El “descubrimiento” de América es uno de los tantos mitos creados por los historiadores cristiano-occidentales, que consideran a Europa el centro de la “civilización”.
Llaman “descubrimiento” a la llegada de Cristóbal Colón al continente americano, acontecimiento del que este 12 de octubre se cumplen 529 años.
El 12 de octubre de 1492, alrededor de las dos de la madrugada gritos lanzados desde la Pinta, una de las tres carabelas que surcaban el Atlántico, despertaron a las tripulaciones: ¡Tierra!… ¡Tierra!
Era el marinero Rodrigo de Triana, que había divisado en el horizonte una tenue franja terrestre. Algunos recibieron jubilosos la noticia.
Muchos otros reaccionaron con incredulidad, pues ya habían perdido las esperanzas. Pero todos esperaron expectantes la salida del sol.
Y con los primeros rayos del astro, las naves se poblaron de gritos alborozados.
Sí, era verdad. A unas dos leguas de distancia divisaron una isla. El tan vapuleado Cristóbal Colón había tenido razón.
Era la isla de Watling, llamada Guanahani por sus habitantes. El genovés la bautizó como San Salvador.
Ya era hora.
Habían pasado 70 días desde que zarparon del Puerto de Palos el viernes 3 de agosto de 1492, y 35 días desde que habían abandonado la isla Gomera, una de las Canarias, navegando sin ver más que mar y cielo.
El desaliento y la desesperación de los marinos alcanzaban ya su límite máximo y seguían poniendo proa hacia lo desconocido.
Alimentos y agua dulce ya no tenían.
El amanecer de la burguesía
En medio de los vítores de los tripulantes, Colón bajó a tierra y de rodillas en la arena, clavó la cruz y tomó posesión de esos lugares –naturalmente sin pedir consentimiento a sus habitantes- en nombre de los Reyes Católicos.
Pacíficos nativos salieron a recibirlos. Los recién llegados les regalaron gorros de colores y cuentas de vidrios. Y recibieron papagayos y ovillos de algodón. Fue el primer intercambio entre europeos y los habitantes del “nuevo mundo”.
En su Diario escribió Colón, refiriéndose a los arruacos, indígenas de Guanahani: “Ellos dieron todo lo que tenían, mas me pareció que era gente muy pobre de todo”. Pasados 529 años desde entonces, las mayorías de América Latina siguen siendo “gente muy pobre de todo”.
El motor de ésta y de otras empresas similares, llevadas a cabo en el siglo XV, fue el interés mercantil. Detrás de ellas estaba la naciente burguesía.
Hacia fines de la Edad Media, las especias provenientes de Oriente (pimienta, nuez moscada, clavo de olor, jengibre, canela) eran artículos indispensables en Europa. Se utilizaban para aliñar y conservar los alimentos; también se mezclaban con el vino y la cerveza para darles más sabor.
A partir del siglo VIII, las especias y otros productos de Oriente llegaban, transportados por los árabes, hasta Bizancio y Alejandría. Desde esos puntos, comerciantes italianos los llevaban a Europa. Los precios de estos productos eran muy elevados debido a los numerosos intermediarios, el largo recorrido y la gran demanda existente. Pero llegaban.
Sin embargo, todo cambió en el siglo XIV y especialmente en el XV. Los turcos invadieron el Asia menor y cortaron el comercio. Los europeos se vieron enfrentados a la necesidad de buscar nuevas rutas para llegar a las tierras de las especias.
Existían dos posibilidades.
Una, era navegar por el Atlántico hacia el sur, bordeando la costa africana y seguir luego por el Indico hacia el Este. Por tanto, el centro de gravedad mercantil se trasladó desde el Mediterráneo al Atlántico.
Dos países, España y Portugal, pasaron a ocupar un primer plano. Por esto, llegaron a la península Ibérica navegantes italianos y los grandes mercaderes de la época, entre ellos dos capitalistas alemanes: los Welser y los Fugger, estos últimos llamados Fúcares por los españoles.
Sabiduría y audacia de Colón
La segunda posibilidad la concibió Cristóbal Colón, un genovés inteligente, estudioso y valiente. Propuso algo que sonó a un absurdo: llegar al Oriente, navegando hacia el Occidente.
En esa época, la idea generalmente aceptada, era la versión bíblica que la tierra era plana y que en sus confines había insondables abismos.
Pero Colón estaba convencido de que la tierra era redonda. Logró ganar a los Reyes Católicos de España para su audaz proyecto y éstos reunieron los fondos necesarios con prestamistas burgueses. La leyenda de que la reina Isabel de Castilla, la Católica, les dio sus joyas a Colón para financiar su primer viaje, no es más que eso, una leyenda. Un emocionante relato, pero falso.
Cristóbal Colón, navegante y científico de grandes méritos, hombre valeroso y osado, se lanzó hacia lo desconocido en busca de una ruta que lo condujera a la región de las especias (Sudeste y sur de Asia, desde Indonesia al Indostán).
Pero no pudo cumplir su objetivo.
Un continente se le cruzó en el camino.
