por John Bellamy Foster (*)
Doscientos años después del nacimiento de Karl Marx, la influencia de su crítica del capital es tan grande como siempre, en el contexto de lo que se ha llamado el “renacimiento Marx.” 1
Para los que creían que el marxismo simplemente había desaparecido con la caída del muro de Berlín, víctima de lo que Francis Fukuyama ha llamado “el fin de la historia”, no deja de ser un desarrollo sorprendente. 2
En 1942, durante lo que el gran economista conservador Joseph Schumpeter denominó el “renacimiento de Marx” en su época, escribió:
“La mayor parte de las obras del intelecto o de la fantasía desaparecen para siempre después de un tiempo que varía entre una hora después de la cena y una generación. Algunas, sin embargo, no lo hacen. Sufren eclipses, pero regresan de nuevo, y vuelven no como elementos irreconocibles de una herencia cultural, sino en su atuendo individual y con sus cicatrices personales que la gente puede ver y tocar. A estas bien podemos llamarlas grandes y en nada afecta a esta definición que relacione grandeza y vitalidad. Tomada en este sentido, esta es, sin duda, la palabra a aplicar al mensaje de Marx”. 3
Voy a argumentar que la “grandeza” y la “vitalidad” de la ciencia social marxista que Schumpeter señala deriva principalmente de su lógica interna como una forma de investigación científica abierta, 4 contra los intentos de la ideología dominante de caracterizar a Marx como un pensador rígido, dogmático, determinista y cerrado, es precisamente el carácter abierto de su “crítica despiadada de todo lo existente” -un carácter abierto inherentemente inexistente en la teoría liberal -el que explica la capacidad de permanencia del materialismo histórico. 5
Esta apertura se puede ver en la capacidad del marxismo de reinventarse constantemente mediante la ampliación de su contenido empírico, así como teórico, de modo que abarque aspectos cada vez más amplios de la realidad histórica en un mundo cada vez más interconectado. 6
Este carácter abierto del materialismo histórico ha sido entendido por los pensadores más críticos, marxistas y no marxistas por igual, y ha sido la base para el desarrollo de su visión dialéctica llevado a cabo por pensadores revolucionarios como Lenin, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, y el Che Guevara.
Sin embargo, en las últimas décadas, el trabajo del proyecto de la Marx-Engels-Gesamtausgabe (MEGA), dedicado a la publicación de los manuscritos completos de Marx y Engels, ha reforzado aún más entre los académicos la visión del carácter inacabado del pensamiento de Marx. 7
El proyecto MEGA ha puesto de manifiesto como nunca antes que la crítica de la economía política de Marx es inherentemente incompleta, resultado no sólo de la incapacidad de una sola persona de finalizar un proyecto de estas dimensiones, pero también del carácter materialista-científico del proyecto, como requiere una investigación histórica y empírica sin fin que no puede ser acotada por la imposición de abstracciones suprahistóricas.
Este carácter inacabado de la obra de Marx aparece a tres niveles:
(1) El Capital propiamente dicho, ya que sólo el primer volumen fue publicado mientras vivía Marx, y el segundo y tercer volúmenes fueron editados por Engels a partir de sus cuadernos (hubo numerosos borradores de su crítica de la economía política, que abarcan quince volúmenes en MEGA);
(2) su crítica general (El Capital pretendía ser sólo el primero de seis libros, incluyendo volúmenes sobre la propiedad de la tierra, el trabajo asalariado, el estado, el comercio exterior y el mercado mundial y las crisis); y
(3) la totalidad de su proyecto histórico más allá de la crítica de la economía política, simbolizado por su enorme cronología de la historia del mundo, que se extiende sobre 1.500 páginas. 8 Además, Marx dejó atrás más de doscientos grandes cuadernos de extractos de otros autores, que revelan el alcance de sus investigaciones, que abarca las ciencias sociales, la historia, la antropología, las ciencias naturales y las matemáticas. Muchos de éstos fueron escritos después de la publicación de El Capital y revelan sus esfuerzos para ampliar su análisis en varias áreas, en particular a través de la incorporación de las ciencias naturales.
Lo que Marx lego, por tanto, fue un vasto corpus incompleto que refleja un amplio espectro de estudios científicos, que es incluso más voluminoso cuando se añade la obra de Engels.
Llama la atención de los investigadores que se enfrentan a esta masa de materiales que Marx considerase sus concepciones teóricas como “principios fundamentales”, como señala en su prefacio de 1859 a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, y no como postulados a priori, simplemente a la espera de confirmación.
La naturaleza de sus estudios implicaban la necesidad de transformar constantemente sus hipótesis provisionales en función de la evolución de los datos. 9 Es decir, las investigaciones de Marx eran científicamente abiertas, incluso a medida que avanzaba desde bases rigurosas.
La naturaleza inacabada de El Capital llevó a Michael Lebowitz a argumentar en su Más allá de El Capital en la década de 1990 que el volumen que faltaba sobre el trabajo asalariado sesgaba el análisis de Marx, lo que requería una reconstrucción radical de sus puntos de vista a partir de la economía política del trabajo asalariado . 10
Más recientemente, otros, como el economista alemán y colaborador de MEGA Michael Heinrich, han utilizado el carácter incompleto y la naturaleza abierta de las investigaciones de Marx para cuestionar el estatus teórico de la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. 11
El economista italiano Riccardo Bellofiore ha interpretado la concepción de Marx de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia más ampliamente como una “meta-teoría de las crisis” con la que todas las teorías de las crisis de Marx están relacionadas, y no como una mera predicción empírica monocausal. 12
En los últimos años, la nueva comprensión de la teoría monetaria de la producción de Marx y su análisis de la forma-valor ha permitido a los estudiosos superar el llamado “problema de la transformación” (conectado a la relación entre valor y precio en el esquema de Marx), haciendo evidente que este supuesto problema se derivaba de una falta de comprensión de la ruptura revolucionaria de Marx con la economía clásica ricardiana. 13
Otros pensadores han utilizado los cuadernos inéditos o recién publicados de Marx para estudiar sus exploraciones posteriores de cuestiones como la ecología, el género, y el imperialismo. 14
Todo esto ha contribuido al rápido desarrollo actual de la teoría marxista. La influencia ejercida por los cuadernos de extractos de Marx que se están publicando en la última fase del proyecto MEGA se asemeja al papel central que la publicación de la correspondencia entre Marx y Engels jugó en las generaciones anteriores.
Como Lenin explicó, en estas cartas “el extremadamente rico contenido teórico del marxismo se revela gráficamente,” abarca “los aspectos más diversos de su doctrina”, incluyendo lo que era “lo más nuevo (en aquella época), más importante y más difícil.” 15
Es precisamente este énfasis en lo diverso, lo nuevo y lo difícil de algunos aspectos del análisis de Marx (y de Engels) -evidente en el carácter inacabado de la investigación en la que se basa-, lo que actualmente se ha convertido en una fuente de conocimiento e inspiración, dando lugar a nuevos enfoques creativos del materialismo histórico. Este carácter incompleto del corpus intelectual de Marx es, por lo tanto, reconocido como una fuerza, haciendo evidente el carácter científico del materialismo histórico como nunca antes.
Sin embargo, si el carácter incompleto de la crítica de Marx, y por lo tanto la necesidad de reconstruirla y ampliarla, es ahora ampliamente reconocido, la renovación de la teoría marxista sobre una base científica ha servido para subrayar el carácter teórico abierto del enfoque general de Marx sobre la dialéctica, el materialismo y la historia. Por esta razón sus investigaciones intelectuales fueron tan laboriosas y amplias, como Marx dijo con palabras célebres: “no hay un camino real para la ciencia.” 16
En agudo contraste con Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Marx sostenía que la forma dialéctica de presentación estaba limitada, precisamente, por el hecho de que su finalización por completo era imposible, que las relaciones dialécticas deben concebirse como mediaciones dentro de una totalidad que es en sí misma abierta, no reducible a un círculo preconcebido o a una lógica suprahistórica. El análisis dialéctico solo, por lo tanto, no puede proporcionar respuestas significativas independientes de la investigación empírico-histórico.
