El Deceso de Teillier y la Miseria Moral de la Derecha

Una serie de acontecimientos relacionados; le agregaron bencina al crispado clima político previo a la conmemoración de los cincuenta años del golpe.

El deceso del Presidente del Partido Comunista,  Guillermo Teillier; la declaración de duelo nacional y funeral de Estado, de parte del Presidente Gabriel Boric, y el suicidio del ex brigadier Hernán Chacón, al momento de la notificación de su condena a 25 años, por el asesinato de Víctor Jara, desataron el consabido ataque de nervios de la derecha, la ultra derecha y los sectores más conservadores, oportunidad en que sueltan a sus perros y sus fantasmas; dejan al descubierto preocupantes rasgos de desvarío; y muestran que, llegado el caso, no trepidarían en hacer lo mismodel 11 de septiembre de 1973.

No faltan los que están trabajando para eso. Pero dejémoslo para otra ocasión, pues ahora quiero concentrarme en el espectáculo que brindaron parlamentarios y portavoces de la derecha, pautados por los medios masivos de desinformación, a propósito de la muerte y el funeral de Teillier.

Incluso, se vieron prácticas propias del tiempo de la dictadura, como usurpar el tiempo destinado a ese funeral, para endosarle al espectador, con esa imagen de fondo, las opiniones de esos catones desencajados, que repiten casi con calco las mismas monsergas, e incluso, en el mismo orden.

En sí, las opiniones de esos personajes son irrelevantes, puesto que se limitan a un discurso estereotipado, unilateral y desprovisto de pruebas que lo acrediten,  al tiempo que niegan con puerilidad lo que está debidamente documentado para la historia.

El problema se presenta cuando es repetido hasta la náusea por el sistema mediático, de suerte que hay una elevada posibilidad de que la ignorancia sea retroalimentada por ese circuito, hacia a un callejón sin salida o una banda sinfín.

Si eso no es desinformación, entonces qué puede serlo.

Estamos en presencia de una grave falla del sistema democrático; tanto que en Chile se están atropellando de manera cotidiana, derechos ciudadanos irrenunciables para ser catalogado como tal, como los derechos y libertades de  expresión, información y opinión.

Si no se corrige a tiempo, esta anomalía puede conducir al recrudecimiento de las tensiones, y desencadenar consecuencias disruptivas y violentas.

Me voy a hacer cargo de tres o cuatro argumentos que resumen el nudo de ese discurso, que, en esencia, es idéntico al del 73, actualizado a términos de hoy.

– Teillier fue un terrorista, y por tanto no merece un funeral de Estado

– Fue el autor intelectual del atentado a Pinochet y la internación de armas de carrizal.

– No es un demócrata, puesto que saluda, o no condena, a dictadores como Fidel Castro, Hugo Chávez, Nicolás Maduro o Kim Jong-un.

– El culpable es Boric, por honrar a un terrorista y proferir declaraciones que detonan la posibilidad de consenso en torno a los cincuenta años del golpe.

En torno a lo primero. El discurso de la derecha debiera ocupar con más cuidado el término de «terrorismo» o «terrorista», toda vez que si hay algo suficientemente probado ante la historia, es que la dictadura de Pinochet utilizó el terrorismo de Estado en su variante genocida, contra los partidarios del regimen de Allende, por el solo hecho de serlo. El negacionismo de la derecha la deja en un callejón sin salida, porque la mentira sistemática no altera los hechos construye realidad.

Guillermo Teillier no es un terrorista. La política militar del Partido Comunista no apuntaba a aterrorizar a la población, ni de lejos, como de hecho, no sucedió, sino a la auto defensa contra un regimen que los persiguió con un encarnizamiento demencial, al punto que 510 de sus militantes fueron asesinados o permanecen desaparecidos.

Teillier reivindicó sin rodeos ni medias tintas, haber conducido la política militar del partido en esos años de plomo, a diferencia de sus enardecidos críticos de hoy, respecto a los probados crímenes de Pinochet.

Lo acusan de ser el autor intelectual del atentado a Pinochet, que provocó cinco muertos y once heridos.

Pero sus rabiosos críticos y la jauría mediática omiten que fue Pinochet el que afirmaba que Chile estaba en guerra, y que en el único episodio en que los oponentes se enfrentaron directamente, la derrota de la guardia personal de Pinochet fue humillante.

¿De qué guerra estamos hablando, si al enemigo hasta se le priva hasta de la posibilidad de defenderse, bajo la amenaza del estigma del terrorismo?

El discurso de la derecha trasluce que solo ese tipo de guerra, con árbitro y público a favor, y con el rival maniatado, son capaces de ganar las «gloriosas» Fuerzas Armadas de Chile. .

Enseguida, en la liturgia vino la consabida negación de su condición de demócrata, por apoyar a dictadores, como los ya citados.

De entrada, ellos apoyaron sin ambages ni reservas la dictadura de Pinochet, lo cual descarta la validez ética del argumento.

Parece que todas las dictaduras son iguales, salvo que algunas son más iguales que otras.

Nunca suministran pruebas de los supuestos crímenes atribuidos a Fidel Castro, Hugo Chávez o Nicolás Maduro; pero ocultan rigurosamente los probados crímenes del Estado de Israel contra los palestinos; la vergonzosa intervención de Estados Unidos en Siria, o el monstruoso caso de Julian Assange, que cualquiera de estos días, puede ser deportado a estados Unidos, ante la impasibilidad del mundo, que ignora sus implicaciones.

Por lo demás, ¿con qué moral puede la derecha sacar al pizarrón a alguien, a propósito de derechos humanos, cuando no ha tenido la decencia no ya de condenar, sino siquiera de reconocer los crímenes der Pinochet?

El último argumento de la derecha en la convulsa previa al 50 aniversario del golpe de Estado no me sorprende ni le atribuyo importancia.

Es cierto que Boric no contribuyó a atemperar los espíritus con su comparación entre Teillier «hombre digno, orgulloso de la vida que había vivido», y otros que «mueren de manera cobarde para no enfrentar a la justicia», en obvia referencia al ex brigadier Chacón Soto.

Pero, vamos, eso solo opera en el nivel del pretexto.

La derecha no necesita  pretextos para acorralar a Boric, e imponerle sus condiciones.

Segundo, la derecha no busca «consenso» para la efeméride del 50 aniversario. Por el contrario, es evidente que está agudizando las tensiones.

Tercero, la derecha está operando dentro de sus parámetros habituales, y con sus mismas lógicas, pero en tiempos distintos.

Cuarto, digámoslo sin ambages: estos hechos nos están demostrando que cincuenta años es nada, y que en esencia, atravesamos por el mismo e irresuelto conflicto político y social de entonces.

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí