viernes, noviembre 22, 2024
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Elementos para un Análisis de las Elecciones Presidenciales Chilenas de 2017 (III Parte)

por Manuel Acuña Asenjo.

Puede llamar la atención la circunstancia que las clases dominadas (llamadas, a menudo, ‘pueblo’, ‘población’, ‘masas’) no sean consideradas en este análisis. Como muchos otros aspectos del mismo, tampoco en éste dicho olvido es casual.


Dos aspectos teóricos importantes

Las clases dominadas no son consideradas en su carácter de tal porque las contiendas electorales se dan en lo que hemos denominado, en otros ensayos —siguiendo a Poulantzas—, ‘escena política’ y, en dicha escena, tales estamentos se consideran ‘representados’ por ‘actores políticos’. Este es un rasgo fundamental del sistema capitalista y su forma de gobierno democrática: el ‘pueblo’ no aparece en cuanto tal sino representado por actores políticos que, desempeñando específicos roles, se desplazan por la escena política nacional. Por lo mismo, no tiene relevancia referirse al mismo ya que su accionar se encuentra fuera del ámbito de ese campo de acción.

Un segundo aspecto a considerar dice relación con el éxito de una campaña y el descrédito del vencido. Afirmar que un candidato ‘no es el apropiado’ o que es ‘malo’ no es argumento que valga la pena considerar; muestra en su mentor una indigencia teórica espantosa. Porque los hechos no son buenos ni malos; tampoco las personas. Por lo demás, ¿cómo saber cuándo un candidato es o no ‘apropiado’? ¿Cómo determinar cuándo es ‘bueno’ o cuándo es ‘malo’? ¿Son (como lo exige el modelo de acumulación vigente) las excelencias académicas el elemento que define ese rasgo? ¿O el ‘curriculum vitae’ del candidato? ¿Incluso, sus dotes oratorias? ¿O, lo que es peor, su capacidad para delinquir o colocarse fuera de la ley?

Aceptar que la causa de una derrota radica en que el candidato es ‘malo’ o no ‘apropiado’ implicaría poner graves límites a la participación de personas simples y sencillas en las elecciones, por lo que no las tomaremos en consideración: hay candidatos que han resultado electos y en ningún caso parecen haber sido ‘buenos’ o ‘apropiados’.

A nuestro entender, la explicación de una derrota electoral también ha de encontrarse —entre las muchas causas—, en uno de los aspectos esenciales que presenta todo conflicto, de la naturaleza que sea: la estrategia elegida, materia que nos conduce a referirnos a otro aspecto.

Hemos sostenido reiteradamente que los medios de comunicación son formadores de ideología (i). A ellos se les debe la introducción de determinados conceptos, entre otros, ‘líder’ y ‘liderazgo’. Y es que las sociedades altamente jerarquizadas como la chilena, necesitan unificarse en torno a un factor que las guíe o ejerza sobre ellas el símbolo de la verticalidad del mando para poder avanzar a la ejecución de un objetivo: ese sujeto es el líder; el arte que practica para mantener unido al conjunto social en torno a su persona se denomina ‘liderazgo’ (ii).

Instituidos ambos conceptos como atributos de la personalidad, su carencia se troca en defecto gravísimo y motivo suficiente para denostar al adversario.

En realidad, lo que se conoce como ‘líder’ o ‘liderazgo’ es, en estricta teoría, uno de los aspectos que reviste la vía o plan elaborado para conseguir un fin. No es, en modo alguno, un atributo de la personalidad, por lo que constituye un desatino reprocharle a alguien carecer de aquel. Y es que los seres humanos somos diferentes porque las obras de la naturaleza —entre las cuales nos contamos—, son únicas y jamás se reproducen; somos, por consiguiente, seres con cualidades y calidades distintas. Por consiguiente, no somos unos más que otros sino tenemos, solamente, capacidades diferentes que nos obligan a cooperar y no a competir.

La vía o plan para conseguir un fin determinado se denomina ‘estrategia’ y a este concepto nos referiremos en el curso de este análisis.

1.- El comportamiento del candidato independiente

Reiteramos aquí lo que hemos señalado en las partes anteriores: las razones de una derrota no solamente son múltiples: jamás podría atribuírselas a un determinado sector. Son fenómenos compartidos, factores que operan, generalmente, en el carácter de ‘suma cero’, en donde lo que uno pierde lo gana el otro. También en el caso de las elecciones de 2017 hay causas atribuibles al candidato perdedor y a quienes estaban junto a él. Analizarlas puede ayudarnos, en un futuro no muy lejano, a prever lo que podría suceder, impidiendo que volvamos a incurrir en esas faltas, y a evitar la repetición de ciertos hechos.

Comencemos señalando que quien aspira a ser candidato a la presidencia de la nación debe, ante todo, asumir el rol de ‘estratega’, rol que ha de desempeñar dentro de un campo social que vamos a denominar (siguiendo a Poulantzas, como ya lo expresáramos) ‘escena política’ de la nación.

Esto es crucial, pues es necesario ser reconocido como tal en ese campo donde solamente operan actores políticos que pueden ser sujetos tanto individuales (personas particulares) como colectivos (partidos y movimientos). En esa escena política, no es lo mismo ser candidato oficial de una coalición de partidos que obtener apoyo de la misma y perfilarse como candidato independiente.

En este caso, las exigencias para un estratega independiente son, sin lugar a dudas, mayores. Porque si bien es cierto que en ambos casos se requiere de la formación de un Comando Operativo para enfrentar la campaña, no es menos cierto que hacerlo como representante de una coalición de partidos resulta más fácil. Y puesto que se trata de una campaña en donde se va a librar una disputa por obtener determinada finalidad, deberán existir, como es natural, consejeros de paz y de guerra (‘consiglieri di pace’ e ‘consiglieri di guerra’). La contienda electoral es un combate en donde los ‘muertos’ quedan vivos, pero no en las mejores condiciones.

