La coordinadora del Consejo de Pueblos Indígenas de Honduras, Berta Cáceres, fue asesinada en su casa de habitación en La Esperanza, Intibucá. El hecho ocurrió aproximadamnete a la 1:00 de la madrugada de este jueves.
Cáceres era líder de la comunidad indígena lenca y movimientos campesinos, además era defensora de los derechos humanos. De acuerdo con fuentes locales los asesinos forzaron las puertas de su vivienda para cometer el crimen . En el hecho, el hermano de Cáceres también resultó herido.
El secretario general del Partido Libertad y Refundacion (LIBRE), Juan Barahona, a través de su cuenta en la red social de twitter “confirmó” la información. “Asesinaron a la compañera Berta Cáceres esta noche en su casa”, ha lamentado en un mensaje.
Cáceres compareció la semana pasada en rueda de prensa para denunciar el asesinato de varios dirigentes de su comunidad indígena, así como amenazas.
Berta Cáceres, fue galardona en abril del 2015 con el Premio Medioambiental Goldman, el máximo reconocimiento mundial para activistas de medio ambiente.
En Nuestra América: “Ni Golpe de Estado, Ni Golpe a las Mujeres”
Por Camila Parodi
Berta Cáceres Flores es coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas, COPHIN. En diálogo exclusivo con Marcha expuso, en clave de género, la situación actual del pueblo hondureño.
-¿Cuál es el contexto actual en el que se encuentra el pueblo en Honduras ante la continuidad de un golpe de estado que parecía haber terminado, pero que hoy podemos decir se encuentra enmascarado?
Lamentablemente habíamos dicho eso, y hoy caminamos a la introyección de un proyecto de dominación en Honduras después del golpe de estado que, no sólo se ha expandido sino que se ha consolidado. Y esa consolidación es a través de implantación de un nivel de entrega de la soberanía, territorio y bienes de la naturaleza a empresas trasnacionales, mineras, al sector energético, a la gran cantidad de empresas turísticas, a la explotación forestal, la explotación de mano de obra barata.
Estamos en un país donde la injusticia social es terrible, las desigualdades son abismales. Se trata de uno de los países más violentos del mundo, con la tasa más alta de la región de homicidio y de una intensa militarización que acompaña todo ese proyecto de dominación, que en particular afecta muchísimo a las mujeres, porque al reforzarse toda la militarización significa mayor agresión para las mujeres en todos los niveles y aspectos que podamos imaginar.
-¿Cuáles son estos aspectos y mecanismos de control?
Vivimos en un país de enclaves coloniales donde nos han repartido bajo una aberración como nunca hemos visto en quinientos años de una entrega brutal de Honduras. En lo que se le llama en el Estado de Honduras que es a través de la zona de empleos y desarrollo económico, conocidas popularmente como ´ciudades modelo´ que implica la conformación de enclaves coloniales, que van a tener sus propios gobiernos, legislación, medidas migratorias, ejército y tribunales, como así también su mecanismo propio para generar tratados de libre comercio sin que esto pase por el Congreso Nacional. Es una tercerización de la justicia, sus gobernantes pueden ser extranjeros, de hecho se han escogido ya algunos y esto va a implicar lo que se llama resquebrajamiento del Estado de Honduras, ya que lo convierte en ´republiquetas´.
Desde el golpe de estado se viene preparando toda una maquinaria legislativa para hacer ´seguridad jurídica´ a todas esas grandes inversiones a través de la privatización y militarización. Así se han aprobado medidas e incentivos de inversión minera, forestal, turística, energética y sumado a eso la criminalización de los movimientos sociales a través de leyes como la de inteligencia y la de intervención de la comunicación tanto pública como privada, todas copias de Colombia. También las figuras jurídicas con las que se nos acusa han cambiado de tal manera que garantizan que los luchadores/as sociales se vean enfrentados/as a estas situaciones donde el Estado es como una institución que no funciona para el pueblo con sus niveles de impunidad, indefensión total y de violación de derechos humanos.
En este contexto, se ha aprobado desde eso, hasta leyes como por ejemplo la ley de pesca que concesiona plataformas marítimas, algo impresionante que nunca se había dado. Estas plataformas marítimas se le van a entregar a petroleras como ya se ha realizado y en el caso de esta ley también se le va a entregar a la gran industria camaronera atacando contra el trabajo de los pescadores/as artesanales.
Las ciudades modelos están diseñadas igual que hace quinientos años, así como nos repartieron a algunos para sacar oro, otros para plata, añil y nos fueron repartiendo en enclaves fruteros, bananeros. Lo mismo pasa ahora y en el caso de los pueblos indígenas Lenca quienes reciben la mayor agresión porque precisamente es donde hay mayor riqueza.
