Georg Lukács fue un escritor e intelectual cuya obra abarcó desde comienzos de la década de 1910 hasta su muerte en 1971. Pocos pensadores han estado marcados tan profundamente por la turbulenta naturaleza del período en que escribieron. Tener un archivo de semejante trayectoria es de un inmenso valor para todos los que buscan entender el siglo XX.
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Durante el período anterior a la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, su obra refleja esencialmente la evolución general del romanticismo tardío. Escribió una colección de ensayos bajo el título general El alma y las formas y un libro corto, La Teoría de la novela, que explora la tensión entre las formas de la vida moderna que fragmentan nuestra experiencia del mundo y nuestro deseo de superar esa fragmentación.
Aunque sin una posición política pública, su amistad con Ernst Bloch, y su oposición a la Primera Guerra Mundial abrieron un camino hacia Hegel y el idealismo alemán, y lejos del nacionalismo que infectó a gentes como Max Weber y el novelista Thomas Mann.
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La Revolución Rusa fue la chispa que alentó sus escritos más importantes durante la década de 1920. Las circunstancias en las que se unió al Partido Comunista de Hungría son difíciles de rastrear; sin embargo, una vez que se comprometió, fue miembro del partido toda su vida. Solo un año después de afiliarse, vivió de primera mano la revolución, y fue comisario para la educación en la efímera República Soviética Húngara de 1919.
Pasó gran parte de la década de 1920 en el exilio en Viena tras el aplastamiento de la República Soviética húngara, y sólo una campaña de destacados intelectuales alemanes lo salvó de una larga pena de prisión o incluso se ser ejecutado.
Entre 1919 y 1923, exploró los fundamentos teóricos del marxismo de una manera que nadie había hecho desde el propio Marx. Trazó las raíces de Marx a la tradición idealista alemana de Fichte y Hegel, y desarrolló una perspectiva del capitalismo a partir del capítulo 1 de El capital que se centra en la forma en que la mercancía da forma a nuestra experiencia en todos los ámbitos de la vida. También exploró la cuestión de la conciencia y cómo surgen las formas de conciencia colectivas.
La colección de ensayos Historia y conciencia de clase, publicada en 1923, desarrolló estos temas. Comienza su labor afirmando que el marxismo es un método que trata de comprender el capitalismo como totalidad. De este modo, desarrolla las ideas de su etapa pre-marxista y las reelabora. Sostuvo que la distinción entre la situación de los trabajadores que venden su fuerza de trabajo y su comprensión de ella como explotación es fundamental para comenzar a entender el capitalismo como totalidad. Lo que sólo puede ocurrir a través de la praxis: la participación real en las luchas, que no tienen un resultado predeterminado.
En ese momento, se trataba de una cuestión apenas explorada. Las teorías dominantes del marxismo se centraban en leyes de la historia, y la conciencia se consideraba como algo que refleja automáticamente las condiciones económicas, más que como una de las condiciones mismas de la explotación. Fue su participación activa en los movimientos de los trabajadores y su acción revolucionaria los que empujaron a Lukacs a entender de esa manera la conciencia. Fue esa implicación como activista y como intelectual inmerso en un siglo de filosofía alemana la que caracterizó su obra.
Sin embargo, Historia y conciencia de clase era demasiado innovador para la Internacional Comunista en un momento en que Lenin moría y se iniciaba el período estalinista. Lukács fue condenado por idealista y, finalmente, fue obligado a retractarse o sería expulsado. Su respuesta pública fue una obra corta sobre Lenin, en la que trató de demostrar el papel que desempeña el partido en el desarrollo de la conciencia de clase y en una serie de reseñas de libros, en las que trató de aclarar su posición teórica (así como una defensa de sus ideas, publicada después de su muerte).
Por último, en 1928 desarrolló las Tesis de Blum, un programa político que trataba de orientar el Partido Comunista de Hungría hacia una política de construcción de una alianza entre obreros y campesinos. Aunque era una obra sofisticada, con algunas similitudes con los Cuadernos de la cárcel de Gramsci, fue criticada por “derechista” y dejó claro que carecía de las habilidades para una lucha política a gran escala.
El fracaso de la Tesis de Blum demostró que su capacidad como intelectual era superior a su habilidad como dirigente político. Con el ascenso del fascismo y su triunfo en Europa central, Lukács emigró al este y terminó en la Unión Soviética en el período más oscuro de la reacción estalinista.