Del mismo modo, Marx fue uno de los primeros en descubrir que el materialismo exigía una perspectiva teórica de sistema abierto, que evitase cualquier cierre simple o leyes universales omni comprensivas. Para Marx, la historia en sí estaba inherentemente abierta: “Toda la historia no es más que una transformación continua de la naturaleza humana.” 17
Sólo mediante la comprensión de la naturaleza abierta de la crítica de Marx podemos apreciar toda la gama de sus investigaciones -a menudo tentativas y en los márgenes de su análisis.
Estos extremos sueltos del análisis materialista histórico están dando lugar a las revoluciones que están teniendo lugar en diversos dominios de la teoría de Marx, incluyendo el análisis de la forma valor, la teoría de la reproducción social, la crítica del capitalismo racial, y la ecología marxista.
Junto con la revolución permanente de la teoría y la práctica en relación con el estado y la revolución en el Sur global inspirada en parte por la fusión del materialismo histórico con distintas tradiciones revolucionarias vernáculas, estas tendencias apuntan a la aparición de un marxismo nuevo y aún más radical para la siglo XXI.
La dialéctica abierta de Marx
“Si hay un hilo común a la crítica posmodernista de Marx (que también comparte con los positivistas ‘modernistas’),” escribieron José Fracchia y Cheyney Ryan en su notable ensayo “Crisis y compromiso en la ciencia materialista histórica” (1992), “es la negativa a ver la ciencia materialista histórica de Marx como un proyecto abierto y el intento resultante de ‘congelar’ ese proyecto a nivel de su ‘paradigma’,” concibiendo lo como una teoría rígida histórico-filosófica sobre impuesta a la realidad. 18
Para entender cómo el análisis de Marx se aparta de tales caracterizaciones, es útil examinar las diferencias fundamentales entre el razonamiento dialéctico de Hegel y el de Marx.
Para Hegel, la “verdadera infinitud” se concibe como un círculo o una totalidad cerrada en sí misma, formada por la “mente” o “espíritu” ideal. Por el contrario, un “mal infinito” no gira sobre sí mismo, y no adopta la forma circular, pero está representada por una línea recta, es decir abierta. 19
Debido a que la dialéctica hegeliana es comprendida como un círculo en el sentido de que retorna a un nivel superior a su origen, el resultado necesario, teleológico, de su largo desarrollo es una absoluta unidad filosófica, que marca el final de la historia misma. 20
La Historia y el análisis empírico simplemente llenan lo que ya ha sido prefigurado a nivel de la “idea absoluta”.
Esto constituye el elemento místico del gran sistema hegeliano. Como Fracchia y Ryan señalan, “la noción hegeliana de que el pensamiento dialéctico siempre vuelve a su punto de partida, que es necesariamente circular en este sentido, significa que dicho trabajo intelectual [la comprensión de los detalles histórico-materiales] no altera la estructura inicial; simplemente subsume la realidad en tales conceptos”. 21
Validando el método de Marx, por el contrario, el filósofo realista-crítico Roy Bhaskar insiste en que“las buenas totalidades son … abiertas; las malas totalidades son cerradas … exactamente lo contrario del punto de vista de Hegel.” 22
En el argumento idealista, esos detalles histórico-materiales que no pueden simplemente ser utilizados para apoyar la estructura teórica abstracta son a menudo tratados como meramente contingente, que deben ser descartados por completo.
De esta manera, la realidad está hecha para ajustarse al pensamiento, por lo que incluso el análisis empírico se convierte ante todo en mero “empirismo abstracto.” 23
El positivismo crudo, que a menudo se presenta como una forma de empirismo no mediado, en realidad deriva su lógica de la hipótesis de que tales investigaciones empíricas proporcionan acceso a leyes suprahistóricas, universales e inmutables.
Por lo tanto, es esencialmente idealista, aunque no en el sentido del idealismo absoluto. Su reduccionismo característico es a menudo simplemente un medio de forzar la realidad orgánica sobre un lecho de Procusto, desfigurando la en el proceso. 24
Marx se basó en aspectos de la dialéctica de Hegel en toda su obra, y al mismo tiempo rompió con ella. A pesar de la famosa declaración de Marx en El Capital, esta ruptura no consistió simplemente en invertir a Hegel, en ponerle de pie en vez de cabeza abajo. La transformación de la dialéctica idealista en una materialista no fue tan fácil. 25 Por el contrario, exige cuestionar la forma misma de abstracción conceptual empleada por Hegel.
En contraste con la dialéctica idealista, en la que el pensamiento es lo más importante y la realidad simplemente se ajusta a la lógica dialéctica a través de las complejas relaciones de un sujeto-objeto idéntico, la dialéctica materialista otorga una función primordial a las mediaciones del mundo real que no tienen a priori base suficiente en el pensamiento puro.
Fue este dilema el que llevó a Marx en ocasiones a referirse sarcásticamente a la “burbuja teórica” del idealismo alemán. 26
Si las mediaciones dialécticas fueron significativas, en el sentido de que representan la verdadera complejidad del universo reflejada en el pensamiento, una verdadera representación dialéctica tiene que surgir de investigaciones concretas y de la vida real de lo material. Como escribió Marx, “la forma dialéctica de presentación solo es correcta cuando conoce sus propios límites (Grenzen).” 27
El método de Marx fue de aproximaciones sucesivas, centrándose primero en los aspectos más esenciales de las relaciones sociales y materiales que rigen un determinado modo de producción y la abstracción temporal de los aspectos contingentes menos esenciales, para incorporarlos en una etapa posterior en niveles más concretos de análisis. 28 El objetivo final es comprender las mediaciones concretas, las contradicciones y procesos que definen una formación social histórica específica.
Visto de esta manera, como Fracchia y Ryan señalan, “el conocimiento es un proyecto abierto que no puede ser completo en el sentido hegeliano; El Capital de Marx, por tanto, debe ser leído como un libro abierto.” 29 Las declaraciones aparentemente más ‘deterministas’ de Marx se refieren todas a los niveles más abstractos de análisis, como en sus estudios de la lógica pura del capital.
En sus etapas más concretas, por el contrario, su obra tiene en cuenta lo contingente plenamente como un reflejo de la fuerza del cambio en la historia. 30
Aunque el análisis del modo de producción capitalista, de acuerdo con su propia lógica interna, requiere un alto grado de abstracción teórica (como en la teoría del valor), la comprensión de la sociedad burguesa en su complejidad material total en el momento de cambio histórico – el objeto real de Marx- exigió investigaciones más detalladas, para las que la teoría podía proporcionar, en el mejor de los casos, unos hilos conductores.
