Si usted quiere entender los procesos políticos e históricos que están cursando bajo la prolongada revuelta social en Chile, no puede dejar de leer la siguiente entrevista del alcalde de Recoleta, Daniel Jadue, a la cadena televisiva libanesa Al Mayadeen.
Notable profundidad y poder de síntesis.
Alcalde Daniel Jadue: «El país definitivamente despertó»
por Yerko Ortega (*).
En el contexto del estallido social en Chile, iniciando un mes de marzo que se anuncia muy intenso en términos de movilización popular, Al Mayadeen conversó en exclusiva con el alcalde comunista de Recoleta (Santiago de Chile), Daniel Jadue, arquitecto, sociólogo y figura de la izquierda en el país sudamericano.
– Muchos comparan a este proceso constituyente con el organizado por la dictadura y los partidos de la Concertación en 1988, para legitimar el modelo que hoy una mayoría de chilenos y chilenas rechaza. ¿Cuál es su apreciación al respecto?
«Mira lo que nosotros estamos viviendo es un Déjà vu de la salida pactada de la dictadura. No es una repetición exacta, pero a todos nos da la sensación de que estamos repitiendo un proceso que nos pudo ahorrar 30 años si es que el proceso hubiera sido el correcto. A pesar de que no firmamos el documento, estamos llamando a participar.
Y esto también es un Déjà vu. Cuando se hizo la salida pactada, en el ‘88, el Partido Comunista (PC) pedía elecciones libres y cambio constitucional ya, porque nos parecía absurdo salir de la dictadura con la constitución de la dictadura, con el modelo de la dictadura y con la impunidad para todos los crímenes de la dictadura.
De hecho, fuimos el único país de América latina que salió de la dictadura en esas condiciones, Todos los otros cambiaron la constitución una vez terminado el periodo formal de la dictadura.
Pero aquí hubo un pacto entre los mismos que firmaron el acuerdo del 15 de noviembre 2019. Con algunas nuevas incorporaciones de última hora. Y con una diferencia fundamental entre el ayer y el hoy. En el ayer, la mayoría fue social y política. Y para el PC, la contradicción principal de periodo era neoliberalismo vs democracia porque entendíamos lo incompatible que era el neoliberalismo, con la democracia.
Sin embargo, una mayoría arrolladora de Chile optó por un camino distinto al del PC. En ese entonces el PC determinó que si la mayoría de Chile opta por una salida que nosotros no compartimos, siendo un partido democrático, le haríamos caso a la mayoría y participamos del proceso que ellos escogieron. Empezamos a participar de manera inmediata pero siempre denunciando que era absurdo lo que estábamos haciendo.
Estábamos en contra de las AFP, en contra de mantener la constitución y el sistema binominal, en contra de la reforma educacional, en contra de las privatizaciones que la Concertación siguió haciendo, profundizando el modelo que se había comprometido a cambiar.
Quizás lo que la gente nunca entendió, es que la concertación tiene una responsabilidad mayor en esto porque en la salida pactada con la dictadura, ellos aceptaron ser minoría parlamentaria a pesar de que eran mayoría parlamentaria. Cuando ellos aceptan la salida con los 12 senadores designados, le dicen a todo Chile que ellos han aceptado una salida en la que siempre serán minoría a pesar de ser mayoría y que, por lo tanto, no podrán hacer ningunos de los cambios prometidos.
Pero no lo dijeron claramente y la gente pensó que con ellos iban a venir los cambios. Este proceso siguió y nosotros que fuimos el partido más golpeado en la dictadura, empezamos a participar en el mundo social y en las mismas organizaciones que convocan a las manifestaciones hoy en día, levantando las mismas demandas que teníamos hacen 35 años. No hay ni una demanda nueva.
Pero el pueblo chileno se desmovilizó porque pensó efectivamente “que la alegra venia”. Esa desmovilización que cundió completa al inicio de los ‘90 se empezó a revertir de a poco a medidas que la gente fue tomando consciencia que la salida pactada era un fracaso. ¿Qué pasó?
