Finalmente, Sebastián Beccacece: admite que fracasó en la U y asegura que no volvería a trabajar con Sampaoli El despedido técnico de los azules explicó su salida de los universitarios y la nula relación que tiene hoy con el ex DT de la selección chilena. Asegura que el fracaso lo convertirá en fortaleza.
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Rompió el silencio. Desde que fue notificado que sería despedido de la Universidad de Chile que Sebastián Beccacece no hablaba con los medios. Hasta ahora. En medio de sus vacaciones en el sur del país el estratega conversó de todo con la revista Sábado de El Mercurio.
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Admite que fracasó, que en la U la dirigencia no creyó en su proyecto y que hoy tiene una nula relación con Jorge Sampaoli.
Ahora está solo. Solo y sentado en una terraza, mirando al lago Villarrica, mientras sus hijas Agustina (10) y Victoria (4) juegan con su madre, en el hotel a medio camino entre Villarrica y Pucón hasta donde llegaron a descansar de lo que han sido los últimos nueve meses.
Sebastián Beccacece (35), la antigua mano derecha de Jorge Sampaoli, está en un viaje que comenzó justo una semana después de ser despedido como entrenador de la Universidad de Chile.
El golpe no fue fácil, porque luego de acompañar 14 años como asistente al hombre que ganó todo lo que el fútbol en Chile podía ofrecer, tuvo que recordar lo que era perder. Solo que ahora, además, él era el que estaba al frente. El que tenía que hacerse responsable.
La idea precisamente le había surgido en otro viaje. En unas vacaciones en Miami con el mismo Sampaoli tras ganar la Copa América en Chile el año pasado.
-La verdad es que la decisión cayó de manera espontánea y natural, porque consideré que después de la obtención de la Copa América, mi camino al lado de él (Jorge Sampaoli) llegaba a su fin y mi cuerpo me pedía y me exigía transitar otro recorrido -dice Sebastián Beccacece.
-¿No tuvo ganas de dirigir antes, como en el mundial por ejemplo?
-Yo siento que dirigí en el mundial. Fíjate que cuando clasificamos a la segunda fase, en el partido contra España, el abrazo de Desio, Jorge y yo refleja el sentimiento que sentíamos. Éramos uno.
-¿No se sentía un asistente?
-Para nada. Si bien Jorge siempre fue la cabeza visible de todo, y evidentemente el que nos acercó, los tres teníamos mucha participación.
-Hay muchos asistentes que no logran consolidarse cuando dan el salto a ser entrenador. ¿Tenía ese miedo?
-No.
Luego de esa conversación en Miami, decidieron que su último partido sería contra Uruguay, por las eliminatorias. Según Beccacece, el directorio de la ANFP no puso problemas.
-¿Hacia el final se les hizo muy difícil manejar a los jugadores de la selección?
-Realmente, no percibí eso.
-Pero hubo señales. ¿Se plantearon marginar a Arturo Vidal cuando chocó su Ferrari en la Copa América?
-Tuvimos una charla íntima en el grupo de trabajo y considerábamos que la mejor opción era que Arturo continuara. Porque si bien había cometido un error, nadie está ajeno a cometer un error. Y teniendo en cuenta su compromiso, su manera de ser, la ascendencia que tiene en el grupo, consideramos que era lo más importante que Arturo continuara y creo que fue una decisión acertada, porque a veces perdonar es mejor que castigar.
-¿Por qué?
-Arturo ya venía de haber sido excluido en otro proceso anterior. Uno supuestamente lo que busca con la exclusión es que el jugador aprenda. Y ese tal vez no era el mejor camino para Arturo. Yo creo que Arturo, con todo lo que representó cómo jugó ese mundial en Brasil, realmente no merecía un final así.
-¿No se cansaron de tener que estar cuidando a futbolistas?
-Es que fue el único incidente que tuvimos en tres años.
-Se rumoreó que hubo una fiesta entre los jugadores después de que clasificaron a la segunda ronda en el mundial de Brasil. ¿Es cierto?
-Fue un rumor, solamente. Algo que salió en los medios.
-¿Arriesgaron a Arturo Vidal, haciéndolo jugar en el mundial semanas más tarde de su lesión?