En una situación económica dramática donde más del ochenta por ciento de la población vive en niveles de pobreza e indigencia, según datos del mismo Banco Mundial y de la ONU, con una brutalidad de violencia como nunca y 89 muertos por cada 100 mil. Y en ciudades como San Pedro Sula que no llega ni al millón de habitantes la tasa de mortalidad por situaciones de asesinatos es de más de ciento ochenta.
En Honduras vivimos una carnicería humana y eso no es aislado, eso es planificado, y es producto de la enorme injusticia social, política, económica.
-¿Cómo afecta esto a los/as luchadores, y en particular a la juventud?
Los mayores afectados e impactados de esa carnicería, son jóvenes. Un informe de organizaciones en defensa de la niñez ha demostrado que en Honduras se han asesinado casi 400 niños y niñas menores de 18 años en lo que va de este año. Los niveles de femicidio, de asesinato político y a la diversidad sexual son brutales. Entonces vivimos en un país donde ser luchador/a es muy difícil, o simplemente sobrevivir ya de por sí es un milagro.
-En ese marco, en el que los movimientos visualizan una triple dominación capitalista, patriarcal y racista, ¿qué estrategias y alternativas se están construyendo desde el campo popular?
En este momento, el desafío que tiene el movimiento popular es enorme, porque venimos de un nivel de desmoralización bastante fuerte, venimos de un golpe de estado que no se pudo revertir y de la pérdida de un partido en el que la gente de alguna manera había puesto sus esperanzas de tener algo distinto. Pero que con el fraude, las presiones y la manipulación de Estados Unidos y de la derecha, como así también de los desaciertos de la misma izquierda pues pierde esas elecciones. Y gana el Partido Nacional con Juan Orlando Hernández quien está entregando todo el país. Yo creo inclusive que es peor que Porfirio López, porque el prácticamente fue él que prácticamente mandó y tuvo el poder en las administraciones pasadas y ahora ya le queda sólo ejecutar porque aprobó todo desde el Congreso. Por eso es gran desafío, porque venimos de esta combinación de desmoralización dramática del pueblo.
En este periodo nos encontramos en la lucha por sobrevivir, de luchar para mantenernos como organizaciones ante los ataques que se generan desde el poder que es pura contra insurgencia, es mentira que en Centroamérica se desmontaron estas estrategias contrainsurgentes contra los movimientos sociales; siguen vivos, sostenidos y financiados (si bien han cambiado de modalidad por una más peligrosa), por lo que existir como organizaciones es un logro de por sí.
Estamos teniendo resistencias comunitarias desde la base, resistencias territoriales de levantamiento, de ejercicio directo de autonomía y control territorial. Y eso implica que las comunidades hacen un esfuerzo extraordinario para reafirmar, reconocer y recuperar sus territorios.
-Como es el caso del Rio Blanco, ¿no es así?
Claro, en el sector norte de Intibucá zona fronteriza los pueblos indígenas están en una lucha tenaz y ya frontal contra las trasnacionales y empresas de la oligarquía hondureña. Entonces eso implica también que se elevan los riesgos y el nivel de indefensión ante los ataques a las comunidades, pueblos indígenas y a los mismos movimientos como el COPHIN con la criminalización instaurada.
-¿Y en particular el COPHIN en qué situación se encuentra?
Estamos en un proceso de auto reflexión crítica de los desaciertos que hemos tenido, de sólo haber encausado al movimiento social que en su mayoría terminó en un proceso electoral. Y se debe profundizar, falta todavía madurar eso, pero estamos ahora en una situación de luchas territoriales distintas, hay muchas luchas comunitarias y por ende mucha represión y asesinatos. Y ahí el gran desafío que tenemos es volvernos a articular ya no solo desde el Frente Nacional Resistencia Popular sino a través de otro espacio igualmente legítimo que estamos desarrollando.
Yo creo que el refrescamiento y encauzar la esperanza, la convicción de que tenemos razones para seguir luchando por una Honduras distinta y refundada va a seguir intensificando la movilización popular y la resistencia de manera articulada.
-¿Y abandonando la apuesta por lo electoral?
En el COPHIN tuvimos una posición crítica ante eso, como organización no nos vinculamos ni nos quisimos adherir a ningún partido político. Ni siquiera a LIBRES que es producto de la resistencia al golpe, sino mantenernos como movimiento autónomo e independiente apostándole a la lucha anticapiltalista, antiracista y antipatriarcal. Pero también no consideramos que sea un error haber creado un partido es necesario también dar esa batalla solo que no plegar o no convertir en apéndice de los partidos políticos al movimiento social. Y no abandonar tampoco la lucha social que tiene propuestas políticas emancipatorias.
Entonces si logramos engarzar los objetivos de una apuesta partidaria electoral claramente definida por la refundación, no por reformas y que tengan posturas como los mandatos de las asambleas populares de Frente de Resistencias Populares. Si podemos concretar eso y realmente generalizar una voluntad política para avanzar en esa propuesta de vida entonces si podremos coincidir, pero no quiere decir que nos tengamos que casar, sino mantenernos de manera autónoma coordinando de manera estratégica pero, entendiendo que somos distintos podemos coincidir si tenemos un proyecto emancipador.