En 1994 salimos cerca de 50 mil personas a protestar en contra de la continuidad del modelo. En 1997, salimos como 100 mil, con las mismas demandas. La CUT (Central Única de trabajadores) llamaba todos los años e iban hasta 50 mil personas. Esto empezó a crecer.
En el 2001, con los estudiantes universitarios, salieron más de 400 mil, en el 2006, salieron más de 500 mil y en el 2011, con Camilla Vallejo liderando el movimiento estudiantil, por primera vez salían más de un millón de personas a la calle.
En el 2016, después del nacimiento de No+AFP (2014), salieron más de un millón y medio de personas a la calle. En el 2019, sencillamente este proceso de acumulación de fuerza, que era absolutamente consistente con la pérdida de 1 millón y medio de votos por parte de la Concertación durante sus propios gobiernos, fundamentalmente en los gobiernos de Eduardo Frei y Ricardo Lagos.
Este aumento en la correlación de fuerza estalla en el 2019 cuando ya una mayoría significativa de chilenos, mucho de los cuales habían acompañado la salida pactada, deciden desconectarse de esa salida y hacer un nuevo intento para salir de la dictadura. Por eso hablo yo de “Déjà vu” .
– Sin embargo, pese al rol protagónico y constante del Partido Comunista en aras de conseguir esta desconexión de las mayorías al modelo que usted describe, fue el Frente Amplio (FA) el que capitalizó esa desafiliación masiva a la propuesta de la Concertación.
«Bueno creo que aquí hay una también una campaña histórica en contra del PC, el anticomunismo desde los medios, desde el gobierno. Acuérdese que para los tiempos de la dictadura, todo lo que se movía era «PC». Hoy día empieza a ser parecido. De hecho, esta apuesta por el Frente Amplio también es parte de un proceso en donde al PC se le trata de involucrar y hacer parte de la misma maraña con todos los otros partidos que son cómplices de la salida pactada.
Pero eso creo que se está revirtiendo fuertemente. Bueno, lo que pasó con el acuerdo de Paz es un poco lo mismo.
El PC dice que no podemos firmar un acuerdo que no diga nada de los derechos humanos, sin paridad de género, sin los pueblos originarios, sin diversidad, sin la gente con discapacidad. ¡No podemos firmar un acuerdo de espalda a la ciudadanía! La única demanda en cuanto a mecanismo que la ciudadanía solicitaba, era la asamblea constituyente y la única que no pusieron en el acuerdo, es la que pedía la ciudadanía porque le quisieron decir lo mismo que en el ’88: “Vamos a salir de esto sin ustedes y con un pacto entre nosotros”.
El PC dice No a eso, pero inmediatamente llama a participar, al igual que en el ‘88. ¿Cuál es la diferencia?
En 1988 había una mayoría política y social, en el 2019, la mayoría que firma el acuerdo es solo política. Una mayoría política además, tremendamente desprestigiada, desgastada, y totalmente cómplice. Creo que ha terminado revalorizando la posición del Partido Comunista de manera significativa y el Frente Amplio tuvo una caída significativa en su apoyo popular porque terminó siendo más de lo mismo».
– El gobierno de Sebastián Piñera parece estar atrincherado. Las pocas medidas o intervenciones públicas son amedrentadoras, provocadoras e incendiarias. Por otro lado, la represión y la impunidad siguen en aumento, la derecha más radical se está movilizando y la criminalización de la protesta por los medios es cada vez más descarada. ¿Se está preparando este gobierno para patear la mesa?
«La derecha se está preparando para hacer lo único que sabe hacer la derecha. A lo largo de la historia de Chile la derecha y también el centro político, con la Democracia Cristiana (DC), han masacrado el pueblo de Chile por lo menos en 27 oportunidades de manera absolutamente impune.
Las víctimas de esas masacres han tenido que vivir y crecer en un país en donde los asesinos tienen calles con su nombre, monumentos en las plazas y esta es una situación que ha ido agotando al pueblo de Chile. Cuando uno ve el relato que usted hace, uno reconoce a esa derecha que en su ADN solo sabe mantener sus privilegios a través del uso de la fuerza bruta.
