De a poco se conocen los detalles de la maquinaria que montó Penta con las operaciones forwards, transacciones sobre instrumentos derivados en los que el holding de Carlos Alberto Délano y Carlos Eugenio Lavín –los “Carlos”– perdía dinero favoreciendo a sus contrapartes, pero que posteriormente era restituido, destinándose tanto a políticos como al pago de bonos de sus ejecutivos. Mientras el conglomerado, a través de Siglo Outsourcing, podía restituir el capital que perdía en operaciones forwards, con CB Consultorías y Proyectos –filial del grupo Cruzat–, el perjuicio económico iba en directo beneficio de las sociedades de sus ejecutivos.
Estas operaciones se hacían a través de distintos intermediarios, como la empresa Siglo Outsourcing y CB Consultorías y Proyectos, filial del grupo Cruzat. Mientras, en la primera, el capital era restituido tras haber “perdido” dicho capital mediante operaciones pactadas con antelación, a través de la segunda el perjuicio de Penta iba en directo beneficio de las sociedades de los ejecutivos del holding, quienes recibían de esta manera el pago de sus bonos.
Así lo establece la declaración que Iván Rojas, ejecutivo del grupo Cruzat, dio a la Fiscalía el pasado 12 de agosto. Según reportó ayer el diario La Segunda, CB obtenía una ganancia contra Penta y, simultáneamente, anotaba una pérdida contra la sociedad que el holding de los “Carlos” determinaba. En el neto, CB no ganaba ni perdía con estas operaciones, salvo el ingreso por comisiones de estas transacciones, que entre 2008 y 2012 alcanzó los $40 millones.
Operación
Según informó el vespertino, dichos contratos se hacían en marzo, a mediados y a fines de año, fechándose con 30 días de antelación para determinar qué empresa ganaba. Rojas reportó 102 operaciones forwards en las que en 42 apareció Penta perdiendo dinero y en 60 ganaron las sociedades o personas naturales vinculadas al holding.
La razón para hacerse de esta manera radicaría en que, con la confidencialidad del pago de estos bonos, en el holding se evitarían roces internos, una justificación discutible, considerando el fraude tributario que supone la reducción de la base imponible del conglomerado, que marcó el puntapié inicial del bullado Caso Penta.
La forma en que el holding pagaba sus bonos a sus ejecutivos ha sido noticia en las últimas semanas, considerando quiénes se habrían beneficiado de estas operaciones. En enero pasado, Hugo Bravo indicó las personas que habrían recibido pagos a través de estos contratos.
A mediados de enero, Penta entregó voluntariamente una lista de los distintos bonos recibidos por ejecutivos y directivos del grupo. En el referido listado destacó Marco Comparini, quien renunció el 6 de febrero a la vicepresidencia del banco, siendo uno de los directores más beneficiado. Entre 2008 y 2013 el ex gerente general del Banco Penta recibió $288,6 millones, capital que fue cargado a las sociedades Empresas Penta, Banpenta Limitada, Los Estacioneros, Penta INF y Penta III Ltda.
Andrés Chechilnitzky, actual gerente general de Banco Penta, recibió $ 57,8 millones en bonos entre 2009 y 2010 a través de la sociedad Inversiones ACBR Limitada. También se suma Daniel Subelman, gerente corporativo de finanzas del banco y presidente de la corredora de bolsa del grupo, quien en 2009 recibió $19 millones; y el director de finanzas corporativas Raúl Schmidt, quien recibió un bono de $17 millones también en 2009.
Según ha sostenido Julián López, abogado de Délano y Lavín, el hecho de estos pagos “sólo constituiría una irregularidad en la medida en que se refiera a terceros y sociedades que no hayan prestado servicios efectivos para las empresas que para cada caso se individualizan”, materia sobre la cual debería pronunciarse la Fiscalía.
El antecedente Endesa
Como reportó este medio, estas formas de pago que hacen las empresas no son del todo nuevas en el mercado local, pues Endesa las vivió hace poco más de diez años. La compañía eléctrica pagaba los bonos a sus ejecutivos a través de sociedades que no prestaban servicio alguno a la empresa y evadía el impuesto único a los trabajadores.
Tras una investigación efectuada por el Servicio de Impuestos Internos (SII), se le notificó a la compañía que podía liquidar lo adeudado al Servicio o habría querella. Endesa optó por hacerse cargo y a partir de ahí el mensaje fue claro: los bonos se cargan a remuneraciones.
Fuente: El Mostrador