A pesar del rigor que aportó, en el centro del enfoque teórico de Marx, como Fracchia y Ryan explican, se encuentra el reconocimiento de los “límites definidos de la teoría de comprender su objeto”. Por lo tanto, al igual que en cualquier esfuerzo científico serio, el marxismo como una modo de análisis esta “en estado permanente de crisis”, dedicado sin cesar a “proyectos abiertos” de investigación sobre los procesos históricos. 31
Nada de esto, por supuesto, confiere licencia intelectual para todo. Aunque abierta a la contingencia histórica y al cambio, la crítica del capital de Marx, sin embargo, conserva una metodología de base. 32
Reconociendo la necesidad de seguir el modo dialéctico de investigación de Marx mientras se mantiene el análisis abierto a la historia, Georg Lukács escribió en Historia y conciencia de clase su famosa frase de que “la ortodoxia se refiere exclusivamente al método.” 33
De esta manera, el carácter abierto del pensamiento de Marx sirve para distinguirlo de los sistemas cerrados, teleológicos, de análisis, cuyas teorías, conceptos, e historia se basan todos en abstracciones transhistóricas. Para Marx, todas las categorías “llevan una huella histórica” 34
En un pasaje ampliamente aceptado como el resumen más importante de su método, Marx escribió en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte : “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen simplemente como quieren; no la hacen en circunstancias elegidas por ellos mismos, sino en circunstancias que encuentran, dadas y transmitidas directamente del pasado.” 35
La teoría de sistema abierto de Marx
Hoy Marx es a menudo considerado un pionero de la perspectiva de los “sistemas abiertos”. El marxista ceylandés Kumar David observó recientemente que Marx “sin saberlo … fundó la teoría de los sistemas científicos moderna; lo hizo en la economía política.” 36
En este sentido, Marx logró integrar en su crítica de la economía política el concepto de sistema abierto de la termodinámica, añadiendo una perspectiva ecológica a su análisis.
Lo logró mediante la adaptación del concepto de metabolismo, a partir de las obras de su amigo, el médico alemán, Roland Daniels y el destacado químico germano Justus von Liebig, pero también apoyándose en los avances teóricos de la física de su tiempo. 37
Marx pudo así orgánicamente conectar su concepción materialista de la historia con la concepción materialista de la naturaleza. Como Kenneth Stokes explica en El hombre y la biosfera, el “modelo [de Marx (y Engels)] integra explícitamente la noción de la interacción metabólica del hombre y de la naturaleza propia de los sistemas abiertos; la noción de que el proceso económico está incrustado en la Biosfera”(‘el metabolismo universal de la naturaleza’), lo que hace de Marx un precursor del enfoque de sistemas abiertos moderno”. 38
Para Marx, la relación entre la naturaleza y la sociedad era recíproca, una unidad de contrarios aparentes, materialmente mediada a través del metabolismo social-ecológico. Esta perspectiva informaría su comprensión del robo o expropiación de la naturaleza por el capitalismo, generando la idea de la brecha metabólica.
La producción y el intercambio humanos no podían verse simplemente como un flujo circular (como Schumpeter hará más tarde, apoyándose en el trabajo del fisiócrata François Quesnay), sino como un sistema de acumulación y de expoliación o disipación. 39 Toda la ecología de inspiración marxista deriva de estas ideas centrales.
Para Marx, tales conclusiones eran producto de un materialismo consecuente. En palabras de Bhaskar, “la profundidad [de] la apertura de la naturaleza” evidente en el realismo crítico dialéctico que Marx ejemplifica, “implica la falsedad del triunfalismo cognitivo”, es decir, no hay una conformidad necesaria entre pensamiento y sus objetos. 40
Las razones de esto fueron quizás expresadas más poderosamente por Engels: “Desde el momento en que aceptamos la teoría de la evolución natural, todos nuestros conceptos de la vida orgánica corresponden sólo aproximadamente a la realidad.
De lo contrario no habría ningún cambio. El día en que los conceptos y la realidad coincidan por completo en el mundo orgánico el desarrollo llegará a su fin.” 41
La historia abierta de Marx
A diferencia de Hegel y el pensamiento burgués en general, el método de Marx no apunta a ningún “fin de la historia”. La historia para él es un proceso radicalmente abierto, un proceso de cambio y desarrollo en la sociedad que lleva a cabo la humanidad misma como el “ser auto-mediado” de la naturaleza .
Los seres humanos son seres objetivos, y por lo tanto, seres históricos. “En la visión de Marx, que no reconoce nada como absolutamente definitivo,” escribió el desaparecido István Mészáros, “no puede haber lugar para una edad de oro utópica, ni a la ‘vuelta de la esquina’, ni a lejanas distancias astronómicas. Una edad de oro así sería el fin de la historia, y por lo tanto el final del hombre mismo.” 42
Todas las declaraciones de Marx sobre la sociedad futura prevén la continuación de la historia y las luchas humanas, aunque sea como una “sociedad mejor más allá del capitalismo». Aquellos que argumentan que Marx vio el socialismo como una sociedad de la abundancia en la que todos los conflictos habrían sido trascendido, pasan por alto su insistencia en que la lucha continuaría, ya que los productores asociados buscarían regular racionalmente el metabolismo entre el hombre y la naturaleza en su conjunto, al tiempo que desarrollar sus propios poderes humanos distintivos. 43
Una de las áreas del análisis histórico de Marx que a menudo es admirado, pero también criticado por su percibida inmutabilidad, es su crítica de la concepción política-económica clásica de la “acumulación originaria llamada [primitiva]”; “llamada”, en opinión de Marx, ya que podría no ser vista simplemente como anterior (mucho menos “primitiva”, un error de traducción) en el sentido de necesariamente anterior al presente, ni tampoco, como Maurice Dobb señaló hace mucho tiempo, como acumulación de capital.
Como Marx dejó claro, el término apropiado para este proceso de desarrollo capitalista era la expropiación (apropiación sin equivalente), que en gran medida define la era mercantilista de mediados del siglo XV a mediados del siglo XVII.
Aunque la extracción de beneficios mediante la expropiación podría ser vista como particularmente característica del mercantilismo, Marx, sin embargo, subraya que dicha expropiación persiste a través de todas las fases del capitalismo. 44
En cuanto a su propia época, Marx escribió en El Capital que esta expropiación en todo el mundo “está todavía en curso en la forma de las Guerras del Opio contra China, etc.” También tenía lugar tan tardíamente como 1820 en Escocia, en la expropiación de la población y el vallado de los bienes comunes por la duquesa de Sutherland con el fin de ampliar sus propias fincas. 45 Aunque el capitalismo ha pasado por varias etapas históricas, la dialéctica de la explotación y expropiación está, sin embargo, presente en todas ellas.
El análisis de la expropiación a escala mundial de Marx jugó un papel importante en el desarrollo de la teoría del imperialismo y el capitalismo monopolista, que Schumpeter creía que estaba detrás de la renovación del mensaje de Marx hasta bien entrado el siglo XX.
Para Schumpeter, el reconocimiento explícito de Marx de “la opresión por parte de los europeos de la mano de obra nativa en muchas partes del mundo, del sufrimiento de los indígenas de América del Sur y Central a manos de los españoles, por ejemplo, o de la caza y comercio de esclavos y coolies” -todo ello conectado con el colonialismo, el imperialismo y la concentración del capital, había demostrado ser la clave para la renovación marxista en la década de 1930 y la propagación de sus doctrinas fuera de Europa.
Sin embargo, Schumpeter, como economista neoclásico, se colocó directamente contra la visión de Marx a este respecto, insistiendo en que el imperialismo no tenía nada que ver con el capitalismo como tal. 46
Irónicamente, muchos en la izquierda hoy tienden a perder de vista la crítica pionera de Marx en este área, al ver su análisis de la “llamada acumulación originaria”, es decir, la expropiación, como una especie de anomalía en su corpus intelectual, al no considerarla parte integral de todas las fases del capitalismo.
Tal punto de vista hacia de historicidad el análisis de Marx y oscurece su principal contribución a la comprensión del colonialismo y el imperialismo.
De ahí que a Marx se le critique a menudo erróneamente por no extender su estudio de estos elementos al período de la revolución industrial y más allá. 47 Luxemburgo, Lenin y otros marxistas de principios del siglo XX se hubieran sorprendido, sin duda, de tales críticas. Como el propio Marx subrayó, es precisamente la expropiación de los cuerpos y la tierra (la naturaleza) lo que ha regido los límites del sistema capitalista desde sus inicios. 48
El papel de la expropiación del trabajo, la tierra, los recursos y la riqueza bajo el colonialismo, y su relación con el desarrollo capitalista, es subrayada en El Capital y en todas las obras posteriores de Marx.
