domingo, diciembre 22, 2024
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Venezuela: Se Perdió una Batalla, No la Guerra

La elección número 20 – en esta ocasión una votación parlamentaria – desde que el fallecido Comandante Hugo Chávez Frías llegó al poder en Venezuela dan cuenta de la profunda raigambre democrática del pueblo venezolano en materia de dirimir sus diferencias a través de los actos electorales, sean estos presidenciales, parlamentarias o municipales.

La derrota del chavismo no es una sorpresa en el marco, no de una campaña electoral sino de una campaña de desestabilización y una guerra económica brutal, que lleva ya dos años.    

A medianoche venezolana el Consejo Nacional Electoral – CNE – entregó las cifras de diputados electos para la Asamblea Nacional otorgando 46 cargos al oficialista Partido Socialista Unificado de Venezuela y 99 a la opositora Mesa de Unidad Nacional – MUD – faltando aún 22 cargos por definir, 17 de ellos vía nominal. Cifras que harán variar los curules mencionados y con ello también las mayorías necesarias para modificar leyes importantes en Venezuela.

Terminada la contienda, a renglón seguido, el mandatario venezolano Nicolás Maduro entregó sus palabras al pueblo llanero reconociendo las cifras y alabando el proceso democrático venezolano. Llamó a respetar los resultado en paz sosteniendo que “ya no es tiempo de tristeza ya que debemos estar preparados para los tiempos que nos tocará vivir”. Su reconocimiento del triunfo opositor dignifica a Maduro y aún más su discurso autocrítico.    

Ha triunfado la constitución y la democracia. Se ha perdido una batalla pero no la guerra, éste es un obstáculo circunstancial a la cual sabremos y tenemos que sobreponernos porque éste es un proyecto histórico que hunde sus raíces desde Simón Bolívar, quien nos enseña que desde una derrota puede surgir una nueva moral y con ello un nuevo triunfo, sostuvo el presidente Nicolás Maduro reconociendo los resultados adversos para el oficialismo. Pero, destacando también, que a pesar de toda la artillería opositora dentro y fuera de Venezuela el legado de Chávez obtiene el 42% de apoyo.

Ha triunfado la guerra económica, consignó el presidente venezolano que esa guerra ilegal y brutal “ha permitido virar las corrientes históricas por ahora. Circunstancialmente, por ahora. A Venezuela se le ha sometido a una guerra brutal pero la Revolución sigue en pié…lo que ha triunfado en Venezuela hoy es una contrarrevolución que ha impuesto su escenario y que ha obtenido a las garantías de la Constitución Bolivariana una mayoría para la Asamblea Nacional. Ojalá se pongan en sintonía para cesar su campaña de desestabilización”

¿De qué sirven los cargos obtenidos por la oposición? Por ahora, para la aprobación de leyes simples que no requieren quórum calificados del tipo mayoría simple, a excepción de aquellas en que la Constitución exige otra mayoría. Por ejemplo, aquellas leyes que requieren 3/5 partes de los diputados – que es de 101 – para aprobar la Ley Habilitante al Presidente de la República, para emitir votos de censura contra el Vicepresidente o los Ministros.

Mayoría calificada, en las que las decisiones se toman por los 2/3 de los votos, es decir se requiere 110 Diputados para convocar a una Asamblea Constituyente o establecer reformas a la Constitución, aprobar Leyes Orgánicas, nombrar y remover a los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, miembros del Poder Ciudadano, los Rectores del Consejo Nacional Electoral y someter a referendo aprobatorio leyes estructurales de la nación.

La oposición, a pesar del número de votos obtenidos no podrá, en esencia, cambiar el rumbo establecido por la Revolución Bolivariana. El peligro es que esta oposición pierda la serenidad ante un triunfo de la envergadura obtenida por la diversidad que existe en esta MUD, que sólo se mantiene unida ante el objetivo de derrocar al chavismo y que para tranquilizar a sus huestes y financistas ha sostenido que comenzará a trabajar por su unidad y evitar las diferencia y divisiones. Y en ello también tendrá voz en las calles una población que en 17 años ha logrado elevar su propia dignidad como ciudadanía.