-Lo que pasa es que Arturo arriesga por naturaleza. Arriesga su vida como arriesga jugando al fútbol. Yo creo que el riesgo es parte de la vida y que hay ciertos riesgos que hay que tomarlos siempre y cuando haya un consenso entre las partes. Arturo se preparó para jugar el mundial. Es más: nosotros no tuvimos que decirle nada. Él nos pedía por favor que contáramos con él.
-¿No creen que Sergio Jadue, en sus últimos días, accedió a sus peticiones deportivas y económicas porque ya sabía que se iba a ir?
-Si bien Quilín no está tan lejos de Pinto Durán, para nosotros era como la distancia entre Argentina y Chile. Porque realmente no nos cruzábamos nunca. Estábamos todo el día en Pinto Duran. Vivíamos en una isla.
-Ustedes siempre hablaban de educación pública y contra la desigualdad. Pero que sus remuneraciones de la ANFP las tributaran fuera del país, iba totalmente en contra de eso. ¿No veían la contradicción?
-Sí. Yo creo que es algo que nosotros aprendimos. Fuimos mal asesorados. Porque no era el contrato. Era una parte de los derechos de imagen.
-¿Entendían la molestia que eso causó en la gente?
-Sí, pero no sacábamos ningún tipo de beneficio. Nosotros ganábamos un monto líquido y lo que se hacía era determinar que una parte se pagaba acá y otra en el extranjero. Nos dijeron que eso se usaba y que era algo normal. En ese momento nos asesoramos y lo hicimos. En cuanto nos enteramos de que eso no correspondía, lo que hicimos fue modificarlo.
-Cuando se conocieron los montos que ganaban con Jorge Sampaoli, quedó la idea de que su discurso sobre el «amateurismo» distaba mucho de cómo se manejaban en realidad. ¿Era así?
-Uno trata de ir al fuego interior, al amateurismo, porque cree que ahí está toda la pureza de las emociones para que el futbolista se conecte consigo mismo. Y esa conexión genera un mejor rendimiento. Evidentemente el fútbol desde hace rato se ha convertido en un negocio en el cual los entrenadores somos parte. Pero no creo que porque uno hable del amateurismo quede inhabilitado de cobrar cifras exageradas o a tener montos altos. Porque es el mundo en el cual nosotros estamos insertos.
-¿Está bien ganar montos millonarios?
-Yo no soy quién para decir si lo debería o no lo debería ganar.
Sebastián Beccacece renunció oficialmente a la selección el 19 de noviembre de 2015. Treinta y dos días después, ya era el nuevo entrenador de la Universidad de Chile. Un cargo al que llegó con la chapa de ser el heredero natural de Jorge Sampaoli.
-¿Tenía claro que lo iban a comparar con Jorge Sampaoli donde fuera que dirigiera?
-Claro. Hay una tendencia de los medios de comunicación a comparar todo el tiempo. Es inevitable. Pero yo creo que cada uno tiene su identidad propia. Cada uno tiene sus sentimientos, su forma de pensar.
-¿Cómo quería ser distinto de él?
-Yo no quiero ser distinto. Yo quiero ser yo.
-Pero, ¿cómo quería ser distinto de Jorge Sampaoli?
-Yo no me quería separar. Lo que quería era empezar mi recorrido de manera personal. Quería seguirme a mí mismo.
«Nunca creyeron en mi proyecto»
Sebastián Beccacece terminó su primer torneo como entrenador de la U en el décimo puesto, a cinco puntos del último equipo. Pero sus problemas no comenzaron ahí. Muchos vieron con malos ojos cómo trató a Martín Lasarte, el entrenador uruguayo al que llegó a reemplazar.
-Cuando empieza a sonar mi nombre, en octubre de 2015, yo no había tenido ningún contacto con el club. Llamo a Martín y le explico, porque le habían hecho una pregunta en una conferencia de prensa, que a mí realmente no me había llamado nadie. Y que el día en que me llamara alguien, yo se lo iba a hacer saber y que le iba a preguntar cómo era su situación. En noviembre me llaman y efectivamente después llamo a Martín.
Antes de asumir oficialmente como entrenador, en los días finales de Martín Lasarte, Sebastián Beccacece citó a los futbolistas del plantel que él no tenía en consideración para decirles que no seguirían en el club. El acto no cayó bien, porque se entendió como un acto desleal con el entrenador uruguayo.