La clave del método de Marx sigue siendo el principio de la especificidad histórica, por lo que varios modos de producción, no vistos en términos unilineales- se distinguen unos de otros, así como las diferentes etapas y fases de capitalismo.
Dichas etapas son necesariamente abstracciones, pero estas concebidas para permitir la comprensión a un nivel más concreto que el del capitalismo en general, lo que permite un análisis histórico más completo, que debe abordar la dialéctica de continuidad y cambio si quiere avanzar.
De hecho, Marx pone en duda todas las categorías transhistóricas y suprahistóricas. 49 “La producción en general”, indicó célebremente en los Grundrisse, es una “abstracción racional”, pero el conocimiento real de las condiciones materiales requiere la investigación de los modos históricamente específicos y concretos de producción y las formaciones sociales. 50
Por otra parte, mientras que las categorías abstractas son introducidas para entender el modo de producción capitalista y su lógica interna, nada de esto es suficiente para el análisis histórico real, que no puede ocurrir a través de la imposición sobre la realidad de la “llave maestra de una teoría histórico-filosófica general, cuya virtud suprema consiste en ser supra-histórica”. 51
La inmensidad de los logros de Marx, como Schumpeter observó correctamente, reside en su capacidad sin igual para presentar el análisis político-económico en la forma de una “narrativa histórica”, al convertirlo en histoire raisonnée (historia razonada). 52
Esto lo hizo, sin embargo, sin adoptar la forma hegeliana-idealista que despliega el curso de la razón absoluta y luego rellena con detalles históricos ilustrativos la frecuentemente perversa “astucia de la razón”, sino que tomó un camino científico mucho más complejo, que requiere una arqueología profunda de la historia. 53
Aquí historia razonada significaba simplemente dar forma racional-dialéctica, tanto como sea posible, a los acontecimientos reales-materiales, a la vida real material. Incluso el gran logro teórico de Marx en la economía política, su desarrollo crítico de la teoría del valor, que expresa la lógica interna del capital, era solo un intento de comprender las fuerzas que rigen el cambio concreto y que, finalmente, es limitado por las exigencias del desarrollo histórico real. 54
Como ha indicado Samir Amin, el materialismo histórico enmarca inevitablemente la ley del valor en el análisis marxista. 55
La profunda historicidad del análisis de Marx es evidente en otras esferas. Como Cornel West argumentó convincentemente en Las dimensiones éticas del pensamiento marxista, el radicalismo intransigente del pensamiento de Marx reside en su rechazo de todos los enfoques fundacionales de la ética y su defensa de un historicismo radical, en el que los seres humanos como seres auto-mediadores en la naturaleza crean sistemas éticos de acuerdo con las condiciones materiales de su tiempo y la naturaleza de sus propias luchas. 56
De hecho, no hay nada en Marx o Engels que no sea histórico, y por lo tanto no teleológico. En su introducción a una edición de comienzos de la década de 1890 de La situación de la clase obrera en Inglaterra, publicado por primera vez en 1845, Engels introdujo varios postulados totalmente nuevos (incluyendo su tesis de la “aristocracia obrera”), con el argumento de que las condiciones habían cambiado, y por lo tanto se necesitaban nuevos análisis. 57
Marx y Engels nunca dudaron en cambiar sus puntos de vista en respuesta a los cambios de la evolución histórica.
La revolución actual del pensamiento marxista
Aunque fue un crítico pertinaz de Marx, Schumpeter, como hemos visto, valoraba la perdurable “grandeza” del marxismo “por [sus] renacimientos”. 58 Ahora, en el bicentenario del nacimiento de Marx, la teoría marxista está disfrutando de un nuevo renacimiento. Este renacimiento viene de muchas direcciones, pero sus expresiones más poderosas tienen su origen en los intentos de llegar de nuevo al propio método de Marx, y todos comparten una base común en la crítica del capitalismo neoliberal.
Estos nuevos desarrollos emergentes, podría decirse que surgieron por primera vez con la revuelta contra el neoliberalismo en América Latina en la década de 1990, en especial con la Revolución Bolivariana en Venezuela.
Bajo Hugo Chávez, el bolivarismo, una tradición revolucionaria vernácula, se vio reforzada por la visión de Mészáros de la transición socialista, inspirando a Chávez a anunciar un nuevo “socialismo para el siglo XXI.”
La actual renovación del pensamiento marxista en América del Norte y Europa, sin embargo, a menudo se remonta a la gran crisis financiera de 2007-10, que revivió el interés, primero, en la economía política de Marx, y luego en el conjunto del pensamiento de Marx, incluidas investigaciones más profundas sobre el análisis clásico de Marx.
La tradición marxista fue pionera en la crítica de la financiarización, a partir de las teorías anteriores del capitalismo monopolista y su estancamiento, basándose en los escritos de Paul Baran, Paul Sweezy, Magdoff, entre otros, muchos de ellos relacionados con la Monthly Review. Como escribió el economista Costas Lapavitsas en su libro pionero Profiting without Producing, “la estrecha asociación de la financiarización con el marxismo se remonta al menos a las ideas expuestas por la corriente de la Monthly Review ”.
A partir de esos puntos de vista, Lapavitsas recuperaba el concepto de Marx de “ganancia a partir de la alienación” (o “ganancia a partir de la expropiación”) en su desarrollo posterior de la teoría de la financiarización. 59 El importante libro de Jan Toporowski Why the World Economy Needs a Financial Crisis, publicado poco después de la crisis de 2009, se basó en su estudio de décadas sobre el tema, llevado a cabo dentro de la tradición en general de Marx y Michal Kalecki. 60
Entre las obras que extienden la crítica del estancamiento y la financiarización bajo el capital monopolista-financiero en este periodo figuran dos libros, The Great Financial Crisis y The Endless Crisis, de los que fui coautor con, respectivamente, Fred Magdoff y Robert W. McChesney. Una argumentación paralela sobre la financiarización y la absorción del capital excedente, relacionada con el análisis clásico de Baran y Sweezy, aparece en El enigma del capital de David Harvey. 61
Más importante en el escenario global, sin embargo, han sido los nuevos desarrollos en la teoría del imperialismo llevados a cabo por Harvey en The New Imperialism; John Smith en Imperialism in the Twenty-First Century; Utsa Patnaik y Prabhat Patnaik en A Theory of Imperialism; Martin Hart-Landsberg en Capitalist Globalization; y varias obras de Amin, en especial su reciente, Modern Imperialism, Monopoly Finance Capital, and Marx’s Law of Value. Marx at the Margins de Kevin Anderson ha ampliado nuestro conocimiento de hasta que punto la crítica del colonialismo y el imperialismo forman parte intrínseca de la crítica clásica de Marx. 62
La Gran Crisis Financiera y el estancamiento económico posterior, junto con la exploración más profunda de los manuscritos político-económicos de Marx hecha posible por el proyecto MEGA, han inspirado dos avances importantes en el análisis de la teoría del valor trabajo de Marx: la resurrección de la teoría del valor-forma, sobre todo por Heinrich, en An Introduction to the Three Volumes of Marx’s Capital; y el desarrollo de la teoría macro-monetaria en el extraordinario trabajo de Fred Moseley, Money and Totality, y por Bellofiore, en varios artículos recientes en la tradición marxista-kaleckiana. 63
Una auténtica avalancha de trabajos sobre la ecología de Marx ha aparecido en las últimas dos décadas, y se ha acelerado en los últimos años. A partir de la recuperación de la teoría de la brecha metabólica de Marx, el nuevo marxismo ecológico se ha asociado con pensadores como Paul Burkett, Brett Clark, Richard York, Fred Magdoff, Ariel Salleh, Hannah Holleman, Kohei Saito, Ian Angus, Andreas Malm, Stefano Longo , Rebecca Clausen, Chris Williams, Victor Wallis, Del Weston, y yo mismo, entre muchos otros. 64
En estrecha conexión se encuentra la reinterpretación de Fracchia de Marx como teórico del cuerpo, enraizando su materialismo histórico en el cuerpo. 65 Otros, como Howard Waitzkin, autor del ya clásico libro The Second Sickness, han relacionado los puntos de vista ecológicos de Marx (y Engels) con la crítica de la medicina capitalista y los temas de salud en general. 66 Kent A. Klitgaard se ha centrado en la cuestión del capital monopolista y la eficiencia energética. 67
Todos estos trabajos han adoptado el método abierto de la crítica a la vez político-económica y ecológica de Marx del capitalismo para descubrir las bases de los desafíos ecológicos de nuestro tiempo, desde el cambio climático a la degradación de los ecosistemas, de la extinción de las especies a los efectos en el metabolismo humano.