1.1.- Quien aspira a ser candidato debe asumir, a la vez, el rol de estratega

La primera obligación de quien aspira a ser candidato es no olvidar que, sin dejar de detentar la calidad que se tiene (trabajador, empresario, funcionario público, etc.), debe comenzar a asumir un rol adicional que es el de ‘estratega’ a fin de alcanzar su primera victoria: alzarse como ‘candidato presidencial’ al interior de la coalición que deberá prestarle su apoyo.

Para realizar aquella labor, necesita la elaboración de un plan que se aplicará en virtud de fases o etapas sucesivas, labor que debe realizar el Comando Operativo en conjunto con él. Porque, a partir de la constitución de ese Comando Operativo, la responsabilidad de lo que pueda suceder en el futuro, pasa a ser compartida entre éste y el candidato, aunque aquella, en definitiva, recaiga inevitablemente sobre la persona del candidato. Esto es porque en su mano está suspender la acción de todo o parte de ese Comando, cambiar a ciertas personas, suspender sus acciones, aumentar el número de consejeros o disminuirlo, enrocarlos, en fin. La teoría del juego comienza a operar en toda su extensión.

El Comando operativo y los grupos de apoyo son sus consejeros; pero es importante recordar que aquellos no pueden ser los mismos en todo tiempo y lugar. Y es que, cuando los ‘consiglieri’ comienzan a actuar, deben hacerlo dentro del ámbito de su competencia y no permanentemente; el rango de especialización impide, muchas veces, a determinados sujetos, enfrentar las situaciones que se manifiestan a diario y exceden o sobrepasan dicha especialización. Los conocimientos de las personas sirven en determinados momentos y se aplican para determinadas ocasiones; jamás para todo lo que una persona quisiera. No por algo se habla de ‘consiglieri di pace’ y ‘consiglieri di guerra’. A menudo se requiere de estos últimos. La contienda electoral no es sino la réplica civilizada de un campo de batalla en donde deben realizarse ajustes a cada momento y tras la ocurrencia de cada circunstanciaiii.

Por lo mismo, el peor error que puede cometer un estratega es mantener inalterable la composición de un Comando durante el lapso que dure el proceso de contienda. Porque las disputas son diferentes en todo tiempo y lugar, aún cuando se repitan en ellas ciertos rasgos que puedan ayudar a decidirlas. Lo cual exige no sólo del candidato sino de todos los ‘consiglieri’ capacidad de adaptación para cada una de las circunstancias que puedan presentarse, lo que no siempre sucede; en este caso, la sustitución del ‘consigliero’ se hace imperativa. Porque su peor defecto es mostrar rigidez al actuar, siendo su mejor cualidad, la adaptabilidad.

1.2.- Candidatura de Alejandro Guiller

La candidatura de Alejandro Guillier se originó en medio de la profunda crisis moral de 2014, donde connotados actores de la escena política nacional aparecieron recibiendo dineros de la empresa SOQUIMICH, de propiedad del ex yerno de Pinochet Julio Ponce Lerou. La compra de políticos desató un escándalo que obligó al Gobierno de Bachelet a nominar el 23 de febrero de 2015, un Consejo Asesor Presidencial contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de Influencias y la Corrupción, más conocido como Comisión Engel, cuyo informe de 12 de junio del mismo año propuso una serie de cambios legislativos para sanear la política nacional, en especial, los actos de corrupción.

Puesto que ya empezaban a perfilarse nombres como eventuales candidatos presidenciales para 2018 —entre ellos la del empresario Sebastián Piñera—, el senador independiente apareció como una figura señera (iv), alejada de los escándalos; sus índices de aprobación comenzaron a experimentar una sostenida tendencia al alza.

En la mitad de 2016, mucho antes de ser nominado candidato a la presidencia de la República, y previendo la posibilidad de ser nominado candidato, Alejandro Guillier creó tres equipos de apoyo independientes que desarrollaron puntos programáticos importantes, para ser incorporados en un futuro programa de Gobierno. Uno de ellos se avocó a materias relativas a energía y educación; otro, al área de Salud; y, el tercero, a previsión, infraestructura, política impositiva, política minera, política bancaria, seguridad ciudadana y ciencia y tecnología, entre otros.

Resuelto el problema de su nominación como candidato (primero, por el partido Radical; luego por el partido Socialista, finalmente por el partido Comunista y el Partido Por la Democracia), Guillier se avocó a la nominación de su Comando Programático (Operativo).

La nominación por el partido Socialista no había sido fácil. Su principal oponente, el ex presidente Ricardo Lagos (proclamado candidato por el PPD) resolvió retirar su candidatura lo que atrajo la antipatía de quienes la apoyaban en contra del senador independiente.

La posterior creación del Comando Operativo, a cargo de Osvaldo Rosales y Enrique Soler (principalmente) no fue más que una secuela de ese quiebre pues ambos actores habían mantenido nexos con el llamado ‘laguismo’ y el demócrata cristiano, y se mostraban como aptos para tender los ‘puentes de plata’ con ese sector.

Los grupos de apoyo, que elaboraban propuestas programáticas, en un principio se subordinaron a ese Comando. Dos de ellos se fusionaron y siguieron elaborando propuestas, en tanto una o dos personas del tercero pasaron a incorporarse al Comando sin influir mayormente en las propuestas programáticas oficiales. El candidato independiente, pues, en su calidad de estratega, cumplió su rol a cabalidad en los primeros meses; las proposiciones del primer grupo de apoyo fueron consideradas e ilustraron parte importante del accionar del candidato. Más, aún, el candidato estaba plenamente consciente de las tareas que tenía por delante:

“Cuando asumí este desafío presidencial, lo hice con plena consciencia del difícil momento que vivía nuestra coalición, sus partidos y también nuestro gobierno. Lo enfrenté con la convicción de que no podía restarme. Entendí que teníamos que dar la pelea y supe en ese momento, y lo tengo más claro ahora, que mi participación como independiente en esta alta responsabilidad era un gesto por la renovación de la política, en tanto estilos e ideas. No me arrepiento ni por un segundo” (v).

