Lo llamaron Cassius Clay: se llama Muhammad Alí, por nombre elegido.
Lo hicieron cristiano: se hace musulmán, por elegida fe.
<script async src=»//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js»></script>
<!– Banner Articulos –>
<ins class=»adsbygoogle»
style=»display:block»
data-ad-client=»ca-pub-2257646852564604″
data-ad-slot=»2173848770″
data-ad-format=»auto»></ins>
<script>
(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});
</script>
Lo obligaron a defenderse: pega como nadie, feroz y veloz, tanque liviano, demoledora pluma, indestructible dueño de la corona mundial.
Le dijeron que un buen boxeador deja la bronca en el ring: él dice que el verdadero ring es el otro, donde un negro triunfante pelea por los negros vencidos, por los que comen sobras en la cocina.
Le aconsejaron discreción: desde entonces grita. Le intervinieron el teléfono: desde entonces grita también por teléfono.
Le pusieron uniforme para enviarlo a la guerra de Vietnam: se saca el uniforme y grita que no va, porque no tiene nada contra los vietnamitas, que nada malo le han hecho a él ni a ningún otro negro norteamericano.
<script async src=»//pagead2.googlesyndication.com/pagead/js/adsbygoogle.js»></script>
<!– Banner Articulos –>
<ins class=»adsbygoogle»
style=»display:block»
data-ad-client=»ca-pub-2257646852564604″
data-ad-slot=»2173848770″
data-ad-format=»auto»></ins>
<script>
(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});
</script>
Le quitaron el título mundial, le prohibieron boxear, lo condenaron a cárcel y multa: gritando agradece estos elogios a su dignidad humana.
(En Memoria del Fuego III: El Siglo del Viento)