Del mismo modo, las dos últimas décadas han producido una enorme cantidad de investigaciones críticas, en continuo crecimiento en escala y alcance, en la economía política de los medios de comunicación y las comunicaciones, llevadas a cabo por tan importantes autores radicales como el fallecido Edward Herman, Noam Chomsky, McChesney, Vincent Mosco, Janet Wasko, y Dan Schiller, todos los cuales han ayudado a alentar el movimiento de los medios críticos.
Gran parte de este trabajo se ha apoyado directamente en el propio método abierto de Marx, especialmente en las áreas relacionadas con lo que podría llamarse la economía política de la ideología. 68
La dialéctica marxista ha aumentado su peso en la filosofía desde finales de la década de1990 a través de obras magistrales como las de Bertell Ollman, Dance of the Dialectic y de Bhaskar, Dialectic: The Pulse of Freedom. Time, Labor, and Social Domination, de Moishe Postone ha revitalizado la teoría crítica, poniéndola en contacto con las interpretaciones abiertas e históricamente específicas propuestas por la economía política de Marx. 69
Pero si hay una razón inmediata para celebrar el renacimiento de la tradición marxista como un programa de investigación progresivo con un alcance teórico y empírico cada vez mayor, se debe especialmente a los estudios en teoría de género y teoría de la raza, donde se han producido enormes avances en los últimos años.
El desarrollo de la teoría de la reproducción social – que hunde sus raíces originarias en el debate marxista sobre el trabajo doméstico y, recientemente, se ha expandido a las teorías de la reproducción social apoyándose en gran medida en la metodología de Marx- ha sido propuesta por las constructivas contribuciones de pensadoras como Lise Vogel, Frigga Haug reproducción social, Silvia Federici, Nancy Fraser, Tithi Bhattacharya, Maria Mies, Heather Brown, y Jayati Ghosh. 70
Igual de importante es el renacimiento, con la obra de Robin DG Kelley, Bill Fletcher Jr., Angela Davis, entre otros, de la tradición marxista negra asociada a pensadores como W.E.B. Du Bois y Cedric Robinson.
Esto ha ido de la mano con las nuevas teorías del capitalismo racial que emergen de los estudios de historiadores influenciados por la tradición histórico-materialista, incluyendo a Edward E. Bautista, The Half Has Never Been Told, Sven Beckert, Empire of Cotton, Walter Johnson, River of Dark Dreams, Roxanne Dunbar-Ortiz, An Indigenous Peoples’ History of the United States y Loaded, y Gerald Horne, The Apocalypse of Settler Colonialism.
Una tendencia paralela ha sido el desarrollo continuo dentro del materialismo histórico de los “estudios sobre la blancura”, que tienen su origen en Du Bois y que hoy ejemplifican los estudios de David Roediger y Joe Feagin. 71
Otros, como Keeanga-Yamahtta Taylor, autor de From #BlackLivesMatter to Black Liberation, han confrontado la teoría marxista con el capitalismo racial contemporánea, demostrando dialécticamente la necesidad de forjar alianzas de raza, clase y género, centradas en los más oprimidos, de acuerdo con el principio de Marx de que “el trabajo con piel blanca no puede emanciparse cuando se marca una piel negra.” 72
Fraser, en un diálogo con el historiador del capitalismo racial Michael C. Dawson, ha asumido un papel preponderante en la vinculación de estas teorías de la reproducción social, el capitalismo racial, y el marxismo ecológico a través concepto de expropiación de Marx.
Desde este punto de vista, la teoría materialista histórica en nuestra época neoliberal debe centrarse cada vez más en los límites del sistema, la conexión de la explotación fundamental que impulsa el capitalismo con las expropiaciones que lo hacen posible. 73
Quedan notables lagunas en esta regeneración actual de la teoría marxista, en su mayoría relacionadas con los temas centrales de la crítica de la producción capitalista, el estado de la clase dominante, y la comodificación de la cultura – viejas áreas de investigación en las que el interés ha disminuido un poco en los últimos años.
La teoría marxista del estado se agotó en los debates de la década de 1960 y 70 y en las derrotas políticas que siguieron. Aparte de la obra de Mészáros, Lebowitz, y Marta Harnecker, que se han centrado en la transición al socialismo, pocos avances se han hecho en las últimas décadas en el desarrollo de la teoría del Estado, en particular con respecto a los estados capitalistas avanzados. 74 Esto es cierto a pesar de la crisis actual de los Estados democráticos liberales en el centro capitalista. 75
Del mismo modo, el desarrollo de la teoría marxista de la cultura, a pesar de los avances continuos realizados por Fredric Jameson en obras como Valences of the Dialectic, se ha frenado un poco en las últimas décadas, en comparación con su avance vertiginoso en las décadas de 1960 a 1980, minada por el crecimiento del postmodernismo (o transfigurada en una moda esotérica, influida por el postmodernismo, con poca semejanza con el marxismo clásico). 76
El análisis de clase y los estudios sobre el trabajo, a pesar de los esfuerzos de Michael D. Yates, especialmente en su próximo libro Can the Working Class Change the World? se han visto obstaculizado por la debilidad y la derrota del movimiento obrero que, por razones estructurales, ha abandonado su pasado radical y militante en los estados capitalistas avanzados. 77
Más importante aún, la teoría marxista, a pesar de sus importantes avances, en la actualidad carece de un consenso amplio sobre la naturaleza de la fase actual del capitalismo, a menudo retrocediendo a una lógica pura del capital derivada de las condiciones del siglo XIX, e incluso con frecuencia negando el concepto de las etapas del desarrollo capitalista en su conjunto, y por tanto del “presente como historia”, según la memorable frase de Sweezy. 78
La teoría marxista debe abordar estos temas centrales de forma concreta, en sus formas históricas específicas, de manera abierta y no teleológica, para seguir siendo una fuente de inspiración de las revueltas de nuestro tiempo. La crítica del neoliberalismo, aunque esencial, debe dar paso a la crítica más fundamental del propio capitalismo en su época actual de transición y disolución, permitiendo una nueva “historia razonada”.
Doscientos años después del nacimiento de Marx, la verdadera lucha -en la teoría como en la práctica-, no acaba más que empezar.
(*) Editor general de Monthly Review. Su último libro es Trump in the White House: Tragedy and Farce, publicado en 2017 por Monthly Review Press.
Fuente: Monthly Review
Traducción: Sin Permiso
Notas:
1 ↩ Ver Marcello Musto, ed., The Marx Revival (Cambridge: Cambridge University Press, forthcoming); Marx for Today (London: Routledge, 2013), introduction; Marcello Musto, “The Rediscovery of Karl Marx,” International Review of Social History 52 (2007): 496– 97.
2 ↩ Francis Fukuyama, The End of History and the Last Man (New York: Free Press, 1992).