Si bien en un comienzo se requerían esas personas que tendieran puentes entre los sectores demócrata cristianos y ‘laguistas’ —que amenazaban con emigrar de la coalición ‘Nueva Mayoría’ culpabilizando al candidato de todos los males del mundo—, cuando la ruptura se hizo inminente y era imposible revertir la situación, esos consejeros debieron adaptar sus acciones a la nueva situación.

‘Nueva Mayoría’ había dejado de existir; había una nueva coalición —‘Fuerza de Mayoría’— que comenzaba a construirse: los consejeros debían entender esa nueva situación y recomendar las acciones a realizar en ese nuevo contexto; pero ello no se hizo. Y ese fue el primer error: persistir en recuperar a quienes se habían ido sin entender lo que sucedía en el plano político.

Hubo, pues, en este aspecto, responsabilidad del candidato que no realizó los cambios requeridos al interior de su Comando en el momento exacto que debió hacerlo, y responsabilidad del Comando que no supo hacer un juicio introspectivo acerca de su propia capacidad de adaptación. En esos casos, un estratega debe cambiar la constitución de su Comando cuya continuidad puede resultarle perjudicial. Y reservarlo para otra ocasión. Nada de eso se hizo. Los hechos posteriores profundizaron esta falencia.

1.3.- La estrategia a seguir

Una campaña como la emprendida por el senador independiente era una tarea con objetivos muy específicos: ganar la presidencia de la nación. Para llevar a cabo esa finalidad se necesitaba, como ya lo hemos dicho, elaborar una estrategia. Y se necesitaba ir construyendo las fases sucesivas que esa campaña iba a recorrer, adaptando las acciones a los cambios que iría experimentando la escena política de la nación.

No está claro cuál fue la estrategia trazada por el Comando Operativo. Sí está clara la estrategia que se diseñó al interior del grupo de apoyo primitivo y que se denominó, en una primera etapa, ‘estrategia de lo incierto’. A pesar de todo, dicha estrategia fue cumplida por el candidato en toda su extensión: se trataba de no crear contradicciones al interior de las fuerzas que debían darle su apoyo y consagrarlo como candidato suyo.

Esa fase terminó con la nominación del mismo y el retiro de la candidatura de Ricardo Lagos. Comenzaba otra fase en la estrategia de llegar a La Moneda. No sabemos si esa estrategia fue diseñada por el Comando Operativo; a esas alturas, no existía vínculo alguno oficial del Comando con el grupo de apoyo primitivo.

A pesar de ello, éste había diseñado esa segunda fase que contemplaba romper un poco el silencio y lo incierto de la anterior, sustituyéndola por un período en que el candidato debía golpear a sus oponentes con ‘ideas-fuerza’ que abarcaban tanto principios como proposiciones. Una de las más importantes era destacar el carácter ético del candidato; pero esa estrategia no se consideró.

Se ignora el por qué; y era, sin embargo, el capital más preciado que poseía el candidato independiente. Por el contrario, una vez nominada por la Democracia Cristiana en la calidad de abanderada de esa organización política, Carolina Goic tomó la bandera de la anticorrupción rodeada de personajes que dejaban mucho que desear en materias éticas. La lucha política se iniciaba de manera recia.

Las nuevas fases de la estrategia por acceder a La Moneda que debía recorrer la candidatura de Alejandro Guillier, si bien resultaban claras para el grupo de apoyo primitivo, no parecían serlo para el Comando, preocupado de recuperar a quienes ya se habían ido y de complacer sus posibles exigencias aún cuando ellas no hubieren sido formuladas.

1.4.- Las elecciones de noviembre alteran el cuadro político

Uno de los hechos que alteraron significativamente la escena política nacional fue el resultado de las elecciones de noviembre de 2017 en donde participaron ocho candidatos. Las preferencias fueron, principalmente para tres de ellos: Sebastián Piñera, Alejandro Guillier y, sorprendentemente, Beatriz Sánchez, candidata de la coalición ‘Frente Amplio’.

Dos conclusiones podían desprenderse de esos resultados: la primera era que sumados los votos de Beatriz Sánchez y Alejandro Guillier e incluidos los de los otros candidatos ‘izquierdistas’ daban más que la votación de Sebastián Piñera y de Juan Antonio Kast, lo que hacía concluir (apresuradamente, por cierto) que la nación política chilena quería cambios y que los cambios debía ser más profundos; pero esa conclusión, junto con alentar a la ‘izquierda’ acerca de sus posibilidades de éxito, alertaban también a la ‘derecha’ en el sentido que si no actuaban rápido podrían perder.

Las conclusiones eran: para el candidato independiente, preocuparse de la ‘unidad’ de los sectores de avanzada; para ‘Chile Vamos’, sacar a todos los remolones a votar.

Pero el Comando del candidato independiente no hizo aquello. Al contrario: persistió en la necesidad de seguir tendiendo puentes a los demócrata cristianos y al sector del ‘laguismo’ manteniendo en la dirección del Comando al ‘creador del CAE’, uno de los personajes más odiados por el movimiento estudiantil. Aquello era una invitación para el desastre.

