domingo, diciembre 22, 2024
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Curalaba y Tucapel: Victorias de la Resistencia Mapuche

La Batalla de Curalaba (del mapudungun curalaba: «piedra partida»), conocida también como Victoria de Curalaba, según las fuentes mapuche, fue una importante derrota militar de las fuerzas españolas frente a los mapuche ocurrida en 1598.

Es considerada una de las principales acciones bélicas de la Guerra de Arauco. Consistió en la casi total aniquilación de una columna comandada por el gobernador de Chile Martín Óñez de Loyola, a manos de las huestes dirigidas por el toqui Pelantaro (Pelentraru).

Esta derrota española y la muerte del gobernador desencadenó el abandono masivo de varias ciudades y fuertes españoles del sur de Chile. En el contexto general de la guerra, esta batalla abrió la Rebelión Mapuche de 1598, terminó con la estrategia española de conquistar totalmente el territorio mapuche, abriendo paso a los períodos de Guerra Defensiva española y, posteriormente, a la implementación de una política diplomática basada en los llamados parlamentos mapuches.

Según los cronistas, los mapuches molestos, resistieron el establecimiento de nuevas fundaciones y fuertes, recientemente edificadas por Óñez de Loyola. Veían esas nuevas poblaciones como una evidencia de que para los españoles no bastaba con el terreno ya conquistado. Pero la principal causa es atribuida a la indignación por el trato dado a los indígenas, a los “servicios personales” impuestos en lavaderos de oro y plantaciones.

Alarmados, diversos grupos ungieron como toqui general de la próxima guerra a Pelantaro, quien tendría ocasión de destacarse en los siguientes años.

Acciones previas del gobernador

A mediados de diciembre del año 1598, el gobernador Óñez de Loyola se encontraba en la ciudad de La Imperial. Venía de recorrer las fundaciones más australes del reino; Valdivia, Osorno y Villarrica, en visita de inspección y tratando de enganchar algunos soldados que engrosaran sus filas para la campaña que se proponía llevar a cabo a la brevedad contra los mapuche no sometidos.

Entonces el capitán Hernando Vallejo, jefe de la ciudad de Angol, le envió un mensajero indígena, solicitando urgentes socorro, pues creía que sería atacado de un momento a otro. Los clanes de Purén estaban evidentemente sublevados. Dos españoles, que habían osado alejarse del fortín de Longotoro, que resguardaban, habían sido muertos, y habían fuertes señales de concentraciones de guerreros Mapuche.

Sin tardanza, el 21 de diciembre, partió el gobernador al mando de una fuerza de auxilio, así el gobernador Martín Óñez de Loyola emprendió, acompañado de 50 soldados y 300 mapuche auxiliares, el viaje entre las ciudades de La Imperial y Angol, en la zona habitualmente disputada durante la Guerra de Arauco.

La travesía obligaba a su columna a adentrarse en los intrincados pantanos de Lumaco y Tucapel, habitual refugio de los mapuche en pie de guerra. Pero Óñez, confiado en la superioridad de sus fuerzas, avanzó aparentemente sin cuestionarse la peligrosidad del movimiento.

En la noche del 21 la fuerza acampó en un lugar denominado Paillachaca, a una legua de La Imperial. Al día siguiente la columna avanzó sin novedad 9 leguas (37,2 km.). Tras esta segunda jornada acamparon en un paraje llamado Curalaba, junto al Río Lumaco, cercado por cerros abruptos.

Pelantaro había concentrado sus fuerzas en las cercanías. Reunió allí entre 300 y 600 hombres, según las distintas versiones, que dividió en tres cuadrillas. Se reservó el mando de una de ellas y entregó las otras dos a los caciques Anganamón y Guaquimilla.

El ataque, tras un sigiloso avance nocturno, se desató en los primeros momentos del alba del día 23 de diciembre. El ímpetu de los mapuche sorprendió a los españoles en el mayor descuido y desorganización. Muchos soldados castellanos trataron de huir despeñándose en un barranco cercano. Sólo un arcabucero alcanzó a disparar un tiro solitario, antes de ser muerto de un macanazo. El gobernador no alcanzó a vestir su armadura, pero logró tomar su escudo y espada y empeñar la lucha por breves momentos.

Los españoles murieron casi en su totalidad. El gobernador pereció, al igual que el corregidor de Angol, capitán Juan Guirao; el capitán Galleguillos y algunos frailes franciscanos que acompañaban a la comitiva; Juan de Tovar y Miguel Rosillo.

Pelantaro, que ya guardaba el cráneo de Pedro de Valdivia, sumó a su botín el de Óñez de Loyola.

Presagios: Diversos autores españoles contemporáneos, como el capitán Fernando Álvarez de Toledo, autor del poema épico Purén Indómito, y el cronista Diego de Rosales refieren apariciones agoreras en el cielo de Chile, supuestamente vistas el día de Santo Tomás, 21 de diciembre, cuando Óñez de Loyola, partía de La Imperial rumbo a su derrota.

Estos relatos, bastante difundidos, hablan de que en el cielo las nubes se abrieron extrañamente, dejándo ver combatientes, aves enigmáticas y otras figuras.

Es un ejemplo curioso, pero no aislado, de la pervivencia de este tipo de relatos folclóricos en la Guerra de Arauco, asociados desde la Antigüedad Clásica con batallas funestas y campañas malhadadas. Siendo sabido que desde la Antigua Roma, el vuelo de las aves es considerado un presagio antes del combate.

Por otro lado, la sabiduría mapuche concedía a la forma y movimiento de las nubes un significado simbólico asociado a la guerra.

Efectos

La batalla de Curalaba se convirtió en el inicio efectivo de la Rebelión Mapuche de 1598, que terminó finalmente con todas las ciudades al sur del río Biobío, excepto Concepción.

De ahora en adelante los españoles dejaran de realizar la expansión por el territorio mapuche de la misma manera que se realizó a lo largo del siglo XVI; y dividiría los territorios españoles en Chile, al tener su territorio norte (la Capitanía General de Chile) como frontera sur el río Biobío, y su territorio sur (Chiloé) como frontera norte el canal de Chacao (exceptuando la posterior recuperación del territorio y ciudad de Valdivia en 1645, y la recuperación a fines de la colonia (a fines del siglo XVIII) de los territorios al sur de esta ciudad, como la ciudad de Osorno).

El revés militar hizo que Felipe III de España decidiera, en 1599, enviar un oficial veterano de las campañas europeas a dirigir la Guerra de Arauco: Alonso de Ribera.

La independencia, soberanía Mapuche en su territorio, duraría hasta 1881 con la invasión del ejército chileno por el lado de Ngulumapu (territorio Mapuche del oeste, Hoy Chile) y de 1883 por el ejèrcito argentino en Puelmapu (territorio Mapuche del este, Hoy Argentina).

Fuente: País Mapuche

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