Sin asco, los dueños de la pelota (las universidades y Colo-Colo) crearon las condiciones para que Bielsa se fuera y sin pudor entregaron a Jadue, a todas luces un empleado en desgracia por sus malos manejos, lo que podría tener como resultado la renuncia de Sampaoli, quien sin ser el mejor y que basa su éxito en copiar al rosarino, goza del respaldo del pueblo pensando en la opción de ganar el Mundial de Rusia 2018.
La salida de Sergio Jadue de la presidencia de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional fue tan inesperada como devastadora, pero no por eso menos merecida.
Si bien en su bitácora de gestión se cuenta la clasificación de la Selección Chilena al Mundial de Brasil, una digna presentación marcada por el «palo de Pinilla» y la consecución de la Copa América por primera vez en la historia, a la hora del recuento en serio se anota la administración del modelo de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), que más que alegrías ha significado tristezas para el balompié criollo.
Entendiendo que el éxito de «la roja» se debe a una generación excepcional de jugadores y que la construcción de estadios es parte de la política deportiva de los Gobiernos de turno, la tarea del dirigente se resume en una liga local de escasa calidad, poca credibilidad referil y vergonzosas asistencias de público a la cancha.
Eso sin contar los fracasos en las selecciones menores, lo que augura un oscuro recambio, y una precaria organización que tiene a los clubes entregados a las ganancias que por ahora deja el Canal del Fútbol.
Hasta la Copa Chile, que aportaba un elemento de integración entre equipos profesionales y amateurs como sucede en Europa, pasó a transformarse en un botín de guerra para los grandes de Santiago, y con el silencio cómplice de los directivos.
Dicho todo lo anterior, surge la pregunta clave:
¿existía la posibilidad de que Jadue sacara adelante la tarea como corresponde? La respuesta es evidente: no. Y no porque ahora el deporte nacional sea ahora hacer leña del árbol caído, como suele pasar con los periodistas del sector que miraron para el lado cuando en plena campaña de reelección al mando de la ANFP no hicieron absolutamente nada para evitar su continuidad.
Solo basta recordar la manera en que Jadue llegó a la testera de la asociación; después del verdadero golpe de Estado que aplicaron los «clubes SA», con llamados telefónicos desde el despacho presidencial de Sebastián Piñera incluidos, en contra de la mesa que lideraba Harold Mayne-Nicholls, y que puso a la cabeza del fútbol chileno al español Jorge Segovia.
Sí, Segovia, el dueño de la Universidad Internacional SEK y ex presidente de Unión Española que si ingresa al país lo meten preso por un caso de soborno y lavado de dinero (CNA), que incluso motivó una petición de búsqueda internacional a cargo del Consejo de Defensa del Estado hace solo un par de años.
Como Segovia fue impugnado y ninguno de su lista quiso poner la cara ante un cuestionamiento que era generalizado por toda la opinión pública, dado que varios de ellos tenía los papeles quemados ante la justicia, Jadue se vio obligado a tomar la posta.
De forma inédita, un accionista pequeño de Unión La Calera, que traía como antecedente una demanda por violencia intrafamiliar y que horas antes de la recordada elección de la ANFP de 2010 había apoyado a Mayne-Nicholls, llegaba a la testera del fútbol chileno en la lista rival.
Es cierto. Se fue el entrenador responsable del cambio de chip de la Selección, Marcelo Bielsa, después lo reemplazó Claudio Borghi, que fracasó, y tras cartón llegó de emergencia Jorge Sampaoli y Chile se graduó de campeón continental, por ende, no debería importar tanto.
El asunto es que sí importa.
Los dueños de la pelota, las universidades y Colo-Colo, se aprovechan de que tenemos a Bravo, Medel, Vidal, Sánchez y compañía para hacer y deshacer. Piensan desde la comodidad del escritorio que cualquier DT más o menos ofensivo, más o menos exigente y más o menos decente puede sacarle trote al «equipo de todos».
A ellos no les importa nada que una patrulla de la PDI haya entrado a la sede de la ANFP de Quilín para notificar a Jadue y a tres de sus directivos. Solamente sirve que otra persona maneje el buque y mantenga el negocio tal como está, con la galería lateral del estadio Nacional costando 44 mil pesos y con un comité de amigos sondeando un nuevo estratega, porque mal que mal entre el juego ante Uruguay y la próxima fecha de las eliminatorias, que será en marzo, hay tiempo de sobra para socializar una cara nueva.
Chao Jadue. Así como llegaste te fuiste, bajo la orden de los que manejan el deporte rey como el mero capricho del emperador. Solo que este imperio está blindado a prueba de incendios.
Fuente: Cambio 21