No era casual todo lo que sucedía: como se ha señalado anteriormente, gran parte de los ‘consiglieri’ del candidato habían sido ‘laguistas’ y mantenían fuertes lazos de contacto con esos sectores. No perdían la esperanza de recuperarlos y en eso gastaban sus esfuerzos.

Entretanto, sin saber lo que sucedía entre los partidos y el Comando, en el grupo de apoyo primitivo se redactaba una nueva proposición para enfrentar la fase que se abría a partir de las elecciones de 19 de noviembre y terminaba con las que debían realizarse el 17 de diciembre.

La fase anterior —de ‘comunicación’—, había terminado aunque no exitosamente (vi) ; parecía obvio que se abría otra a la cual se llamó ‘fase de la consolidación’, que era la fase en donde el candidato independiente debía limar todos los problemas con los partidos y consolidarse como el genuino representante de todos ellos a la vez que hacer todos los esfuerzos necesarios para congraciarse con los sectores del ‘Frente Amplio’.

En palabras más simples, debía aceptar todas las proposiciones sin mayor dilación y discutir su contenido más adelante. Sin embargo, en ese período no se hizo aquello. Por el contrario: los medios de comunicación ‘serios’ (‘El Mercurio’ y ‘La Tercera’) entregaron un eventual equipo ministerial del candidato independiente, de elevado corte neoliberal. Para ello barajaron todos los nombres que hasta ese momento parecían dominar dentro del Comando del candidato (vii).

No se vislumbraba acercamiento alguno hacia el ‘Frente Amplio’. Por lo mismo, no deja de ser sugerente la entrevista que, luego del balotaje, hiciera el diario ‘El Mercurio’ de Antofagasta a Alejandro Guillier, en la cual éste señaló:

“[…] por buscar el apoyo quizás del Frente Amplio, soltamos un poquito el centro. Entonces, Piñera lo aprovechó bien”.

“Kast asumió que iba a tener que concentrar el voto de extrema derecha, para que Piñera pudiera desplazarse hacia el centro; nosotros, en cambio tuvimos que definir entre la izquierda y el centro, y ahí privilegiamos un poquito, quizás mucho, a la centro izquierda” (viii).

Los medios de comunicación no muestran, sin embargo, diligencias orientadas en ese sentido. Por el contrario: todo lo que se desprende de aquellos es, precisamente, una acción destinada a buscar contactos con personas que habían perdido las elecciones (‘laguistas’ y demócratacristianos), no personeros del ‘Frente Amplio’. Incluso, hasta ciertas expresiones del candidato fueron un tanto despectivas para con ese sector, como aquellas que formuló al matinal ‘Mucho gusto’ del canal televisivo ‘Mega’:

“Bueno, yo no tengo que convencer a Boric […] Él está en otro partido, yo tengo que convencer a los electores. Yo no tengo mi programa en oferta de temporada” (ix).

En esas semanas, para colmo, el Comando había integrado a personajes de conocida tendencia neoliberal como Luis Eduardo Escobar quien aparecía haciendo declaraciones en ‘El Mercurio’ contradiciendo, incluso, lo que el candidato expresaba. No había que ser adivino para entender que las contradicciones eran inmensamente grandes al interior del Comando y paralizaban al candidato obligándolo a adoptar posiciones vacilantes y contradictorias.

El estado aquel llegó a su clímax en el debate de ANATEL de 12 de diciembre, cinco días antes de las elecciones, cuando el senador independiente debió desautorizar públicamente a su Comando diciendo que él era el candidato y no aquel.

Fue ese debate el momento propicio para que el candidato independiente se impusiera sobre su rival. No ocurrió así, sin embargo. Su participación fue penosa, no contestaba a las preguntas de los periodistas y se alargaba en respuestas vagas, sin respetar los tiempos establecidos.

  • Quienes conocían los problemas que realmente existían al interior del Comando, sabían que tal actitud era fácilmente explicable. No así los telespectadores. Y eso se traduciría en una baja en la popularidad del candidato y, lo que es más grave, en una pérdida de confianza de los militantes del ‘Frente Amplio’ que no verían en aquel un pronunciamiento claro frente a sus demandas.

    Las disputas por el control ideológico del Comando eran grandes, y ‘el fuego amigo’ no dejaba de arreciar. De hecho, ese ‘fuego amigo’ no sólo disparaba contra el candidato independiente sino deseaba influir en la parte programática de esa candidatura. Sergio Echeverría, encargado territorial de la campaña, declarado ‘laguista’, no tuvo escrúpulos en reconocerlo:

    “[…] propusimos que las decisiones no dependieran solamente de Forch, sino que también recibieran el aporte de Girardi, Montes, Camila Vallejo o de Jadue (…) al final fue dirigida de manera unipersonal por Juan Forch, nadie más pudo opinar” (x).

    Con prescindencia de las referencias hechas por Echeverría a Vallejo y Jadue, para aquel la solución estaba en dejar en manos de los ‘laguistas’ el control del programa. Era lógico, así, que el último debate presidencial no pusiese al candidato independiente —aunque tampoco Piñera lo hizo bien— a la altura debida. Fue la circunstancia que aprovechó Sergio Echeverría, en una entrevista que concediera al vespertino ‘La Segunda’, para vaciar todas las culpas en el candidato:

    “[…] cuando se le pregunta a Guillier por el CAE y se lo ve dubitativo… ¡Cuando fuimos muchos los que nos quemamos las pestañas haciendo minutas para que se plantearan los temas adecuadamente!” (xi).

    1.5.- Distanciamiento del grupo de apoyo originario

    ¿Cómo advertir al candidato acerca de los errores que se cometían? ¿Cómo explicarle esas aprehensiones sin despertar en él las sospechas de estar complotando en contra de su equipo de dirección? ¿Cómo decirle al candidato que algunas instancias creadas por el Comando no funcionaban o, si lo hacían, actuaban en forma poco oportuna y con escasa perspicacia política?

