domingo, noviembre 24, 2024
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Historia, Mitos y Verdades: La Relación entre el Fútbol Empresa y el Origen de las “Barras Bravas”

El partido entre Santiago Wanders y Colo Colo en el estadio Elías Figueroa de Playa Ancha, en la última fecha del torneo de apertura, tuvo que suspenderse antes de comenzar. La decisión se tomó debido a los serios incidentes entre barristas de Colo Colo y Wanders (sectores de la “Garra Blanca” y “Los Panzer”), quienes traspasaron las rejas y comenzaron a enfrentarse entre sí en la pista atlética para luego invadir la cancha.

El partido cerraba la última fecha del Campeonato de Apertura y se iba a jugar simultáneamente con el de la U. Católica y Audax Itiliano (en La Florida). 18 minutos pasaron antes de que las autoridades decidieran la entrada de carabineros y 15 minutos después el estadio estaba casi vacío. Colo Colo salió campeón sin jugar (la UC cayó 0 – 1 ante Audax), algunos jugadores del plantel albo salieron a celebrar a la cancha, rodeado de algunos barristas y la dirigencia, sin gente en las graderías.

La prensa apuntó a lo “vergonzoso” de lo ocurrido, dirigentes de clubes pidiendo que la delincuencia se erradique de los estadios, esto en medio a la crisis de ANFP y la confesión del Presidente del Fútbol Chileno, Sergio Jadue, ante el Departamento de Justicia de EEUU.

Algunos políticos pidiendo penas del infierno y proponiendo jugar sin público. Ambiente enrarecido pero sin mucha sorpresa, el fenómeno de las “Barras Bravas” no es nuevo.

Las miradas apuntaron a José Roa, encargado del Plan “Estadio Seguro”, quien entre balbuceos intentaba explicar lo inexplicable. Mucha tinta ha corrido, las recetas que varios propuesto ya se han probado, sin resultados favorables.

La ignorancia se toma la verborrea de los medios y el fascismo, a la vuelta de la esquina inundando las redes sociales pidiendo hasta militares en los estadios. Días en donde se ha intentado caracterizar a los protagonistas de estos hechos de violencia, “Los Barras Bravas”, sospechosos de siempre, dirigentes mirando al cielo evadiendo responsabilidades.

Sin embargo, si algo ha faltado es seriedad en profundizar cual es el problema, donde radica y que lo explica para comprenderlo y avanzar hacia una solución.

Es por ello que en este articulo hacemos una revisión histórica, profunda -dentro de lo posible en un articulo- y revisamos la historia de “Las Barras Bravas”, su origen, motivación y rol dentro del fútbol espectáculo, el fútbol negocio, la empresa que mueve millones de la mano de uno de los deportes más hermosos, lleno de fintas, gambetas, acrobacias, relatos y emociones, pero en la otra, la corrupción, lo delictual y los intereses mezquinos no colectivos.

El origen

El fútbol es -en su origen- un juego que emula la fantasía de una guerra entre 11 gladiadores contra otros 11, y en medio de éste el impartidor de justicia (el arbitro) para que “el juego” no sea barbarie y de ese toque de belleza del cual carecen -o por lo menos es menos vistoso- otros deportes.

El fútbol es antiguo, ya en el siglo XII se encuentra registro del “Futbol de carnaval” eso hasta que fue prohíbido en 1314, esto porque carente de reglas la batalla se hacía descarnada y terminaba en muertos y problemas en aldeas supuestamente tranquilas repartidas en las islas británicas, sin embargo se siguió practicando encontrándose documentación hasta el siglo XVIII, de ahí fue derivando en el fútbol -mas o menos- que conocemos hoy.

Ya a fines del siglo XIX el fútbol comienza a dibujarse a como hoy lo conocemos, los clubes se multiplican, las reglas comienzan a darle forma y los primeros torneos comienzan a fundarse. Rápidamente se expande, esto debido a que los británicos llevaban siempre armas y un “balón” en el equipaje, desparramados en el mundo en el mundo colonialista de ese entonces.

