Si se miran los conflictos que vive Chile, a menos de una semana de las elecciones que definirán al próximo Presidente, cuesta un poco explicarse en qué estará pensando Piñera. El paro de los funcionarios municipales, se extiende ya por más de tres semanas; en comunas emblemáticas, toneladas de basura inundan las calles, frente a la intransigencia del gobierno sobre puntos que podrían ser perfectamente acordados. Hoy se acaba de romper la mesa de negociación del Sector Público, dado que el Ejecutivo ni siquiera recibió a sus dirigentes, pese a que había reunión acordada. Ambas situaciones afectan negativamente a la comunidad, y obviamente, restan votos a la coalición partidaria de gobierno, para el 17 de noviembre próximo.
Cabe preguntarse: ¿por qué le hace esto el Presidente, a su propia candidata?
La respuesta más obvia, sería que el calificativo de inepto, que le dio The Economist hace algún tiempo, le siga calzando perfecto a Piñera; que este fue y sigue siendo un gobierno que nunca supo escuchar a la ciudadanía, y que simplemente son tan patrones de fundo, que no van a dar su brazo a torcer frente a los trabajadores, para solucionar ningún conflicto, aunque ello les cueste un catástrofe electoral.
No sería ninguna sorpresa para nadie.
Pero en una segunda lectura, también es posible que Piñera NECESITE esa catástrofe, que la esté pidiendo a gritos.
Es bien sabido, que Mr. President no piensa devolverse a los directorios de sus empresas, y que pretende volver a La Moneda para el 2017. Sin embargo, un regreso en las actuales condiciones de su coalición, con una ciudadanía más consciente de sus derechos, más dispuesta a exigirlos, más empoderada con nuestra historia, y más liberal en lo valórico, le resultaría una tarea imposible.
Por muy inepto que haya sido, en materia de Estado, Piñera es un calculador. No por nada se quedó con el millonario negocio de tarjetas de su ex amigo Claro, o salió libre de polvo y paja de su problemón judicial con el Banco de Talca.
En ese sentido, creo que acá no hay sólo torpeza política, sino otra cosa. Él quiere erigirse como líder de la “Nueva Derecha”, porque ya la derecha tradicional ha terminado siendo una carga, un lastre, que no le permitirá llegar a ningún puerto, probablemente ni en 4 años, ni en 50 más.
Claramente, hay una pugna entre los sectores tradicionales de la Alianza, los cuales se ven representados en Matthei , y otros sectores, partidarios de una economía aún más desregulada, más liberales en lo valórico, y que, al menos en el discurso, se han atrevido a condenar la Dictadura, como lo hizo el propio Piñera; cuestión que, le trajo amplios réditos políticos.
Es posible que, estos sectores, que probablemente tengan como líder natural al gobernante, ya hayan iniciado conversaciones con otros grupos neoliberales, de otras coaliciones, e incluso independientes, como Franco Parisi, para conformar en el futuro esta derecha renovada.
Pero, ¿cómo hacerlo? ¿Aceptaría la directiva de la UDI, una alianza con estos conglomerados, tan lejanos a su visión?
Francamente, en la situación actual, sería muy difícil, ya que ahí hay posiciones muy arraigadas en su historia, y mucho de ego de entre sus miembros, también.
Por otro lado; a esta nueva hornada, que sería liderada por el actual mandatario, ¿le son necesarios estos enclaves conservadores? Si no es así, ¿cómo deshacerse de ellos, sin ser acusados de la desunión de la Alianza?
Pues muy fácil: con una debacle electoral este 17 de noviembre. En caso de que Michelle Bachelet ganara en primera vuelta, o que la candidata del conservadurismo perdiera por paliza en la segunda, necesariamente la coalición se vería a repensarse y replantearse para no morir; sería algo así como su pequeño terremoto.
En ese sentido, hay dos alternativas:
• Quienes sustentan las posiciones más tradicionales, ceden en sus posturas, aceptan alianzas con otros sectores, y abandonan definitivamente la figura de Pinochet.
• Se desarma la Alianza por Chile, y los neoliberales se reúnen en su rebaño, alegando demasiado caos en ella, y hasta sus representantes en el Parlamento terminan votando contra el Binominal, ya que, si bien les rindió buenos frutos en el pasado, ahora necesitan una reforma al mismo, para poder constituirse como un espacio de poder político distinto, y ahora les estorba tremendamente.
Puede ser que lo que sucede en estos días, responda sólo a la ceguera de este gobierno, y el resto de lo planteado tenga que ver sólo con divagaciones inútiles, o puede ser que la derecha, como bloque, esté muriendo, y nos toque enfrentarnos a un escenario completamente distinto.
Como sea, lo que ocurra en un tiempo no muy lejano, será nuestra respuesta.
(*) Doctora, graduada en la ELAM, Cuba; Magister en Administración de Salud, UFT.