Chile es el mayor exportador de semillas del hemisferio sur. Bayer expandió la planta de producción de semillas transgénicas de su subsidiaria Monsanto en Viluco, comuna de Paine. Las organizaciones medioambientales están alarmadas.
«Fuera Bayer- Monsanto de Chile», se leía en pancartas en Santiago el pasado 19 de mayo, durante la protesta «Marcha contra Monsanto», que tuvo lugar en 30 ciudades del mundo en pro de una agricultura sin pesticidas y contra el uso de semillas genéticamente modificadas.
Apenas unos días antes, el consorcio farmacéutico Bayer había sido condenado a pagar más de 2 mil millones de dólares a una pareja en Estados Unidos que argumentó haber enfermado cáncer debido al uso de Roundup, un herbicida desarrollado por la filial de Bayer, Monsanto.
También en Chile aumentan las voces críticas
A unos 50 kilómetros al sur de Santiago se encuentran dos de las mayores plantas de producción de semillas en Chile. En septiembre de 2018, tras la compra de Monsanto, Bayer Crop Science anunció la modernización de la planta de Viluco, la única fábrica que produce semillas de hortalizas en América del Sur y una de las tres fábricas más grandes de la compañía en todo el mundo.
«Queremos modernizar la tecnolgía y los procesos, para que la fábrica alcance los estándares de las fábricas en los Países Bajos y Estados Unidos», dijo Yuri Charme, de Bayer Crop Science. El proyecto denominado «Satisfacción de la demanda” tiene como objetivo aumentar la producción de semillas en un 20% para que Chile pueda satisfacer el 70% de la demanda en la región en un futuro cercano.
Chile es el mayor exportador de semillas del hemisferio sur. Según cifras de la Federación de Productores de Semillas (ChileBio), el país exportó semillas por un valor de 338,5 millones de dólares en 2016/2017, una quinta parte de las cuales fueron semillas genéticamente manipuladas. Una de las ventajas para el negocio de semillas en Chile es que cuando en Europa es invierno, allí es verano.
Polen de plantas modificadas contamina semillas locales
La semilla de hortalizas que se procesa en la fábrica en Viluco representa, hasta el momento, una pequeña parte de las exportaciones de semillas. Mucho más importantes son el maíz, la soja y la semilla de colza. Estas son procesadas en otra fábrica, a pocos kilómetros al sur de Viluco, en la comunidad rural de Paine. Allí, la mayoría de la población vive de la agricultura. Ya en 2016, antes de la fusión con Bayer, Monsanto había anunciado la expansión de la fábrica, lo que llevó a un grupo de ciudadanos a fundar el Comité para la Defensa de Paine.
«Aquí se está construyendo la planta de procesamiento de semillas más grande de América Latina. No hay estudios sobre su impacto ambiental. Los políticos aprobaron el proyecto sin consultar la opinión de la gente», critica Camila Olavarría, portavoz del comité. Los habitantes de Paine temen la contaminación de las semillas locales por la polinización cruzada cuando el polen de los campos de plantas modificadas sea transportado por el viento a los campos vecinos. Esto es particularmente fácil con la colza, porque su polen vuela hasta tres kilómetros.
En los países de la UE, el cultivo de colza genéticamente modificada está prohibido. En Chile, en cambio, el cultivo está permitido con fines de investigación y exportación. La única forma de evitar la polinización cruzada sería una distancia suficiente entre los cultivos. Una medida de prevención que en Chile no está prevista.
Olavarría cree que las semillas en Paine ya están contaminadas: «La mayoría de los semilleros aquí han sido modificados genéticamente». Bayer Monsanto les da a los agricultores locales semillas que siembran en sus tierras y después tienen que devolver algunas semillas que son luego procesadas en Paine y Viluco y exportadas”, explica. Y agrega que «los agricultores reciben las semillas junto con un paquete de productos de pesticidas como Roundup»
«Cada vez hay más diagnósticos de cáncer»
Roundup, el nombre comercial del glifosato, es el herbicida más vendido en Chile. En marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer clasificó el glifosato como «probablemente cancerígeno». Camila Navarro, también miembro del Comité de Defensa de Paine, destaca que en su comunidad «crece el número de personas con cáncer, no solo entre los agricultores, sino también entre los trabajadores temporales y los habitantes cercanos a los campos».
Señala que los hijos de trabajadoras temporales sufren de frecuentes trastornos del habla y deficiencias cognitivas. Agrega que también hay reportes sobre mujeres embarazadas que trabajan en los campos, y que sufren abortos o cuyos bebés nacen con fatales malformaciones. No existen estudios oficiales sobre la relación entre plaguicidas y estas enfermedades.
Red de Acción pide la prohibición del glifosato en Chile
El cáncer es la segunda causa más común de muerte en Chile. Cada año, hay 45.000 nuevos casos, según informó el Ministerio de Salud de Chile a comienzos de este año. Una red de acción contra los plaguicidas pide la prohibición del glifosato en Chile. Lucía Sepúlveda, una de sus miembros, dice a DW que «Bayer y Monsanto no son bienvenidos en Chile”, y concluye que el cultivo de plantas modificadas genéticamente y los pesticidas «perjudican el medio ambiente y la salud de la población”.
Fuente: Deutsche Welle
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