    Las relaciones entre el grupo originario de apoyo al candidato con él mismo, cercanas en un principio, se habían distanciado. Entre esos grupos y aquel comenzaron a establecerse intermediarios, instancias burocráticas bastante difíciles de superar. Gran parte de los estudios hechos por ese grupo, abiertamente contrapuestos a los que aparecían incorporados al Programa, no eran considerados imponiéndose cada vez más una respuesta de carácter neoliberal a los problemas nacionales para los que se habían buscado soluciones alternativas y de participación ciudadana.

    Así, por ejemplo, no fueron considerados los trabajos sobre previsión, infraestructura, política impositiva, política minera, política bancaria, cultural y otros temas de interés, a pesar que muchos de ellos, acordes a la línea trazada por el propio candidato, hubieren satisfecho con creces las expectativas de sectores del PRO y del propio ‘Frente Amplio’.

    Es más: al momento de redactarse el programa de Gobierno, pidió el Comando al grupo de apoyo primitivo que entregara sus aportes reduciendo el contenido de cada uno de los estudios a una o dos páginas a lo sumo, la mayoría de las cuales no fueron siquiera consideradas. De esa manera, ensayos de gran contenido, realizados en meses de trabajo, debieron ser compendiados en la forma indicada con el consiguiente deterioro de las ideas allí expuestas.

    Era imposible no recordar, en ese momento, la anécdota que tuvo como protagonista a Albert Einstein, cuando al final de una entrevista que concediera a cierto medio de comunicación radial, le solicitó el periodista que lo interrogaba:

    “Por favor, resuma en dos o tres palabras la teoría de la relatividad”.

    Solamente la benévola sonrisa de Einstein, acompañada de su elocuente silencio, fue la respuesta de aquel hombre de ciencia ante tamaño desatino.

    En tanto la distancia entre el candidato y sus primitivos colaboradores aumentaba, disminuía la de los miembros del Comando con aquel y, simultáneamente, la de los partidos políticos con el mismo. Y el buen estratega, que debió mantener todos los grupos de apoyo y hacerlos debatir hasta obtener resultados de esas disputas teóricas, no se mostró como tal. Al mismo tiempo, comenzó a verse una contradicción entre las intervenciones del candidato y las permanentes ‘correcciones’ que los miembros del Comando hacían de esas expresiones, situación que adquirió caracteres de escándalo en el último debate presidencial, como ya lo hemos visto.

    No sabemos a qué se debían tales desautorizaciones. El presidente del PPD, Gonzalo Navarrete, un reconocido ‘laguista’, que no vaciló jamás en culpabilizar públicamente al candidato independiente de todos los males del mundo, en declaraciones hechas a Radio ‘Infinita’ señala, sobre el particular:

    “[…] la separación entre el pequeño equipo de comando y los partidos fue brutal, y en la segunda vuelta fue espantosa porque no es como dijo Ricardo Lagos, que nosotros dejamos solo al candidato”.

    “No abandonamos a Guillier, el entorno más pequeño sacó a los partidos y eso fue un error brutal. Nosotros habíamos quedado ese día de juntarnos a las cinco de la tarde con el candidato. Estábamos en el Partido Radical, finalmente no nos juntamos. Llegamos al hotel cuando él estaba hablando, porque no hubo espacio de conversación, no es que nosotros no quisiéramos, sino que finalmente se independizó tanto la candidatura de los partidos que hasta en la foto final aparece solo”.

    “Íbamos a tener una reunión por semana para discutir ese tema, pero fue capturado por un pedazo de la familia; (Juan Enrique) Forch, (Osvaldo) Rosales y Harold Correa, y no hubo reunión. Yo creo que él (Alejandro) se creyó muy legítimamente que era independiente, que esto se hacía con los independientes. Lo gestionó de esa manera, y por lo tanto la gente entendió que era muy buena persona, pero que estaba muy solo y con un programa que no tenía una lectura de la sociedad más compleja”.

    “[…] los partidos hicimos la pega, la pega de los apoderados, del territorio, de la distribución, pero el diseño de campaña, de discurso […] la incorporación, la mezcla, no ocurrió nunca” (xii).

    El distanciamiento entre el candidato y su grupo de apoyo primitivo fue perjudicial para la campaña en otro aspecto: la estrategia electoral del candidato. Poco a poco, esa estrategia, que debía cambiar cada cierto tiempo, fue abandonada; ni siquiera se emplearon con eficacia las llamadas ‘ideas fuerza’ en la fase correspondiente. La llamada ‘fase de consolidación de la candidatura’ —que debía abarcar desde el 19 de noviembre al 17 de diciembre y se caracterizaba por la consolidación de la candidatura del senador al interior de las colectividades políticas que lo apoyaban— jamás pudo aplicarse porque, de acuerdo a las expresiones de Navarrete, las relaciones entre esos partidos y el Comando estaban ya deterioradas. Era sólo cuestión de tiempo para ver el desastre.

    1.6.- Las tendencias que predominaban en el Comando

    A nuestro entender, las elecciones de 19 de noviembre comprobaron que las reformas realizadas por Bachelet si bien mostraban un rechazo ciudadano, no era éste por considerarlas excesivas sino precisamente lo contrario: por estimarlas excesivamente tímidas, lo que exigía una drástica profundización de las mismas. Los postulados del ‘Frente Amplio’ no eran dislates sino, por el contrario, reflejaban una profunda realidad.

    Derrotado por su baja votación, el PRO había anunciado su total e incondicional apoyo a la candidatura del senador independiente, en tanto la DC lo hacía, más tarde, señalando que tampoco ponía condiciones. Pero, como sucede en estos casos en donde no hay renovación ni adaptación a las circunstancias, el Comando persistió en su intento de recuperar el apoyo de los sectores ‘laguistas’ y demócrata cristianos.