La violencia del Fútbol: “Los barras”

Sin embargo, como señala un articulo de la revista Vavel, los hechos “violentos” en el fútbol comienzan a ser latentes a partir del 1885, un encuentro entre el Preston North End y el Aston Villa, concluyó en una batalla campal entre ambos equipos.

Pero fue en 1898 cuando aparece -por primera vez- el término “Hooligan”, esto según un informe policial que describe una pelea entre dos bandos opuestos, y que publicó “The Times”, según se reseña, el término “Hooligan” -que también significa “granuja”- deriva del apellido de un sujeto que participó en el pleito.

En este mismo contexto, en el viejo Londres de finales del 1800 se encuentran registros de grupos violentos asociados al fútbol, uno de estos se hacía llamar “The Firm” (La Firma) una especie de sociedad que tenía por objetivo encontrar quien financiara las actividades y traslados de “la barra”.

Con el tiempo las ligas comienzan, poco a poco, a profesionalizarle, inician los mundiales de fútbol y clubes y la cosa se vuelve más compleja. Así hay registro ya en pleno siglo XX de batallas, enfrentamientos, muertes y cánticos, el culto al equipo de grupos de personas, más o menos organizadas, que con el correr del tiempo y la tradición, como se verá, comienzan a ser más importante que el equipo que juega en cancha.

Pero el fenómeno de las “barras bravas” -originalmente “Barras Fuertes” como fue acuñado por el diario argentino La Razón el 21 de octubre de 1967- comienza con la industrialización del fútbol.

Así lo señala Amílcar Romero, periodista argentino y especialista del fenómeno de las “Barras Bravas”, eminencia en la materia tanto por sus textos bien documentados como por la profundidad de su análisis. Así está constatado en sus libros “Muerte en la cancha” y “Los Barra Bravas y la contrasociedad deportiva” y “Fútbol S.A.”, además de ensayos y columnas. Y Romero es claro: las “Barras Bravas” son consecuencias de la “industrialización” del fútbol y de la dirigencia fútbolera que es el principal sostén económico y político de estos grupos violentos.

Las Barras Bravas aparecen en su plenitud con el “Fútbol espectáculo” o fútbol negocio de las Sociedades Anónimas, tanto en Europa como en el resto del mundo en donde se comienza a imitar, particularmente en sudamérica, esto incluso antes de que muchos clubes pasaran -formalmente- a ser Sociedades Anónimas, pues en la práctica funcionaban como empresas con las ventajas tributarias de ser club sociales deportivos sin fines de lucro, por tal, exentas -en gran medida- de impuestos.

Esto porque el “Barra Brava” cree -y así lo refuerza la dirigencia, la publicidad y los medios de comunicación- que su rol en el partido hace que el resultado final de éste se incline hacia un lado u otro -la victoria o la derrota-, y con tanto en juego -en el Fútbol Negocio aquello implica millones- esta función no ha sido casual aunque su fisonomía y comportamiento ha ido cambiando con el tiempo.

La conocida definición del jugador “Número 12″, acuñada por el periodista Pablo Rojas Paz por la década del 30′ en una columna haciendo referencia a la Barra de Boca Juniors (Argentina) que, con el tiempo, pasó a ocupar (“La número 12″), esa denominación caló hondo en la moral y mística de las barras, así se entiende que “sin ellos/as el equipo no gana“.

Amílcar Romero sin embargo hace una distinción importante entre lo que es “violencia en el fútbol” y “la violencia del fútbol”. Así, hechos de violencia (en) se pueden encontrar en el fútbol tanto como en recitales o cualquier evento que aglomere muchas personas. Ahora, distinta es la violencia que el fútbol genera debido a su propia dinámica, instutucionalidad y necesidad, la que aparece ya claramente en el mundo en la década del 60 en lo que se conoce como “el fútbol negocio o empresa”.

En argentina, con la dirigencia de algunos clubes y la propia AFA este esquema se comienza a institucionalizar. Conocido es el hecho de que, y a modo de ejemplo, la AFA le puso un guardaespalda a Messi, que era el líder de la “Barra Brava” de Nueva Chicago. Los Barras Bravas pasan a tener un rol relevante en el club y se suceden los hechos de violencia y hasta de muerte.

