por Felipe Droguett
Desde sus orígenes en los fines de la dictadura, la Confederación de Estudiantes de Chile, ha sido disputada por los distintos sectores políticos con presencia estudiantil a través de la conquista electoral de las distintas federaciones que la componen, así como también de las distintas correlaciones de fuerza y políticas de alianzas. Nada de eso es nuevo. En cambio, hemos visto este año uno de los desempeños más erráticos y confusos del movimiento estudiantil en mucho tiempo.
La conducción de la CONFECh ha transitado, siempre en un frágil equilibrio, entre los comunistas, concertacionistas, sectores de la llamada ultra izquierda, por mencionar solo algunas fuerzas. En estas casi 3 décadas solo la derecha nunca ha marcado una posición de conducción ni cercana a esta, pese a que más de alguna vez ha ganado la FEUC, entre otras federaciones y que incluso el año 2004 ganó la FECH, en un histórico debut y despedida.
Por lo general, quien ha estado al frente de la Confederación, se ha vuelto en el principal flanco de críticas de los otros sectores, con el fin de hacer frente a su accionar político y de esta manera intentar posicionarse en el permanente ciclo electoral de federaciones que marca el frágil equilibrio de la CONFECh.
Sin embargo, en esta historia bastante cíclica, para este año trae una novedad: es la primera vez en la historia de la CONFECh que una alianza política – IA-FEL-UNE– se autodesigna como “Bloque de Conducción”, referenciándose hacía sí mismos como los responsables y capaces de establecer las pautas sobre qué es lo que debe hacer políticamente el movimiento estudiantil.
La paradoja de esta novedad, es que junto con la soberbia que significa auto sindicarse como los “conductores” de la CONFECh, hemos visto este año uno de los desempeños más erráticos y confusos del movimiento estudiantil en mucho tiempo.
Un elemento curioso es que ante la crítica de por qué razón el “Bloque de Conducción” no conduce el movimiento estudiantil hacia buen puerto, la respuesta es intentar responsabilizar a otros de sus propias incapacidades: es culpa del Gobierno que no muestra una agenda clara, es culpa de la presencia de la Nueva Mayoría al interior del movimiento estudiantil o que con la derecha en el Gobierno era más fácil confrontar posiciones, son los argumentos utilizados para ocultar su total pérdida de brújula en un año de definiciones claves para el movimiento estudiantil.
Más allá que solo se han hecho tres marchas en el año, pese a las declaraciones de la presidenta de la FECh señalando que no habría luna de miel para el gobierno, la inactividad del movimiento estudiantil se expresa no solo en una disminución de su presencia en la calle, sino que también de una baja convocatoria a las instancias de debate y definición que se dan en el seno de cada carrera, facultad, campus o universidad.
Ahí está la principal deficiencia del movimiento estudiantil: que ha perdido su masividad en la discusión reemplazando la discusión política por propuestas técnicas realizadas por centros de estudios coaptados políticamente por la misma “conducción” que no conduce nada.
Lo que la “conducción” ha realizado, ha sido administrar con poca claridad política un movimiento estudiantil que exige revitalización y fortalecimiento. No basta con convocar a un par de movilizaciones e intentar negociar en un par de mesas si es que el movimiento estudiantil no se fortalece en las carreras y las facultades, entregándole el protagonismo al conjunto de los estudiantes. El principal peligro de la baja incidencia del movimiento estudiantil radica en su desmovilización interna y en la desvinculación del estudiante de base de ser parte de dicho proceso.
La ficticia conducción cree que una negociación sin proceso de acumulación es hoy el camino a seguir, sin embargo lo que no han podido comprender es que el principal desafío si queremos que la voz de los estudiantes se exprese en las definiciones educacionales que se están tomando, es reactivar con urgencia el debate de verdad: un debate en donde los protagonistas sean los estudiantes y no solo la mesa ejecutiva de la CONFECh y donde lo que se discuta sea la reforma educacional que queremos.
A dicho esfuerzo nos sentimos convocados, pues de otra manera, las importantes movilizaciones que los actores sociales expresaron el 2011 producto de años de acumulación de debates y fuerza, corren el peligro de sufrir una derrota histórica y sus consecuencias serán sufridas por las futuras generaciones que requieren que hoy y no mañana, se construya un nuevo sistema de educación entendida como un derecho social y no como un bien de consumo.
Fuente: El Quinto Poder