    Las consecuencias de esas decisiones se dejaron sentir en las continuas desautorizaciones que los propios personeros del Comando formulaban respecto a las palabras del senador por lo que no debe sorprender que esa situación determinara el comportamiento del candidato en el último debate presidencial.

    Luego, la incorporación de sujetos altamente repudiados por el ‘Frente Amplio’ —como el equipo económico de la Democracia Cristiana (CIEPLAN y CEPAL) por sus conocidas tendencias mercantilistas y neoliberales—, y la enorme gravitación que personas vinculadas a la creación del CAE ejercían en el Comando mismo, como ya se ha dicho, daban a entender que, a contrario de la lógica imperante, lo que se buscaba era exacerbar la ira de la militancia del ‘Frente Amplio’ en contra de un candidato que aparecía cada vez más alejado de un discurso renovador.

    Había no obstante, otro hecho que pone de manifiesto la indigencia teórica de sus actores: la presidenta Bachelet subía en las encuestas, pero nadie sabía por qué. Algunos lo atribuían a su carisma personal, otros a sus obras; los menos, al apoyo que le había dado el candidato (xiii). Pero, convencidos del éxito del gobierno, los partidos comenzaron a exigir al candidato independiente ‘pegarse’ más aún a la figura de la presidenta. Andrés Almeida lo señala con precisión:

    “Se daban cosas bien dramáticas, como que los partidos recomendaban a Alejandro que se pegara a la figura de Bachelet, y nosotros creímos que no, porque si bien iba creciendo su aprobación, tenía una muy fuerte reprobación. Era un techo que no queríamos tener. Pero ellos insistían e insistían. No es lo adecuado”.

    Guillier nunca quiso desprestigiar al gobierno, lo que no le impedía discrepar con algunas de sus medidas. Cuando se le pidió ligarse a Bachelet, lo hizo; pero con distancia:

    “[…] nunca se pegó plenamente, pero fue leal con los partidos. […] Guillier ha sido culturalmente parte de la Nueva Mayoría y de la Concertación. Él sí era leal a eso” (xiv).

    Este distanciamiento/acercamiento impidió acuerdos importantes relacionados con los pueblos originarios porque la candidatura de Alejandro Guillier no podía desautorizar los proyectos que el propio gobierno de Bachelet quería hacer aprobar antes del mes de marzo en donde no sólo se persistía en situaciones de desigualdad sino, en otro aspecto, se profundizaban las condiciones de sumisión. Señala, al respecto uno de los voceros del pueblo mapuche:

    “Para solucionar estos problemas, hablamos con muchos hermanos y hermanas indígenas de la Nueva Mayoría, que sostenían la candidatura de Guillier, y solo recibimos silencio o amenazas. Incluso le expusimos esto a Osvaldo Rosales, y a uno de los hijos de Guillier, encargado de temas indígenas. Pero no hubo respuesta positiva” (xv).

    Es un hecho digno de destacar que la campaña del senador fue posible gracias a su propio esfuerzo y a la de algunos de sus leales colaboradores. Durante todo ese período, los ataques de quienes, más tarde, aparecerían apoyando su candidatura, no cesaron ni cesarían en el futuro. Es más, los partidos ni siquiera contribuirían a levantar esa candidatura. Andrés Almeida dice, al respecto:

    “Los partidos no pusieron nada”.

    “El partido Socialista sí puso plata. A los otros íbamos a pedir y decían que no había”.

    “Los partidos no nos ayudaron a superar esa precariedad” (xvi).

    Asombraba en esos meses la admirable capacidad del candidato para sortear las más difíciles escollos. Pero la candidatura estaba minada desde dentro. Y contra aquella amenaza era muy poco lo que se podía hacer.

    Luis Eduardo Escobar da a entender que las discrepancias no se generaban, principalmente, entre los partidos y el candidato sino, más bien, entre éste y su equipo técnico, afirmación que confirma nuestra creencia en torno a suponer que ese equipo —constituido por el propio Comando— no tenía otro proyecto a ofrecer que no fuese el perfeccionamiento del modelo de acumulación vigente, algo que no era del agrado del candidato:

    “Hubo ocasiones en las cuales daba la sensación que no había acuerdo entre los equipos técnicos y el candidato presidencial y eso erosionó la confianza”.

    “[…] nosotros no fuimos capaces de proyectar una visión que entusiasmara y tampoco fuimos capaces de generar confianza de que teníamos la capacidad de administrar lo que hay”xvii.

    Post Scriptum

    No cabe la menor duda que más de una persona podrá decirnos que somos ‘generales después de la batalla’, juicio un tanto injusto pues para hacer análisis anticipados se requiere de un gran acopio de antecedentes que solamente se hacen públicos luego de producido el hecho investigado.

    No nos parece que el Comando del candidato independiente esté exento de responsabilidad en los hechos que culminaron con la derrota; tampoco que lo esté el candidato. Pero si la ruptura entre las organizaciones políticas que habían comprometido su apoyo al candidato y éste se produjo antes del balotaje, la derrota era inminente; y ese hecho lo desconocemos hasta el día de hoy. Nos ayuda a descifrar ese intríngulis dos artículos que se refieren a la noche de ese 17 de diciembre de 2017.

    De acuerdo a uno de esos documentos, el presidente del PPD, Gonzalo Navarrete, en declaraciones formuladas a Radio ‘Infinita’, señaló lo siguiente:

    “Nosotros habíamos quedado ese día de juntarnos a las cinco de la tarde con el candidato. Estábamos en el Partido Radical, finalmente no nos juntamos”.