Siempre utilizan a Carabineros y militares para resolver los problemas políticos que ellos no pueden resolver, porque ellos no están dispuestos a ceder. Y por lo tanto este gobierno no ha hecho nada nuevo. Es un gobierno que habla de la paz, pero se prepara para la guerra».
– Usted habló recientemente en la prensa, de peligro de golpe…
«Es que la derecha cuando las cosas no le gustan no organiza manifestaciones democráticas en la calle, organiza golpes de Estado y se pone a disposición de gobiernos extranjeros, el centro también.
Entonces yo creo que la derecha está evaluando todas las posibilidades y dentro de las posibilidades de la derecha, la posibilidad de un golpe siempre está. Hoy día tienen un problema eso sí. Ni Carabineros ni las Fuerzas Armadas tienen legitimidad alguna para liderar un proceso de reconstrucción nacional.
Es que hoy en día no pueden estar más desprestigiados los Carabineros, las Fuerzas Armadas y el gobierno como para poder plantearle a Chile que ellos van a liderar un proceso de reconstrucción de un país que además han destruido ellos».
– Pero la derecha parece dividida. Ciertos sectores han anunciado que votaran a favor de una Nueva Constitución
«No. Yo creo que la derecha es mucho más hábil. Le ha pedido a sus presidenciables decir que están por el “apruebo” para no “matarlos” anticipadamente políticamente. Pero, en términos generales, la derecha completa esta por el rechazo. Y tiene un doble discurso, lo vimos con Evopolis que decía que era partidaria de la paridad.
Incluso recuerdo a Felipe Kast vestido de mujer tratando de convencer a Chile que él era un hombre sensible con la lucha de las mujeres pero Evopolis no pasó ni un solo voto para la paridad!
Entonces tu ves que esa derecha que se dice más liberal, termina siendo igual de conservadora que la otra. No está dividida, se dividen como una forma de ampliar su base de sustentación de tal manejo de no coexistir en el mismo espacio político los más pinochetistas, con los menos pinochetistas y con los que tratan de no ser pinochetistas pero que finalmente terminan en el mismo espacio enlodados todos».
– Pero ni su doble discurso, ni su agenda social, ni sus amenazas de golpe pueden crear las condiciones para una normalización de la situación.
«Ellos no tienen ningún interés en resolver los problemas de los chilenos. Ellos tienen un problema mucho mayor: la ley de la tendencia decreciente de la utilidad hoy día se expresa en su máxima potencialidad porque el mercado ya es global, las empresas ya están consolidadas a esa escala y cuando las empresas se consolidan en un territorio, vuelven a sufrir la ley de la tendencia decreciente de la utilidad y empiezan a desarrollar iniciativas y tendencias para revertir la tendencia decreciente de la utilidad.
Como ya no les quedan otras áreas de la economía invadir, este problema es muy serio. Entonces ellos están tratando de bajar los salarios y de precarizar el empleo, están subiendo paulatinamente el costo de la vida, dos tendencias bastante reconocidas.
Hay dos tendencias más que van de la mano.
Están traspasando al consumidor, la última fase de los procesos productivos para que el consumidor trabaje para la empresa. Nos venden muebles desarmados que nosotros armamos en casa, nosotros echamos bencina en nuestros autos en las bencineras, nosotros embolsamos las cosas en el supermercado y pagamos; contratamos a Netflix para que ellos no tengan que construir cines.
Esta es una tendencia que se empieza a expandir. Y va de la mano con la otra tendencia que es el remplazo del trabajo humano por el trabajo robotizado a través de la revolución de la inteligencia artificia. A esto hay que añadirle la obsolescencia programada y la reducción de impuestos. Este es el programa económico neoliberal hoy.
