Luego que la Ministra Cecilia Pérez declarara a radio Cooperativa, que lo que se requiere es la «pacificación de la Araucanía», se desató un mar de críticas a través de internet y de las plataformas sociales, no sin razón, pero apuntando equivocadamente a la ignorancia e ineptitud de la ministra.
Pareciera que, en general, la gente le atribuye a los personeros de gobierno y a los representantes de la burguesía, un grado importante de ingenuidad e ignorancia en estos asuntos, es decir, según los ciudadanistas en general, Cecilia Pérez habría cometido un error, en el sentido de no comprender el profundo significado histórico que estas palabras y que esta frase específica tiene tanto para el pueblo Mapuche como para el pueblo Chileno.
Y este significado histórico no es otro que el genocidio, el pillaje y la rapiña ejercida por el Estado Capitalista Chileno en sus albores en contra de lo que quedaba de soberanía indígena en el sur, en el WallMapu.
Esta «epopeya pacificadora» y «modernizante», se desarrolló muy similarmente a los procesos de acumulación capitalista originaria, descritos por Carlos Marx, en el capitulo XXIV de «El Capital», en donde el despojo, el bandidaje, la rapiña, el asesinato, la tortura y las violaciones de hombres, mujeres y niños fueron la forma en la cual los antiguos y nuevos poderosos reconvirtieron la sociedad feudal, y sus siervos de la gleba en los proletarios modernos.
Es interesante este proceso puesto que, muchas de las grandes riquezas que actualmente se visten de «esfuerzo» y sacrificio personal, comenzaron con este proceso propio de miserables rateros y sanguinarios cogoteros de la historia de la humanidad.
El llamado de la ministra no deja de tener un profundo significado político e histórico, en el fondo, al contrario de lo que los ciudadanistas y liberales creen, ella es muy consciente en la expresión de sus palabras, y esa consciencia está dada por su clara posición de clase, de la burguesía nacional que se opone ciertamente a que cualquier otro grupo, como el de los Mapuche, pueda decidir líbremente sobre su destino, así como el resto de los habitantes de este país, que nos encontramos absolutamente sometidos a los designios del imperailismo y de sus cohortes nacionales.
Así mismo como Hermógenes Pérez de Arce y Von Appen, cometen el error de ser demasiado explícitos en sus planteamientos, señalando que si hay cambios significativos, como por ejemplo a través de una asamblea constituyente, será la hora de reeditar la intervención de los militares a través de un golpe de estado y salvar nuevamente al país de la debacle, de esa misma forma, la ministra, replantea nuevamente la necesidad de una segunda «pacificación de la araucanía», o lo que traducido al lenguaje de la realidad histórica, vendría siendo la convocatoria a un genocidio 2.0, que permita garantizar no solo la vida de los expropiadores, sino que por sobre todo, asegurar la estabilidad de la región para el sostenimiento de los altos niveles de ganancia que sostienen los exiguos capitalistas asociados al mundo de las forestales: Matte y Angelini.