    ¿Cómo pudo eso ser posible? ¿Por qué no se juntaron en la sede arrendada para enfrentar el conteo de los votos que era el Hotel ‘San Francisco’? ¿Qué hacían los partidos en la sede del partido Radical?

    No hay que olvidar que el Comando fue extraordinariamente esquivo en otorgar las invitaciones (xviii) alegando que todas ellas estaban ya comprometidas para las ‘autoridades’ y personas importantes que iban a asistir al acto.
    El hotel ya estaba arrendado, se habían dispuesto las medidas de seguridad y se esperaba que allí se reunieran los partidos con el candidato. ¿Por qué lo hicieron en otro lugar?

    De los antecedentes que existen se desprende que los partidos de la coalición ‘Fuerza de Mayoría’ y el candidato no se habían reunido con posterioridad a la primera vuelta pese a que habían acordado hacerlo por lo menos una vez a la semana para coordinar la campaña. Y que el comité estratégico de la misma, integrado por reconocidos ‘laguistas’ (Carlos Montes, Guido Girardi, Sergio Echeverría y Sergio Melo) se había disuelto al no tomar en consideración el Comando las minutas que habían redactado. Ambos hechos son demostrativos de una profunda crisis.

    Para resolver lo primero, pensaban reunirse en la segunda semana de diciembre a fin de coordinar los trabajos electorales. No se conocen los motivos del por qué y cuándo había sido la anterior reunión. Por razones que también se desconocen, dicha reunión fue postergada para el viernes 15.

    Según Navarrete (PPD), dicha reunión tampoco resultó; al igual que las otras, no se conoce el por qué. Solamente indica el presidente del PPD que, al no realizarse el encuentro, acordaron los dirigentes (con el candidato) reunirse el domingo 17 mismo en la sede del partido Radical; tampoco dice por qué ese preciso día, ni explica por qué en esa sede si se disponía de un lugar como el Hotel San Francisco en donde se encontrarían todos aquellos que habían recibido las invitaciones correspondientes. Todo, en ese sentido, parece una nebulosa. Luego, el reproche a cargo de Patricio Tombolini:

    “Estaban todos los presidentes y secretarios generales en el PR, pero no fue posible la reunión. Como uno podía ver como la tendencia en el resultado se iba marcando, esperamos el primer boletín, y era claro. Entonces al no haber comunicación con el candidato, fuimos al hotel, y él ya estaba reconociendo la derrota” (xix).

    Los antecedentes muestran un hecho de extraordinaria relevancia: que la cuarta fase de la estrategia —la estrategia de la consolidación— era imposible llevarla a cabo. Y, por lo mismo, también la que debía continuar. En palabras más simples: el candidato no había consolidado su calidad de abanderado oficial de la coalición; en suma, estaba ya derrotado.

    No puede sorprender, por ende, que el Comando de Piñera, con el apoyo de encuestas privadas y otro tipo de análisis, supiese, con 10 días de antelación al balotaje, que iba a ganar.

    Terminemos este largo análisis con una reflexión importante: hemos repetido hasta el cansancio que las clases dominantes lo son porque tienen capacidad para dominar, afirmación que más parece sacada de las citas de Perogrullo. Pero es necesario volver a decirlo por la ocurrencia de un hecho importante.

    Un excelente reportaje de CIPER nos ha dado a conocer la existencia de ‘InstaGis’, una empresa dedicada al comercio de medios de información con raíces en Estados Unidos a la que tuvo acceso la candidatura de Piñera.

    “Su negocio consiste en cruzar distintas bases de datos con información de usuarios en redes sociales para predecir patrones de comportamiento, de consumo e incluso preferencias políticas” (xx).

    Esta empresa opera con robots que monitorean las interacciones que realizan los usuarios de Facebook, Twitter e Instagram a fin de detectar sus preferencias políticas y entregar, finalmente,

    “[…] un mapa georreferenciado con información respecto de cuáles son, por ejemplo, sus inclinaciones políticas […] Quiénes son y dónde viven los adherentes, detractores e indecisos de un candidato que aspira a un cargo público en un distrito determinado, es vital para saber qué y cuántas puertas tocar o qué mensajes enviarles por redes sociales” (xxi).

    Este ‘gran hermano (que) te está observando’ (‘Big brother is watching you’), descubierto por Mario Desbordes (RN) —InstaGis es administrada por InstaGis Inc. que opera en Delaware, vinculada a Pablo Wagner y a la empresa ‘El Postino S.A.’ de propiedad de Julián García Núñez, como también a las empresas que dirigen Fernando Ovalle Vial y Jorge Alessandri Vergara (diputado electo UDI)— ha logrado posicionar a esa colectividad política como el partido más votado en las elecciones municipales de domingo 23 de octubre de 2016 con más de 800 mil votos, 47 alcaldes y 450 concejales electos; en las elecciones de noviembre/diciembre de 2017, fue determinante en el triunfo de Sebastián Piñera. No lo hizo de manera diferente Donald Trump, en Estado Unidos, al contratar similares servicios.

    ¿Era posible, entonces, ganar una elección presidencial en esas condiciones? Nos parece que no, a la luz de estos nuevos antecedentes. Porque también por esa circunstancia sucumbió la candidatura de Alejandro Guillier y sus deseos de abrir una nueva época en Chile con una también nueva forma de hacer política.

    Para quienes también sucumbieron con él queda el gran consuelo de haberlo hecho junto a un hombre digno, decente, honesto. Incapaz de levantar un insulto contra quienes sí lo hicieron en contra suya, fue un ejemplo de esa nueva generación que se aleja de las mezquinas formas de hacer política legadas por la dictadura y su modelo de acumulación.