La caracterización errada

Durante la década de los 70′ y 80′ la sociología europea -de corte marxista- intentó explicar este fenómeno con cierta premura. Así, en líneas generales, planteó el fenómeno de las “Barras Bravas” (Hooligan, Ultras) como una reacción de los hinchas pertenecientes a la clase obrera en rechazo a la mercantilización de sus equipos a manos de entidades privadas (empresarios), esto sumado a la precarización y marginalidad de una juventud europea en pleno desarrollo del capitalismo.

Sin embargo esta tesis fue desechada a lo largo de los años, teniendo en consideración que las “Barras Bravas” tenían como objetivo (enemigos) a hinchas y barristas de otros equipos -igual de precarizados- y no los empresarios ahora dueños de equipos con quienes de hecho, mantienen buenas relaciones -adscritas a la conveniencia- y en algunos casos tensas relaciones pero en el marco de “socios” tácitos de un negocio lucrativo.

Además, un principio base de la identidad “barrista” es que, el sentido de pertenencia a un equipo, color, bandera, grupo, supera el tema de clases; “en la barra somos uno, no hay ricos ni pobres, somos hermanos”. De hecho, en Inglaterra, los “Hooligans” en general, eran jóvenes de clase media y conservadores (de derecha), aunque en algunas barras de algunos equipos hay matices.

De hecho, hay “barras bravas” que se presentan con matices de “izquierda”, aunque su práctica real, difiera completamente de esta presentación. lo que no quiere decir que, parte de sus integrantes puedan auto denominarse de izquierda.

Hincha versus Barrista

Es por ello que se debe distinguir entre “Hincha” y “Barra Brava” (barrista). El primero/a va al estadio o sigue los partidos, alienta al equipo, sufre y vibra con lo que ocurre en la cancha, tiene identidad con el club (no es mero “espectador”, que es otra categoría) pero no participa de la lógica tribal y jerárquica de la “Barra Brava”

Las razones pueden ser varias, ya sea por no compartir su principio, razones de tiempo o porque no cae en el leitmotiv de “morir y matar por el color de la camiseta” (literalmente) planteando como un enemigo de guerra a los de otros equipos, asumiendo el protagonismo, muchas veces, por sobre el mismo equipo en cancha.

Algunos estudios antropológicos y sociológicos ubican al integrante de la “Barra Brava” (Barrista, que es distinto al “Hincha” y al “Espectador”) como, mayoritariamente jóvenes, necesitados de una identidad que encuentran en ella el cobijo y el espacio de desahogo sumado al sentido de pertenencia, más allá inclusive de clases y posiciones.

En Chile aparecen a finales de los 80′ y su crecimiento fue exponencial durante los 90′. De hecho durante la década de los 90 su irrupción es mediática -acompañada de hechos de violencia- y con el correr de los años su sentido original y primario va mutando convirtiéndose en un “espectáculo paralelo” al propio desempeño del equipo en la cancha.

Un estudio antropológico de 1999, hecho por Andrés Recasens, resume con claridad varias características de las “barras bravas” (particularmente “La Garra Blanca” de Colo Colo y “Los de Abajo” de la U. de Chile). El fenómeno en esa época ya era un tema de los medios y de las autoridades políticas de ese periodo.

El trabajo se adentra en la cultura de las barras y, principalmente, en la distinción entre “juego” y “deporte”, conceptos distinto que diferencia lo que era el Fútbol en su etapa de “juego” con lo que es hoy, un deporte y negocio que mueve mucho dinero.

En Chile, las “Barras Bravas” comenzaron a ocupar un espacio importante e la juventud de la mano a los espacios que, si bien se suponía que la transición a la democracia iba a abrir, finalmente no ocurrió y el estadio se convirtió en un lugar de desahogo de las frustraciones y en la proyección del éxito dentro de la sociedad de mercado que se seguía instalando, del cual la mayoría de la juventud no participaba. Así, el triunfo del equipo y el éxito del jugador (ídolo deportivo) se sentía (y siente) como propio, del mismo modo que la derrota. (revisa: “Diagnóstico antropológico de las Barras Bravas y la violencia ligada al Fútbol“).

