El Colegio de Periodistas de Chile ha puesto de manifiesto su “preocupación” por el modo como la prensa nacional aborda los hechos del llamado “conflicto mapuche”, destacando “la enorme responsabilidad que recae sobre los medios de comunicación masiva a la hora de cubrir este tipo de temáticas”. En tal sentido plantea que “es importante fortalecer la disposición editorial al equilibrio en la cobertura, evitando la tendencia a criminalizar determinados sectores sociales y/o étnicos”.
El llamado de atención del gremio hacia los medios obedece al reclamo que formuló el colectivo comunicacional mapuche Mapuexpress por la publicación del diario La Segunda de un extenso informe titulado “El plan de los mapuches violentos para controlar La Araucanía”.
El artículo del vespertino entrega una singular versión de la conversación y foro público con voceros mapuche que en agosto pasado tuvo lugar en Ruka Kuyen Rayen, espacio de socialización y medicina tradicional indígena ubicado al interior del Hospital Barros Luco, en Santiago.
El objetivo del encuentro era compartir experiencias y opiniones en torno al creciente sentimiento de unidad mapuche producto de la toma de conciencia de su identidad como pueblo. La versión de La Segunda recoge testimonios formulados por los asistentes al encuentro, aporta opiniones y sugerentes interpretaciones para presentar el total de lo ocurrido como un “plan de los mapuche violentos para controlar la Araucanía”.
Resulta poco novedoso llamar la atención sobre el tratamiento tendencioso y sensacionalista que caracteriza la cobertura de la cuestión mapuche en los medios de comunicación masiva a que tienen acceso los chilenos. El universo de la prensa en Chile, ya lo sabemos, se encuentra dominado sin contrapesos por dos grandes grupos empresariales a los que pertenecen los únicos cuatro diarios que se distribuyen a nivel nacional.
A uno de ellos, El Mercurio, pertenece además el vespertino cuestionado. Y todos ellos comparten, en sus páginas editoriales y de contenido noticioso, una tendencia fuertemente conservadora del statu quo y de defensa y promoción del modelo.
El reportaje de La Segunda, en concordancia con esta orientación pero aportando el estilo propio de este medio, transforma una de las muchas reuniones, foros y seminarios de acceso público que se realizan permanentemente en Santiago y regiones para debatir sobre el tema mapuche, en un cónclave conspirativo de peligrosos agentes para “hablar abiertamente de sus ’estrategias’, de la ‘guerra’ y de los objetivos comunes: ocupación territorial, autodeterminación, autogobierno en franjas territoriales en el mediano y corto plazo, y la independencia en el largo, desde el Biobío al sur”.
El Colegio de Periodistas resalta el “gran aporte” que los medios de comunicación pueden realizar al establecer un diálogo con las comunidades mapuches de la zona en conflicto, “a modo de realizar un intento efectivo por dar solución al problema que envuelve a los pueblos indígenas y que cuenta con raíces sociales, culturales y políticas”.
Formula además un llamado al Estado y a la sociedad para que escuche las demandas del pueblo mapuche y reconozca la legitimidad de sus derechos, asegurando el cumplimiento pleno de los tratados internacionales que resguardan la materia.
Resulta difícil imaginar qué aporte constructivo se puede esperar de medios alineados para informar de este modo y en este estilo sobre las demandas, las aspiraciones y los derechos os planteamientos de un pueblo indígena. Y, en concreto, es inevitable concluir que a este tipo de información y de enfoques corresponde el abordaje que el Estado de Chile ofrece al problema mapuche.
Fuente: Pichikeche