Quien abrió el camino hacia la tierra de las especias resultó ser un portugués, Vasco de Gama, que el 20 de mayo de 1498 ancló en las cercanías de Calcuta.
Había navegado bordeando la costa de África occidental, doblado el Cabo de Buena Esperanza y cruzado el Océano Indico.
El choque de dos mundos
El 12 de octubre no es el día del descubrimiento de América. Nuestro continente fue descubierto por sus primitivos habitantes, hace más de tres decenas de miles de años.
En Chile se ha encontrado el asentamiento más antiguo de América. Está ubicado en Monte Verde, a 35 kilómetros al Sur Oeste de Puerto Montt.
Los restos hallados tienen una antigüedad de más de 30 mil años. Ahí vivieron los genuinos descubridores del nuevo mundo.
Y no se puede hablar de descubrimiento cuando se llega a una región ya poblada.
¿Se puede llamar a lo ocurrido entonces, un encuentro de dos culturas?
Sí. Pero se trató de un encuentro muy especial, un verdadero “encontronazo”, como lo calificó acertadamente el escritor guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.
Ese hecho abrió paso a la conquista y colonización, que para los pueblos indígenas significó un genocidio.
En menos de 10 años fueron masacrados más de 300 mil nativos. Con toda razón el 12 de octubre es considerado el Día de la Resistencia Indígena.
El 12 de octubre de 1492 es una fecha de gran importancia histórica.
A partir de ella se encontraron dos mundos que se ignoraban.
Lo que se descubrió ese día no fue América, sino el mundo.
El primer viaje de los valientes comandados por Colón hizo posible una historia única de la humanidad.
Un Papa reparte el “nuevo mundo”
El mismo año que Colón llegó al nuevo continente, fue elegido Papa, gracias a turbias maniobras políticas, Rodrigo de Borgia, con el nombre de Alejandro VI.
De vida licenciosa, tuvo varias concubinas. Político y guerrero, unificó Italia venciendo a los Orsini, los Sforza y los Colonno; protegió las artes.
Además, dictó la Bula “Inter caetera divina”, por medio de la cual repartió el Nuevo Mundo, en nombre de Dios, entre los monarcas de España y Portugal.
Las tierras conquistadas y colonizadas pasaron a ser propiedad privada de esos reyes.
Surgieron dificultades entre ellos debido a imprecisiones de la Bula.
Se pusieron de acuerdo y firmaron en 1494 el Tratado de Tordesillas, que determinó que la línea de demarcación correría a 370 leguas al occidente del Cabo Verde. Las tierras al Este serían del rey de Portugal; las del Oeste, del monarca español.
El 14 de septiembre de 1519, el emperador Carlos V incorporó América, a través de un decreto, a la corona de Castilla.
¡Los indígenas son seres humanos!
También se ha pretendido llamar al 12 de octubre el “Día de la Raza”, creando otro mito: la feliz fusión bajo la religión católica de españoles y pueblos que existían en América Latina.
Pero lo que hubo fue un genocidio. Los conquistadores se fueron apoderando del nuevo continente con una crueldad muy poco cristiana.
Detrás de la cruz llevaban la espada manchada de sangre.
Un cura dominico español, Fray Bartolomé de las Casas, salió en defensa de los pueblos nativos. Alzó su voz para denunciar el crimen:
“Luego que los españoles conocieron a las ovejas (los indígenas) como lobos e tigres y leones crudelísimos, de muchos días hambrientos, se arrojaron sobre ellos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte.”
Fray Bartolomé puso el grito en el cielo y fue escuchado.
El 2 de junio de 1537 el Papa Pablo III dictó una Bula, donde señalaba que había que tratar a los indígenas como verdaderos hombres, fieles católicos y capaces de asimilar los sacramentos. ¡Fue necesario que transcurrieran 45 años desde la llegada de Colón a América, para que la Iglesia reconociera que los nativos eran personas poseedoras de alma y razón!
El padre de Las Casas obtuvo otro triunfo cuando el emperador Carlos V promulgó en 1542 las llamadas Nuevas Leyes, prohibiendo, medio siglo después del 12 de octubre de 1492, la esclavitud de los naturales.
A partir de entonces tomará incremento el tráfico de esclavos negros de África, que se había iniciado cuarenta años atrás. Ellos, según la Iglesia, no tenían alma ni razón. Se calcula que entre 1501 y 1641 llegaron así a América unos 620.000 africanos.
El tráfico masivo se produjo en el siglo XVIII, principalmente por los ingleses y franceses, que transportaron más de 5.500.000 esclavos desde África, principalmente a sus posesiones azucareras en el Caribe, como Barbados y Santo Domingo.
Mosaico de culturas
A su llegada al Nuevo Mundo, los conquistadores encontraron un mosaico de culturas.
Desde el punto de su evolución social, en los pueblos americanos se podían diferenciar tres niveles:
1. Sociedades estructuradas sobre la división de clases, con la existencia de un Estado (incas y aztecas);
2. Sociedades de clase con un Estado en formación (mayas);
3. Sociedades en la etapa de la comunidad primitiva, sin clases ni Estado (mapuches).
1. El Estado de Tahuantinsuyo
Conocido también como el “imperio de los Incas”, comprendía casi todo el territorio del Perú y Ecuador actuales, así como una parte considerable de Bolivia, Argentina y Chile.
