Las amenazas de atentados contra parlamentarios y abogados de derechos humanos, así como las ridículas presentaciones judiciales en contra del presidente del Partido Comunista, compañero diputado Guillermo Teillier, expresan la desesperación del fascismo criollo ante los importantes avances en materia de verdad y justicia que brota de rotundas resoluciones judiciales de los últimos días.
A las amenazas estamos ya acostumbrados desde el 11 de septiembre de 1973. En el caso personal de Guillermo Teillier se trata de uno de los dirigentes antifascistas brutalmente torturados en la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea. En cuanto al expediente por el lamentablemente frustrado atentado contra el dictador, se trata de un asunto absolutamente concluido desde el punto de vista legal y existe lo que se llama “cosa juzgada”, es decir que es imposible que pueda volver a verse.
El proceso terminó, hubo sentencias, ellas se cumplieron, los antecedentes se archivaron y sólo volvieron a las oficinas del juzgado respectivo a los efectos de declarar la prescripción, que fue lo que hizo posible que varios de los heroicos participantes hayan podido rehacer sus vidas normales. Punto.
Es imposible comparar el noble intento de tiranicidio, lo que hasta la propia Iglesia Católica respeta y considera y al que se refiriera Santo Tomás, con los crímenes de lesa humanidad cometidos por los agentes de Pinochet. El legítimo derecho a la rebelión contra una dictadura fue establecido ya en el Preámbulo de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos de 1948 y figura en Tratados Internacionales suscritos por Chile.
De suerte que se trata de situaciones absolutamente antagónicas. Los cobardes asesinatos, desapariciones de personas, degollamientos, torturas, perpetradas por agentes del Estado son crímenes de lesa humanidad. La rebelión y el propio intento de ajusticiar al tirano constituyen un derecho sagrado de los pueblos sojuzgados por regímenes como el de la Junta Militar chilena.
Los hospedados en la cómoda Punta Peuco, que se han erigido en virtual asociación ilícita, matan el tiempo que les queda urdiendo amenazas mortales contra los demócratas y vaciando su ira ante el avance en tribunales.
Lo más significativo de los últimos días ha sido la acusación judicial, antesala de la condena, de nada menos que 74 criminales de la dictadura, 12 son mujeres, por el caso Calle Conferencia Uno, es decir la caída en 1976 de la primera dirección clandestina del PC, que corresponde a la histórica primera querella del 12 de enero de 1998 presentada junto a la compañera Gladys Marín.
El fallo es del ministro Miguel Vásquez y se trata de los camaradas Mario Zamorano, Uldarico Donaire, Jaime Donato, Elisa Escobar, Lenin Díaz, Eliana Espinoza, Víctor Díaz y Jorge Muñoz, esposo de Gladys Marín. A más de 15 años la justicia llega y aclara. Pronto vendrá Conferencia 2, como se denomina el caso de los 13 compañeros caídos en diciembre del mismo año encabezados por Fernando Ortiz.
Suma y sigue. De las querellas de la AFEP, estos días el juez Mario Carroza procesó a 4 militares por el asesinato en Santiago, el 27 de septiembre del 73, de los dirigentes sindicales Ricardo Herrera y Mario Parra y también a otro militar por el asesinato el 19 de diciembre del 73 de Pedro Pacheco, Max Alvarez y Ernesto Mardones. En tanto que,
también querella AFEP, en Concepción el ministro Carlos Aldana condenó a 15 años de prisión a 2 carabineros asesinos por la muerte el 19 de septiembre del 73 de 2 destacados
jóvenes estudiantes ecuatorianos de 19 y 20 años, Felipe Campos y Freddy Torres, y la desaparición del estudiante chileno Héctor Rodríguez.
Por estos mismos días falleció encarcelado en Punta Peuco uno de los asesinos del entonces alcalde de Chillán Ricardo Lagos Reyes, su hijo Carlos de 19 años y su esposa Sonia
Ojeda con un embarazo de 8 meses.
Se trataba del oficial de Carabineros Luis Gajardo Arenas. Habrá que ir ahora por el coronel de ejército Guillermo Toro Dávila, que dio la orden y que se ha librado sólo por errores
judiciales.
La larga lucha abre el camino a la verdad y la justicia. A continuarla.