Superado el artificioso conflicto entre la Presidenta y su Ministro del Interior, podría parecer sorprendente que la diputada del Partido Comunista, Camila Vallejo, asegure en el medio generador de conflictos por antonomasia, que de estar en el lugar de la Presidenta, habría aceptado la renuncia de Burgos. Pero, más allá de no valorar positivamente la gestión del ministro, la diputada Vallejo no se detiene en la anécdota personal, sino que apunta a las acciones desleales, que incluso no trepida en calificar de sediciosas, de los sectores conservadores de la vieja Concertación, que buscan obstruir el programa de reformas de la Nueva Mayoría.
Camila Vallejo, diputada del PC: «Si hubiera estado en el lugar de la Presidenta, habría aceptado la renuncia del ministro Burgos»
Waldo Díaz
A la diputada Camila Vallejo (PC) le entra un llamado a su celular mientras habla de la abortada renuncia del ministro del Interior, Jorge Burgos. En el aparato suena una melodía de la película «El Padrino», de Francis Ford Coppola. La parlamentaria apaga su teléfono rápido. «¿A quién no le gusta «El Padrino»? Hay quienes dicen que el poder no cambia a las personas, solo demuestra lo que verdaderamente son», responde más adelante.
-¿Cree que la Presidenta Bachelet debería haber aceptado la renuncia del ministro Burgos?
-Creo que era el momento para ponerle freno a una seguidilla de acciones un tanto desleales de parte de un sector de la Democracia Cristiana al interior del Gobierno. Si hubiera estado en el lugar de la Presidenta, sí habría aceptado la renuncia del ministro Burgos. O, rechazada la renuncia, después yo misma lo habría despedido.
-¿Por qué?
-Cuando son ministros de confianza, del equipo más cercano de la Presidencia, lo que corresponde cuando se enfrentan a situaciones complicadas es conversarlo y resolverlo internamente y no hacer una exposición al nivel mediático que se alcanzó, desde mi punto de vista, muy intencionadamente. En pocos días, además, se llevó a posicionar una posible candidatura presidencial. Eso no corresponde desde el rol de ministro del Interior.
-¿Cómo evalúa su gestión?
-En lo particular, no tengo una muy buena evaluación de la gestión del Ministerio del Interior, tanto por lo que sucedió con los camioneros, como por el manejo de los distintos conflictos con los trabajadores. Hablo de cómo se gestionó el conflicto con los trabajadores subcontratistas del cobre, que, no por una responsabilidad directa del ministro del Interior, pero terminó con una muerte de un trabajador. Con cómo se manejó el paro del Registro Civil, la movilización de los trabajadores de la Dirección General de Aeronáutica. Más allá de compartir o no las demandas de los trabajadores, creo que fue una gestión más característica de un gobierno de derecha que de un gobierno que busca por sobre todas las cosas el diálogo. Diría que en el Ministerio del Interior más bien se apostó a legitimar por la vía de los hechos el reemplazo en huelga, uno de los temas que más cortapisa se ha puesto en la discusión laboral.
-¿No considera legítimo que el ministro del Interior -encargado de la seguridad pública- reclame por no participar de un viaje a La Araucanía?
-Es legítimo, pero no con tanto escándalo.
«Crónica de una muerte anunciada»
-A propósito del ministro, el ex diputado Gutenberg Martínez advirtió que la situación podía poner en riesgo a la Nueva Mayoría y el ex ministro Edmundo Pérez-Yoma dijo que si volvía a repetirse, habría un quiebre total. ¿Cuál es su percepción al respecto?
-Dice mucho el hecho de que los que nunca han estado por defender las reformas -(Edmundo) Pérez-Yoma, (Enrique) Correa, el mismo Ricardo Lagos, y tantos personajes que son parte de lo que era la Concertación- hayan generado también una tendencia a frenarlas, y posteriormente dicen que esa situación de tensión es lo que lleva a la posible fractura. Es como que generaran el escenario un tanto sedicioso para que las tensiones de la Nueva Mayoría se agudicen como la crónica de una muerte anunciada.
-La DC responsabilizó al segundo piso de La Moneda de las descoordinaciones. ¿A qué lo atribuye?
