por Oscar Soto (*)
Que en la plenitud del Siglo XXI -atravesados de cabo a rabo por un capitalismo absoluto que logra deshumanizarnos a diario- podamos reivindicar el pensamiento latinoamericano, la revolución social y la espiritualidad liberadora de Nuestra América, es una oportunidad ética necesaria y una demanda urgente.
Un libro sobre las teologías de la liberación en pleno 2018, es un espacio para retomar el camino de las luchas sincréticas, que ayuden a cultivar la esperanza de otro mundo posible.
Teologías liberadoras
La teología de la liberación (TL) y el cristianismo de base latinoamericano plantean una rediscusión al interior de las modalidades en las que se asumen las temáticas de la fe en nuestro continente. La perspectiva de la TL comprende a la liberación humana histórica como una prefiguración y anticipación de un Reino de Justicia y Paz, como una salvación colectiva antes que una vocación individualista e intimista del mundo y el porvenir.
El capitalismo como formación político-económica histórica por su parte, constituye un pecado estructural y un sistema injusto al que se debe combatir. Solo a tales fines, es la incorporación del marxismo y la criticidad del pensamiento latinoamericano los que, como instrumental analítico, facilitan la comprensión de las razones de la pobreza y las injusticias sociales, permitiendo así desmontar el condicionamiento ideológico que le ha impreso a la religión, una dinámica excluyente y justificadora del des-orden vigente.
El cristianismo de la TL en su entendimiento de la “praxis”, como referencia a la práctica que produce el mandato evangélico, establece una relación de imbricación entre la teoría (la teología, la reflexión de la fe y la religiosidad misma) y la práctica (el compromiso activo en la realidad social y el contexto histórico que se vive) que supera la dualidad tradicional que contrapone a los asuntos materiales de la vida, las motivaciones trascendentes de la fe. La gran cuestión de esta forma de concebir el mundo -la miseria y opresión de las culturas, razas y clases sometidas- se torna un problema rigurosamente teológico en tanto ese orden de cosas, violenta un tipo de esperanza contra toda esperanza.
Esto ha pretendido recuperar el Centro Oscar Arnulfo Romero y el Consejo de Iglesias de Cuba, en la incansable labor de Daylíns Rufín Pardo y Luis Carlos Marrero, reuniendo a representantes de las teologías liberadoras latinoamericanas, como Frei Betto, Ivone Gebara, Marcelo Barros, José Ignacio González Faus, Nancy Cardoso, entre muchos otros…, para ofrecer un libro urgente: “Re-encantos y Re-encuentros: Caminos y desafíos actuales de las Teologías de la Liberación”[1]
La perspectiva práctica que los teólogos de la liberación presentan como “praxis”, parte de la concepción de la fe vivida como acto político en el contexto histórico en el que las comunidades cristianas se desenvuelven. En ese sentido han sido las comunidades eclesiales de base, una nueva forma de vivencia histórica de la fe y una manera de ser iglesia, desde una crítica a las modalidades religiosas alejadas de las carencias de los sectores populares, así como una alternativa comunitaria real a la vida individualista que propone el capitalismo, culturalmente hegemónico.
La concientización sobre las causas de los mecanismos de pobreza, el capitalismo, el colonialismo y el patriarcado, pone en consideración a la práctica cristiana misma sobre cómo es posible ejercer los fines de la religiosidad en un continente pobre, marginado, en medio de una sociedad capitalista dividida, en la que los cristianos en su mayoría sufren la injusticia y opresión, mientras un sector privilegiado hace usufructo del orden imperante. La teología se constituye en una función crítica de esa praxis eclesial en las entrañas del capitalismo. Se abre así, la posibilidad de enlazar teoría y práctica en el compromiso cristiano revolucionario.
Quizás con esta obra podamos retomar las palabras de Gustavo Gutiérrez tan necesarias en esta América Latina que tanto duele por estos días:
“…la teología considerada de este modo, es decir, en su ligazón con la praxis, cumple una función profética en tanto que hace una lectura de los acontecimientos históricos con la intención de develar y proclamar su sentido profundo […] Pero si la teología parte de esta lectura y contribuye a descubrir la significación de los acontecimientos históricos, es para hacer que el compromiso liberador de los cristianos en ellos sea más radical y más lúcido. Sólo el ejercicio de la función profética, así entendida hará del teólogo lo que, tomando una expresión de A. Gramsci, puede llamarse un nuevo tipo de <<intelectual orgánico>>.”[2]
(*) Politólogo, estudiante de la Maestría en Estudios Latinoamericanos (Universidad Nacional de Cuyo) y la Especialización en Epistemologías del Sur (CLACSO). Miembro del Centro P. Carlos Mugica y del Espacio Ecuménico Fe y Política.
Fuente: Alainet
Notas:
[1] Consulte el libro en https://www.alainet.org/es/articulo/190384A
[2] Gutiérrez, Gustavo “Teología de la Liberación. Perspectivas” Ediciones Sígueme, Salamanca, Novena Edición, 1980.
https://www.alainet.org/es/articulo/190388