Los dos principales diarios del país titularon ayer con la inocencia del líder histórico de la UDI. Longueira deja la UDI: “Soy un hombre honesto”, publicó La Tercera. Por su parte, El Mercurio tituló: «Longueira renuncia a la UDI y dice que volverá a militar cuando tribunales acrediten que no ha cometido ningún delito».
Leo y releo la información, la principal en ambos medios y no logro encontrar la noticia. Que Longueira diga que es inocente es una obviedad propia de todos los delincuentes llevados a tribunales, aunque los hayan pillado con las manos en la masa.
Que renuncie a la UDI es una información curiosa, considerando que su colega Jovino Novoa ni siquiera renunció al partido después de ser condenado a tres años de cárcel remitidos y al pago de una multa por los fraudes tributarios cometidos en el Caso Penta. En cualquier medio de comunicación medianamente serio, esto habría servido para una nota interior pero, ¡jamás para noticia de primera plana y menos para titular principal!
¡Qué suerte la de Pablo Longueira! Ser merecedor de sendos titulares clamando inocencia sin haber dado la más mínima explicación sobre las acusaciones de cohecho que se le formulan por su relación con SQM y los beneficios que la empresa obtuvo en la modificación del Royalty Minero en 2010. Tampoco aclaró ninguno de los 730 millones de pesos pagados por SQM –mediante boletas y facturas falsas– a personas vinculadas con él.
Al reunirse con los periodistas el ex candidato presidencial no respondió preguntas, que es lo que debe hacerse cuando alguien cita a los medios de comunicación. Simplemente se limitó a decir lo que quería para que los periodistas lo reprodujeran. Junto con señalar el dolor que le provoca su renuncia momentánea a la UDI, criticó la condena pública que afecta a los acusados, sobre la base de las publicaciones periodísticas y no de los fallos judiciales. En esto Longueira tiene un punto. Son muchos los inculpados –por los crímenes más diversos– que aparecen destacados por los medios de comunicación sin mayores contemplaciones. Aquellos que posteriormente son declarados inocentes, rara vez obtienen una cobertura similar.
Pero Pablo Longueira es un hombre afortunado. En su caso, los principales medios de comunicación no subrayaron los delitos que se le atribuyen –como ocurre habitualmente– sino que recalcaron su declaración de inocencia.
Sin embargo, lo más irritante de la prensa de este jueves 10 de marzo no fueron sus titulares en torno a Longueira, sino las noticias relevantes que merecían ese espacio y fueron jibarizadas.
Con seguridad, algunos apelarán a la libertad editorial de cada medio. Es cierto que cada director tiene el derecho a elegir qué noticias cubrir y cuáles resaltar en cada edición.
Sin embargo, más allá de la línea editorial de cada cual –que en los medios relevantes se expresa con claridad en sus páginas editoriales y no en la información pura y dura– hay noticias que los buenos periodistas y editores no dudan en destacar como corresponde.
Un ciudadano distraído podría pensar que ese día no ocurrieron hechos importantes que opacaran el caso Longueira, que La Tercera y El Mercurio se esforzaron buscando el titular principal. No es el caso. Fue un día muy fructífero en materia noticiosa. Hubo al menos dos noticias dignas de grandes titulares: la despenalización del aborto y la muerte del general Sergio Arellano Stark.
En el caso del aborto, la aprobación del proyecto en la Comisión de Constitución de la Cámara es un paso determinante para avanzar hacia su aprobación definitiva, después de más de un año de intenso debate público, de fuerte tensiones en la Nueva Mayoría y una constante movilización ciudadana en torno al tema.
¿Algún periodista piensa que Longueira clamando inocencia es más noticioso que la despenalización del aborto en las tres causales (violación, inviabilidad fetal y peligro para la vida de la madre) propuestas por el gobierno?
Se trata de una ley cuya aprobación será determinante para nuestra convivencia.
La muerte de Arellano Stark, nos guste o no, implica abrir una vez más esa herida profunda que dejó la dictadura de Pinochet. Fue una de los promotores del golpe militar y, como jefe de la llamada “Caravana de la Muerte”, marcó a fuego el tono, la barbarie y la inclemencia del gobierno militar.
Antes que terminara el fatídico año 1973, los hombres bajo su mando ejecutaron a 72 personas que se encontraban detenidas en distintos regimientos a lo largo del país. ¿Alguien piensa que a la ciudadanía le importa más la renuncia de Longueira a la UDI que la muerte de este general que afectó la vida de miles de chilenos?
En materia de derechos humanos, el país no termina de encontrar la verdad y hacer justicia.
¡Ay, me duele nuestra prensa! Estoy segura que lo mismo les pasa a muchos de mis colegas periodistas.
Sin duda, también a aquellos que trabajan en los principales diarios del país.
Fuente: El Mostrador