-He podido aprender que la DC es un partido muy diverso. En el mismo Parlamento uno ve que hay distintos espíritus. Con lo último sucedido con el ministro Burgos, claramente más que criticar al segundo piso, tienden a tirar dardos directamente a la Presidenta. Hay una crítica dirigida por parte de un sector de la DC, de la que obviamente es parte el ministro Burgos, que definen que hable el presidente de la DC en su momento. Yo creo que eso es sumamente desleal, por decir lo menos. Puede ser que distintos militantes, parlamentarios, partidos, hagan críticas por el manejo del gobierno, de la Presidenta, pero otra cosa es que se haga desde la posición del Ministerio del Interior.
-¿Incluye a toda la directiva?
-No sé si toda la directiva. El presidente del partido (Jorge Pizarro) era muy cercano a la Presidenta. Y no sé si es que lo afectó el caso de sus hijos, pero hubo un giro en el último período, y no sé si sean totalmente representativas sus últimas declaraciones en relación al conjunto de la DC. No puedo responder a eso, pero lo que veo es que no es la mayoría de la DC.
-Un grupo de ex ministros, subsecretarios y militantes históricos de la DC plantearon a través de una carta un severo cambio de rumbo del Gobierno.
-Es ese sector de la DC el que menciono. Eso abiertamente, desde mi punto de vista, casi raya en lo sedicioso. No es nuevo, y tiene como contrapunto otra carta de un sector de la DC donde firma por ejemplo Yasna Provoste, que defiende el programa de Gobierno. Ahí se refleja claramente que hay dos ánimos, dos espíritus dentro de la DC. Uno que tiende más bien al boicot permanente a las reformas, diciendo incluso que no están de acuerdo con el contenido. Ese sector es desde un punto de vista político-ideológico es mucho más cercano a la derecha, a RN, incluso a la UDI, que a las ideas del Gobierno y el programa de la Nueva Mayoría.
-Usted dijo en marzo del 2013 que «me duele un poco el estómago hacer una alianza con sectores de la DC». ¿Sigue pensándolo?
-Quizás lo llevé a una cuestión sintomática, un poco física, pero también tiene que ver con política…No tengo problema en hacer alianza con la DC. Siempre hubo un llamado, del PC incluso, con (Salvador) Allende, de un acercamiento en la línea más de lo que (Radomiro) Tomic planteaba. Pero hay un sector permanente en la historia de Chile que es mucho más conservador, más de derecha, que también se reflejó en un actor bastante traicionero con el mismo gobierno de la UP en ese momento, que no era representativo del conjunto del partido, pero estaba presente y que hoy yo creo que sigue estando presente.
«El problema no es si hay apuro»
-El senador Andrés Zaldívar (DC) afirmó que la reforma laboral tiene que hacerse sin apuro, para no cometer errores.
-El problema no es si hay apuro, no tiene que ver necesariamente con los tiempos, sino con qué es lo que se busca con dilatar la discusión. Porque en el fondo la suerte está echada, los elementos de la reforma laboral están sobre la mesa. Se han discutido los pros, los contras, las propuestas, las críticas, las observaciones, y el problema está en que algunos están buscando relativizar el término del reemplazo en huelga, por ejemplo. Y como no les resulta lo suficiente, buscan darse más tiempo para poder lograr frenar, modificar o maquillar ejes sustantivos de algo que está escrito con nombre y apellido en el programa de gobierno.
-En la última encuesta Adimark, el 51% se mostró en desacuerdo con la reforma laboral, mientras que el 35% opinó lo contrario. En la educacional, los adherentes y detractores obtienen un 47% en ambos casos. ¿Por qué estas reformas no cuentan con un respaldo mayoritario?
-No soy una analista de encuestas, pero ¿qué es lo que conoce la gente de las reformas? ¿Cómo se informa de las reformas? Si le pregunta a un ciudadano común, principalmente, la prensa. La gente usualmente no lee los proyectos de ley, con suerte los parlamentarios podemos leer todos los proyectos de ley que se presentan.
-En el caso de la reforma tributaria se ha dicho que está mal concebida. De hecho, se está haciendo una reforma a la reforma.
-Tuvo más bien que ver con un ajuste, en relación a una cuestión casi administrativa engorrosa de la capacidad de fiscalización y cobro impositivo. Bueno, probablemente hubo que tener una mirada mucho más acuciosa cuando se discutió la reforma tributaria, pero la oposición a la reforma fue política más que una cuestión práctica o técnica.