Y por lo tanto, no permitirán nada que vaya en una dirección, que efectivamente contribuya a que la ley de la tendencia decreciente de la utilidad se manifieste con mayor fuerza, ellos se van a resistir. Por eso en América latina y en el mundo, el programa neoliberal, no importa quién lo desarrolle, Macron en Francia, Macri en Argentina, Lenin Moreno en Ecuador, todos estos presidentes que han querido subir el costo de la vida, como Piñera en Chile con todos su ministros hablando estupideces, no puede desarrollarse en democracia.
A esto se refería el Partido Comunista cuando en 1992 en su congreso definió que la contradicción principal del periodo era Neoliberalismo vs Democracia. En esa época, nadie lo entendió. Hoy día esto parece absolutamente evidente».
– Si la derecha no quiere hacer concesión, si no sabe hacer otra cosa que usar a las Fuerzas Armadas para resolver los problemas políticos que ellos no pueden resolver, si no acepta salida democrática, ¿cómo se prepara el pueblo ante esa disyuntiva?
«Yo no sé si todas esas variables hoy día están exactamente intactas como estuvieron antes en la historia de Chile. Pero tengo algo claro, el pueblo no es como la derecha. Nosotros no vamos a ocupar la violencia bruta como forma de acceso al poder. No vamos a salir a matar chilenos por pensar distintos. Eso lo hace la derecha.
El pueblo se va a seguir manifestando en la calle y tiene que participar en todos los espacios democráticos que se vayan abriendo, nos gusten o no las reglas de estos espacios por lo mismo estamos llamando a participar masivamente el 26 de abril y ojalá elegir más de dos tercios en la constituyente de tal manera de poder escriturar una constitución que sea representativa del sentir real del pueblo chileno».
– Recientemente, usted escandalizó a la derecha reivindicando el derecho del pueblo a defenderse ante la violencia de un aparato de seguridad deslegitimado como también, la creación por el Partido comunista del FPMR (Frente Patriótico Manuel Rodríguez)
«¡Absolutamente! Este es un derecho universalmente reconocido. Es más, cuando uno va a la declaración de los derechos del Hombre, hay una parte que dice: “cuando un hombre es reprimido, todo el pueblo es reprimido, cuando un hombre está bajo presión, todo el pueblo está bajo presión” y los pueblos bajo presión tienen el derecho a defenderse.
Cuando se pierde la legitimidad en el uso monopólico de la fuerza que la sociedad le entrega democráticamente a las instituciones armadas y de orden de un país, el pueblo tiene el derecho a defenderse. Salió el ministro Blumel a decir que mis dichos son un delito y yo lo he retado a que él se querelle si es que hay algún delito. Hasta el día de hoy, no ha habido querella. No creo que la haya porque no hay delito alguno. Tampoco ha sido capaz de reconocer su error, porque no son capaces de reconocer sus errores».
– Una situación de alta conflictividad en la que el pueblo se vería obligado a defenderse, significaría un impasse económico para las élites o estas lograrían acomodarse.
«Yo creo que en la medida que el proceso avance, y se vaya corrigiendo los errores que tuvo ese mal acuerdo del 15 de noviembre, como por ejemplo con la aprobación de la paridad el 5 de marzo, se van a ir abriendo válvulas de escape que van a ir matizando el conflicto. Yo creo que el 26 de abril será un hito formidable. Habrá una gran participación, un gran triunfo del “apruebo” y un gran triunfo de la Convención Constitucional y eso va a desahogar el ambiente, un poco».
– De no patear la mesa el gobierno…
«Es que no creo, hoy día no tienen ni la fuerza, ni la legitimidad para patearla. Tienen un problema. Creo que es la derecha la que terminará sacando a Piñera por los cálculos que suelen hacer. Por eso que los comunistas, anticipándonos a estos hechos hemos llamado a un acuerdo nacional democrático para adelantar las elecciones presidenciales y parlamentaria de tal manera que podamos salir de esto con más democracia y no con menos democracia».
– Bueno, supongamos que sigue el proceso constituyente y ganan el “Apruebo” y la Convención Constitucional. Usted ha reconocido que el candado de los dos tercios sería un problema para las aspiraciones populares, pero que también sería un impedimento para la derecha poder imponer sus intereses.