    De si el futuro depara una nueva oportunidad para intentar nuevamente idéntica tarea, es algo que plantearlo hoy resulta un tanto prematuro. En las actuales circunstancias, nada parece alterar la marcha de Chile; hasta el precio del cobre conspira en contra de nuestros deseos. Lo dice muy bien Alejandro Guillier en su ‘Carta a la Política’:

    “A pesar de las dificultades de la economía global, el nuevo gobierno recibirá un Chile en pleno crecimiento. Esto se hará más expansivo en 2018 dado el ciclo favorable de los recursos naturales”xxii.

    Y es hasta posible que el gobierno de Sebastián Piñera pueda proyectarse más allá de lo estimado.

    Fuente: Clarín

    Elementos para un Análisis de las Elecciones Presidenciales Chilenas de 2017 (I Parte) Elementos para un Análisis de las Elecciones Presidenciales Chilenas de 2017 (II Parte)

    Notas:

    i No son los únicos; también están la familia, la escuela, la Iglesia, la fábrica o industria, en fin. Constituyen todos ellos los elementos determinantes de la cultura o ideología, en este caso.

    ii No desconocemos que Francesco Alberoni hace una muy buena exposición acerca de lo que denomina ‘líder carismático’, pero no usaremos aquí ese concepto pues el maestro italiano, en su obra ‘Genesi’, se refiere al mismo como factor de unidad de un conjunto social y no a una forma de jerarquización dentro de la sociedad autoritaria como lo hacen los medios de comunicación y los actores políticos.

    iii La regulación permanente de las acciones encaminadas a obtener determinado fin se conoce bajo el nombre de ‘cibernética’. El creador de esta ciencia fue el matemático Norbert Wiener que, en un comienzo la denominó ‘teoría de la regulación circular’ para llamarla, más tarde, cibernética.

    iv No era novedad aquello. Al presentarse como candidato a senador, el propio Osvaldo Andrade reconoce que lo miró como un futuro presidenciable.

    v Guillier A., Alejandro: “Carta a la Política”, documento de la primera semana de enero de 2017.

    vi La franja electoral la hizo el publicista Juan Enrique Forch. No fue una franja novedosa sino reprodujo más o menos lo mismo que señalaban las demás franjas. Personalmente, creo que la de Marco Enríquez-Ominami fue la más convincente y profesional pues en vez de mostrarlo como un candidato lo hacía como si ya fuese presidente, idea que se le planteó en un comienzo al candidato independiente.

    vii Véase en ‘La Tercera’, sección ‘Negocios’, el artículo “Las cartas económicas en rueda”, de P. Jomeno, J. Marticorena y N. Millahueique. En dicho artículo se indican como posibles Ministros del eventual gobierno de Alejandro Guillier los siguientes: Roberto Zahler (DC), ex presidente del Banco Central; Manuel Marfán (PS), ex presidente del Banco Central y ex ministro de Hacienda; Máximo Pacheco PS, ex MAPU), ministro de Energía; Osvaldo Rosales, ex Jefe de Dirección de la Cancillería durante el gobierno de Ricardo Lagos; Luis Eduardo Escobar, ex jefe de economistas del FMI; y Ricardo Ffrench-Davis, Cofundador de CIEPLAN y académico de la U. de Chile. Para Ministro del Trabajo se señaló un trío bastante discutible como lo eran Mauricio Jelvez, Hugo Cifuentes y Andras Uthoff; en Economía se rumoreaba al laguista Álvaro Díaz y a la economista DC Jacqueline Saintard.

    viii Redacción: “Guillier: ‘Por buscar el apoyo del Frente Amplio descuidamos un poquito el centro’”, ‘La Tercera’, 24 de diciembre de 2017, pág. 16.

    ix Redacción: “Guillier: ‘No tengo que convencer a Boric’”, ‘El Mostrador’, 13 de diciembre de 2017.

    x Novoa V., Carmen: “La ‘relación imposible’ entre Alejandro Guillier y los partidos de la NM: La historia no contada de la campaña oficialista”, ‘El Libero’, 21 de diciembre de 2017.

    xi Novoa V., Carmen: Id. (9).

    xii Novoa V., Carmen: Id. (9).

    xiii No hay que olvidar que Guillier levantó al partido Radical.

    xiv Mandiola E., Carla: “Andrés Almeida: ‘Los partidos nunca pensaron que Guillier iba a ganar’”, ‘El Mercurio’, ‘Sábado’, 31 de diciembre de 2017, pág. 7.

    xv León Bacián, Ariel: “Derrota electoral de la Nueva Mayoría: visión de los pueblos originarios”, ‘El Mostrador’, 29 de diciembre de 2017.

    xvi Mandiola E., Carla: Id. (13), pág.8.

    xvii Ramos, Constanza: “Luis Eduardo Escobar y derrota de Guillier: ‘La falta de coordinación entre los técnicos y el candidato dañó la confianza’”, ‘Pulso’, 03 de enero de 2018, edición digital.

    xviii Este mezquindad del Comando fue tal que la única invitación concedida al grupo de apoyo primitivo fue otorgada para que asistiese solamente una persona joven, en abierta transgresión a la Ley Zamudio que sanciona todo tipo de discriminación (en este caso, por razones de edad). Una situación similar se dio para las elecciones de 19 de noviembre, oportunidad en la que también se mezquinó las entradas al grupo de apoyo primitivo otorgándose sólo una para todo el grupo. Resultaba evidente que el Comando tenía poco o nulo interés en relacionarse con sus integrantes.

    xix Novoa V., Carmen: Id. (9).

    xx Equipo CIPER: “Instagis: el “gran hermano” de las campañas políticas financiado por Corfo”, CIPER Chile, 03 de enero de 2018. La negrita es del autor.

    xxi Equipo CIPER: Id. (19).

    xxii Guillier A., Alejandro: Id. (4).

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