Muchos trabajos sociológicos y antropológicos (o dentro de la ciencias sociales) intentaron darle un cariz a las “Barras Bravas” sin hacer esta distinción e influenciados por la sociología europea. De este modo, no fueron pocos quienes intentaron darle cierto relato de “izquierda” a las “Barras Bravas”. Sin embargo esto ha ido cambiando.

Y es que la confusión -intelectual propia de los 90′- y la necesidad, hicieron ver, más por deseo que por realidad, algo que no existía, esto por tener algunas características similares, pero este hecho tampoco fue azaroso ni tan errado, pues particularmente la juventud latinoamericana, mucha de la cual salía de largas dictaduras, encontraron en un principio un sentido y utilidad en las nacientes barras y no pocos venían de las barricadas en sus poblaciones o de la lucha política contra las dictaduras. Sin embargo de eso poco que existía (o existió) ya no queda nada.

De hecho, los planteamientos y funcionamiento de “las barras bravas” poco y nada tienen que ver con la cultura, valores o posiciones de izquierda, menos con sus valores. De parecerse en algo eso sería “la identidad” al grupo y los enfrentamientos con las fuerzas represivas, pero aquellos elementos están presentes en varios otros tipos de orgánicas.

La xenofobia, el sentido de superioridad (asumirse mejor que el otro por el color de la camiseta), el machismo, la denostación, el racismo (casi siempre presente en los cánticos) y la violencia contra el igual “de clase” y no contra “el enemigo de clase”, deja en evidencia lo poco o más bien nada que tienen las “barras bravas” con los idearios de la izquierda.

El medio de izquierda especializado en este deporte FutbolRebelde.org publicó hace unos meses un articulo bastante clarificador en este aspecto; “El Barra Brava chileno, ni anárquico, ni anti sistema“.

n el mismo articulo -que responde a una caricatura hecha por el diario La Tercera (grupo Copesa) ligando a las “Barras Bravas” con el anarquismo- apunta a lo desidiologizados de estos grupos y sus características, que no corresponde a ninguna corriente ni anarquista ni comunista. También se critica su relación con la policía, el trafico de drogas e incluso su rol durante las campañas políticas, entre otros.

Este último hecho, sus trabajos como brigadistas -mercenarios- durante las campañas políticas, es públicamente conocido, lo que representa una paradoja discursiva por parte de la clase política que los critica en cámara pero los contrata en periodo electoral, para rayar, poner “palomas” y cuidar territorios y propaganda desplegada en ellos de otros comandos electorales.

Hecho que ha sido reconocido por los propios líderes de diversas barras, entre ellas de “La Garra Blanca” (Colo Colo), “Los de Abajo” (U de Chile) y “Los Cruzados” (Universidad Católica), (ver entrevista). En una entrevista, “Anarkia”, -líder de “Los de Abajo” en los principios del 2000- señalaba que él era “de izquierda” y la barra también, por lo que acotaba esta función en campaña “solo para ganar unos pesos”, hecho que le valió criticas incluso de parte de algunos barristas de ese grupo, además conocida fue su relación y trabajo con el ex Alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat, reconocido pinochetista, del quien Alcides Castro (nombre real de “Anarkia”) reconocía que “eran amigos”.

Así también está el caso de Francisco Muñoz (“Pancho Malo”) líder de “La Garra Blanca”, quien trabajó en la campaña de Gustavo Hasbún -parte del directorio de Blanco y Negro- y mantuvo a su cargo a la gente que trabajaba en las campañas de la UDI.

Garra blanca y Gustavo Hasbun

El objetivo de “la barra brava” en principio es alterar el resultado del partido. En argentina -a modo de ejemplo por ser el referente que se imita más en Chile- el origen del “Barra Brava” se da para “resolver” un problema, este era cuando el equipo “salía” a jugar de visita, tradicionalmente el visitante -y dependiendo de la importancia del partido en sí- recibía la presión de la hinchada e incluso hasta de la policía de la localidad que visitaba.

