La derogación o mantención de la “ley de Ajuste” -que da a los cubanos mayores facilidades migratorias que al resto de migrantes de otras nacionalidades- y la política de “pies secos, pies mojados” -que acepta a los cubanos ilegales que toquen territorio estadounidense, pero que rechaza a aquellos que son sorprendidos por la guardia costera en su intento por llegar a suelo de EE.UU.- han marcado el principal desacuerdo entre los representantes norteamericanos y los cubanos en las conversaciones que desde el miércoles pasado se celebran en la isla caribeña. No obstante, El subdirector de la Dirección General de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Gustavo Machín, afirmó que el diálogo se realiza en una atmósfera constructiva y de respeto
Aunque las reuniones para tratar asuntos migratorios entre ambos países se han venido celebrando en forma regular desde 1994, la de ahora tiene connotación especial porque se hace en el marco de la declarada intención de recomponer las relaciones fracturadas desde hace cincuenta años. Mas de 200 periodistas llegados de todas partes del mundo se encuentran en La Habana para dar testimonio del término de uno de los principales resabios de la Guerra Fría.
Uno de los hechos que la prensa internacional ha resaltados es que sean dos mujeres, poderosas funcionarias de carrera, las que estén a la cabeza de las negociaciones: una es Roberta Jacobson, la secretaria de Estado adjunta para Asuntos Hemisféricos y mano derecha en temas de América Latina del jefe de la diplomacia norteamericana, John Ferry; la otra es Josefina Vidal, directora general del departamento dedicado a EE UU del Ministerio de Relaciones Exteriores de la isla. Ambas son las encargadas de poner sobre la mesa de diálogo las instrucciones de Barak Obama y Raúl Castro.
Jacobson, que ya estuvo en años anteriores en La Habana aunque con un rango menor, tiene una larga experiencia en diplomacia latinoamericana, y con este viaje se convierte en la funcionaria estadounidense de más alto rango que pone pie en Cuba desde hace tres décadas. En 2011 de hecho dirigió las últimas conversaciones migratorias —las reuniones semestrales que durante años fueron el único canal de comunicación oficial entre los dos países— antes de que fueran interrumpidas, hasta 2013, por la condena a 15 años de cárcel del contratista estadounidense Alan Gross, liberado en el marco del reinicio de las relaciones.
Por su pate Vidal, licenciada por el Instituto de Relaciones Internacionales de Moscú, también conoce muy bien el campo del rival histórico.Fue de hecho primera secretaria de la Sección de Intereses cubana hasta que, en 2004, regresó a La Habana para asumir el puesto de subdirectora de América del Norte de la Cancillería, oficina que ahora dirige.La última vez que Vidal visitó Washington fue el pasado julio, cuando dirigió la delegación cubana que participó en la penúltima de las rondas migratorias reanudadas, que ayer tuvo su secuela en La Habana.
La primera ronda de las negociaciones en La Habana entre Cuba y Estados Unidos tendrá un carácter exploratorio, de tanteo personal y metodológico, evitándose asuntos espinosos, para garantizar la continuidad del proceso hacia la normalización diplomáticas. Los temas abordados son de fácil acuerdo entre las partes, y permitirán a las dos delegaciones consolidar una hoja de ruta duradera y concluir amigablemente los contactos. Inaugurales. En este aspecto Cuba no tiene problemas ni apuro; no se hace grandes expectativas y requiere de tiempo para hacer los cambios estructurales que se requieren para abrir su economía y su sociedad a un mundo globalizado. Pero Washington necesita exhibir algún logro que confirme lo acertado de la apuesta de Obama y le permita declarar públicamente que las rondas de la capital cubana concluyeron “satisfactoriamente, de acuerdo a lo previsto”.