Desde principios de los años 1930 a 1956, su obra volvió a dar un giro. Aparte de un libro sobre el joven Hegel, se dedicó a los estudios literarios. Su interés fundamental durante este período fue preservar lo que creía las tendencias más dinámicas de la primera época de la burguesía. Defendió que durante el período en el que el capitalismo se desarrolló, fue posible que los individuos reflejasen las luchas sociales. Vio en las novelas realistas del siglo XIX un modelo crítico capaz de captar las contradicciones y reflejarlas a través de sus personajes.
Durante ese período, también escribió una serie de críticas del modernismo. En general mediocre, sus estudios sobre Kafka y Joyce, entre otros, los reduce a las lamentaciones de burgueses individuales incapaces de tener conciencia del conjunto de la sociedad. Dicha condena le llevó a afirmar que el modernismo era irracional y en última instancia parte del mismo proceso que condujo al fascismo. Adorno con razón, lo acusó de reducir la crítica literaria a meras acusaciones o comentarios deportivos – como los que ensalzan a los campeones o a los que se sitúan en cabeza, como si la literatura fuera un prueba de atletismo.
En 1956, comienza el periodo final de su obra, cuando los trabajadores en Hungría se rebelaron contra las autoridades soviéticas y declararon una república independiente, organizando consejos obreros. Lukács se unió a ellos y fue encarcelado de nuevo cuando los tanques soviéticos la aplastaron.
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Después de esa experiencia, revivió su interés por la filosofía, produciendo una gran obra sobre la ontología. Esta etapa final de su carrera es quizás menos conocida, a pesar de ser un intento de ajustar cuentas con el marxismo y su relación con el conjunto de la filosofía occidental. Al hacerlo, Lukács intentó un proyecto similar al Hegel de las conferencias sobre filosofía, arte, historia y religión, y una gran parte de ese trabajo nunca ha sido traducido.
Era ya una figura importante en el mundo de las ideas y sus primeras obras se estaban traduciendo, influyendo en la nueva izquierda. Durante un breve periodo, fue considerado por la Nueva Izquierda como uno de los principales exponentes del marxismo humanista que Althusser atacaba. Si bien es posible estar de acuerdo con Althusser de que no existe un sujeto llamado ‘humanidad’, que ha sido alienado por el capitalismo, es menos evidente que fuera el sujeto al que se refería Lukács en la década de 1920. Se puede argumentar que hay importantes diferencias entre la teoría de la cosificación desarrollada en Historia y conciencia de clase y la teoría de Marx de la alienación, contenida en un manuscrito inédito hasta la década de 1930. Lukács subrayó la necesidad de aclarar esa relación en 1967; pero aún no se ha hecho.
No obstante, todas las teorías de la totalidad se habían convertido en sospechosas en la década de 1980. Con el final de la Guerra Fría y la pretensión liberal del»fin de la historia», sus trabajos sobre la conciencia de clase, las tendencias históricas y la totalidad parecían tan fuera de lugar como un Lada en una sala de exposición de Ferrari. Para muchos resultaba embarazoso. Sin embargo, en nuestra época de quiebras financieras y polarización política, tal vez 1923 sea más actual que 1989. La historia tiene la costumbre de “entrometerse”, lo que es muy lukacsiano.
Hoy la gente quiere entender cómo funciona el capitalismo en su conjunto, la forma en que está vinculado a todos los aspectos de la vida. Con la conjunción de las crisis económica y ecológica, la búsqueda de la totalidad está adquiriendo dimensiones aún más amplias que en los períodos anteriores de la historia del capitalismo. En esta situación, bien merece conservar la herencia documental de la carrera intelectual de Georg Lukács.
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El Archivo es muy valioso en ese sentido. Lukács escribió en alemán y húngaro, y gran parte de su obra es inédita o no se ha traducido. No hay otro lugar, aparte del archivo, donde académicos y activistas políticos pueden acceder a su obra original.
Hungría está bajo un régimen de derechas que quiere reescribir su pasado. El cierre del Archivo Lukács sería un ataque cultural importante cuyo significado debe interpretarse con el trasfondo de las vallas y alambre de espinos que llenan las fronteras de Hungría. Para utilizar las categorías de Historia y conciencia de clase, estos fenómenos están mediados.
Conservar abierto el Archivo Lukács debe movilizar no solo a los marxistas, sino a todos los que quieren preservar la memoria histórica del siglo XX y la libertad intelectual en el siglo XXI.
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https://rs21.org.uk/2016/03/14/save-the-lukacs-archive/