-Había demasiada incertidumbre en todos esos días sobre qué iba a pasar con cada uno de los futbolistas, así que interpretamos que lo mejor era hablar. Que cada futbolista tuviera certeza de qué iba a ser de su futuro. Evidentemente, el grado de trascendencia que tomó hace pensar que tal vez fue un paso en falso.
-¿Habló de nuevo con Martín Lasarte?
-Sí, después de que terminó el torneo nos juntamos a almorzar con él, para explicarle esto. De que no había sido la intención de incomodarlo ni de molestarlo.Por el contrario: era para tratar de transparentarlo todo.
-¿Qué le pide Carlos Heller cuando se junta con él?
-Lo que le propuse a Carlos fue un proyecto en el cual había que hacer un reestructuración. Los primeros seis meses iban a ser de transición, para gestionar un cambio. Si bien el equipo venía de ganar la Copa Chile, en el torneo local venía en baja. Estaba a cuatros puntos del descenso. Entonces, la idea era poder instarlo en los cinco primeros. Aspirar a un lugar de liguilla para ver si podíamos clasificar a la Copa Sudamericana y en el medio había un compromiso de Copa Libertadores en el cual dijimos que el foco no iba a estar puesto ahí.
Después de debutar con un empate y meterle ocho goles a O’Higgins de Rancagua, el equipo de Beccacece se hundió: quedó eliminado de la Copa Libertadores y perdió el rumbo. En ese torneo solo ganaría tres de sus 15 partidos.
-¿Se le olvidó cómo ganar?
-No. Tal vez en el primer semestre, no sé si decirlo de esta manera, nos tendríamos que haber adaptado de entrada a las posibilidades que nos daba cada futbolista para desarrollar una idea. Y a lo mejor no exigir una idea que nosotros traíamos de la selección. Tal vez eso fue lo que pasó. Pero no creo que hayamos perdido el foco de cómo ganar.
Paralelamente, Beccacece sintió que se le filtraban cosas a la prensa. Dice que después de quedar eliminados en la Copa Libertadores, un director del club se acercó para preguntarle de cuáles jugadores prescindiría el segundo semestre, para ver sus situaciones contractuales. Beccacece sostiene que respondió que aún era febrero. Que le quedaba tiempo.
-Si un futbolista se entera antes de tiempo que no lo van a considerar para el semestre que viene, un entrenador no tiene nada más que hacer. Debido a estos compromisos contractuales que existían, tuve que acceder a lo que me exigía el director. Al otro día esos nombres salieron publicados en un diario. Fue un golpe muy duro. Ahí perdí un poco la credibilidad del grupo.
-¿Querían sacarlo desde adentro del directorio?
-Desde adentro querían molestar.
-¿Por qué?
-Porque yo hacía exigencias incómodas. Pedía jornadas dobles de entrenamiento, mejores hoteles, mejores concentraciones. Yo siempre encontré respuesta del presidente, Carlos Heller. Pero en el directorio, salvo una que otra excepción, nunca creyeron en mi proyecto. Si hubieran estado convencidos, no me habrían planteado a los seis meses que diera un paso al costado, como pasó.
A principios de abril, cuando el rendimiento del equipo iba en descenso, un grupo de futbolistas de la U organizó un asado una noche en La Pintana. Hubo alcohol y las imágenes llegaron a las redes sociales. Los implicados fueron marginados. A Beccacece le dolió porque días antes dio una charla. Les pidió entrega a sus jugadores.
-¿Se decepcionó de los futbolistas?
-Creo que no tuve la capacidad de sacarle el máximo rendimiento a la mayoría de ese grupo de futbolistas y eso es algo que debo mejorar. Un líder es el que logra hacer mejor al otro y yo en esa etapa no lo logré. No estoy desilusionado con los futbolistas. Estoy desilusionado conmigo mismo.
-Jorge Sampaoli se dio una vuelta larga para llegar a la U. Antes estuvo en muchos equipos menores. Usted debutó ahí. ¿Tomó un atajo en su carrera como entrenador?
-No. Porque el proceso anterior lo viví muy de cerca, como si fuese un entrenador. Di todos los pasos que tenía que dar para poder estar a la altura de lo que exige un club grande. Que después los resultados no hayan salido, no quiere decir que no esté capacitado. Todos los entrenadores grandes han fracasado en algún momento.
-¿Por qué hizo el curso de entrenador por internet?
