domingo, diciembre 22, 2024
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¿Quién Quiere Ser Millonario?

Natalia Compagnon y Sebastián Dávalos quieren ser millonarios, hacer negocios, tener buenos autos, trabajar poquito. Por estos deseos malsanos, Alvaro Saieh (UDI) lo denuncia desde la revista Qué Pasa. A partir de una sospechosa demanda por sueldos impagos, se consiguen al empresario chillanejo, Sergio Bustos, de trigos no muy limpios, que habría participado en el caso de especulación inmobiliaria. El señor Bustos insinúa la participación de altos personeros de gobierno, de intentos de comprarlo, de silenciarlo, incluso logrará protección policial (podría pasarle lo que al fiscal Nisman).

 

Natalia Compagnon y Sebastián Dávalos quieren ser millonarios, hacer negocios, tener buenos autos, trabajar poquito. Por estos deseos malsanos, Alvaro Saieh (UDI) lo denuncia desde la revista Qué Pasa. A partir de una sospechosa demanda por sueldos impagos, se consiguen al empresario chillanejo, Sergio Bustos, de trigos no muy limpios, que habría participado en el caso de especulación inmobiliaria. El señor Bustos insinúa la participación de altos personeros de gobierno, de intentos de comprarlo, de silenciarlo, incluso logrará protección policial (podría pasarle lo que al fiscal Nisman).

Aunque el neoliberalismo promueve el “cada uno mata su toro”, fomenta la “creatividad” para lucrar a expensas de la mayoría borrega, Dávalos, no puede ser millonario. Se supone que él pertenece al bando de su mamá, y su mamá es una señora que anda hablando, por ahí, de que hay que combatir la desigualdad y otras tonteras imposibles en este sistema que construyó para Chile la elite empresarial, los Chicago Boys de la Universidad Católica y todos sus socios bajo la protección del recordado don Augusto.

Buen combo y dirigido a la presidente. Dávalos es lo de menos, el tonto quería plata, quería hacer negocios como lo hacen los afortunados y sus hijos; esa es una inmoralidad que hay que denunciar, para tapar las propias. Sí, Sebastián era parte del gobierno, pero de socialista parece que tenía sólo el carnet; sus sueños y aspiraciones son obviamente las de gran empresario.

En este escenario, los bomberos de La Moneda llegan tarde al incendio y el cuarto poder se juega en pleno. ¿Contra Dávalos? No, contra Michelle Bachelet, porque al parecer el negocio es de ella.

Hablan los grandes jueces de las radioemisoras acompañados de sus mediaspollas que aportan con entusiasmo:

“¡Esto es terrible, esto es horrible, impresentable!!”
“¿Y qué dice la presidenta?”
“¿Iremos a saberlo todo?”
“¡No, esto no va a terminar aquí, queda mucho más!”
“¡Esta es la punta de iceberg!”
“¡¿Y dice que no sabía?!”
“¡Por supuesto que sabía! Ella es la presidente ¿y no sabe lo que pasa en su casa?”

Hay un tonito histérico en las opiniones, hay un tonito de gente copuchenta, risitas, frases “inteligentes”, tendenciosas, que parecen esconder una antipatía hacia la mandataria que no es nada independiente.

La otra sorpresa (?): el único artículo de opinión escrito por una mujer (que yo sepa) es el de Patricia Politzer en el Mostrador, el resto sólo de hombres. Todos los caballeros que quieren o creen ser alguien, se pronuncian sobre este horrendo acto desvergonzado.

Salen los tenores: Tomás Mosciatti propone que Bachelet está en una “misión” que quiere producir un “cambio cultural” (¡Dios mío!) y esta persona que quiere cambio cultural tiene un hijo que no quiere cambio cultural, que quiere comer de la mesa oligárquica (¡Qué verguenza!) Según don Tomás, esta misma «Bachelet estuvo siete días cara a cara con Natalia Compagnon y su hijo en Caburgua, en donde este fue el único tema que hablaron (él sabe) y no fue capaz o no quiso revertir este negocio (parece que el hijo es menor de edad). Siete días en que dudó entre la institucionalidad, el orden público económico y una serie de cosas y su hijo. Naturalmente esto es entendible desde el punto de vista de las emociones, pero es repudiable desde el interés de todos los chilenos».

Y agrega, según cita el Mostrador, que “en un Gobierno donde se dice que hay que igualar la cancha, Sebastián Dávalos Bachelet se ha transformado en uno de los símbolos de la desigualdad, porque solo él puede ir a un banco a hablar con el hombre más poderoso del país que es Andrónico Luksic, ser recibido y ser además premiado”.

