por Adel Cipagauta Valenzuela:
Desde su humilde Fiorito, barrio rioplatense de extremas carencias y pobreza aguda, saltó al reconocimiento mundial en el ámbito del deporte: su genialidad, voluntad y fuerza física deslumbraron a generaciones de jóvenes practicantes o admiradores del fútbol, en tanto principal deporte de masas.
Reconocimiento popular que, particularmente, en su natal República Argentina, hoy alcanza ribetes míticos semejantes a sus figuras sociales históricas contemporáneas, como Evita Perón.
A través de sucesivos y millonarios contratos profesionales, en un breve período de tiempo, Diego Maradona saltó también desde la extrema pobreza de su entorno familiar, al mundo de la fama, la abundancia extrema.
Proceso personal laboral, que vivió en medio de un descontrolado desarrollo mundial de penetración capitalista en este deporte, que arrebató su profundo sentido social, representativo de los más amplios sectores sociales e instituciones en cada país (colonias de migrantes, barrios, universidades, regiones, u otros) hacia empresas, bajo formas de sociedades anónimas dominadas por inversionistas, con un control económico y financiero de poderosos grupos de poder.
En pocos años en América Latina y el mundo los clubes deportivos fueron arrebatados a la sociedad civil, a los pueblos, transformando esta principal actividad deportiva internacional, en viles sociedades anónimas, cuyo fin principal es el lucro y la acumulación de riqueza, en su propio beneficio.
El “Pelusa” – como cariñosamente lo apodaban en su entorno familiar y barrial – de ahí en adelante estuvo atrapado en el sórdido ámbito de este gran comercio de seres humanos, dominado por poderosos clanes financieros de alcance mundial.
Diego Maradona, destacó no solo por sus virtudes futbolísticas. Él fue un implacable denunciante de las mafias de poder al interior de la omnipotente empresa financiera mundial: Federación Internacional de Fútbol Asociado, conocida por sus siglas, como la FIFA.
Su denuncia permanente de procedimientos delictuales ilícitos y fraudes al interior de FIFA, en beneficio de familiares y/o grupos económicos, protagonizados por dirigentes inescrupulosos, encabezados por su corrupto presidente Joseph Blatter, con el fin de apropiarse en beneficio propio de montos de dinero multimillonarios, que hoy genera el espectáculo deportivo mundial, sus transmisiones y publicidad.
Maradona, fue implacable y pagó caro, su rechazo y denuncia constante de la mafia del futbol enquistada por años, en nuestra región de América Latina a través de la Federación Sudamericana de Futbol (la misma de los corruptos Sergio Jadue, Nicolás Leoz de Paraguay, Eugenio Figueredo, entre otros, enjuiciados y condenados por sobornos, fraude y lavado de dineros).
De todo esto, poco se ha mencionado al momento de precisar la verdad histórica del futbol en América Latina y el rol de Diego, en la incorruptible defensa de los futbolistas profesionales y del futbol como expresión deportiva de nuestros pueblos americanos.
Fiel a su condición latinoamericanista, Diego Maradona jamás olvidó, ni mucho menos negó, su origen socioeconómico humilde. Desde su ascenso, destacado como sobresaliente futbolista, durante décadas reivindicó su adhesión a las luchas de liberación de los pueblos, una y otra vez levantó en alto su voz y su coraje deportivo para expresar apoyo y adhesión irrestricta, en especial hacia las luchas políticas antiimperialistas, en nuestro continente.
Diego, condenó una y otra vez, los intentos sistemáticos de intromisión de los Estados Unidos de Norteamérica, en los asuntos internos de nuestros pueblos, así mismo, respaldó siempre el legítimo derecho de sus luchas por la la dignidad humana, su soberanía y el bienestar social.
Sus reiteradas y públicas expresiones de amor y admiración hacia la Revolución Cubana fueron múltiples, así como con el proceso de liberación bolivariano en Venezuela y la causa indigenista y avances democráticos en nuestra hermana República de Bolivia y su líder Evo Morales.
Su compromiso social y político con “los más jodidos”, con “los de abajo” fue reiterado a través de toda su carrera deportiva, en los momentos de mayor reconocimiento mundial; cualquiera fuese el lugar del mundo en que se produjesen abusos, explotación e inequidades hacia los más pobres.
Su adhesión a la causa por la defensa de los derechos humanos, en especial para denunciar los crímenes durante el período de la dictadura militar en su patria. Solo así, es posible entender el sentido homenaje que las Madres de Mayo, le brindaron frente a su féretro, durante la ceremonia fúnebre.
Hoy, transcurridas los primeros momentos desde su partida física, y con las imágenes del Che y de Fidel tatuadas en sus extremidades – probablemente el “Pibe de Oro”, como lo llaman en su país aquellos cientos de miles de jóvenes argentinos que hace unas horas lo despidieron en la Casa Rosada, viaja feliz al reencuentro latinoamericanista con sus hermanos y amigos entrañables: el Comandante y Presidente de Cuba Revolucionaria Fidel Castro; y el conductor y guía de la Revolución Bolivariana de Venezuela, Comandante Hugo Chávez.
Fuente: Barómetro Latinoamericano