-Lo hice de manera virtual como la mayoría de los entrenadores que hoy están dirigiendo. Por una cosa que no estaba en Argentina para presenciar la clase. Mi continuidad en el fútbol era casi de tres años, impidiendo que yo pudiera ir al lugar. Lo hice el 2010. En Ecuador empiezo el curso de entrenador y lo finalizo en 2011, estando en la U. Hice la validación en Chile y fue una linda experiencia.
-¿Luis Bonini llega para supervisar su trabajo?
-A Bonini lo fui a buscar yo, exclusivamente. Tuvimos tres conversaciones intensas en las cuales intentábamos encaminar a esta nueva U. Él tenía muchos proyectos y yo lo fui a invitar a un proyecto que tenía dos años más. A los siete días de haber llegado, el proyecto tenia seis meses más de vida y resultó teniendo cinco meses. No pudimos obtener los resultados que vinimos a buscar, pero sí pusimos esa semilla para que la U en un futuro tenga que estar donde merece. Este grupo de jugadores siempre le va a entregar a la U un compromiso desmedido.
-¿Qué es ser desmedido? Lo han caricaturizado con el término.
-Yo entiendo que es brindarse de lleno. De cuerpo y alma por algo que uno siente. Ser extremadamente comprometido. De esa manera fui criado.
«No creo que sea bipolar»
El 17 de septiembre, Sebastián Beccacece fue despedido de la U. En seis partidos jugados del presente torneo, ganó dos, empató uno y perdió tres.
-¿Cómo fue su salida de la U de Chile?
-Siempre me decía Luis (Bonini): te contrata el presidente y te echa el gerente. Y bueno, fue así. Nos contrató el presidente y nos terminó diciendo el gerente deportivo, Andrés Lagos, que la presión mediática era muy grande. Y que ellos creían en el trabajo, sabían de nuestro compromiso y de nuestro grado de profesionalismo y dedicación. Pero se le hacía muy difícil sostenerlo en el tiempo, porque la presión cada vez era mayor. Lo que pasa generalmente en ese tipo de situaciones, cuando dan mucha atención a lo que dice el entorno, es que no terminan de creer en lo que contrataron.
-¿Qué es lo que más le dolía de perder?
-El maltrato de la derrota. Lo que a mí me cuesta es sufrir la injusticia del maltrato en la derrota. Porque te hacen sentir un desprecio, como que uno no vale, no cuenta. Para una personalidad como la mía, eso es doloroso. A mí me gustaría que el trato, más allá de ganar o perder, sea de una determinada manera. Y eso no sucede. Yo sufro mucho maltrato y no estoy a favor de la sobre exaltación que genera el éxito.
-¿Sufrió maltrato como entrenador de la U?
-De los medios de comunicación. No de todos. He sido maltratado por algunos que se han aprovechado de alguna situación, como el caso de la patada, para decir que era un violento o un delincuente, y yo estoy muy lejano de ser esas cosas.
-Pero ¿le jugó en contra su intensidad, como cuando le pegó la patada al refrigerador?
-Sí, son impulsos que hay que corregir. Porque cuando uno logra la serenidad extrema, que es el desafío de todo ser humano, que más allá de todo lo que suceda en el entorno, a uno no le afecte, ese es el máximo desafío que tenemos nosotros como seres humanos. Pero cuesta, y mucho. Yo voy camino a eso. Evidentemente estas cosas que no corresponden, que las he asumido, empequeñecen aparte al personaje… Mirado ese impulso airado, o de obsesión, o de extrema pasión, a veces me llevan a cometer este tipo de errores que son actos justamente sin pensar. Porque un impulso uno no lo piensa, reacciona.
-Cuando se fue del club, su preparador de arqueros, Gustavo Flores, dijo que era bipolar.
-Tengo una filosofía de vida: no mando mensajes por la prensa. Prefiero no opinar de las personas que utilizan los medios de comunicación para hablar de un colega o comentar cierta intimidad.
-¿Es bipolar?
-No creo que sea bipolar. Es un término que está muy de moda. No sé si se sabe bien el significado. Es una persona de la que se dice que cambia permanentemente su estado de ánimo. Pero no quiero caer en el debate que después va a caer en un sin fin de opiniones. A mí me parece desubicado, pero nada más. Lo que tenía que decirle a él (Gustavo Flores) se lo dije personalmente.