3 ↩ Joseph A. Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy (New York: Harper and Row, 1942), 3 . A Schumpeter le preocupaba particularmente “el renacimiento de Marx” en la teoría economica, representada sobre todo por Joan Robinson y Paul Sweezy, y sobre todo por el renacimiento del marxismo en los Estados Unidos, del que creía que Sweezy era el ejemplo principal. Véase Joseph A. Schumpeter, History of Economic Analysis (New York: Oxford University Press, 1950), 881–85 .
4 ↩ El propio Schumpeter no habría estado de acuerdo con esta evaluación. Schumpeter admiraba la síntesis de Marx, yendo tan lejos como para tratar de crear una contrapartida neoclásica a ella en su teoría del empresario, y reconoció la capacidad del marxismo de renacer, refiriéndose al “renacimiento marxista” en relación con las teorías del capitalismo monopolista y el imperialismo y al trabajo de figuras como Sweezy. Sin embargo, comparó el marxismo a “un campo de concentración intelectual” ( Capitalismo, Socialismo y Democracia , 46). Aunque la mayor parte de su tratamiento de Marx en Capitalismo, socialismo y democracia fue objetivo, aunque crítico, Sweezy caracteriza su capítulo final sobre “Marx, el Maestro”, que incluye la mención al “campo de concentración intelectual”, como “un abuso desmedido y un desvarío”, sugiriendo que Schumpeter “no se siente en un terreno seguro.” Paul M. Sweezy, nota marginal en su copia de Capitalism, Socialism and Democracy
(colección de la Fundación Monthly Review).
5 ↩ Karl Marx, Letters (Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall, 1979), 30.
6 ↩ En la concepción de los “programas de investigación científica” de Imre Lakatos, un programa de investigación progresivo responde a los desafíos a sus ideas centrales con nuevos “cinturones” que expanden constantemente su alcance teórico. Como Michael Burawoy ha argumentado, la capacidad única de marxismo para desarrollar un programa de investigación progresivo, basado en el carácter abierto del método científico de Marx, da cuenta de su vitalidad continua (algo que el mismo Lakatos, debido a la versión oficial osificada del marxismo en la Unión Soviética y el Este de Europa, no percibió). Ver a Michael Burawoy, “Marxism as Science,” American Sociological Review 55, no. 6 (1990): 775–93; Imre Lakatos, The Methodology of Scientific Research Programmes (Cambridge: Cambridge University Press, 1978), 112.
7 ↩ Musto, “El redescubrimiento de Karl Marx,” 483-94.
8 ↩ Pradip Baksi, “ Hacia la medición de la desigualdad de género ,” 4, http://academia.edu, consultado el 18 de marzo de, de 2018; Derek Sayer, The
Violence of Abstraction (Oxford: Blackwell, 1987), 13.
9 ↩ Karl Marx, Contribución a una crítica de la economía política (Moscú: Progress Publishers, 1970), 20; Sayer, OC 1-14.
10 ↩ Michael Lebowitz, Beyond Capital (Nueva York: St. Martin, 1992).
11 ↩ Michael Heinrich, “ Teoría de la Crisis, la ley de la tendencia de la tasa de ganancia a caer, y de Estudios Marx en la década de 1870 ,” Monthly Review 64, no. 11 (abril de 2013): 15-31.
12 ↩ Riccardo Bellofiore, “ los múltiples significados de teoría del valor de Marx ,” Monthly Review 69, no. 11 (abril de 2018), 48.
13 ↩ En estos diversos desarrollos, ver Bellofiore, “The Multiple Meanings of Marx’s Value Theory,” 32–43; Michael Heinrich, An Introduction to the Three Volumes of Marx’s Capital (New York: Monthly Review Press, 2004); y Fred Moseley, Money and Totality: A Macro-Monetary Interpretation of Marx’s Logic in Capital y the End of the “Transformation Problem” (Chicago: Haymarket, 2017).
14 ↩ En ecología, ver Kohei Saito, Karl Marx’s Ecosocialism (New York: Monthly Review Press, 2017). Sobre la teoría de la reproducción social, ver Heather Brown, Marx on Gender and the Family (Chicago: Haymarket, 2013). Sobre el imperialismo, ver Kevin Anderson, Marx at the Margins (Chicago: University of Chicago Press, 2016).
15 ↩ VI Lenin, extracto de Karl Marx y Frederick Engels, Correspondencia seleccionada, 1844-1895 (Moscú: Progress Publishers, 1975), 13-14.
16 ↩ Karl Marx, El Capital , vol. 1 (London: Penguin, 1976), 104.
17 ↩ Karl Marx, Miseria de la filosofía (Nueva York: International Publishers, 1963), 147.
18 ↩ José Fracchia y Cheyney Ryan, “Historical Materialist Science,
Crisis and Commitment,” en Werner Bonefeld, Richard Gunn, and Kosmas Psychopedis, Open Marxism, vol. 2 (London: Pluto, 1992), 65.
19 ↩ GWF Hegel, Ciencia de la lógica (Nueva York: la Humanidad, 1969), 148-50; Lógica (Oxford: Oxford University Press, 1975), 137-42; . Michael Inwood, ed, A Hegel Dictionary (Oxford: Basil Blackwell, 1992), 141.
20 ↩ La concepción del fin de la historia es evidente en el Hegel de La filosofía del derecho, en la que el Estado prusiano es visto como el final o la culminación de la historia, la realización en la tierra de la idea absoluta. GWF Hegel, la Filosofía del Derecho (Oxford: Oxford University Press, 1952), 222-23. Las afirmaciones de Fukuyama con respecto al “fin de la historia”, con el triunfo del liberalismo, se basaron en gran medida en la lectura conservadora de Alexandre Kojève de Hegel. Ver Perry Anderson, A Zone of Engagement (Londres: Verso, 1992), 279-375. Fredric Jameson busca liberar a Hegel de una interpretación tipo final de la historia, basándose en su Fenomenología del espíritu y no en la Filosofía del derecho . Fredric Jameson, lThe Hegel Variations (Londres: Verso, 2010).
21 ↩ Fracchia y Ryan, “Historical Materialist Science, Crisis and Commitment,” 59.
22 ↩ Roy Bhaskar, “Critical Realism and Dialectic,” in Margaret Archer et al., eds., Critical Realism (London: Routledge, 1998), 58; Sean Creaven, “The Pulse of Freedom: Bhaskar’s Dialectic and Marxism,” Historical Materialism 10, no. 2 (2002): 112–13.
23 ↩ C. Wright Mills, The Sociological Imagination (Oxford: Oxford University Press, 1959), 50–75; Theodor W. Adorno, Introduction to Sociology (Stanford, CA: Stanford University Press, 2000), 149.
24 ↩ Si el positivismo crudo, en su mecanicismo y reduccionismo, entra en conflicto con el idealismo hegeliano (a pesar de que llega a los mismos resultados en términos de la racionalización de la sociedad burguesa), es porque el primero no necesita un punto de vista histórico-dialéctico. Más bien se apoya en un eterno presentismo, y el pasado no es más que la liberación de la sociedad de mercado inherente a la naturaleza humana, eliminando así las barreras artificiales a un presente ideal, que marca el final de la historia. Las narrativas liberales del capitalismo generalmente siguen así una lógica circular. Ellen Meiksins Wood, The Origin of Capitalism (Londres: Verso, 1999), 3.
25 ↩ Marx, El Capital , 103.
26 ↩ Karl Marx y Federico Engels, Collected Works , vol. 5 (Nueva York: International Publishers, 1976), 56.