En LIBRES está habiendo un debate, grupo de compañeros/as que están repensando pero claramente hay muchos desafíos. Desapegar la dirigencia de las prácticas políticas partidarias que cuestionamos siempre es muy difícil, implica una revolución dentro de todo este proceso y de la conformación de una fuerza social fresca, vitalizada y con un planteamiento real para el pueblo hondureño toque toda esa injusticia mencionada y con nuevas prácticas políticas éticas que emprendan la complejidad y diversidad que somos, y ahí está la clave para avanzar. Que la diversidad sea la riqueza pero con un horizonte de convergencia política claro de desmontar la triple dominación que hoy vivimos.
-En el momento del golpe de estado el lugar de las feministas en las calles ha sido muy importante, y ha aportado mucho al debate interno de los movimientos populares para asumir la lucha contra el golpe y a su vez contra la violencia patriarcal. A su vez en este devenir se intensificó la problematización interna sobre la violencia machista en los mismos movimientos. ¿Cómo se mantiene y cuál es el rol de las mujeres que ha sido tan importante en la resistencia hondureña?
Ante la múltiple forma de dominación las luchas de las organizaciones y de las mujeres feministas hemos pasado a un momento distinto, pero que no deja de tener el hilo de lo que construimos después de la resistencia al golpe. En ese marco las organizaciones tanto de mujeres como mixtas, rurales y urbanas están haciendo el esfuerzo de seguir dando esa lucha en contra del patriarcado primero adentro de las mismas organizaciones del movimiento popular que de alguna manera lo hemos ido implementado. Pero claro, ha sido muy duro y yo creo que tenemos un largo camino por recorrer todavía.
Como mujeres estamos ahora en la lucha de los derechos humanos, porque pesa como ha crecido la violencia hacia las mujeres y ahora con más asesinatos de mujeres por ser luchadoras sociales de una forma muy cínica. Por eso ahora nos encontramos cerrando filas por defender nuestras vidas, por estar tratando de acompañar en todo proceso de criminalización, de asedio y hostigamiento, de amenaza constante. Estas son coincidencias que nos encuentran a los movimientos indígenas, negros, feministas y campesinos, por eso el año que viene estaremos retomando la propuesta de refundación estatal desde la perspectiva anti patriarcal que nos une.
Desde el encuentro y el intercambio vamos avanzando, generando algo que quizás en otro contexto de otros países no sea necesario pero en el nuestro sí, que es alimentarnos de esperanza nuevamente de contrarrestar un poco esa desmoralización que ha habido, tratar de refrescar nuestra lucha y la convicción de lo que hacemos para tratar de re impulsar otra vez una mirada ya más actualizada de acuerdo a la lectura de lo que hemos vivido y de los desaciertos para hacer el planteamiento nuevamente retomando el proyecto de vida.
La resistencia no comenzó con el golpe de estado, tenemos un siglo de resistencia las mujeres, indígenas y negros, seguimos encontrándonos como feministas y pueblos indígenas tuvimos una coincidencia política en el debate dentro del Frente de Resistencia, como pudimos coincidir en la lucha anti patriarcal se sigue sosteniendo esta articulación.
-Ante la fuerte presencia feminista en la resistencia y la tensión a otros sectores del campo popular desde el golpe, luego de estos años que han pasado ¿se mantiene este avance del feminismo dentro del campo popular o ha habido un repliegue?
Ha habido un poco de desaliento en los movimientos feministas, desde nuestro entender es que hay miedo también. Esa desesperanza también golpeó al movimiento feminista, tuvieron diferencias también de posiciones en cuanto al tema electoral. A su vez creo que hay algún sector que ahora está volviendo a ingresar un poco a la vía institucional, si bien puede ser que algunas sean interesantes se corre el riesgo también de ser absorbidos por el gobierno, desde la institucionalidad oficial como es el caso de la ley de defensores la cual decide quienes son defensoras y quiénes no. Es muy peligroso, entonces hay un debate por ahí algunas discusiones y diferencias porque ya antes del golpe de estado estaba este acercamiento, y yo digo no es malo en algún contexto, pero en el contexto hondureño es muy difícil.
Pero entendemos también que hay una desesperación por la situación de violencia. Aun así esta dinámica institucionalizada sólo hace acrecentar la brecha de criminalización y estigmatización ya que quienes se asumen como luchadores sociales e indígenas en vez de defensores terminamos siendo terroristas, hay muchas cosas para trabajar y seguir luchando. Pero aun así en el fondo con la experiencia vivida en la lucha contra el golpe y la resistencia teniendo las posiciones claras políticas de la múltiple dominación creo que vamos a coincidir, ya tenemos más cosas en las que coincidir que en las diferencias.
Fuente: Nodal