-Si fuera presidente de un club, ¿respaldaría a un entrenador que después de una inversión importante, en seis partidos ganó dos, empató uno y perdió los otros tres?
-Yo creo que hemos obtenido muy poco en relación a lo mucho que hemos trabajado. Pero creo que viendo la posibilidad de cómo se desarrollaba el torneo, que estaban todos inmersos en esa irregularidad, creo que había todavía un margen para dar una posibilidad de seguir insistiendo. Pero no lo juzgo.
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-¿Para usted ese rendimiento era aceptable?
-Era irregular, como el de la mayoría de los otros equipos.
-Su desempeño como entrenador de la U, ¿dañó su prestigio?
-Creo que fue un golpe y un fracaso. Y el fracaso en el momento termina haciendo un daño, aunque creo que esto va a servir para fortalecerme. Fue un fracaso futbolístico y deportivo. Pero en lo personal creo que no. De ninguna manera creo que he perdido prestigio personalmente. A lo mejor es lo que se ve de afuera.
-¿Qué le dolió más: que se dijera que no tenía las capacidades para dirigir a la U o que solo se quedaba por la plata?
-Siempre que dicen cosas que ofenden, duele. Yo digo que hay que escuchar a la crítica, siempre y cuando esa crítica sea bien intencionada. Trato de evitar la polémica y la confrontación porque creo que no conduce a nada.
-Pero le inventaron apodos, le decían «Besacheques».
-Yo lo que digo es que la mejor manera de responder a eso es con actos. Si yo me voy a un lugar donde gano tres veces menos de lo que ganaba en el anterior, ese fundamento carece de sustento.
-¿Esa era la diferencia entre lo que ganaba en la Selección y la U?
-Sí. O si digo que el segundo semestre en la U ganaba un 40 por ciento menos de lo que ganaba el primer semestre, esa crítica ya no tiene fundamentos.
-¿Ha pensado que después de esta experiencia se hace más difícil dirigir en un club grande?
-No, todavía no me he puesto a pensar. Lo que estoy haciendo es tratar de desintoxicarme un poco de todo lo que es el ambiente, el medio. Ya habrá tiempo para pensar, para ver, para analizar. Hay que intentar estar preparado para lo nuevo.
-¿Cree que va a volver a dirigir en Chile luego de este paso en la U?
-Yo creo que después de estos ocho años en Chile, de los que estoy eternamente agradecido, cumplí una etapa profesional. Hoy estoy instalado en Chile, mis hijas concurren a un colegio en Chile, estamos muy cómodos, muy plenos como familia. Mi señora también tiene su vida social. Entonces, hasta fin de año seguramente vamos a permanecer en este lugar y en caso de que no salga ningún trabajo, no descarto la posibilidad de continuar viviendo acá.
-¿Entrenaría a un club humilde?
-Yo entrenaría en cualquier proyecto que me seduzca.
-Si llega un club sin muchos recursos, ¿lo tomaría?
-Uno nunca sabe para dónde lo lleva la vida. El otro día escuchaba que uno, como si fuese un auto en una pendiente, está bueno dejarse caer y ver a dónde lo lleva la vida.
-¿Tomaría un club de Primera B?
-Intentaría buscar en otros horizontes. Pero hay que ver qué nos prepara la vida. Uno puede tener un plan y la vida te lleva para otro lugar. Yo me proyecto dirigiendo en Primera División, pero el tiempo y la historia serán testigos de eso.
-¿Volvería a ser asistente de Jorge Sampaoli?
-No. Hoy estoy bien donde estoy. Fue una etapa linda, pero hoy mi cuerpo me exige otra cosa.
-¿Qué le dijo Sampaoli cuando supo de su despido?
-Con Jorge todavía no he hablado.
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-¿No le parece raro que después de que hayan trabajado tanto tiempo juntos, ya no hablen con Jorge Sampaoli?
-Con Jorge, cuando terminamos nos dijimos que nos íbamos a dar un tiempo. Que necesitábamos un tiempo más distanciados. Nuestra relación hasta el día de hoy es nula. Tiene más relación con mi hija que conmigo. Pero no por estar molestos. Por lo menos yo. Sino que interpretamos que era lo mejor. Sigue siendo mi hermano.
Fuente: Emol