De esos 20 comicios, celebrados en los últimos 17 años, todas ellas con participación ciudadana superior al 75% del padrón electoral; en 19 de ellas triunfaron las fuerzas bolivarianas, lo que ha generado año tras año la desazón de las huestes opositoras, que no se resignan a verse impedidos de volver al poder por las vías democráticas. Esta congoja política los ha impulsado a utilizar estrategias y mecanismos, que son predominantemente antidemocráticas, contrarrevolucionarias y que han sido denunciados por el gobierno venezolano como parte de una estrategia denominada de Golpe Suave.

Maniobra que en esta ocasión, circunstancialmente les ha servido y ello implica ver si la oposición será capaz ahora, que cuenta con una mayoría parlamentaria de cesar la agresión económica, política y comunicacional de la oposición. La responsabilidad de un triunfo en un área del poder estatal trae consigo responsabilidades que la práctica antidemocrática de la MUD hace temer su incumplimiento y sacar a flote sus verdaderas intenciones: seguir desestabilizando al gobierno de Maduro.

No ha existido elección que no haya servido a la oposición para sostener que se trata de un plebiscito contra el mandato de gobierno del chavismo. Tratando, de esa forma de desvirtuar los objetivos que se persiguen con determinada jornada electoral. Como tampoco ha existido elección venezolana donde los titulares de Diario como El País y El Mundo de España, Clarín de Argentina, El Universal de Venezuela, El Nuevo Herald de Miami entre otros, consignaran sin tapujos “La oposición anuncia su victoria pese a la falta de datos oficiales” sin cambiar una letra en ese titular. Decisión editorial encaminada a sembrar la idea que aún antes de cerrar las mesas electorales ya la oposición había triunfado. Estrategia que gran parte de nuestros países conocen, pues generan una matriz de opinión y de influencia a partir de ese poder mediático.

El Golpe Suave es una estrategia de «acción no necesariamente violenta” que ha sido ideada por el politólogo estadounidense Gene Sharp para quien «la naturaleza de la guerra en el siglo XXI ha cambiado (…) Nosotros – los estadounidenses – afirma Sharp combatimos con armas psicológicas, sociales, económicas y políticas». Esta estrategia se ha enfocado desde principios del año 2014 hasta hoy, en desestabilizar al gobierno de a través de acciones orquestadas desde el extranjero, enfocadas en aspectos tan diversos como: boicot económico, manipulación de los medios de comunicación, desarrollando campañas de defensa de la libertad de prensa y de líderes opositores acusados de impulsar campañas de desestabilización con resultado de muerte de ciudadanos venezolanos.

Hablan de libertad de prensa aunque sea la oposición la que posea la mayoría de ellos sean escritos, radiales y televisivos. Se acusa también de totalitarismo al gobierno, se convoca a movilizaciones que terminan en acciones violentas. Se manipulan los colectivos sociales, para que emprenda manifestaciones y protestas violentas. Otra etapa pasa por ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del Gobierno, creando un clima de «ingobernabilidad» para, finalmente, forzar la renuncia del presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones y si una elección parlamentaria sirve para ello se utilizará bajo la consigna “nada con el gobierno, todo contra el”

Triste el papel de los exmandatarios     

Esa estrategia desestabilizadora ha sido impulsada por los medios de comunicación opositores junto a sus aliados regionales e internacionales, donde se destacan medios de prensa escrito como El Nuevo Herald de Miami, Diario El País, ABC y El Mundo de España convertidos en voceros de una oposición que suele hablar de lo amantes d ela patria que son, del nacionalismo que los impulsa pero son capaces de suplicar apoyo a potencias allende sus tierras o enarbolar banderas de estados Unidos cuando salen a la calle, exigiendo intervención, no importa el costo de ella..