La posición dominante en el Estado correspondía a la tribu de los incas.
Este Estado mandaba a muchos millones de súbditos, de tribus y pueblos enteros. Realizaba guerras interminables para avasallar a tribus y nacionalidades vecinas.
Tenía una cultura muy avanzada. Construían hermosos palacios y templos, adornados de oro y piedras preciosas, donde residían el Inca, la nobleza y los sacerdotes.
Practicaban una agricultura de regadío, con canales y terrazas. Cultivaban el maíz, la papa, el pimiento. Sólo contaban con un animal domesticable, la llama, que era propiedad del Inca.
Ignoraban la rueda. Poseían una elevada artesanía: tejidos, construcciones, alfarería y metalurgia.
Sabían fundir el oro, el plomo, el estaño y el cobre. Construían carreteras de 5 o 6 metros de ancho y puentes colgantes.
Inventaron una escritura jeroglífica, que sólo usaban el Inca, altos funcionarios y sacerdotes. También tenían un calendario; el año, que comenzaba con el solsticio de verano (en diciembre), se dividía en 365 días, doce meses y cada mes en cuatro semanas.
El último Inca de Tahuantinsuyo fue Atahualpa. Hecho prisionero por los conquistadores ofreció para salvar su vida llenar la habitación en que estaba preso con oro y plata hasta la altura que alcazaba su mano. Cumplió. Pero Pizarro lo hizo asesinar por estrangulamiento el 29 de agosto de 1533.
2. El Estado Azteca
Por muchos siglos existió el Estado esclavista de los aztecas en la meseta México al oeste de Yucatán.
A su cabeza estaba un gobernante con plenos poderes, apoyado por un amplio aparato estatal y los sacerdotes.
Los aztecas llevaron a cabo numerosas guerras. La base de su economía era la agricultura. Cultivaban el cacao, el maíz y el tomate. Tenían una adelantada artesanía. Realizaban un activo comercio.
Poseían escritura. Sobresalían en la arquitectura, la escultura, pintura y literatura. La mayor parte de las expresiones de su cultura desapareció al ser destruida bárbaramente Tenochtitlán, su capital, por los conquistadores encabezados por Hernán Cortés en1521.
El último gobernante azteca fue Cuauhtémoc o Guatemozín, asesinado, luego de salvajes torturas, por Hernán Cortés el 15 de febrero de 1525.
3. La sociedad Maya
Las tribus mayas crearon, a comienzos de nuestra era, una avanzada civilización. Estaban organizados en ciudades-estados, en la península de Yucatán y regiones vecinas.
Era una sociedad esclavista. A su cabeza estaba un gobernante, los jefes militares y los sacerdotes.
Su economía se basaba en la agricultura. Cultivaban el maíz, frutas, leguminosas, algodón, cacao.
Entre los artesanos había tejedores, plateros, talladores.
Conocían los rudimentos de las matemáticas, astronomía e historia. Inventaron un calendario, que calculaba el año con la precisión de un minuto. Tuvieron una escritura jeroglífica. Fabricaban libros.
Los mayas han dejado monumentos espléndidos. Alejandro Lipschutz escribió al respecto:
“En tiempo en que la mayor parte de Europa era todavía bárbara y salvaje, cubierta de selva virgen, la región del Yucatán estaba cubierta de ciudades cuyas ruinas nos dejan de más en más estupefactos”.
Así eran los “bárbaros” a los que vinieron a civilizar los invasores.
4. En la etapa de la comunidad primitiva
Los pueblos que poblaban Chile vivieron hasta la llegada del conquistador europeo la etapa de la Comunidad Primitiva, caracterizada por la no existencia de propiedad sobre los medios de producción, clases sociales ni Estado.
El más importante de ellos era el pueblo mapuche.
¿Por qué vencieron los conquistadores?
No fue, como sostienen algunos, por la superioridad “racial” de los europeos, sino porque los conquistadores tenían mayor habilidad en lo político y además poseían una inmensa superioridad en cuanto a las armas.
En lo político, supieron aprovechar las contradicciones existentes entre las tribus dominantes y los pueblos esclavizados por ellas.
Esta fue la gran debilidad de esas civilizaciones, las más avanzadas de América precolombina.
En cambio, los mapuches, que no tenían otras tribus sometidas, no pudieron ser vencidos por los conquistadores.
Tanto esas civilizaciones, como los pueblos que vivían en la etapa de la comunidad primitiva, sufrieron el peso de la superioridad de las armas del invasor.
Poseían el arcabuz, la ballesta y el caballo.
Este y la pólvora equivalían en aquella época, como señaló Fidel Castro, a “la bomba atómica de hoy”.
Pero con todo, el pueblo mapuche venció sobre los invasores españoles.
Durante tres siglos la región al sur del río Biobío fue territorio libre.
(*) Historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER.