lunes, diciembre 23, 2024
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Cuba y los Desastres Naturales en Chile: Cuando Florece la Solidaridad Entre los Pueblos.

Tuvimos la invalorable oportunidad de conversar con el doctor Carlos Pérez,  médico jefe de la Brigada cubana Henry Reeve, que acaba de completar su misión humanitaria, a propósito de los aluviones en la región de Atacama, la que se prolongó entre el 9 de abril, y el 4 de junio de este año. La brigada, compuesta de 15 profesionales de la salud cubana, con perfil clínico epidemiológico, prestó atención a 5.881 personas, y visitó 1.542 viviendas en las comunas de El Salado, Diego de Almagro, El Salvador, Huasco y Alto del Carmen. No es la primera vez que el contingente viene a brindar solidaridad a nuestro país. Para el terremoto de 2010, ya estuvieron aquí, con dos hospitales de campaña, en Rancagua y Chillán, misión que se prolongó entre el 2 de marzo y el 14 de noviembre de ese año, durante la cual realizó 79 mil consultas y más de tres mil intervenciones quirúrgicas.

 

– Carlos, ¿nos puede contar un poco acerca de la Brigada Henry Reeve?

«La Brigada Henry Reeve es un contingente creado por el Comandante en Jefe el año 2005, a raíz del Huracán Katrina, que arrasó con un sector de Estados Unidos. Lamentablemente, no pudimos ir en ayuda de las víctimas, ya que el Gobierno Norteamericano se negó a recibir a la Brigada.

Ese contingente que ya estaba formado, fue a prestar servicios a muchos países que sufrieron situaciones de desastre, por ejemplo Pakistán, Indonesia, Perú.  Esta es una Brigada especializada en desastres y grandes epidemias, para la mitigación de este tipo de fenómenos, y es un gran contingente que está dividido en brigadas, y en el que cada brigada se moviliza según el tipo de desastre que ocurra».

– ¿Cómo ha sido su experiencia en Chile, tanto para el terremoto de 2010, como ahora para las inundaciones del norte?

«Para nosotros Chile ha sido una muy buena experiencia, porque hemos recibido la hospitalidad de su pueblo; la población ha agradecido el trabajo, el modesto esfuerzo que nosotros hemos hecho en cada una de estas ocasiones, y por lo tanto, eso es lo que más nos enorgullece: tener el  apoyo de la población, que ha hecho posible nuestro trabajo, y que ha servido también para ayudarnos a mitigar el frío, para sentirnos bien, sentirnos como en casa, y hacer nuestro trabajo, profesional, pero sientiéndonos bien».

– Ahora, específicamente en el norte, ¿cuáles fueron las actividades principales que realizaron, y cuáles fueron las patologías más frecuentes que encontraron?

«En el Norte hicimos una estrategia bien personalizada, casa a casa, visitando a cada una de las familias. Hacíamos vigilancia sindrómica, atención médica a alguna persona que lo necesitara de forma urgente, o a los crónicos que se encontraban también en ese momento en sus casas, y tienen enfermedades como Hipertensión Arterial, y otras patologías.

Además de eso, enfocábamos sobre todo la atención a la Promoción y Prevención de Salud en cuanto a la parte higiénico- epidemiológica, o sea, llevando ese enfoque preventivo de la Medicina Primaria, para evitar epidemias.

De una forma más rápida, podíamos capacitar in situ a las personas, y además sensibilizarlas, crear mayor expectativa sobre el fenómeno que estaba ocurriendo, y sobre todo elevar la percepción del riesgo, de que si no se cuidaban, si no hacían las cosas como les estábamos diciendo, pues se iban a enfermar de patologías gastroentéricas, y otro tipo de infecciones.

Eso se logró de cierta forma, porque se logró una capacitación directa, de persona a persona, casa a casa, y viendo a la población en el terreno. Yo creo que eso fue lo que trajo consigo que las consecuencias no fueran mayores, que no se enfermaran grupos poblacionales. Solamente hubo un brote significativo de enfermedades digestivas por un Orovirus, en una comunidad determinada, que fue Inca de Oro.

El resto de las patologías que se veían, eran enfermedades respiratorias, por la misma polución del aire, el polvo en suspensión, además el frío en las noches, los cambios de temperatura, más todo ese ambiente hostil por el  desastre, pues también algunas enfermedades de tipo dermatológica iban surgiendo en algún momento, y sobre todo descompensación de las enfermedades crónicas, mucha Hipertensión Arterial, trastornos psicológicos también; ya cuando pasaron los dos meses, comenzaron a verse los síntomas de stress postraumático».

– ¿Y cómo fue su relación con los Médicos Graduados de la ELAM?

«Fue muy bonita la relación con los Médicos Graduados de la ELAM. En una comunidad que visitamos, Diego de Almagro, ellos ya estaban ahí, habían establecido un puesto médico, y desde ese puesto médico comenzamos a operar nosotros. Entonces, también, en conjunto con ellos, hacíamos todas las reuniones en la mañana para organizar lo que iba a ser el trabajo de ese día, y del día siguiente.

 Ahí nos alimentábamos, en ese puesto, que era una escuela, que fue nuestro hospital, nuestra casa, nuestro todo, con la ayuda de los Profesores, que pues nos alimentaban, nos mimaban, nos daban cariño, nos daban su hospitalidad, y a los Médicos de la Elam también. Entonces logramos una integración entre los Médicos de la ELAM y los Médicos Cubanos, que éramos una sola Brigada, seguíamos un mismo objetivo, planteamos una misma estrategia, y esa estrategia fue la que se siguió.

Nosotros creemos que eso es recoger el fruto de lo que se sembró un día en Cuba, con la Escuela Latinoamericana, para ayudar a los pueblos de América. Yo creo que esta experiencia puede servirnos para el futuro, como sirvió la experiencia de Haití, cuando los Médicos de la ELAM estuvieron con nosotros allá para el terremoto del 2010, y puede hacerse imperecedera en la historia de la humanidad.

En cada uno de los lugares donde hay un Médico de la ELAM, hay una semilla, que como el desierto florido, está latente, y un día, debe florecer».

– Por último, ¿con que sensaciones o reflexiones regresa la Brigada para Cuba?

«Realmente, nos vamos con sentimientos encontrados, porque aquí hemos encontrado mucho cariño, mucha hospitalidad, pero también nos vamos con la satisfacción del deber cumplido, y también con el orgullo de seguir siendo cubanos, de seguir siendo solidarios, de haber ayudado a este pueblo, y pensar que en algún momento otro pueblo hermano de América Latina o de otra parte del mundo lo va a necesitar, y esta experiencia nos va a servir para ese objetivo, por lo tanto esta experiencia es muy enriquecedora.

Además, nos vamos con agradecimiento al pueblo, con el agradecimiento a los Médicos de la ELAM, con el agradecimiento a las autoridades de este país, que nos permitieron realizar nuestro trabajo solidario, y que nos apoyaron en eso».

 

 

 

 

 

 

 

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