcionarios de INDH constataron «al menos 12 personas con lesiones de diversa consideración por lacrimógenas, chorro del carro lanza aguas y objetos contundentes».
«Preocupa al INDH que 4 de estos casos se trate de niños, niñas y adolescentes«, señaló el instituto en su Twitter.
Pijes y Fachos Marchan en el Barrio Alto
por Iván Ljubetic Vargas (*)
Pijes fascistas marchan los sábados a mediodía por el barrio alto. Portan cascos, cubren sus rostros con pañuelos o antiparras (son encapuchados pitucos), llevan escudos de utilería, algunos unas especies punzones de metal (¿los usaran para los asados?) armas punzantes.
Caminan mientras gritan:
“Morir luchando, marxistas ni cagando”
Marchan bajo el tierno cuidado de la misma policía verde que en la Plaza de la Dignidad asesina, deja heridos con balines, bombas lacrimógenas, carros lanzagua y el zorrillo.
Podría tomarse esa marcha de pijes como una especie de parodia. Pero ¡cuidado! Entre ellos hay muchos fascistas.
Y ya conocimos durante 17 años lo que es fascismo. Incluso, antes de ello, jóvenes del pijerío han actuado contra las fuerzas populares. Veamos dos casos.
La guerra de Don Ladislao
Jóvenes pijes como esos que marchan hoy en el barrio alto, un 15 de julio de 1920 asaltaron el local de la Federación de Estudiantes de Chile, FECH.
Recordemos los hechos:
En las elecciones presidenciales del 25 de junio de 1920, se habían enfrentado el liberal Arturo Alessandri con el conservador Luis Barros Borgoño, candidato oficialista patrocinado por el presidente Sanfuentes.
Los resultados dieron un virtual empate.
La definición quedó en manos de un Tribunal de Honor, constituido por el propio Congreso chileno. Ambos dominados por los conservadores. Estos estaban dispuestos a dar el triunfo del candidato oficialista Barros Borgoño alegando irregularidades en las elecciones.
El gran obstáculo para ello lo constituía la oficialidad joven del Ejército, que era partidaria de Alessandri. Entonces el ministro de guerra Ladislao Errázuriz Lazcano ideó una estratagema para alejar a esa molesta oficialidad de la capital.
Aconsejó al Presidente Sanfuentes para que el 15 de julio de 1920 decretara la movilización de tropas hacia el norte (entre ellas las guarniciones de Santiago).
Ladislao Errázuriz argumentó que Perú y Bolivia preparaban una gran ofensiva con el fin de recuperar los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico, aprovechando que pocos meses antes el gobierno boliviano había presentado una nota a la Liga de las Naciones con un reclamo por su falta de salida al mar.
Esta comedia urdida por don Ladislao, que bien pudo transformarse en una tragedia, se dio en momentos en que el país estaba muy agitado.
“Marchas del hambre” recorrían Chile exigiendo la solución a sus problemas. A la cabeza de ellas, estaba la poderosa Asamblea Obrera de la Alimentación Nacional (AOAN). La clase obrera se incorporaba cada vez más a las luchas políticas.
El gobierno dictó el Estado de emergencia.
Estalló una violenta polémica pública entre don Ladislao y la FECH.
Ésta, en su la revista “Claridad” acusó al gobierno de mentiroso, que no existía ningún peligro de agresión por parte de Perú y Bolivia.
El 15 de julio de 1920 una turba de jóvenes de la aristocracia y militares asaltó y destruyó las instalaciones de la FECH.
Fueron detenidos dirigentes estudiantes, las víctimas del asalto, en contra los cuales se llevó a cabo el “Proceso de los Subversivos”.
Uno de los enjuiciados era el poeta José Domingo Gómez Rojas, quién falleció días más tarde, producto de las secuelas de las torturas de que fue objeto. .
También fue detenido el dirigente obrero Luis Emilio Recabarren.
Patria y Libertad
Jóvenes pijes formaron el Movimiento Nacionalista “Patria y Libertad” luego del triunfo de Salvador Allende en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970.
Este grupo fascista realizó una serie de atentados criminales, pero el más siniestro fue el realizado contra el comandante en jede del Ejército René Schneider Chereau.
Recordemos ese crimen de los fascistas:
Jueves 22 de octubre de 1970. Eran las 7 de la mañana. Los terroristas se reunieron en Américo Vespucio Norte. Dieciséis de ellos fueron identificados en el fallo de la Justicia Militar ya citado.
Luego de impartirse las últimas instrucciones, se dirigieron en sus vehículos a la esquina de Martín de Zamora con Américo Vespucio. Allí esperaron. Conocían bien el recorrido habitual que realizaba el General Schneider. Cada uno se ubicó en el lugar asignado. Todos estaban armados y contaban con los elementos necesarios.
