Con el correr de las horas, siguen apareciendo evidencias y testimonios que denuncian la irracionalidad y desquiciamiento de los responsables del asesinato de los jóvenes Diego Guzmán y Exequiel Borvarán, en la marcha estudiantil del jueves pasado, en Valparaíso. Es cierto que el autor directo de los diparos, Giseppe Briganti Weber, está detenido, y arriesga una pena no menor de veinte años, por la contundencia de las pruebas. Pero a la luz de los nuevos antecedentes, es injusto que su padre, el comerciante José Briganti, permanezca en libertad. El testimonio de los verdaderos grafiteros, que incluso se identifican en cámara, demuestra que sin su perturbado y agresivo comportamiento, la tragedia no hubiera sucedido. Y si la justicia no se hace cargo, es seguro que su consciencia lo hará. No es accesorio consignar que la versión de estos nuevos testigos es coherente y consistente con todos los antecedentes y evidencias conocidas.
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