Se suman a esa oposición, incluso, con una conducta de clara injerencia en los asuntos internos y una desvergonzada conducta antidemocrática y desestabilizadora del gobierno venezolano por parte de ex presidentes como Ricardo Lagos de Chile – un ex socialdemócrata devenido en paladín del neoliberalismo y las privatizaciones – , Andrés Pastrana de Colombia, Alejandro Toledo de Perú, Luís Alberto Lacalle de Uruguay, el Primer Ministro español Mariano Rajoy, el ex mandatario Boliviano Jorge Quiroga. Todos ellos sembraron dudas en el proceso electoral, en la Consejo Nacional Electoral y en general en todo el proceso de democracia en Venezuela.

El ex Mandatario Boliviano, Jorge “Tuto” Quiroga, formado en Estados Unidos, un referente del neoliberalismo que campeó en Bolivia con toda su carga de inequidad y desigualdad, se atrevió incluso a criticar abiertamente al Presidente venezolano Nicolás Maduro a quien acusó de “tenerle miedo a las elecciones” desconociendo con ello que si un país ha hecho de las elecciones más que una obligación un deber ciudadano es Venezuela.

Incluso Quiroga se atrevió a llamar al Consejo Nacional Electoral a cerrar la recepción de votos cumplido el plazo legal, desconociendo las tradiciones venezolanas en materia electoral y generando con ello una situación de conflicto, claramente orquestada. Tal conducta significó que el CNE por voz de su presidenta Tibisay Lucena lo llamara a terreno retirara la credencial entregada al ex presidente boliviano como también a los ex mandatarios Andrés Pastrana de Colombia, Mireya Moscoso de Panamá, Luís Alberto Lacalle de Uruguay, Laura Chinchilla y Miguel Ángel Rodríguez de Costa rica.

El Primer Vicepresidente del Partido Socialista Unificado Venezolano – PSUV – Diosdado Cabello incluso solicitó la expulsión de Quiroga, como también de Lacalle y Pastrana. Estos ex mandatarios, convertidos en coro del antichavismo, trataron de incidir en el proceso electoral con declaraciones como no se habían escuchado en país alguno. Recorrieron la capital venezolana libremente, invitados por la opositora Mesa de Unidad Democrática MUD, convirtiéndose en escuderos de una oposición que se ha caracterizado por la virulencia de sus críticas y de su actuar en manifestaciones en las calles. Políticos que suelen repetir como una cantinela “que vinimos a vigilar la transparencia y la limpieza de las elecciones en Venezuela y que se respeten los resultados”.

Los resultados y las palabras del mandatario venezolano reconociendo el triunfo opositor fueron el mejor tapabocas para este tipo de políticos desvergonzados, que suelen viajar por el mundo ofreciendo su experiencias como mandatarios neoliberales o apoyando a presos que llaman a derrocar gobiernos legítimos como Leopoldo López quien a pesar de estar recluido tuvo la posibilidad de ejercer su voto. Tal como lo hicieron otros 17.200 reos venezolanos. Ese deseo vergonzoso de los ex mandatarios parece ser un llamado en el desierto pues, el proceso electoral en la nación latinoamericana no ha merecido críticas de los observadores internacionales, en cada una de las elecciones efectuadas.

Con un sistema de voto electrónico considerado uno de los más modernos del mundo y donde es imposible cometer fraude y sin embargo ello, estos ex mandatarios se suman al trabajo de generar miedo, incertidumbre, de deslegitimar a un gobierno que desde su toma de posesión no ha tenido un día en paz. En una guerra económica, política, comunicacional, a la cual se le ha tenido que hacer frente en una confrontación y desde una conducta democrática, sin violentar los derechos humanos de la población venezolana y respetando los procesos electorales. Venezuela y su gobierno enfrentan no sólo una guerra del miedo, sino también de una estrategia de la tensión cotidiana y donde se desvirtúa incluso el carácter del proceso electoral de este 6 de diciembre.

Efectivamente, este 6 de diciembre no se eligió un mandatario en Venezuela, no se cambia el rumbo de un país, no es una elección “decisiva” como lo ha querido presentar la oposición, los ex mandatarios y sus aliados internos y externos. Es un proceso electoral donde se definieron nuevos equilibrios de poder en el seno de la Asamblea Nacional, en el marco de una República Presidencial pero donde no existe el quorun suficiente para cambiar el rumbo bolivariano.