Esto que se conoce como “lo folclórico”, en donde distintos elementos externos a la cancha predisponían a los jugadores, esto iba desde no dejar dormir -cánticos y ruido afuera del Hotel de concentración- amenazas durante el trayecto e incluso dentro de los mismos camarines, con el fin de “amedrentar al rival” con el objetivo de desconcentrar a los jugadores y sacar ventaja de ello.  

Fue así como las dirigencia le dieron forma a estos grupos inorgánicos que si bien ya existían asumieron un rol ya institucionalizado y hasta profesional, así acompañaban al equipo -financiados por la dirigencia- durante las giras para aminorar la presión y “hacer el aguante”. Incluso las “barras bravas” se ocupaban para provocar a la “Barra Brava rival” -que hacía de local, con el fin de generar incidentes, se castigara al club, al estadio y hasta lograban sanciones en puntos, la filosofía es “todo vale” para sacar ventaja.

Así la violencia se institucionaliza y la “barra brava oficial” pasa a ser un grupo -en algunos casos de corte para militar- que contrarresta los ataques de la otra hinchada, así los distintos equipos fueron armando su propia “barra brava”. De este modo los “lideres de las barras” van cumpliendo tareas para la dirigencia y mantienen la relación con ésta, de paso, comienzan a apropiarse del estadio o polideportivo del club -donde entrena el equipo- durante la semana, asignan tareas y coordinan la logística para el partido.

La importancia de la “Barra brava” se acrecienta, todo esto ayudado por declaraciones de jugadores y dirigentes que “calientan el partido” durante la semana, aumentando la expectación y haciendo más rentable el negocio, esto ayudado por la gran cobertura de los medios de comunicación dándole espacio “al otro partido” (la demostración de fuerza de las barras) cubriendo sus “banderazos”, proclamas de guerra y ritos frente al equipo en “la práctica” previo a un partido.

Las “Barras Bravas” son grupos altamente jerarquizados, generalmente despolitizados -más allá de los discursos contestatarios que estos generen- en donde se permite la xenofobia, denostación del rival y la necesidad del éxito (competencia) para enrostrar a los adversario, además la pertenencia implica asumir la historia misma del club.

De este modo plantea Romero, el fútbol se convirtió en el deporte insigne del capitalismo, logrando despojarlo de sus sentido de juego y, de paso, asimiló su proyección para si mismo, siendo el deporte mas popular en el mundo con alcance en los 5 continentes -y en parte por el rol de la FIFA- dejó de ser un reflejo de la sociedad para ser el sentido de la sociedad misma.
El mito de que la cultura de las “Barras Bravas” se da por la marginalidad y en países subdesarrollados

Constantemente y más en momentos en que aparecen las “Barras Bravas” en los medios por hechos de violencia, rápidamente se comienzan a hacer las criticas, aparecen las escusas por parte de las autoridades (en más de 2 décadas han sido las mismas) y se plantean modelos y soluciones (en los distintos gobiernos el discurso ha sido el mismo).

El modelo que siempre aparece es el caso de Inglaterra al que muchos medios destacan que “acabaron con los Hooligans”, sin embargo esto no es del todo correcto. Es cierto, Inglaterra tras la tragedia de Hillborough en Sheffield, en abril de 1989, en donde se enfrentaban por la semifinal de la Copa F.A. el Liverpool y el Nottingham Forest, en donde murieron 96 personas y casi 800 personas resultaron heridas, debido a una avalancha -de la cual la policía, según determinó la investigación posterior, fue directamente responsable- las autoridades inglesas tomaron medidas.

Así se implementaron programas dirigidos a las escuelas, para educar desde la infancia y adolescencia, se endurecieron las penas para quienes participaran de hechos de violencia en los estadios, se sacó a la policía de los estadios -señalados como un factor detonante en la agresividad- y se reemplazó por personas que, recibiendo capacitación, fueran mediadores en los estadios, estas son conocidas como “Stewards”.

Además se empadronó e infiltró a las barras, realizado por un grupo especial de Scotland Yard creado con esa finalidad, y se aplicaron multas a quienes asistan a los “Hooligans”, e incluso, si se descubría a un Hooligans ocupando un tren, avión o cualquier tipo de transporte para ir al estadio, la empresa dueña de estos es castigada con multas.  Eso sumado a cámaras dentro de los estadios y de paso se quitaron las rejas, que había sido factor en tragedias anteriores.

En cifras, las medidas implementadas han sido exitosas, se bajó considerablemente la presencia de los Hooligans y los hechos de violencia, pero no por ello desaparecieron. Es más, en octubre de este año, se abrió expediente y se anunciaron sanciones en contra de la Federación Inglesa de Fútbol  debido a los Hooligans, esto tras los incidentes ocurridos durante el encuentro en el estadio LFF de Vilna, Lituania, en fecha valida del grupo “E” por las clasificatorias de la Eurocopa 2016.

Sin duda han bajado considerablemente los hechos de violencia, de hecho entre los años 2012 y 2013 hubo solo 2.456 arrestos relacionados a Hooligans y violencia en los estadios, eso dentro de un total de 39 millones de asistentes (entre esos años) contemplando Inglaterra y Gales. Y de 100 mil Ingleses y Galeses que viajaron -salieron- a ver la Champion League y Europa League en un total de 44 partidos, solo se registraron 20 detenidos.

Por lo mismo, las autoridades inglesas plantean que si bien se ha reducido considerablemente los hechos de violencia, particularmente en la Premier League, no hay que “relajarse” y hay que ir haciendo modificaciones. Ahora, sin duda, la cara del fútbol ingles hoy es muy distinta que hace 30 años.

El fenómeno de las “Barras Bravas” es global, presente en todos el mundo y en países diversos, con más o menos matices, pero, como el fútbol mismo, su generación y presencia es generalizado, esto según especialistas en sociología del fútbol, se debe en gran medida porque “las barras cumplen un rol importante en el fútbol empresa“, es por ello que no solo tiene que ver con factores sociales propios de los países, que sin duda los hay y les dan características especiales a cada país, sino que se debe en gran medida al modelo del fútbol negocio, pues estos grupos están hoy intrínsecamente ligados a ello.

Estos son los que “hacen crecer a los equipos” y genera “sus relatos y leyendas”, muchas de estas poco y nada tienen que ver con lo meramente fubolistico, lo que logra la publicidad y posición (estatus) de los equipos y se ve aparejado de jugosas ganancias.

Así encontramos “Barras Bravas” en Hungría (Los Green Monster), Italia (Zurra Ultras), Servia (Los Red Star, Ultra Bad Boys), Grecia, Argentina, Peru, Chile (Barras Bravas), Brasil (Torcidas), Inglaterra (Hooligans). Incluso en Japón, han aparecido “Barras Bravas” imitando a las europeas y sudamericanas.

Por lo mismo, generalmente se tiende a simplificar al “barra brava” ligándolo exclusivamente con la marginalidad, que si bien hay mucho de eso, no es exclusivo ni determinante, de hecho no son pocos los integrantes e incluso líderes de “Barras Bravas” que provienen de un cómodo estatus socio-económico, y no es raro en cuanto a la dinámica y lógica imperante  en estos grupos, pues “el líder” es quien logra tener acceso a los recursos que le permitan al grupo seguir su “función”, o sea, viajar, conseguir las entradas para entrar al estadio, hacer lienzos, etc.

Es por ello que, si un líder proviene de un estrato económico bajo, su liderazgo está asegurado mientras tenga la capacidad de satisfacer las necesidades del conjunto, por lo que se convertirá en un “gestor” y no demorará, desde ese estatus, en demostrar su poder y exhibirá su estatus de privilegio frente al resto. Por otra parte, está aquella apreciación de que las “Barras Bravas” son propias de condiciones social y económicas precarias, propias del sub desarrollo, y si bien, las características de las “Barras Bravas” se ajustan a las realidades de cada país, no es menos cierto que su fenómeno es global e inherentes al “Fútbol Empresa”, por lo que están presentes en países OCDE, con varias de sus situaciones sociales por así decir “resueltas”, como en el caso de la educación -que se plantea como factor al momento de analizar el fenómeno-.