27 ↩ Esta traducción es de Joseph Fracchia, de una sección en la edición alemana de los Grundrisse no incluida en la edición en inglés, titulada “Fragmentos del texto original de la Crítica de la Economía Política” (1858). El pasaje del cual se toma la cita dice: “Pero esta etapa de desarrollo histórico, cuyo producto es el trabajador libre, es el requisito previo para la llegada e incluso para la existencia [Dasein] del capital como tal. Su existencia [del trabajador libre] es el resultado de un largo proceso histórico en la formación económica de la sociedad. Este es el punto que muestra que la forma dialéctica de la presentación sólo es correcta cuando conoce sus límites [Grenzen].”Karl Marx, Urtext ‘Zur Kritik. Abschnitt I. Drittes Kapitel: Das Kapital en Marx, Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie (Frankfurt: Europäische Verlagsanstalt, sin fecha), 945.
28 ↩ Paul M. Sweezy, La Teoría del desarrollo capitalista (Oxford: Oxford University Press, 1942), 11-22.
29 ↩ Fracchia y Ryan, “Historical Materialist Science, Crisis and Commitment,” 60.
30 ↩ Véase Joseph Ferraro, Freedom and Determination in History According to Marx and Engels (Nueva York: Monthly Review Press, 1992), 85-94.
31 ↩ Fracchia y Ryan, “Historical Materialist Science, Crisis and Commitment,” , 64-66.
32 ↩ Sayer, The Violence of Abstraction, ix. .
33 ↩ Georg Lukács, Historia y conciencia de clase (Cambridge, MA: MIT Press, 1971), 1.
34 ↩ Marx, El Capital , vol. 1, 273.
35 ↩ Karl Marx, El dieciocho brumario de Luis Bonaparte (Nueva York: International Publishers, 1963), 15.
36 ↩ Kumar David “ Darwin, Marx y el método científico. ¿Es el marxismo ciencia ?” Colombo Telegraph 11 de marzo, 2018.
37 ↩ John Bellamy Foster y Paul Burkett, Marx y la Tierra (Chicago: Haymarket, 2017); John Bellamy Foster, “ Marxismo y Ecología ”, Monthly Review 67, no. 7 (diciembre de 2015): 2-4.
38 ↩ Kenneth Stokes, Man and the Biosphere (Armonk, NY: M. E.
Sharpe, 1992), 35–37; Marx and Engels, Collected Works, vol. 30, 54– 66. La brillantez del concepto de István Mészáros de “reproducción metabólica social”, presentado en Beyond Capital (1995) y desarrollado en todas sus obras posteriores, consiste en su exploración del carácter de sistema abierto de la teoría de Marx, que conecta dichos conceptos fundamentales en la obra posterior de Marx como metabolismo y reproducción, y el uso de éstos para estudiar la transición al socialismo de nuevas maneras. Ver István Mészáros, Beyond Capital (Nueva York: Monthly Review Press, 1995), 39-71.
39 ↩ Burkett y Foster, Marx y la Tierra , 204-21; Joseph A. Schumpeter, La Teoría del Desarrollo Económico(Oxford: Oxford University Press, 1961), 3-56.
40 ↩ Roy Bhaskar, Dialéctica: El pulso de la Libertad (Londres: Verso, 1993), 401; Creaven, “The Pulse of Freedom,” , 81-82.
41 ↩ Karl Marx y Federico Engels, Correspondencia seleccionada (Moscú: Editorial Progreso, 1975), 459.
42 ↩ István Mészáros, la teoría de Marx de la alienación (Londres: Merlin, 1970), 162-64, 241-42.
43 ↩ Karl Marx, El Capital , vol. 3 (Londres: Penguin, 1981), 754, 911, 949, 959. Debe observarse que la perspectiva de Marx es abierta precisamente de la misma manera que la de Karl Popper, basada en la identificación de la “sociedad abierta” con el capitalismo liberal y en el rechazo antihistoricista de todas las leyes históricas leyes, es cerrada. Ver Popper, La sociedad abierta y sus enemigos (Princeton: Princeton University Press, 1994), 7, 165, 397, 470-74.
44 ↩ Marx, El Capital , vol. 1, 871; John Bellamy Foster y Brett Clark, “ la expropiación de la Naturaleza ”, Monthly Review 69, no. 10 (marzo de 2018): 23; Maurice Dobb, Estudios sobre el desarrollo del capitalismo (Nueva York: International Publishers, 1947), 178.
45 ↩ Marx, El Capital , vol. 1, 915, 891-92.
46 ↩ Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia , 51-52; Joseph A. Schumpeter, Imperialismo y clase social (Nueva York: Augusto M. Kelley, 1951).
47 ↩ Véase, por ejemplo, David Harvey, El nuevo imperialismo (Oxford: Oxford University Press, 2003), 144.
48 ↩ Ver Foster y Clark, “The Expropriation of Nature.” .
49 ↩ Karl Korsch, Karl Marx (Nueva York: Russell y Russell, 1934), 24-56; Mills, La imaginación sociológica , 146-54.
50 ↩ Karl Marx, Grundrisse (Londres: Penguin, 1973), 85.
51 ↩ Karl Marx, “Una carta a la Junta Editorial de Otechestvennye Zapiski ,” en Teodor Shanin, Late Marx and the Russian Road (Nueva York: Monthly Review Press, 1983), 136.
52 ↩ Schumpeter, Capitalismo, Socialismo y Democracia , 44; Paul M. Sweezy, “ Reminiscencias económicas”, Monthly Review 47, no. 1 (mayo de 1995): No 9. La “historia razonada” a la que se hace referencia aquí no debe confundirse con la noción hegeliana de que “lo que es real es racional” (o “lo real es razonable”, como lo expresó Popper). Más bien, el ordenamiento racional de nuestro análisis mediante principios dialécticos, en el análisis de Marx, es una forma de abstracción basada en la investigación científica, la historia concreta como árbitro final. Karl Popper, “Razón o revolución”, en Theodor Adorno, et. al., La doctrina positivista en la sociología alemana (Nueva York: Harper and Row, 1969), 291; Hegel, Filosofía del Derecho , 10.
53 ↩ GWF Hegel, Filosofía de la historia (Nueva York: Dover, 1956), 33.
54 ↩ La proposición de que la teoría del valor trabajo en el análisis de Marx era históricamente específica del capitalismo y no se extendía más allá de las relaciones burguesas de producción ha sido durante mucho tiempo fundamental para la economía política de Marx. Sólo recientemente, sin embargo, la teoría crítica ha comprendido el significado completo de ello. Ver Moshe Postone, Time, Labor, and Social Domination
(Cambridge: Cambridge University Press, 1993), 21-36.
55 ↩ Samir Amin, la ley del valor y el materialismo histórico (Nueva York: Monthly Review Press, 1978), 3.
56 ↩ Cornel West, The Ethical Dimensions of Marxist Thought (Nueva York: Monthly Review Press, 1991).
57 ↩ Federico Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra (Chicago: Ancla), 30-35.
58 ↩ Schumpeter, Capitalismo, Socialismo y Democracia , 3.
59 ↩ Costas Lapavitsas, Profiting without Producing (London: Verso,
2013), 15–16, 142–44; Paul A. Baran and Paul M. Sweezy, Monopoly Capital (New York: Monthly Review Press, 1966); Harry Magdoff and Paul M. Sweezy, Stagnation and the Financial Explosion (New York: Monthly Review Press, 1987).
60 ↩ Jan Toporowski, Why the World Economy Needs a Financial Crisis (London: Anthem, 2010).
51 ↩ Aunque no se conoce, el análisis de la Gran Crisis Financiera de Harvey se basa principalmente en conceptos tales como la absorción de excedentes y la sobreacumulación, introducidos por Baran y Sweezy en su Monopoly Capital y en el trabajo de Magdoff y Sweezy. Ver David Harvey, El enigma del Capital y La crisis del capitalismo (Oxford: Oxford University Press, 2010), 31-32, 45, 94-98; Baran y Sweezy, El capital monopolista , capítulos 4-7; Harry Magdoff y Paul M. Sweezy, The Deepening Crisis of U.S. Capitalism (Nueva York: Monthly Review Press, 1981), 179-80.