Al no presentarlo así se trató de generar un proceso de tensión, como si aquí en Venezuela se jugara el todo por el todo y si se perdía en las parlamentarias, el paso siguiente para el mundo opositor era que Maduro renunciara y en ese coro se alineaban el mundo opositor, sus medios de comunicación en Venezuela y el mundo.

Eso implica dar la lucha también por establecer y mostrar un criterio de proporciones respecto a lo que en Venezuela se ha disputado: la elección de 167 diputados para la Asamblea Nacional y que en esa disputa triunfó el movimiento opositor, lo que legitima aún más el carácter democrático de Venezuela, que declara la normalidad política desde su cabeza ejecutiva y que dignifica a un proceso revolucionario que ha triunfado en 19 de 20 elecciones.

Venezuela en el centro noticioso internacional     

Equilibrada la situación no podemos dejar de sorprendernos por la enorme convocatoria que ha tenido la elección parlamentaria venezolana con un 75% de participación ciudadana. Incluso más resonancia que las elecciones regionales en Francia que significaron el triunfo de la ultraderecha, llevando al Frente Nacional de Marine Le Pen a convertirse en el partido mayoritario de la nación gala con un 30% de apoyo en una jornada que lo llevó al mayor apoyo obtenido por un partido ultraderechista en Francia. Como también se verificó el hundimiento electoral del Partido Socialista del presidente Francois Hollande y que seguramente traerá efectos dramáticos para millones de personas en el mundo, en momentos que ese continente vive una profunda crisis económica y de refugiados. 12 mil periodistas acreditados, observadores internacionales e invitados como acompañantes del proceso electoral tanto por el gobierno como de la oposición.

¿Por qué este proceso electoral en Venezuela generó este interés? Principalmente porque lo que ocurre en esta nación sudamericana tiene efectos decisivos en el plano regional latinoamericano, como lo ha sido desde el primer triunfo del ex comandante Hugo Chávez en Diciembre del año 1998. Y tiene una importancia también desde el punto de vista del estudio político, porque tanto los analistas de derecha como de la izquierda Latinoamérica estaría viviendo un proceso de retorno al cauce derechista que tuvo este continente durante décadas y que ha tenido su primer round en Argentina con la elección como mandatario del conservador Mauricio Macri a pesar que en Venezuela el acto electoral es para elegir a 167 diputados.

Está en juego también la relación de Latinoamérica con el mundo y el papel de liderazgo que el chavismo ha tenido en materia de integración regional e internacional: la Alianza Bolivariana para los Pueblos – ALBA – en oposición a las creaciones económicas lideradas por Estados Unidos, su participación activa en el Mercosur.

El papel relevante en la Unión de Naciones Sudamericanas – UNASUR – Petrocaribe, los vínculos con Rusia, Irán y China que han significado tender lazos y puentes con países que estaban vedados en América Latina.

En ese plano, Venezuela tomó el relevo de la Revolución Cubana, tras la llegada de Chávez al poder, ha sido la voz cantante de América Latina en el mundo. Eso tira por el suelo esta tesis interesadas en mostrar el supuesto agotamiento de los modelos progresistas, una tesis incluso compartida por intelectuales de izquierda, casi en espera de una debacle de gobiernos como el venezolano, el boliviano que le de fuerza a ese pensamiento surgido en los Think Tank de Washington o aquellos financiados por fondos estadounidenses y europeos. Un panorama apocalíptico al cual sirven los agoreros del pesimismo, incapaces de analizar en forma sistémica los procesos políticos, sociales y económicos.

En el largo plazo,  el objetivo de los gobiernos estadounidenses se visualiza en la idea de  desbaratar las alianzas y presencia en Latinoamérica de países considerados enemigos comerciales y políticos de Washington, como son Rusia, China e incluso Irán, que han encontrado en Venezuela y sus aliados un campo fértil de relaciones en ámbitos tan variados como el cultural, económico, político, de alianzas en el seno de los foros internacionales entre otros. No es casual entonces el periplo de latos funcionarios rusos por Latinoamérica o las inversiones chinas,  para la construcción de un nuevo Canal interoceánico por Nicaragua o los acuerdos energéticos de Irán con Venezuela.