El hecho es que éste fenómeno está en los 5 continentes y en una diversidad de países y culturas, generándose una glocalización, es decir, existe un modelo global que se ajusta a las realidades también de cada país e idiosincrasia.

El fracaso de las autoridades políticas y la “ley de violencia en los estadios” y “estadio seguro”

Desde que el fenómeno de las “Barras Bravas” se instaló en Chile, los discursos, promesas y proyectos innovadores han anunciado “la solución” y la “erradicación” de la violencia en los estadios. Para ello se han destinado gran cantidad de recursos, pero hasta hoy, nada. Coordinaciones con carabineros, Intendencia, funcionarios de gobierno yendo al extranjero para ver diversos modelos para “acabar con las barras bravas”, el discurso de que “en unos años más vuelva la familia” y similares se han tomado el discurso políticos transversalmente

A principios de los 90´el fenómeno de las barras bravas era un tema de discusión, es por ello que durante el gobierno de Eduardo Frei se promulgó la Ley N° 19.327 que “Fijaba las normas para prevención y sanción de hechos de violencia en recintos deportivos con ocasión de espectáculos de fútbol profesional”. Las autoridades de la época anunciaban así su voluntad de erradicar la violencia en los estadios y asegurar que este fenómeno no siguiera expandiéndose. Claramente, fracasaron.

En el gobierno de Ricardo Lagos la cosa no cambió, se aumentó dotación policial, se le dio más atribuciones a carabineros y la Intendencia para resolver respecto de las altas convocatorias de partidos. En ese entonces, el Intendente de la Región Metropolitana, Marcelo Trivelli, que tomó gran notoriedad pública por esa época, planteó, en su inicio, un diálogo con los líderes de las barras “importantes”; “La Garra Blanca”, “Los de Abajo” y “Los Cruzados”, tras casi un año de conversaciones y reuniones el tema quedó en nada. En el primer gobierno de Michelle Bachelet se intentó regularizar el fenómeno, siguiendo a sus predecesores.

“Antes que termine el 2011 vamos a haber cambiado la realidad en los estadios“, así lo aseguraba en julio del 2011 el Ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, durante su intervención en Medianoche de TVN anunciando el Plan “Estadio Seguro”. Esto luego de los incidentes ocurridos en el Estadio Santa Laura en el marco de un encuentro entre la Universidad de Chile y Santiago Wanders.

El Plan “Estadio Seguro” ha tenido, como pocos planes, una cantidad inusitada de recursos y voluntades. Sin embargo al pasar los años ha demostrado su ineficacia y su cariz de pirotecnia.
¿Por qué?

Porque es imposible erradicar un fenómeno sin afectar el negocio intrínseco del Fútbol actual. Se plantean aumentos de penas a hechos de violencia pero no se busca erradicar, por ejemplo, su principio fundacional.

Confunde al Hincha con el Barristas (que son distintos) y plantea su criminalización por igual, sin afectar, de paso, a las dirigencias que digitan muchas veces las acciones de “barras bravas” puntuales.

De este modo, en medio del escándalo de corrupción más grande en la historia del fútbol moderno, las instituciones de las mayoría de los países futbolizado apenas tomaron medidas -todo quedó en manos del EEUU, un país en donde el fútbol no es el deporte rey, aunque ha aumentado su adhesión-

¿Por qué?

Porque el fútbol como fenómeno social, es también rentable en ámbitos políticos y sociales. No es menor el hecho de que, destacados personajes hayan ocupado la dirigencia de clubes de fútbol para posicionarse medialmente.

Los casos de Berlusconi, Macri y Piñera son ejemplos gráficos de ésto.

El Plan “Estadio Seguro” está destinado al fracaso pues, no puede resolver un problema que está ligado intrínsecamente al Futbol negocio del cual, el mundo político, está legítimamente -a través de los propios medios- emparentado.

Fuente: Radio Villa Francia

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