«Por supuesto. Quizás la Constitución que emane de este proceso no sea la que todos queremos, pero claramente no va a ser la que la derecha quiere. Y, por lo tanto, tendrá mucho menos obstáculos a la transformaciones democráticas de Chile a partir de esta nueva constitución.
Yo no creo en aquellos que dicen que las constituciones son biblias sagradas para 30 ó 50 años. Esta constitución se puede volver a modificar las veces que queramos una vez que este proceso haya terminado. Y yo siento que nadie puede dudar que cuando termine este proceso este país va a ser mucho mejor que el que tenemos hoy en día».
– ¿Pero ese famoso candado de los dos tercios que limitaría las aspiraciones de ambos sectores no generaría un estancamiento peligroso?
«Yo te lo vuelvo a plantear. Quizás no sea la que queremos, yo voy a trabajar para que saquemos más de los dos tercios en la Convención Constitucional. Yo creo que ese es el gran desafió del pueblo de Chile. Que la revolución termine en la urna y que efectivamente saquemos más de dos tercios para acercarnos lo más posible a la Asamblea Constituyente.
Si lo logramos vamos a tener la constitución que queremos, si no lo logramos, la lucha sigue. Yo no conozco ningún proceso de transformación social y política que se corte de un día para otro, de un año para otro, ni en un solo proceso».
– Pero tal vez la gente esté esperando cambios rápidos.
«Creo que la gente tiene que asumir su responsabilidad también. Cuando uno vive todo el día quejándose del modelo, pero no hace nada para cambiarlo, no puedes pedir que las cosas vayan más rápido. Aquí en Chile la gente ha estado dejando de participar en política porque ha comprado el discurso de la derecha, el discurso burdo del “anti-politicismo” y del “anti-partidiario”.
Yo creo que si a la gente no le gustan los partidos que hay, tiene que conformar sus propios partidos y si no le gustan los políticos que hay, tiene que escoger a sus nuevos políticos y los que más alegan, tienen que ser candidatos para ofrecer alternativas. Pero este tema de no ofrecer alternativa alguna y no querer jugar ni que nadie juegue tampoco es una posición democrática.
Entonces, la gente va a tener que asumir que si quiere modificar con mayor celeridad tendrá que participar con mayor compromiso porque lo que vamos consiguiendo es gracias al movimiento social. Si el movimiento social decanta, se debilita o se va para la casa, los cambios van a ser más lentos».
– ¿Qué riesgo existe que el movimiento se debilite o se vaya para la casa vencido por la lógica y tiempos de este mismo proceso constituyente ideado por el Establishment para encausar al revuelta popular?
«Yo creo que el despertar de Chile es un despertar definitivo. De hecho, las generaciones jóvenes aprendieron por su propia y amarga experiencia lo que es la dictadura. Lo que son las violaciones a los derechos humanos, lo que es un toque de queda, lo que es perder a los amigos en la calle luchando, lo que es perder los ojos, lo que es que nuestras mujeres, niñas y adolescentes sean desnudadas para obligarlas a hacer sentadillas.
Eso marca un cambio muy importante. Tan importante que la valoración de la democracia antes del 18 de octubre estaba por debajo del 50% y hoy día está por sobre el 70%. Por lo tanto, esta experiencia directa de lo que son las violaciones de los derechos humanos, al hecho de que la juventud que no logramos convencer en mucho tiempo que la democracia había que defenderla igual hoy día, están consciente de aquello y por lo tanto creo que vamos avanzando.
Yo tampoco soy partidario de aquellos que plantean que no hemos conseguido nada. Yo creo que en cinco meses se consiguió más que en 30 años gracias al despertar de los jóvenes que es una de las grandes adquisiciones que tiene este movimiento.
Yo creo que hay un punto de inflexión, un punto de no retorno. Las y los jóvenes, la ciudadanía, el pueblo cruzaron ese punto de no retorno entre el 18 y el 25 de octubre.
No hay paso atrás».
(*) Analista de política internacional
Fuente: Al Mayadeen en español