En ese plano,  Venezuela juega un papel trascendental. No es sólo que el chavismo combata contra la estrategia del Golpe Suave, según la definición dada por el politólogo Gene Sharp e impulsada por el mundo opositor derechista apoyado por Estados Unidos y amplificado por la derecha latinoamericana, sino que es parte de un juego mayor, donde se está configurando lo que el analista Carlos Santamaría denomina el geopoder

En el plano interno, no hay duda que en Venezuela existe desabastecimiento, negar aquello es ocultar el sol con un dedo pero tratar de explicarlo a partir de una supuesta incapacidad del gobierno es quitarle responsabilidad a la guerra económica que ha llevado a cabo desde inicios del año 2014 la oposición venezolana a través de sus aliados empresariales, sumando en ello el bajísimo precio del petróleo. Impulsando incluso el contrabando en zonas fronterizas, lo que ha generado también dificultades diplomáticas.

Existe una alta inflación que está siendo combatida por el gobierno a través de medidas que tienden, fundamentalmente, a proteger a la población más vulnerable. Se habla también de la inseguridad presentando a Venezuela como un escenario propio de una película del antiguo western, como si cualquiera que llegue a este país está en peligro de perder la vida, sin analizar que la guerra económica, la guerra monetaria y la introducción del paramilitarismo son elementos presentes en este tema de la inseguridad.

La inflación y el desabastecimiento son reales, están ahí y generan dificultades, críticas, problemas cotidianos que el Estado, a través de su programas sociales ha intentado equilibrar. Una economía subterránea que va minando las confianzas y genera acciones más centradas en el individualismo que una práctica colectiva de solución, que implica dar una lucha no sólo económica, sino también ideológica y cultural. Unido a ello un dólar que en el mercado paralelo alcanza cifras exorbitantes con relación al valor oficial y todo lo que lleva aparejado ese panorama.

A esto hay que sumar los factores externos como son los bloqueos a las fuentes de financiamiento como es el aumento del denominado riesgo-país, que a través de la calificadora de riesgo Moody´s ha ido alertando sobre la posibilidad de “quiebra de la economía venezolana” en informaciones claramente en línea con la oposición interna y externa..

Ofensiva diplomática destinada a deslegitimar y atemorizar a aquellos países que invierten en Venezuela. Ataque a los precios del petróleo a través del fracking estadounidense pero también la comercialización de hidrocarburos obtenidos en Libia e Irak, tras la invasión a esos países. Hay una economía subyacente, al margen de la oficial, que ha servido para el abuso, la especulación y la usura, pero también para la desestabilización y el uso político de una oposición que no le da tregua al gobierno, que no quiere una salida política “quiere sangre” y esta elección parlamentaria ha sido un instrumento más en esa estrategia.

La oposición no cesará su campaña de desestabilización, a pesar del triunfo en estas parlamentarias pues su objetivo mayor es la presidencia y ello implica realizar todo aquello que vaya encaminado a minar el gobierno bolivariano.

En ese plano la guerra económica continuará, defendida esta vez desde las trincheras de una Asamblea Nacional donde la variedad de representantes de la oposición tratarán de atraer agua a sus molinos políticos.

Venezuela necesita, en esta etapa en que ha devenido en enemigo principal de Estados Unidos en Latinoamérica – luego del acercamiento entre Washington y la Habana – una práctica colectiva de solución, que minimice el individualismo de una sociedad,  que durante décadas tuvo como referente cultural a Estados Unidos y frente a lo cual la Revolución Bolivariana ha intentado revertir. Pro el daño económico avalado por la oposición fue una de las causas más importantes para entender el revés electoral.

