Anna Muzychuk, ex campeona mundial de ajedrez rápido y relámpago, perdió ambos títulos por negarse a participar en el Mundial de esas especialidades, celebrado en Arabia Saudí entre el 26 y el 30 de diciembre de 2018.
Hay que tener convicciones muy fuertes para hacer lo que hizo la joven ucraniana, entonces de 28 años.
Tan fuertes como las de Mohamed Alí, despojado del título mundial de los pesos pesados, por negarse a combatir en Viet Nam, o las de John Carlos y Tommy Smith, despojados de sus medallas olímpicas en los 200 metros planos, en los Juegos Olímpicos de México, por hacer el saludo del poder negro en el podio.
Según publicó en sus redes sociales, Muzychuk renunció a defender su corona por una cuestión de principios:
“En pocos días perdí mis dos títulos mundiales, uno a uno. Solo porque decidí no ir a Arabia Saudí, por no jugar con las reglas de otros, por no llevar abaya, por no tener que ir acompañada cuando estuviera en la calle y, en resumen, por no sentirme una criatura secundaria”.
Arabia Saudí había dado permiso para que las mujeres pudieran jugar sin lucir hiyab, el velo islámico, pero sí les obligaba a seguir un estricto código de vestimenta: traje pantalón azul marino o negro y blusa blanca de cuello alto.
«Empecé a informarme sobre la situación y en todas partes encontré que allí los derechos de las mujeres se violan a diario. Llegué a la conclusión de que era inaceptable participar en esas condiciones», dijo Anna en entrevista a BBC Mundo.
A la pregunta de si volvería a tomar una decisión igual, respondió:
«Nunca me he arrepentido. Creo que fue lo correcto. No tengo nada en contra de ese país. Cuando las mujeres se sientan cómodas, estaré encantada de jugar al ajedrez allí».
Esta decisión le costó a la ucraniana perder sus títulos de campeona del mundo de ajedrez en las modalidades de partida relámpago (en la que cada jugador tiene un máximo inferior a 10 minutos para completar todos los movimientos) y rápido (cada jugador cuenta con un tiempo preestablecido de entre 10 y 60 minutos), que había conquistado un año antes.
También se quedó sin el premio de US$2 millones para la ganadora ofrecido por los promotores sauditas, muy superior al de ediciones anteriores.
«Fue una decisión muy dura. Sabía que si no acudía perdería mucho dinero y mis títulos, pero decidí mantener mi postura en defensa de los derechos de las mujeres».
La campeona había asegurado estar “preparada para luchar por sus principios y saltarse esa convocatoria, en la que podía haber ganado más que en una docena de competiciones juntas”.
Según ella, “lo más decepcionante de todo es que a casi nadie le importa”.
La ajedrecista que hizo historia
La joven, ahora de 30maños, da charlas en pro de la igualdad y se ha convertido en imagen de la lucha contra la discriminación.
A Anna le enseñó su padre con las baldosas de un parque cercano a su casa cuando apenas tenía dos años. Aprendió los movimientos saltando como las figuras del ajedrez. A los tres ya se sentaba ante el tablero. Y así en progresión ascendente, gracias a horas y horas de dedicación.
Su madre también es profesora de ajedrez y su hermana, dos años menor, Mariya, otra campeona. Juntas siguen progresando.
Anna fue capaz de decir basta y se negó a jugar allí donde las mujeres son tratadas como seres de segunda clase.
Sostiene que el ajedrez es una escuela de valores:
“Sabes lo que es la disciplina, el respeto a los demás, asumes responsabilidades. Y lo que es muy importante en la vida: eres consciente de que eres el único responsable de tus actos”.
Por eso, dio el paso de denunciar la situación de las mujeres en Arabia Saudí, «por dignidad, por principios, por valores», como afirmó la joven deportista
Anna Muzychuk logró su mayor proeza en Qatar en diciembre de 2016: doble campeona mundial de partidas blitz y rápidas. En febrero de 2017 sí acudió a un torneo internacional en Irán, donde se cubrió la cabeza con un hiyab.
Hubo deserciones por esa razón. “Cuando regresé pensé en no hacerlo más”, comenta Anna. Al saber que el mundial sería en Arabia Saudí, se documentó y renunció, aunque la organización, deseosa de mostrar al mundo su progresiva apertura, no imponía la abaya o el hiyab sino ir cubiertas con ropa occidental.
Anunció su decisión en Facebook con un mensaje que es el más compartido y de mayor éxito de la historia en Ucrania, su país. Recibió 170.000 “me gusta” y fue compartido 70.000 veces.
Le resulta demasiado grandilocuente reconocer que hizo historia:
“Me siento bien porque cuento con mucho apoyo, más de lo que podía imaginar. Antes era una jugadora de ajedrez y ahora… sé que me consideran un símbolo. La gran victoria fue en Doha, Qatar, pero allí no había reglas para las mujeres. Fui a Irán y allí me di cuenta de que me sentía mal por llevar hiyab y atenerme a las normas. Me dije que no lo haría más. Más tarde, cuando se anunció que el campeonato era en Arabia Saudí, me negué a volver a pasar por ello”.
La Federación Internacional aceptó celebrar el certamen en Arabia Saudí, que había elevado los premios sustancialmente (medio millón de dólares para los premios femeninos y tres veces más para los masculinos).
El heredero saudí, conocido como MBS, quería mostrar al mundo que su país había dejado de considerar el ajedrez como una práctica proscrita.
Reconoce que el ajedrez adolece de machismo, los premios son distintos, las marcas también:
“Hay más hombres que practican desde pequeños. Los clubs de niños pueden ser mixtos pero la proporción es de diez a uno. A veces hay torneos mixtos. Es un juego mental pero también se necesita resistencia. También juego con hombres a veces”.
A Anna le cuesta definirse como feminista:
«Soy una jugadora de ajedrez, pero es cierto que ahora me he comprometido con la causa de la igualdad entre hombres y mujeres”.
Anna tiene el título absoluto de «gran maestro» y es la cuarta jugadora femenina, tras Judit Polgar, Humpy Koneru e Hou Yifan, que ha superado la barrera de los 2600 puntos Elo.
En 2019 participó en la eliminatoria de Kazán para el mundial de Vladivostok 2020, en Rusia, donde llegó a semifinal, perdiendo con la rusa Aleksandra Goryachkina, que a su vez perdió la final contra la campeona mundial Ju Wenjun, de China, quién retuvo la corona luego de tres partidos de desempate.
Actualmente, se gana la vida como jugadora profesional, tomando parte en torneos y desafíos de su especialidad, el ajedrez rápido y relámpago.
Alterna los campeonatos de ajedrez con la divulgación del mensaje a favor de los derechos de las mujeres en el mundo. Y también en el terreno del ajedrez, donde los premios de las mujeres son hasta diez veces inferiores a los de los hombres.