Lo acompaña en el horror el inefable Tironi. Hablando ante ejecutivos e inversionistas en el XII Seminario Mercados Globales LarrainVial expresa:

“Nunca antes un Presidente de la República en Chile se había enfrentado a un hecho más bochornoso y dañino para su credibilidad”.

Y sentenció que “nunca vimos a un Presidente perder tanta popularidad en un tan corto periodo” (¡Virgen Santa!).

Roberto Méndez habla de la “bomba” caída en la Moneda. Otra vez la Moneda bombardeada. ¿Quién la dejó caer esta vez?

René Saffirio, el mismo que quiere echar de la DC al parlamentario que vote la ley de despenalización del aborto, “esperaba de la Presidenta más precisiones, empatía, autocrítica y énfasis en responsabilidad política dada su investidura respecto del Caso Caval”.

El sorprendente Patricio Navia se pregunta: “qué tanto sabía ella en general de los negocios de su hijo. No sólo de este negocio en particular sino de los negocios de su hijo. Qué le preguntó a su hijo antes de nombrarlo y por qué no lo sometió al escrutinio al que tendría que haber sometido a cualquier funcionario público».

Para concluir:

“Lo importante son las acciones del Gobierno y da la impresión que si bien el Gobierno predica terminar con la desigualdad y con los privilegios, la familia presidencial hace uso y abuso de esa desigualdad y esos privilegios”.

Don Mario Desbordes, de RN, afirma que “la Presidenta Bachelet ha dicho en varias ocasiones que anhela un país sin privilegios, donde existan oportunidades para todos, pero este caso es el emblema de la desigualdad y de los privilegios. Jamás se habría dado este crédito de no tratarse de la familia de la Presidenta”, y más adelante, refiriéndose a Luksic: ¿La deferencia de Luksic es con Sebastián Dávalos o con la Presidenta? Porque si la deferencia es con la Presidenta claramente el señor Luksic está concediendo un crédito a la familia de la Mandataria”.

José Manuel Edwards, el rojo de RN, exige: “sería muy importante que la Presidenta Bachelet también pida perdón, perdón por la incoherencia que supone hablar de igualdad permitiendo que ocurra un caso como en el que está involucrado su hijo, sin revertirlo y sin tomar ninguna medida ni dar ninguna declaración de su opinión acerca de cómo se gestó el negocio”.

Y luego repite y repite: “No vamos a lograr que la gente vuelva a creer en la institucionalidad si no hay transparencia y si no hay gestos de todas las personas que están involucradas y eso incluye perdón de la Presidenta de la República por la incoherencia de hablar de igualdad y permitir, sin revertir ni condenar que su hijo se haya enriquecido en dos millones y medio de dólares”.

Felipe Ward, poniendo la cara por la UDI, dice que la presidenta Michelle Bachelet debe responder sobre “su real participación en las compras de terreno por parte de su hijo y nuera, que le reportaron cuantiosas ganancias a la familia directa de la mandataria”.

Para que seguir, la prensa lo registra todo y opina. Extraordinaria también la tendencia de los varones de exigir que la presidente haga esto o lo otro. La frase más escuchada: Tiene que hacer esto, tiene que hacer aquello.

Es entonces cuando cualquier ciudadano, que tenga dos dedos de frente, se pregunta: ¿De qué se trata este drama?, ¿Quieren denunciar una monstruosidad ética llevada adelante en un sistema que promueve la falta de ética?, ¿Quieren empatar el caso Caval con el Penta?, ¿Quién es el blanco de los disparos?, ¿Quieren atacar a Bachelet y sus “cambios culturales”? ¿Socavar su credibilidad y enlodar la figura de la presidente?

Me quedo con esto último, los grupos de interés disparan desde distintos flancos apropiándose del papel de juez linchador, de esos personajes yanquis de películas del Oeste, con corazón protestante, que en el fondo defienden el sistema que paracen atacar.

Para muestra un botón, Felipe Ward, de la UDI, burlándose de la emoción que se percibe en la declaración de Michelle Bachelet asegura que: “millones de chilenos también se han emocionado cuando no han recibido un trato digno y privilegiado por parte de los bancos”. Patada doble, una para la presidente y otra para los bancos.

¿Puede uno creer que Ward sea el abogado de los chilenos en contra de los bancos abusadores y excluyentes?

Es notable, sobre todo si se piensa que ellos tenían su propio banco que les regalaba la plata de todos los chilenos vía estafa a Impuestos Internos.

(*) Escritor

Fuente: Primera Piedra

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