Eso no se puede desconocer pero al mismo tiempo alerta sobre la paciencia del gobierno frente a tantos hechos de subversión y conductas claramente sediciosas. Maduro habló de la lección de ética política que la revolución le ha dado al mundo “nos han dado una bofetada para actuar afrente a los tiempos que nos tocan para el futuro pero ese actuar sedicioso de la oposición no nos desvía de nuestro actuar, de nuestra moral porque la nuestra es una moral de millones”

Como tarea para estudiosos políticos y sociólogos, hay que responder el cómo explicar que en este supuesto escenario “aterrador” se haya desarrollado una elección ejemplar en materia de asistencia de electores estimados en 19,5 millones de electores, con un 75% de participación ¿cómo explicar el escenario aterrador y una elección, antecedida por una campaña electoral efectuada en serenidad, con respeto?

Claramente la campaña mediática internacional surte efecto en nuestras poblaciones ignorantes y que suelen visualizar fundamentalmente a esos medios apocalípticos, sin analizar en profundidad, quedándose en la imagen y sin atender al proceso de acoso que ha vivido desde el triunfo de Hugo Chávez el año 1998.

No se puede desconocer el enorme poder ideológico, político que tienen los medios de comunicación pues afecta la sensibilidad, la sicología de la población, va minando poco a poco la cohesión social y frente a ello hay que estar alerta y dar una diaria batalla.

Ese es una labor diaria, enorme, agotadora pero fundamental sino se quiere perder la guerra en beneficio de nuestros pueblos en oposición al beneficio de unos pocos que persiguen aquellos que se niegan a los movimientos revolucionarios. Como también s fundamental el recurso de la rectificación de los errores, de la eliminación de las malas prácticas que los procesos revolucionarios tienen en el manejo del poder.

Es claro que la Venezuela del año 2015 no es la Venezuela del año 1998 y desde el análisis respetuoso de un observador y la derrota del oficialismo en la elección parlamentaria del 6 de diciembre se debe superar los propios procesos revolucionarios. Efectivamente, existe cierto desgaste en gobiernos de largo aliento, inmersos en cambios estructurales pero ese desgaste no significa que nuestros pueblos quieran volver al pasado del neoliberalismo, quieren que el modelo tenga otras perspectivas, sobre todo en lo económico.

La gente no se ha cansado de la propuesta política del Chavismo y sus éxitos electorales así lo grafican. La realidad en muchas ocasiones rebasa las expectativas y las formas de trabajar, se debe estar en un cambio permanente que paradojalmente es lo único inmutable. Todo ello, no lo olvidemos, en un marco de agresión permanente en todos los planos, generando también temor en la población, sobre todo con la guerra económica.

Ese análisis atento de los procesos revolucionarios como el venezolano, muestra la necesidad de volver a los orígenes que dieron partida al chavismo, a aquello que dio sentido a la movilización de millones de venezolanos, aquello que desde las bases se pide, en el sentido de retomar la conexión social. Para profundizar los procesos de cambio hay que atender las voces sociales. Ya no existen las mismas metas del año 1998 y eso es lógico, lo que implica trabajar por otras ideas movilizadoras, que ilusionen que alienten el día a día, que seduzcan aún más a los partidarios y sumen a quien se debe sumar.

Aquellos que creemos en el poder social, en la moral política por encima de los valores que impulsa el neoliberalismo debemos superarnos a nosotros mismos, pues el peor enemigo suelen ser nuestras propias fallas, nuestro déficit de canales de comunicación con la sociedad.

No nos vamos a superar repitiendo eslóganes sino que regresando a cierta parte de nuestros orígenes, establecer alianza con otros sectores, por tanto sumar más gente, ampliar las bases sociales y la organicidad política. Esa es la gran enseñanza que dejó el proceso electoral parlamentario en Venezuela, más allá de la cantidad de parlamentarios electos o lo que se viene previo a las presidenciales del año 2019.

Hay mucho tiempo aún para rectificar y eso es urgente. El Presidente venezolano al término del reconocimiento de los resultados electorales sostuvo que es tiempo de renacimiento desde las dificultades, recordando en ellos las propias palabras del fallecido líder revolucionario “Que nadie se entristezca, no hay espacio para la tristeza. Somos la alegría, somos la fe, somos la esperanza…”    

Fuente: Hispantv

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