El factor Lagos
-A propósito de encuestas, la Presidenta obtuvo un 24 por ciento de aprobación en la encuesta Adimark de diciembre, la cifra más baja de sus dos gobiernos. ¿Cuál es su lectura?
-No sé qué opinará toda la gente, pero hay un sector con el que uno puede conversar en la calle, que no es que se oponga a la reforma, sino que esperaban que hayan sido más profundas. Yo creo que hay una parte importante de la población que esperaba que se empujaran las reformas mucho más fuerte, con más presencia de la Presidenta, y tiendo también a compartir eso. Ha faltado más presencia de la Presidenta no solamente en lo comunicacional. Creo que las últimas cadenas nacionales le hicieron muy bien. Era necesario que la Presidenta pudiera comunicar más al país qué se estaba haciendo, su opinión, marcar un liderazgo hacia el país, también los partidos, y no descansar en los ministerios. Creo que se necesitaba en este período, sobre todo de transformaciones, una Presidenta mucho más presente. El tema del caso Caval la golpeó mucho, lamentablemente. Tampoco sé si habría sido distinto sin que hubiera ocurrido el caso de Sebastián Dávalos.
-Usted ha señalado que el ex Presidente Lagos no puede ser candidato de la Nueva Mayoría. ¿Por qué?
-No es para mí el candidato de la Nueva Mayoría. No, porque no ha tenido nunca una posición a favor del programa. Nunca. De hecho, su aparición pública en el marco del gobierno actual ha sido para criticar y tratar de construir él el rumbo de lo que debe ser el gobierno. Entonces es difícil pensar, bajo el elemento político programático de la Nueva Mayoría, que él pueda representar algo con lo que no está de acuerdo.
-¿Qué percepción tiene de ME-O?
-Marco Enríquez daba la posibilidad de ampliar la Nueva Mayoría. No sé cómo va a salir del caso SQM. Creo que eso es un problema grande, lamentablemente. Porque más allá de la legalidad o no, hay un tema ético. Él quizás puede no considerar que es un problema ético, pero todos los casos que han salido por SQM, Penta, Caval, empañan mucho a las figuras políticas. No sé cómo va a salir de eso. Veía en él no sé si un candidato, pero sí la posibilidad de ampliar la Nueva Mayoría a más sectores, no solo al PRO. También a Revolución Democrática, a otros partidos. A pesar de que ha enfrentado bastante bien el caso del financiamiento a su campaña por SQM, creo que lo ha empañado bastante y eso es un problema.
-¿E Isabel Allende?
-Todavía no me convence, la verdad.
-¿Por qué?
-Creo no ha construido todavía una cercanía con el partido.
PC y fideicomiso
-¿Cómo proyectar la Nueva Mayoría?
-Así como están las cosas, es súper complicado pensar que vamos a funcionar mejor. Lo que creo es que se necesita un programa unitario. Se necesita un liderazgo, una candidatura presidencial que tenga convicción de ese programa. Pero también se necesitan las condiciones para discutir e implementar ese programa, que es algo que quizás nos faltó profundizar mucho más antes de asumir en este gobierno. Porque nuestras condiciones pareciera ser que estaban simplemente acotadas a la cantidad de votos. ´Tenemos las condiciones, porque tenemos la mayoría de los parlamentarios´. Pero resulta que en muchos casos no hemos obtenido la mayoría por falta de votos dentro de la misma Nueva Mayoría, y particularmente, en la mayoría de los casos, por falta de votos de algunos de la DC.
-¿Qué opina de que los activos de un partido vayan a un fideicomiso ciego? ¿Cómo deberían estar los bienes del PC?
-No me he involucrado mucho en el debate en particular del financiamiento del proyecto. Sé que el partido tiene un patrimonio que tuvo que defender, y en muchos casos recuperar después de la dictadura militar, pero en general creo que el tema del financiamiento a la política de los partidos es crucial.
-¿Y respecto de los bienes del partido?
-Le dije. No me he metido en ese debate. No manejo todos los elementos. No le puedo dar una opinión personal, porque no tengo los argumentos para darle una opinión al respecto. Tendría que tener los elementos o los argumentos para decirle por qué el partido no debería estar a favor del fideicomiso o sí.
Fuente: El Mercurio