62 ↩ David Harvey, The New Imperialism (Oxford: Oxford University Press, 2003); John Smith, Imperialism in the Twenty-First Century (New York: Monthly Review Press, 2016); Utsa Patnaik and Prabhat Patnaik, A Theory of Imperialism (New York: Columbia University Press, 2016); Martin Hart-Landsberg, Capitalist Globalization (New York: Monthly Review Press, 2013); Samir Amin, Modern Imperialism, Monopoly Finance Capitalism, and Marx’s Law of Value (New York: Monthly Review Press, 2018); Anderson, Marx at the Margins.
63 ↩ Michael Heinrich, An Introduction to the Three Volumes of Karl Marx’s Capital (New York: Monthly Review Press, 2012); Fred Moseley, Money and Totality: A Macro-Monetary Interpretation of Marx’s Logic in Capital and the End of the “Transformation Problem” (Chicago: Haymarket, 2017); Bellofiore, “The Multiple Meanings of Marx’s Value Theory.” Otro monumental trabajo de economía marxista, aunque de un tipo muy diferente, es el de Anwar Shaikh, Capitalism (Oxford: Oxford University Press, 2016).
64 ↩ Ver Burkett, Marx y Naturaleza (Chicago: Haymarket, 2014); John Bellamy Foster, Brett Clark, y Richard York, The Ecológical Rift (Nueva York: Monthly Review Press, 2010); Stefano Longo, Rebecca Clausen, y Brett Clark, The Tragedy of the Commodity (New Brunswick, NJ: Rutgers University Press, 2015); Ariel Salleh, Eco-Suficiencia y Justicia Global (Londres: Pluto, 2009); Hannah Holleman, “De-Naturalizing Ecological Disaster: Colonialism, Racism and the Global Dust Bowl of the 1990s,” Journal of Peasant Studies 44, no. 1 (2017): 234–60; Ian Angus, Facing the Anthropocene (New York: Monthly Review Press, 2016); Andreas Malm, Fossil Capital (London: Verso, 2016); Fred Magdoff and Chris Williams, Creating an Ecological Society; Victor Wallis, Red-Green Revolution (Chicago: Political Animal, forthcoming 2018); y Del Weston, The Political Economy of Global Warming (New York: Routledge, 2014). También entre los pensadores ecológicos de izquierda influenciados por el materialismo histórico se encuentra Jason W. Moore, cuya obra, sin embargo, pertenece a lo que se llama la tradición de la “ecología mundo”, y se aparta, como Malm ha argumentado, de manera significativa de la metodología marxista. Ver Jason W. Moore, Capitalism in the Web of Life (Londres: Verso, 2015); Andreas Malm, The Progress of This Storm (Londres: Verso, 2018).
65 ↩ Joseph Fracchia, “Organisms and Objectifications: A Historical- Materialist Inquiry into the ‘Human and Animal’,” Monthly Review 68, no. 10 (March 2017): 1–16.
66 ↩ Howard Waitzkin, The Second Sickness (London: Rowman and Littlefield, 2000); Health Care Under the Knife (New York: Monthly Review Press, 2018).
67 ↩ Kent A. Klitgaard, “Hydrocarbons and the Illusion of Sustainability,” Monthly Review 68, no. 3 (July–August 2016): 77– 88; Charles A. S. Hall, Energy and the Wealth of Nations (New York: Springer, 2012).
68 ↩ See Edward S. Herman and Noam Chomsky, Manufacturing Consent (New York: Pantheon, 1988); Robert W. McChesney, The Political Economy of Media (New York: Monthly Review Press, 2008); Vincent Mosco, The Political Economy of Communication (London: Sage, 2009); Janet Wasko, Understanding Disney (London: Polity, 2001); Dan Schiller, Digital Capitalism (Cambridge, MA: MIT Press, 1999).
69 ↩ Bertell Ollman, The Dance of the Dialectic (Urbana: University of Illinois Press, 2003); Bhaskar, Dialectic: Pulse of Freedom; Postone, Time, Labor, and Social Domination, especially 3–33, 307–14.
70 ↩ See Lise Vogel, Marxism and the Oppression of Women (Chicago: Haymarket, 2013); Tithi Bhattacharya, ed., Social Reproduction Theory (London: Pluto, 2017); Silvia Federici, Caliban and the Witch (Brooklyn: Autonomedia, 2014), and “Notes on Gender in Marx’s Capital,” Continental Thought and Theory 1, no. 4 (2017): 19–37;
Nancy Fraser, “Behind Marx’s Hidden Abode,” New Left Review 86 (2014): 55–72; Heather Brown, Marx on Gender and the Family (Chicago: Haymarket, 2013); Frigga Haug, “The Marx within Feminism,” in Shahrzad Mojab, ed., Marxism and Feminism (London: Zed, 2015), 76–101; Maria Mies, Patriarchy and Accumulation on a World Scale (London: Zed, 2014); and Jayati Ghosh, Never Done and Poorly Paid (New Delhi: Women Unlimited, 2009).
71 ↩ Robin D. G. Kelley, “Finding Ways to Be One: The Making of Cedric Robinson’s Radical Black Politics,” This Is Hell!, December 16, 2017, http://thisishell.com; “Bill Fletcher jr. [sic] on Black Marxism,” YouTube, January 11, 2018; Angela Davis, “An Interview on the Futures of Black Radicalism,” Verso blog, October 11, 2017, http://versobooks.com; Cedric J. Robinson, Black Marxism (London: Zed, 1983); W. E. B. Du Bois, Black Reconstruction in America (New York: Free Press, 1997); David Roediger, Class, Race and Marxism (London: Verso, 2017); Joe Feagin, The White Racial Frame (London: Routledge, 2013).
72 ↩ Keeanga-Yamahtta Taylor, From #BlcakLivesMatter to Black Liberation (Chicago: Haymarket, 2016); Marx, Capital, vol. 1, 414.
73 ↩ Nancy Fraser, “Expropriation and Exploitation in Racialized Capitalism: A Reply to Michael Dawson,” Critical Historical Studies 3, no. 1 (2016): 163–78; Michael C. Dawson, “Hidden in Plain Sight,” Critical Historical Studies 3, no. 1 (2016): 143–61.
74 ↩ Ver István Mészáros, The Necessity of Social Control (New York: Monthly Review Press, 2015), 231–96; Michael Lebowitz, The Contradictions of “Real Socialism” (New York: Monthly Review Press, 2012); Marta Harnecker, A World to Build (New York: Monthly Review Press, 2015). El principal heredero de la teoría marxista clásica del estado es sin duda Bob Jessop. Pero cualquiera que compare su libro The Capitalist State (Oxford: Blackwell, 1984) con su más reciente The State (Cambridge: Polity, 2016) verá este último como un retroceso estratégico, sin que quede mucho de la teoría marxista del estado que una mención vaga a Gramsci. Sin embargo, Jessop y otros teóricos políticos marxistas continuan produciendo análisis profundos sobre temas más concretos. Ver Bob Jessop, “The World Market, ‘North–South’ Relations, and Neoliberalism,” Alternate Routes 29 (2018): 207–28; y Leo Panitch y Greg Albo, eds., Socialist Register 2018 (New York: Monthly Review Press, 2018).
75 ↩ Sobre la crisis del estado liberal democrático, see my Trump in the White House (New York: Monthly Review Press, 2017).
76 ↩ Fredric Jameson, Valences of the Dialectic (London: Verso, 2009).
77 ↩ Michael D. Yates, Can the Working Class Change the World? (New York: Monthly Review Press, forthcoming 2018).
78 ↩ Paul M. Sweezy, The Present as History (New York: Monthly Review Press, 1953).