El exdiputado chileno Marco Enríquez-Ominami, que en las dos últimas presidenciales ha desafiado al centroizquierda con la promesa de una alternativa de renovación y progresismo, enfrenta un complejo momento político a 17 meses de las próximas elecciones, en las que pretende nuevamente competir.
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A diferencia de lo que había señalado el propio dirigente en los últimos meses, un ex ejecutivo de la constructora brasileña OAS indicó al periódico La Tercera que entre julio y noviembre de 2013 la compañía le cedió un avión privado para viajar por Chile en el marco de la campaña de fines de ese año, algo que está prohibido por la legislación chilena.
En aquella época, el presidente de la constructora era Léo Pinheiro, posteriormente condenado a 18 años de cárcel en el marco de la Operación Lava Jato.
“Yo no sé por qué Marco Enríquez no habla con los periodistas de una manera clara y transparente sobre el arreglo que hubo con nosotros. Si OAS hizo una donación por una amistad personal, me parece un tema tan banal, tan menor, que no entiendo por qué no lo hizo transparente, por qué no habló con la verdad: ‘Me prestaron un avión por dos o tres meses”, indicó al diario chileno Augusto Uzeda, el exdirector de asuntos internacionales de OAS.
De acuerdo a la ley electoral chilena, los candidatos tienen prohibidas las donaciones extranjeras a sus campañas. Y la utilización del jet privado no fue declarada por Enríquez ante el Servicio Electoral (Servel).
Cuando hace cuatro meses estalló el escándalo, el dirigente negó las sospechas.
“El avión lo pagamos nosotros; todo lo demás son conjeturas”, afirmó el pasado 16 de marzo, cuando también denunció una campaña mediática en su contra.
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Sin embargo, las declaraciones del antiguo ejecutivo de OAS, que posiblemente será interrogado por la fiscal a cargo del caso, echan por tierra las explicaciones del líder del Partido Progresista de Chile (PRO) y lo dejan en una incómoda posición ante la opinión pública, que ya le ha castigado por los escándalos que ha protagonizado.
En 2015, Enríquez-Ominami era uno de los políticos mejor valorados del país, pero este año su popularidad ha sufrido una bajada considerable en los últimos meses. De acuerdo a la encuesta política T13-Cadem de junio, ahora es el segundo dirigente con peor valoración ciudadana, entre 25 evaluados.
La trama del jet no es la única que investiga la Fiscalía y que tiene relación con la candidatura de Enríquez. El Ministerio Público indaga el pago de alrededor de medio millón de dólares de SQM —una firma química y minera controlada por el exyerno del dictador Augusto Pinochet, Julio Ponce Lerou— a una sociedad vinculada a la campaña del exdiputado. Dada la biografía de su familia, masacrada por el pinochetismo, la donación ha resultado especialmente cuestionada por la opinión pública.
En una entrevista concedida a este diario en octubre de 2015, el político chileno se refirió a los escándalos de financiación ilegal en los que se ha visto envuelto:
“Reconocemos que las campañas son extremadamente complejas y que nosotros nunca vendimos nuestra conciencia”, remarcó.
Militante socialista hasta 2009 con fuertes vínculos con el PT brasileño, Enríquez-Ominami renunció a su partido para desafiar al oficialismo de centroizquierda en las presidenciales de ese año, donde obtuvo un 20,1% de los votos.
Culpado por algunos sectores por haber facilitado el triunfo de la derecha por primera vez desde el término de la dictadura, tras el Gobierno de Sebastián Piñera nuevamente intentó llegar a La Moneda en las elecciones de 2013, donde alcanzó el 10,98%.
Símbolo de aquellos grupos de díscolos que abandonaron el conglomerado de la Concertación y lograron capturar el descontento, el exdiputado ha enfrentado bajas importantes en las últimas semanas.
El viernes pasado, el exsenador Carlos Ominami —su padre no biológico—, respaldó sin fisuras la opción presidencial del expresidente Ricardo Lagos.
“Lagos está llamado a jugar un papel importante. Creo que él es la principal reserva republicana de este país”, indicó a la revista Qué Pasa.
Fuente: El País