por Pablo Sepúlveda Allende (*)
¿No son, acaso, exactamente los mismos poderes fácticos que desestabilizaron y provocaron el golpe de Estado contra Allende, los que han estado permanentemente desestabilizando y asediando a la Venezuela bolivariana?
Por eso resulta insultante la falta de ética, y la doble moral de figuras políticas visibles que aún se atreven a llamarse representantes de los ideales de izquierda –como, sólo por nombrar algunos, el presidente Pedro Sánchez, la senadora Isabel Allende, la ex candidata presidencial Beatriz Sánchez y sus falderos Giorgio Jackson y Gabriel Boric–, quienes reproducen exactamente el mismo discurso de la derecha mundial para criminalizar a la revolución bolivariana, pero son incapaces de señalar con vehemencia –como sí suelen hacerlo contra el venezolano– al gobierno de Estados Unidos como autor de los peores crímenes contra la humanidad en los pasados 70 años.
Sólo en lo que va del siglo XXI sus intervenciones militares en Afganistán, Irak, Libia y Siria han dejado millones de muertos, millones de refugiados, países devastados e inmersos en el caos.
¿Es analfabetismo político? ¿Confusión ideológica? ¿Cobardía política? ¿Doble moral? ¿O es el oportunismo, lo que no les permite alzar su voz para denunciar y rechazar la anunciada intervención militar en Venezuela por Estados Unidos?
Existe un escenario prebélico muy claro en Venezuela y lo único que se les ocurre declarar en medios y redes sociales es que «Maduro es un dictador», que viola de los derechos humanos, que hay una persecución política a quien opina diferente, etcétera. Todas ellas, gigantescas falacias del mismo tamaño de las corporaciones mediáticas que las fabrican. Poco o nada dicen sobre el sociópata Trump y la camarilla de criminales de guerra que lo rodea.
Con el mayor de los cinismos, vienen a decir que Venezuela o Nicaragua dañan a la izquierda ¡Vaya desfachatez!
¿Con que autoridad, a estas alturas, se autoproclaman de izquierda?
Daño le hace a la noble lucha y al genuino ideal de izquierda la indefinición, la desideologización, el no asumirse anticapitalista, antineoliberal, el decir que el imperialismo es un concepto trasnochado, que con todo su poderío económico y militar sigue pretendiendo quitar y poner gobiernos afines a sus intereses, a punta de sangre y fuego, sin disimulo ni pudor alguno.
Daño le hacen a la izquierda si ya no luchan y si no se atreven a alzar su voz contra las terribles injusticias que son producto de ese sistema de despojo permanente.
Si ya no creen verdaderamente en la alternativa socialista para trascender este sistema criminal e inmoral, es mejor que no se llamen de izquierda.
Con todos los errores y problemas que pueda haber, ustedes no tienen autoridad moral para señalar a Venezuela, a Nicaragua o a Cuba como dictaduras que como política violan los derechos humanos. Sean consecuentes y leales a los anhelos de justicia de las mayorías.
Groso daño hace a la política y a la izquierda, criticar irresponsablemente a los procesos políticos que deciden ser soberanos y que les toca, nada más y nada menos que enfrentar a los poderes fácticos de la plutocracia mundial.
Hoy por hoy, en Venezuela está en curso un golpe de Estado que pretende abrirle las puertas a una intervención militar.
En esta ocasión, el gobierno estadunidense no está detrás –como sí lo estuvo solapadamente aquél fatídico 11 de septiembre de 1973–, hoy está adelante del golpe, anunciándolo, violando toda norma del derecho internacional y la Carta de la Naciones Unidas.
Recordemos que la excusa que hasta el día de hoy utiliza la derecha chilena para justificar el golpe de Estado es «la honda crisis que atravesaba el país» (palabras del propio tirano).
Sabemos que esa «crisis» fue, en gran medida, provocada por la asfixia económica que decretó Nixon. Hoy, en Venezuela, la crisis económica es también, en gran medida, provocada por los poderes económicos nacionales y trasnacionales.
Esa crisis, a la que convenientemente quieren catalogar de «crisis humanitaria», es la excusa para justificar lo injustificable: la intervención militar.
Tal vez sea mucho pedir que apoyen abiertamente a la revolución bolivariana, pero si dicen ser demócratas, humanistas y de izquierda, sí me atrevo a exigirles que, en este momento histórico, no titubeen en tomar posición del lado correcto de la historia, del lado del respeto a la soberanía y la autodeterminación del pueblo venezolano y de todos los pueblos del mundo, del lado del respeto al derecho internacional, del lado de la paz.
Debemos tener la audacia y el coraje de luchar decididamente contra los intentos injerencistas y golpistas, sin ambigüedades ni medias tintas. Es nuestro deber. El momento histórico lo exige.
Están a tiempo de rectificar. La historia los juzgará.
(*) Nieto de Salvador Allende; médico, coordinador del capítulo venezolano de la Red en Defensa de la Humanidad.
Fuente: La Jornada