Minutos después de las 8 salió el Comandante en Jefe de su hogar. Se ubicó en el costado derecho del asiento trasero del Mercedes Benz, modelo 1966. Su conductor era el Cabo Primero Leopoldo Mauna Morales.
Se inició el acostumbrado camino.
En la esquina de Sebastián Elcano, donde debían doblar a la derecha, se les adelantó un Fiat 1500, de color blanco. No les llamó esto la atención. Pero si se hubieran fijado mejor, habrían reparado en un pañuelo en el espejo retrovisor exterior.
Era la señal para indicar que se trataba del coche guía del operativo.
En el recorrido por Martín de Zamora hacia el poniente, el Mercedes Benz fue sobrepasado por otro vehículo de los fascistas que, junto al Fiat blanco, marcharon precediendo al General.
Al cruzar la calle Soria, un Jeep Willys se ubicó detrás del Mercedes. Poco antes de llegar a Américo Vespucio, un Dodge Dart azul maniobró de tal manera que obligó al chofer militar virar hacia el lado sur de Martín de Zamora, por el cual continuó su recorrido.
Al Jeep Willys se le sumaron otros tres vehículos.
A pocos metros de Américo Vespucio, los coches que precedían al Mercedes frenaron bruscamente, obligando a éste a detenerse. El Jeep lo chocó por detrás, inmovilizándolo.
De inmediato, Jaime Melgoza Garay corrió hacia el costado izquierdo del auto del General Schneider. Llevaba una pistola Colt en la mano. Con él, se acercaron otros dos terroristas. Uno de ellos, con un combo, rompió el vidrio trasero de ese lado.
Simultáneamente otros tres individuos se aproximaron por la parte derecha. Uno de éstos, con otro combo, destrozó el vidrio trasero de su lado.
El fallo de la Justicia Militar dice textualmente:
“Producido el primer rompimiento de vidrios por el costado izquierdo del coche militar, el General Schneider, presumiblemente habría tomado su pistola Star calibre 6,35 mm, Nº 111.451, en espontánea actitud defensiva ante la agresión de que era objeto por ese costado, momento en que el reo Melgoza apunto y disparó la pistola que portaba hacia el interior del vehículo, hiriendo al Comandante en Jefe del Ejército en su mano derecha.
Seguidamente después de aquel disparo, dos de los tres participantes que actuaban al lado derecho del Mercedes Benz, de pie y situados frente a la ventanilla trasera, dispararon repetidamente sus revólveres Ruby Extra hacia el interior del vehículo, impactando dos de ellos en la espalda del General… Producido lo anterior, los participantes en calidad de actores de estos hechos huyeron desordenadamente.”
Apenas conocida la noticia del atentado contra el General Schneider la indignación estalló en todo el país. Desde el primer momento estuvo claro para las fuerzas populares de donde venía la violencia terrorista.
Por ello, los sectores democráticos se movilizaron contra el peligro de un golpe militar. Se reunieron las organizaciones políticas de la Unidad Popular, los comités de base, la Central Única, los sindicatos. Chile entero estaba alerta.
En medio de este clima sesionó, el 24 de octubre, el Congreso Pleno, formado por el Senado y la Cámara de Diputados, que contaba con un total de 200 parlamentarios: 80 de la Unidad Popular, 75 democratacristianos y 45 del Partido Nacional y de la Democracia Radical.
Se produjo la votación. Allende recibió 153 sufragios; Alessandri, 35. Siete parlamentarios votaron en blanco y 5 no concurrieron a la sesión.
A las 13 horas del sábado 24, Salvador Allende fue proclamado Presidente de la República por el Congreso Pleno, por el período 1970 – 1976.
«El domingo 25 de octubre – relata el General Prats en sus Memorias -, a las 7,30, me avisan telefónicamente del Hospital Militar que Schneider ha sufrido un paro cardíaco. Llego a las 7,50 a la sala de operaciones, en el momento en que el Comandante en Jefe deja de existir”.
Las fuerzas populares le rindieron homenaje en uno de sus cantos de lucha:
«Recordando al soldado valiente
cuyo ejemplo lo hiciera inmortal
enfrentemos primero a la muerte
traicionar a la Patria jamás.»
El atentado contra el general Schneider resultó un bumerang para los sediciosos.
El asesinato del Comandante en Jefe del Ejército logró un efecto contrario del que esperaban: se consolidó la posición de Salvador Allende y de la Unidad Popular.
El fascismo no es cosa del ayer. Está vivo y coleando. Por ello no hay que olvidar la advertencia que con finalizó su libro “Reportaje al pie del patíbulo” (Reportaje al pie de la horca”) con fecha 9 de julio de 1943, el escritor y héroe antifascista checoslovaco Julius Fucik:
“Estad alerta”